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En el fondo del mar
hay una casa de cristal.
A una avenida
de madréporas
da.
Un gran pez de oro,
a las cinco,
me viene a saludar.
Me trae
un rojo ramo
de flores de coral.
Duermo en una cama
un poco más azul
que el mar.
Un pulpo
me hace guiños
a través del cristal.
En el bosque verde
que me circunda
-din don... din dan-
se balancean y cantan
las sirenas
de nácar verdemar.
Y sobre mi cabeza
arden, en el crepúsculo,
las erizadas puntas del
mar.
Sacude el mar su melena
Y son las olas montañas
Que coronan refulgentes
Ricas diademas de plata.

Niega el sol su viva lumbre
Al titán que tiembla y brama,
Y el huracán, monstruo *****,
Abre sus fúnebres alas.

Todo es en el cielo sombras;
Todo es en el aire ráfagas,
La lluvia cae a torrentes,
El rayo doquier estalla;

Cada relámpago alumbra
Un cuadro que impone y pasma
De terror al que lo mira,
A Dios elevando el alma.

Sobre el abismo sin fondo
De las turbulentas aguas,
Entre las olas gigantes
Que los espacios escalan;

Bajo el manto de tinieblas
Que en las regiones más altas
Corren en alas del viento
Como legión de fantasmas;

Al rumor de las centellas
Que difunde la borrasca
Y que al reventar convierten
Las nubes en rojas ascuas;

Cual hoja que se sacude
Para abandonar la rama,
A impulsos de estos ciclones
Que a los sabinos descuajan,

En la líquida llanura
Zozobra sin esperanzas
Ligera nave que en vano
Quiso arribar a la playa.

Sus velas poco le sirven
Y el maderamen no basta
A resistir los embates
De las ondas encrespadas;

Sus mástiles se doblegan,
Como en el campo las cañas,
Y al hundirse en el abismo
Ninguna mano la salva.

Es la soledad desierta
Su aterradora amenaza;
La mar su inmenso sepulcro,
Y el mudo espacio su lápida.

Los que en la nave caminan
Sus oraciones levantan
Al Ser que todo lo puede
Y le encomiendan sus almas.

Entre tantos tripulantes,
Que sobre el abismo viajan,
Van dos jóvenes que ruegan
Al cielo con unción santa.

Pareja noble y dichosa,
Que con ternura se aman
Y que tienen por tesoro
La juventud y la gracia.

Él cumplió los veinte abriles
Ella por dos no le iguala;
Él es arrogante de porte,
Ella una beldad sin tacha.

Van a buscar a sus padres
Que residen en España,
Y antes de que la tormenta
Su embarcación agitara,

Llevaron más ilusiones
Risueñas, dulces y castas,
Que tiene estrellas el cielo
Y tiene arenas la playa.

Él, mirando los horrores
Siniestros de la borrasca,
Entre la lluvia de rayos
Que roncos tronando espantan,

Besa a su esposa la frente
Al verla derramar lágrimas,
Y señalándole el cielo
Le dice: -¡Ten esperanza!

Dios que, al extender su mano
Refrena al punto las aguas,
Y a quien sumiso obedece
Cuanto formó su palabra,

Dios que es todo y puede todo
Es el único que salva
Al que en los grandes peligros
Su misericordia aclama.

-Pídele tú que nos salve
De una muerte tan amarga,
Tan lejos de tantos seres
Que nos buscan y nos aman;

Yo me dirijo a quien logra
De Dios lo que nadie alcanza,
A la «Estrella de los Mares&lrquo;,
A la Virgen sacrosanta.

Yo, cuando fui a despedirme
De mi Virgen mejicana,
«No me abandones, mi madre&lrquo;,
Dije llorando a sus plantas.

Y ella no ha de abandonarnos,
Nos sigue con su mirada,
Arrodíllate conmigo
Y háblale con toda el alma.

Mira en el triste horizonte
Aquella nube de alza,
Figurándome en su forma
Un paisaje que me encanta,

El cerro agreste y pequeño
Entre cuyas rocas áridas
La Virgen de Guadalupe
Se apareció en forma humana.

Y la nube se ilumina,
La circunda roja franja
Y algo se mueve en el fondo
Que parece que me llama.

-Deliras, mujer, deliras.
-Pero mira, se destaca
Entre rayos refulgentes
Una visión que me encanta.

¡Es la Virgen de mi tierra!
¡Mira el ángel a sus plantas
El manto azul y estrellado
Como las noches de Anáhuac!

-Santo delirio, hija mía;
Si la Virgen nos salvara
Las velas que tiene el barco,
Y vamos que son bien anchas,

Como ofrenda de su templo
Por nosotros regalada
Para ejemplo de otros fieles
Yo las hiciera de plata.

Y cuando acabó aquel joven
De decir estas palabras,
Aplacáronse las olas
Quedando la mar en calma.

Las que fueron negras nubes
Pronto se tornaron blancas
Y asomó la luna en llena
Por las estrellas cercada.

Los marineros absortos
De maravilla tan alta
Volvieron cantos y risas,
Bendiciones y plegarias,

Lo que en los tristes momentos
De la deshecha borrasca
Fueron horribles blasfemias
Y escandalosas palabras.

La nave al fin llegó al puerto,
La gente feliz y sana
Refirió el raro portento
Confirmándolo con lágrimas.

Y los jóvenes viajeros
Avivaron más el ansia
De cumplir una promesa
Más que solemne, sagrada.

El mástil de aquella nave
Que se doblegó cual caña
Al soplo de la tormenta
Fiera y desencadenada,

Lleváronselo consigo,
Y en otras horas más gratas
Trajéronlo hasta la iglesia
De la Virgen mejicana.

Dieron al templo en limosna
Lo mismo que les costara
Fabricar cual lo ofrecieron
Rico velamen de plata.

Y aprovechando aquel mástil
Fueron con piedra labradas
Las velas que hoy nos recuerdan
El fervor de aquellas almas.

¡Cuántos ascendiendo al templo
Que el cerro en su altura guarda,
Frente al monumento humilde
De que mi romance trata,

No saben que es el emblema
De una devoción sin mancha,
De una fe que fue el tesoro
De las edades pasadas,

Y que hoy es raro encontrarse
Prestando alivio a las almas
A quienes la duda enferma
Y el escepticismo amarga!

¡Oh, tradición, tú recoges
Sobre tus ligeras alas
Lo que la historia no dice
Ni el sabio adusto relata!

¡Toca al narrador agreste
Despojarte de tus galas
Para entretejer con ellas
Sus más vistosas guirnaldas!

Al pueblo lo que es del pueblo,
Sus venturas, sus desgracias
Y todo cuanto le atañe
En su historia y en su patria.
Expo 86' Nov 2015
Tire minha sobriedade com seus abraços
Deixe-me alucinado com o sabor de seus lábios
Permita-me respirar um pouco mais do ar que circunda o seu quarto
E perdoe-me pelos equívocos que cometo

Espero que entenda, que eles são causados
Pelas inseguranças e medos
Que são obras mal acabadas geradas pelo teu afeto

Mas o que dizer? ou o que falar?
Para mim sempre só me restou me desesperar
E o medo de tu, não consigo superar
Ahh maldita cabeça
Para ser um animal
Quatro patas é o que falta
Pois como as bestas
Parece que ele não consegue raciocinar

Mas ao menos tenho que agradecer
Ela me fez aproveitar todo os segundos
Dos abraços e beijos
Que aconteceram ou acontecerão
E acima de tudo dos que não existirão

E no final, tudo isso era para ser sobre algo bom?
Talvez eu deva aprender que admitir que errei não seja o fim do jogo
E que devia aproveitar muito mais nosso turno
Porque se for para dar errado que de
Mas nunca vou me distanciar de ti de novo

Por isso dessa vez só quero saber de você
Mas peço que me diga
Me diga, me explica
Por que está aqui ou se realmente é feliz
E quero que saiba que toda minha dor e insegurança começa aí
Gerando angustia e sofrimento que faz-me sentir tão egoísta que perco toda a motivação e coragem de ficar perto de ti
El humo azul, azul,
entre mis dedos,
inscribiendo en el aire
su delirio
y mal llovido
a espesos lagrimones,
ese arrítmico trote
desvalido,
enlutando los sueños,
los balcones;
mientras ya en el recuerdo
el tiempo muerto,
aquí voraz insecto,
noche en celo,
latido de persiana
o ritmo grillo,
es también clara senda que bordea
bajo pinos
la tarde y la ladera,
para luego perderse
entre azoteas
o en la turbia corriente
de estas venas,
de gustos recatados y viajeros,
que riega caracoles donde suena
la muerta voz sepulta en la madera
o el rumor interior
de la penumbra
que sustentan mis huesos,
junto al humo
y a cuanto no comprendo
y me circunda:
débil hoja dormida que despierta
y suspira, se queja, se da vuelta,
balbuceo de cielo en desamparo.
ni mis pálidas uñas ¡tan siquiera!;
mientras vuelvo a tu encuentro
azar, memoria,
en busca de callejas marineras
que en plena resolana de naranjas
bajaban, con sus redes, a una playa,
o en los labios ya un gusto a madrugada
-¿qué recuerdo se asoma a esa ventana?-
me aproximo a mujeres amapola
-¿por qué, por qué amapola?-
entre zaguanes
de aliento canallesco y voz gastada,
tan cerca, en este instante,
entre la borra
nocturna, aquí también,
¡y tan amarga!
-allá lejos, ¿por qué
siempre amapola?-
ya casi colindando con la aurora.
Xiv
¡Ya viene el cortejo!
¡Ya viene el cortejo!  Ya se oyen los claros clarines,
la espada se anuncia con vivo reflejo;
ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines.Ya pasa debajo los arcos ornados de blancas Minervas y Martes,
los arcos triunfales en donde las Famas erigen sus largas trompetas
la gloria solemne de los estandartes,
llevados por manos robustas de heroicos atletas.
Se escucha el ruido que forman las armas de los caballeros,
los frenos que mascan los fuertes caballos de guerra,
los cascos que hieren la tierra
y los timbaleros,
que el paso acompasan con ritmos marciales.
¡Tal pasan los fieros guerreros
debajo los arcos triunfales!Los claros clarines de pronto levantan sus sones,
su canto sonoro,
su cálido coro,
que envuelve en su trueno de oro
la augusta soberbia de los pabellones.
Él dice la lucha, la herida venganza,
las ásperas crines,
los rudos penachos, la pica, la lanza,
la sangre que riega de heroicos carmines
la tierra;
de negros mastines
que azuza la muerte, que rige la guerra.Los áureos sonidos
anuncian el advenimiento
triunfal de la Gloria;
dejando el picacho que guarda sus nidos,
tendiendo sus alas enormes al viento,
los cóndores llegan. ¡Llegó la victoria!Ya pasa el cortejo.
Señala el abuelo los héroes al niño.
Ved cómo la barba del viejo
los bucles de oro circunda de armiño.
Las bellas mujeres aprestan coronas de flores,
y bajo los pórticos vense sus rostros de rosa;
y la más hermosa
sonríe al más fiero de los vencedores.
¡Honor al que trae cautiva la extraña bandera
honor al herido y honor a los fieles
soldados que muerte encontraron por mano extranjera!     ¡Clarines! ¡Laureles!Los nobles espadas de tiempos gloriosos,
desde sus panoplias saludan las nuevas coronas y lauros
-las viejas espadas de los granaderos, más fuertes que osos,
hermanos de aquellos lanceros que fueron centauros-.
Las trompas guerreras resuenan:
de voces los aires se llenan...-A aquellas antiguas espadas,
a aquellos ilustres aceros,
que encaman las glorias pasadas...
Y al sol que hoy alumbra las nuevas victorias ganadas,
y al héroe que guía su grupo de jóvenes fieros,
al que ama la insignia del suelo materno,
al que ha desafiado, ceñido el acero y el arma en la mano,
los soles del rojo verano,
las nieves y vientos del gélido invierno,
la noche, la escarcha
y el odio y la muerte, por ser por la patria inmortal,
¡saludan con voces de bronce las trompas de guerra que tocan la marcha triunfal!...
En el núcleo de nuestro ser,  
late un impulso ancestral,  
una llama que nos trajo aquí,  
que nos une al ritmo universal.  

No temas mirarlo de frente,  
es energía pura, sin disfraz.  
No es culpa, no es pecado,  
es el motor que nos da paz.  

Como un diamante en bruto,  
el deseo espera tu toque,  
para ser tallado con conciencia,  
y convertirse en amor que ilumine tu camino.  

No se trata de negarlo o esconderlo,  
sino de entender su raíz profunda.  
Es una fuerza que nos habita,  
y de ella brota la vida que nos circunda.  

La existencia entera lo celebra,  
en cada flor, en cada mar,  
porque el **** es el origen,  
no el final, sino el empezar.  

Así que abrázalo con sabiduría,  
conviértelo en meditación y luz.  
Porque de esa energía naces tú,  
y en ella reside tu esencia, tu cruz.  
By Nasly Castillo

— The End —