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Tormento de tormenta en el exilio:
me llamas con tu voz de boca en llamas.
Te quemas, me torturas, te desbocas,
loca sota en baraja sin figuras.
Auguras un futuro de horas muertas,
tuertas, yertas, seguras de su suerte,
estrechas en su muerte, hijas de calenturas,
de noches sin holgura y sin recuerdos.
Acuerdos acometo con extraños;
de estaño es la cometa de los cuerdos,
arrastrando su vuelo por el barro.
Adrián Poveda Nov 2018
Bus de las 8:00, 8:04. Sol en la ventana, camino de adoquín, irregular, vías trizadas de cotidianidad; luz roja, luz verde, la amarilla no funciona, acelera, quema el neumático, 10, 20, 40, 50 y frena de golpe.

Vista a la ciudad, azul, sin nubes y seca; te incorporas al bajar, la montaña se humedece, también la ciudad. Av. Amazonas, CCI, Av. La Prensa. Abordas das vueltas te sientas, "tome sin compromiso, $1" sino me devuelve, 10, 20, 40, 50 y frena nunca en la parada. "Soy de Ibarra mi hijo en el hospital Baca Ortiz", frena bajas, viejas pisadas.

Haces fila, pagas, otra fila; firme aquí, no puede sonreír. "Espere 20 minutos", te sientas, turno WT64, WT65, WT66. "la niña no puede comer aquí" WT77, WT 78, WT79.  Juan Arboleda, Gustavo Betancourt, José Efrén, Adrián Poveda; revise si está todo bien, firme aquí, sello, sello, queda registrado. Escalera eléctrica, salida, aire no fresco, "le emplástico", "le limpio", caminas, te detienes, ojeas, sueñas. Esperas, Chillogallo - Estadio, Camal - Hipódromo, ¿y el Batán - Colmena? ni modo al Cía. Nacional.

El bus va lento a penas atraviesa la brisa, el sol rebota en el parabrisas, Av. 10 de Agosto, acelera, acelera, frena, en la Av. Versalles el bus es un huracán, y frena, te bajas, tu decencia se queda y en la calle colonial vuelves a soñar, fotografía militar, vuelves a filtrar, 11:23, relojería, confitería parada de bus, fanático religioso, sonidos afro, plaza, museo, buenos días, árbol con hojas de otro árbol. "Pide un deseo y escribelo en un pedazo de papel".

Amor valiente, amor invisible, beso beso, no puedo aterrizar, sala 5, hombre en llamas, síndrome de resignación, refugiados, reflexión, cerveza, amor, amor, $13.60. Carne salteada, ají, limonada, besos, botella extraviada, agua.

Pequeño adiós, Marín, intento de robo,   25 ctvs, gente casas coloridas, montaña, subes, subes, das vueltas, valle azul y verde, baja, frena. Cash, salta se sacude, un torbellino de pelos, en la luz, en mi ropa, un torbellino de amor, pelota, pelota, rock n roll, cable, cable, pedal, camisa blanca, botas negras, peinado a lo morrisey, guitarra, vingala, Blues, Blues, saxo, taxi, maestro, bajo, guitarra, mente extraviada, extraviada, extraviada.
Mi 16 de Agosto 2018 en Quito - Ecuador
¿Cuentos quieres, niña bella?
Tengo muchos que contar:
de una sirena de mar,
de un ruiseñor y una estrella,
de una cándida doncella
que robó un encantador,
de un gallardo trovador
y de una odalisca mora,
con sus perlas de Bassora
y sus chales de Lahor.Cuentos dulces, cuentos bravos,
de damas y caballeros,
de cantores y guerreros,
de señores y de esclavos;
de bosques escandinavos
y alcázares de cristal;
cuentos de dicha inmortal,
divinos cuentos de amores
que reviste de colores
la fantasía oriental.Dime tú: ¿de cuáles quieres?
Dicen gentes muy formales
que los cuentos orientales
les gustan a las mujeres;
así, pues, si eso prefieres
verás colmado tu afán,
pues sé un cuento musulmán
que sobre un amante versa,
y me lo ha contado un persa
que ha venido de Hispahán.Enfermo del corazón
un gran monarca de Oriente,
congregó inmediatamente
los sabios de su nación;
cada cual dio su opinión,
y sin hallar la verdad
en medio de su ansiedad,
acordaron en consejo
llamar con presura a un viejo
astrólogo de Bagdad.Emprendió viaje el anciano;
llegó, miró las estrellas;
supo conocer en ellas
las cuitas del soberano;
y adivinando el arcano
como viejo sabidor,
entre el inmenso estupor
de la cortesana grey,
le dijo al monarca: -!Oh Rey!
Te estás muriendo de amor.Luego, el altivo monarca,
con órdenes imperiosas
llama a todas las hermosas
mujeres de la comarca
que su poderío abarca;
y ante el viejo de Bagdad,
escoge su voluntad
de tanta hermosura en medio,
la que deba ser remedio
que cure su enfermedad.Allí ojos negros y vivos;
bocas de morir al verlas,
con unos hilos de perlas
en rojo coral cautivos;
allí rostros expresivos;
allí como una áurea lluvia,
una cabellera rubia;
allí el ardor y la gracia,
y las siervas de Circasia
con las esclavas de Nubia.Unas bellas, adornadas
con diademas en las frentes,
con riquísimos pendientes
y valiosas arracadas;
otras con telas preciadas
cubriendo su morbidez;
y otras, de marmórea tez,
bajas las frentes y mudas,
completamente desnudas
en toda su esplendidez.En tan preciada revista,
ve el Rey una linda persa
de ojos bellos y piel tersa,
que al verle baja la vista;
el alma del Rey conquista
con su semblante la hermosa,
y agitada y ruborosa
tiembla llena de temor
cuando el altivo Señor
le dice: -Serás mi esposa.Así fue. La joven bella
de tez blanca y negros ojos,
colmó los reales antojos
y el Rey se casó con ella.
¿Feliz, dirás, tal estrella,
Emelina? No fue así:
no es feliz la Reina allí
la linda persa agraciada,
porque ella está enamorada
de Balzarad el rawí.Balzarad tiene en verdad
una guzla en la garganta,
guzla dúlcida que encanta
cuando canta Balzarad.
Vióle un día la beldad
y oyó cantar al rawí;
de sus labios de rubí
brotó un suspiro temblante...
Y Balzarad fue el amante
de la celestial hurí.Por eso es que triste se halla
siendo del monarca esposa,
y el tiempo pasa quejosa
en una interior batalla.
Del Rey la cólera estalla,
y así le dice una vez:
-Mujer llena de doblez:
di si amas a otro, falaz.-
Y entonces de ella en la faz
surgió vaga palidez.-Sí -le dijo-, es la verdad;
de mi destino es la ley:
yo no puedo amarte, ¡Oh Rey!
porque adoro a Balzarad.-
El Rey, en la intensidad,
de su ira, entonces, calló;
mudo, la espalda volvió;
mas se vía en su mirada
del odio la llamarada,
la venganza en que pensó.Al otro día la hermosa
de parte de él recibió
una caja que la envió
de filigrana preciosa;
abrióla presto curiosa
y lanzó, fuera de sí,
un grito; que estaba allí
entre la caja, guardada,
lívida y ensangrentada
la cabeza del rawí.En medio de su locura
y en lo horrible de su suerte,
avariciosa de muerte
ponzoñoso filtro apura.
Fue el Rey donde la hermosura,
y estaba allí la beldad
fría y siniestra, en verdad,
medio desnuda y ya muerta,
besando la horrible y yerta
cabeza de Balzarad.El Rey se puso a pensar
en lo que la pasión es,
y poco tiempo después
el Rey se volvió a enfermar.
No era la música divina
de las esferas. Era otra
humana: de aire y agua y fuego.
Era una música sin hora
y sin memoria. Carne y sangre
sin final ni principio. Bóveda
de alondras nocturnas. Panal
de llama en las cumbres remotas.

Perfectamente lo recuerdo.
Luminoso, por gracia y obra
del misterio. Transfigurado
de eternidad y fiebre y sombra.
Era una música imposible
como un ser vivo. Prodigiosa
como un presente, eternizado
en su cenit. Oí sus ondas
candentes. Rocé con mis dedos
la palpitación de su forma.

Aquí principia el tiempo. Urna
de luna, cárcel de aroma.
Es ya todo celestemente
material. Suenan venas-violas,
trompas -nostalgias, corazones-
claveles-oboes... ¿Quién deshoja
la subterránea luz, los números
armoniosos? ¿Qué cuerdas roban
vida a lo mudo, melodía
a la carne, beso a las bocas?
Vidrio de siglos de la fuente
de donde toda mudez brota.
¿Tú también, hija mía, música,
tú también...?

                      Águila, corona
errabunda, ¿tú también? Mágica,
solitaria, majestuosa,
arriba, inmóvil, ¿reinas, riges
la noche?... Y bajas a la roca
donde la carne prometea
sufre sus viejas sedes nómadas.
Y hundes el pico en sus entrañas,
la atormentas hasta que implora.

De tierra y aire y agua y fuego
y carne y sangre... Prodigiosa
como un presente eternamente
presente. Bebes gota a gota
las estrellas sonoras; sorbo
a sorbo, todo el dolor, toda
la vida, todo lo soñado:
el Universo. Ya no importa
morir, hacernos eco tuyo.
La muerte rompe con su proa
la tristeza; tú eres su estela:
pulverizada luz. Ahondas
en el alma: la haces más alma;
en la carne helada: la tornas
primaveral, la vistes de alma,
encadenándola a tu órbita.

No era la música celeste
de las esferas. Era cosa
de nuestro mundo. Era la muerte
en movimiento. Era la sombra
de la muerte. Paralizaba
la vida al borde de la aurora.

Y, de pronto, se oye el silencio.
Todo recobra su luz propia.
La carne -oía nuestra carne-,
vuelve a ser piedra, cárcel, fosa.
Hundí mis manos de diamante
entre las pálidas corolas.
Alcé las crestas de las aguas
hasta el reino de las gaviotas.
Manos que habían recorrido
muchos kilómetros de olas.
Que habían sido, un sólo instante,
boca ardiendo contra otra boca.
Que habían sido vida, y eran
nube y ceniza en la memoria.

Jirón fatal de la belleza,
sólo queda llorar a solas.
Pero ya sin lágrimas, ya
sin palabras, las misteriosas
que dicen aquello que ocultan,
callan aquello que pregonan.
Sin transparencia si se miran.
De granito, cuando se tocan.

Jirón fatal de la belleza,
imposible cuando se nombra.
Sobre la escarcha de la música
pétalo a pétalo se agosta.
Arcos de plumas la arrebatan...

Y la noche, de nuevo, cobra
su realidad de ruinas pálidas
bajo la luz de las antorchas.
Caminas por el campo de Castilla
y casi no lo ves. Un intrincado
versículo de Juan es tu cuidado
y apenas reparaste en la amarilla
puesta del sol. La vaga luz delira
y en el confín del Este se dilata
esa luna de escarnio y de escarlata
que es acaso el espejo de la Ira.
Alzas los ojos y la miras. Una
memoria de algo que fue tuyo empieza
y se apaga. La pálida cabeza
bajas y sigues caminando triste,
sin recordar el verso que escribiste:
Y su epitafio la sangrienta luna.
No con altos ejemplos se modela
la perfección del alma, ni el tesoro
de un buen libro nos dona el del decoro
que a las bajas acciones se rebela.

La enseñanza no es feudo de la escuela,
que es la necesidad lección de oro,
y por impulso nato rompe en lloro
el niño, nada el pez y el ave vuela.

Nace la previsión, de lo imprevisto,
pero no la virtud con ir al templo,
ni término el saber da a nuestras dudas;

y, si de algo valiera el buen ejemplo,
¿se explica que el discípulo de un Cristo
Maestro de maestros, fuera un Judas?
Domingo, flor de luz, casi increíble
día. Bajas sobre la tierra
como un ángel inútil y dorado.
Besas
a las muchachas
de turbia cabellera,
vistes de azul marino
a los hombres que te aman, y dejas
en las manos del niño
un aro de madera
o una simple esperanza. Repartes
golondrinas, globos de primavera,
te subes a las torres
y giras las veletas
oxidadas. Tu viento agita faldas
de colores, estremece banderas,
lleva lejos canciones
y sonrisas, llena
las estancias de polvo plateado.

Los árboles esperan
tu llegada
para cubrirse de gorriones. Sabe más fresca
el agua de las fuentes.
Las campanas dispersan
palomas imprevistas
que vuelan
de otro modo.
No hay nadie que no sepa
que es domingo,
domingo.
Tu presencia
de espuma lava,
eleva,
hace flotar las cosas y los seres
en un nítido cielo que no era
-el lunes- de verdad:
apenas desteñido papel, vidrio olvidado,
polvo tedioso sobre las aceras.
He de encomiar en verso sincerista
la capital bizarra
de mi Estado, que es un
cielo cruel y una tierra colorada.
Una frialdad unánime
en el ambiente, y unas recatadas
señoritas con rostro de manzana,
ilustraciones prófugas
De las cajas de pasas.
Católicos de Pedro el Ermitaño
y jacobinos de época terciaria.
(Y se odian los unos a los otros
con buena fe.)
                      Una típica montaña
que, fingiendo un corcel que se encabrita,
al dorso lleva una capilla, alzada
al Patrocinio de la Virgen.
                                      Altas
y bajas del terreno, que son siempre
una broma pesada.
Y una Catedral, y una campana
mayor que cuando suena, simultánea
con el primer clarín del primer gallo,
en las avemarías, me da lástima
que no la escuche el Papa.
Porque la cristiandad entonces clama
cual si fuese su queja mas urgida
la vibración metálica,
y al concurrir ese clamor concéntrico
del bronce, en el ánima del ánima,
se siente que las aguas
del bautismo nos corren por los huesos
y otra vez nos penetran y nos lavan.
Tu casa suena como un tren a mediodía,
zumban las avispas, cantan las cacerolas,
la cascada enumera los hechos del rocío,
tu risa desarrolla su trino de palmera.

La luz azul del muro conversa con la piedra,
llega como un pastor silbando un telegrama
y entre las dos higueras de voz verde
Homero sube con zapatos sigilosos.

Sólo aquí la ciudad no tiene voz ni llanto,
ni sin fin, ni sonatas, ni labios, ni bocina
sino un discurso de cascada y de leones,

y tú que subes, cantas, corres, caminas, bajas,
plantas, coses, cocinas, clavas, escribes, vuelves,
o te has ido y se sabe que comenzó el invierno.
Mujer que recogiste los primeros
frutos de mi pasión, ¡con qué alegría
como una santa esposa te vería
llegar a mis floridos jazmineros!
Al mirarte venir, los placenteros
cantares del amor desgranaría,
colgada en la risueña galería,
la jaula de canarios vocingleros.
Si a mis abismos de tristeza bajas
y si al conjuro de tu labio cuajas
de botones las rústicas macetas,
te aspiraré con gozo temerario
como se aspira en un devocionario
un perfume de místicas violetas.
Victor D López Mar 2019
Un buen día en invierno, algunas hormigas estaban ocupadas secando su almacén de maíz, que se había humedecido durante un largo período de lluvia. En ese momento apareció un saltamontes y les rogó que le otorgaran algunos granos. "Porque", dijo, "simplemente me muero de hambre". Las Hormigas dejaron de trabajar por un momento, aunque esto fuse en contra sus principios. "¿Podemos preguntar", dijeron ellas, "qué hiciste todo el verano pasado? ¿Por qué no recolectaste un almacén de alimentos para el invierno? "" El hecho es que ", respondió el Saltamontes," estuve tan ocupado cantando que no tuve tiempo ". " Si pasaste el verano cantando ", respondieron las hormigas, "no puedes hacer nada mejor que pasar el invierno bailando". Y ellas se echaron a reír y continuaron con su trabajo.
__________________­

Nueva versión del siglo XXI: El Saltamontes y las Hormigas (por Víctor D. López, fanático de las hormigas en todas partes del mundo y en todos los tiempos)

Un buen día en invierno, algunas hormigas estaban ocupadas secando su almacén de maíz que se había humedecido durante un largo período de lluvia. En ese momento llegó un saltamontes y exigió que le dieran una parte justa de su maíz almacenado. Las hormigas dejaron de trabajar por un momento, aunque esto fuese en contra de sus principios.

"¿Podemos preguntar", dijeron ellas, "qué hiciste todo el verano pasado? ¿Por qué no recolectaste un almacén de comida para el invierno? "

"El hecho es", respondió el Saltamontes, "Estaba ocupado con cosas más importantes, como abrazar árboles agarrado de las manos de personal con ideas compatibles y cantando “Cumba Ya”. Desafortunadamente, estas actividades no son apreciadas por las estúpidas élites que oprimen injustamente a las clases más bajas y tratan de explotarlas por medios tales como hacer que realicen trabajos mal pagados y sin sentido que están por debajo de su dignidad ".

“Si pasaste el verano cantando, agarrándote de las manos y abrazando árboles”, respondieron las hormigas, “cuando deberías haber estado planeando y construyendo tus tiendas para mantenerte a ti y a tu familia durante el invierno, no puedes hacerlo mejor que pasar el invierno bailando ”. Y se rieron y continuaron con su trabajo.

El saltamontes, que era un tipo de temperamento muy sensible, quedo profundamente ofendido por el egoísmo y la intransigencia de estas hormigas ricas que no estaban dispuestas a proporcionarle su parte justa para apoyar a los miembros menos afortunados de la comunidad, como él. “No construiste el maíz que cosechaste a través de tu avaricia en el verano, mientras que las personas más ilustres que tú trabajaron muy duro explorando su naturaleza sensual y artística. Ustedes no hicieron que lloviera, o que el sol brillara, o que las abejas polinizaran los cultivos nacientes. Simplemente cosecharon el beneficio de la generosidad de la naturaleza que pertenece a todos y tratan con avidez de conservar para ustedes una cosecha proporcionada no por su trabajo sino por la gracia de la madre tierra. Ustedes son ladrones, acaparadores y bestias egoístas que tomarán para sí mismos lo que la naturaleza proporciona a todos sus hijos en igual medida ”. Luego se marchó, mientras las hormigas sacudían la cabeza, sonriendo y regresaron a su trabajo.

Más tarde, ese mismo día, el saltamontes regresó con hordas de personas de ideas afines que hervían sobre la indignación y la falta de respeto que les mostraban estas hormiguillas egoístas, crueles y despiadadas. Cayeron sobre las mismas a golpes y patadas dejándolas a todas sin sentido. Luego tomaron la mayor parte de su cosecha y quemaron lo que no podían llevarse para enseñarles una lección a estas pequeñas hormigas malvadas, mientras cantaban: "Sí, podemos", "poder para la gente" "Si no hay justicia, no hay paz" y una serie de frases similares mientras golpeaban a las hormigas egoístas ya inconscientes, liberaban sus tiendas de alimentos y quemaban el que ya les sobraba. Fue un gran día para los saltamontes que bailaron día y noche alrededor de las hogueras de su victoria.

Ese invierno, las hormigas murieron de hambre, al igual que los saltamontes que pronto agotaron las tiendas liberadas de las hormigas egoístas en unos días de fiestas y orgías las veinticuatro horas del día. No pudieron encontrar ninguna ayuda de los otros espíritus libres en su pueblo ese invierno y, como su último acto, se reunieron, tomaron de las manos, abrazaron un árbol y cantaron al unísono su canción final: "Todo es culpa de las estúpidas hormigas que trajeron su destrucción sobre sus cabezas y las nuestras a través de su falta de voluntad y egoísmo en reusar compartir su generoso tesoro. Insignificante pequeñas hormigas estúpidas, egoístas, codiciosas. Todo es su culpa. Todo es su culpa. Si tan solo hubieran sido tan cultas como nosotros "
El Saltamontes y las Hormigas - Edición del Siglo XXI. . .
THE GRASSHOPPER Y THE ANTS por Aesop (Edición original con traducción al ingles de Proyecto Gutenberg, http://www.gutenberg.org. La traducción del ingles al español es mía. La edición nueva del Siglo XXI es mía también en ingles (2010?) y en español (2019).
Victor D López Dec 2019
Version original de Esopo...

Un buen día en invierno, algunas hormigas estaban ocupadas secando su almacén de maíz, que se había humedecido durante un largo período de lluvia. En ese momento apareció un saltamontes y les rogó que le otorgaran algunos granos. "Porque", dijo, "simplemente me muero de hambre". Las Hormigas dejaron de trabajar por un momento, aunque esto fuse en contra sus principios. "¿Podemos preguntar", dijeron ellas, "qué hiciste todo el verano pasado? ¿Por qué no recolectaste un almacén de alimentos para el invierno? "" El hecho es que ", respondió el Saltamontes," estuve tan ocupado cantando que no tuve tiempo ". " Si pasaste el verano cantando ", respondieron las hormigas, "no puedes hacer nada mejor que pasar el invierno bailando". Y ellas se echaron a reír y continuaron con su trabajo.
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Nueva versión del siglo XXI: El Saltamontes y las Hormigas (por Víctor D. López, fanático de las hormigas en todas partes del mundo y en todos los tiempos)

Un buen día en invierno, algunas hormigas estaban ocupadas secando su almacén de maíz que se había humedecido durante un largo período de lluvia. En ese momento llegó un saltamontes y exigió que le dieran una parte justa de su maíz almacenado. Las hormigas dejaron de trabajar por un momento, aunque esto fuese en contra de sus principios.

"¿Podemos preguntar", dijeron ellas, "qué hiciste todo el verano pasado? ¿Por qué no recolectaste un almacén de comida para el invierno? "

"El hecho es", respondió el Saltamontes, "Estaba ocupado con cosas más importantes, como abrazar árboles agarrado de las manos de personal con ideas compatibles y cantando “Cumba Ya”. Desafortunadamente, estas actividades no son apreciadas por las estúpidas élites que oprimen injustamente a las clases más bajas y tratan de explotarlas por medios tales como hacer que realicen trabajos mal pagados y sin sentido que están por debajo de su dignidad ".

“Si pasaste el verano cantando, agarrándote de las manos y abrazando árboles”, respondieron las hormigas, “cuando deberías haber estado planeando y construyendo tus tiendas para mantenerte a ti y a tu familia durante el invierno, no puedes hacerlo mejor que pasar el invierno bailando ”. Y se rieron y continuaron con su trabajo.

El saltamontes, que era un tipo de temperamento muy sensible, quedo profundamente ofendido por el egoísmo y la intransigencia de estas hormigas ricas que no estaban dispuestas a proporcionarle su parte justa para apoyar a los miembros menos afortunados de la comunidad, como él. “No construiste el maíz que cosechaste a través de tu avaricia en el verano, mientras que las personas más ilustres que tú trabajaron muy duro explorando su naturaleza sensual y artística. Ustedes no hicieron que lloviera, o que el sol brillara, o que las abejas polinizaran los cultivos nacientes. Simplemente cosecharon el beneficio de la generosidad de la naturaleza que pertenece a todos y tratan con avidez de conservar para ustedes una cosecha proporcionada no por su trabajo sino por la gracia de la madre tierra. Ustedes son ladrones, acaparadores y bestias egoístas que tomarán para sí mismos lo que la naturaleza proporciona a todos sus hijos en igual medida ”. Luego se marchó, mientras las hormigas sacudían la cabeza, sonriendo y regresaron a su trabajo.

Más tarde, ese mismo día, el saltamontes regresó con hordas de personas de ideas afines que hervían sobre la indignación y la falta de respeto que les mostraban estas hormiguillas egoístas, crueles y despiadadas. Cayeron sobre las mismas a golpes y patadas dejándolas a todas sin sentido. Luego tomaron la mayor parte de su cosecha y quemaron lo que no podían llevarse para enseñarles una lección a estas pequeñas hormigas malvadas, mientras cantaban: "Sí, podemos", "poder para la gente" "Si no hay justicia, no hay paz" y una serie de frases similares mientras golpeaban a las hormigas egoístas ya inconscientes, liberaban sus tiendas de alimentos y quemaban el que ya les sobraba. Fue un gran día para los saltamontes que bailaron día y noche alrededor de las hogueras de su victoria.

Ese invierno, las hormigas murieron de hambre, al igual que los saltamontes que pronto agotaron las tiendas liberadas de las hormigas egoístas en unos días de fiestas y orgías las veinticuatro horas del día. No pudieron encontrar ninguna ayuda de los otros espíritus libres en su pueblo ese invierno y, como su último acto, se reunieron, tomaron de las manos, abrazaron un árbol y cantaron al unísono su canción final: "Todo es culpa de las estúpidas hormigas que trajeron su destrucción sobre sus cabezas y las nuestras a través de su falta de voluntad y egoísmo en reusar compartir su generoso tesoro. Insignificante pequeñas hormigas estúpidas, egoístas, codiciosas. Todo es su culpa. Todo es su culpa. Si tan solo hubieran sido tan cultas como nosotros "
El Saltamontes y las Hormigas - Edición del Siglo XXI...
THE GRASSHOPPER Y THE ANTS por Aesop (Edición original con traducción al ingles de Proyecto Gutenberg, http://www.gutenberg.org. La traducción del ingles al español es mía. La edición nueva del Siglo XXI es mía también en ingles (2010?) y en español (2019).

Translated from my English original "The Grasshopper and the Ants--XXI Century Version"
Yo tuve un ideal, ¿en dónde se halla?
Albergué una virtud, ¿por qué se ha ido?
Fui templario, ¿do está mi recia malla?
¿En qué campo sangriento de batalla
me dejaron así, triste y vencido?
¡Oh, Progreso, eres luz! ¿Por qué no llena
su fulgor mi conciencia? Tengo miedo
a la duda terrible que envenena,
y me miras rodar sobre la arena
¡y, cual hosca vestal, bajas el dedo!
¡Oh!, siglo decadente, que te jactas
de poseer la verdad, tú que haces gala
de que con Dios, y con la muerte pactas,
devuélveme mi fe, yo soy un Chactas
que acaricia el cadáver de su Atala...
Amaba y me decías: «analiza»,
y murió mi pasión; luchaba fiero
con Jesús por coraza, triza a triza,
el filo penetrante de tu acero.
¡Tengo sed de saber y no me enseñas;
tengo sed de avanzar y no me ayudas;
tengo sed de creer y me despeñas
en el mar de teorías en que sueñas
hallar las soluciones de tus dudas!
Y caigo, bien lo ves, y ya no puedo
batallar sin amor, sin fe serena
que ilumine mi ruta, y tengo miedo...
¡Acógeme, por Dios! Levanta el dedo,
vestal, ¡que no me maten en la arena!
Leydis Aug 2017
Cuando te hartes de andar con la cabeza en el suelo,
abrumada en problemas,
iracunda por tantas penas,
victimizada porque te robaron la avenencia,,
entonces, inclina tu cabeza, un poco hacia arriba,
deja que la sabiduría de tus fibras te impulsen hacia la cima.

Cuando te hartes de andar con la cabeza medio arriba,
porque permitiste tantas inmoralidades,
porque te creíste tus propias falsedades,
porque te inundabas en tus secas lágrimas,
y, perfumabas tu cuerpo con la ansiedad mezquina,
porque cada paso que dabas parecía un retrocedo
a todo lo que le huías…..
entonces amiga ¡inclina tu cabeza un poco más arriba!
Deja que tus ancestros, que fecundizaron la tierra--te guíen en tu brida,

Cuando te pregunten  porque bajas la cabeza?
responde con osadía;
“Bajo la cabeza y no por lo que piensas,
que siento que estoy sobrando,
sobando mis problemas como
se soba una bola mágica…..,
no pendejo…..estoy pensando…
como voy a solucionar este azaroso problema”.
Con delicadeza y astucia, ve pidiendo ayuda,
ve agradeciendo el sendero que está lleno de altibajos,
que vibra y se inmoviliza,
mas recuerda que, por más que la vida
te doblegue,
te castigue,
y te afinque,
siempre recuerda,
que nada puedes solucionar, con la cabeza en el piso.

Alza la cabeza,
enfócate en tu ritmo,
cada paso hacia adelante,
te acerca a tu destino….
aunque sientas que retrocedes,
en las maridadas de la vida.
Alza esa cabeza,
mira, que el cielo…es infinito!!!
pero solo, cuando te hartes de tenerla en el piso……
Aquí no hay rescates,
si no te salvas a ti misma!

LeydisProse
8/1/2017
https://www.facebook.com/LeydisProse/
Qué no daría yo por la memoria
de una calle de tierra con tapias bajas
y de un alto jinete llenando el alba
(largo y raído el poncho)
en uno de los días de la llanura,
en un día sin fecha.
Qué no daría yo por la memoria
de mi madre mirando la mañana
en la estancia de Santa Irene,
sin saber que su nombre iba a ser Borges.
Qué no daría yo por la memoria
de haber combatido en Cepeda
y de haber visto a Estanislao del Campo
saludando la primer bala
con la alegría del coraje.
Qué no daría yo por la memoria
de un portón de quinta secreta
que mi padre empujaba cada noche
antes de perderse en el sueño
y que empujó por última vez
el 14 de febrero del 38.
Qué no daría yo por la memoria
de las barcas de Hengist,
zarpando de la arena de Dinamarca
para debelar una isla
que aún no era Inglaterra.
Qué no daría yo por la memoria
(la tuve y la he perdido)
de una tela de oro de Turner,
vasta como la música.
Qué no daría yo por la memoria
de haber oído a Sócrates
que, en la tarde la cicuta,
examinó serenamente el problema
de la inmortalidad,
alternando los mitos y las razones
mientras la muerte azul iba subiendo
desde los pies ya fríos.
Qué no daría yo por la memoria
de que me hubieras dicho que me querías
y de no haber dormido hasta la aurora,
desgarrado y feliz.
Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene
por un anfibio sendero
de cristales y laureles.
El silencio sin estrellas,
huyendo del sonsonete,
cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces.
En los picos de la sierra
los carabineros duermen
guardando las blancas torres
donde viven los ingleses.
Y los gitanos del agua
levantan por distraerse,
glorietas de caracolas
y ramas de pino verde.

Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene.
Al verla se ha levantado
el viento que nunca duerme.
San Cristobalón desnudo,
lleno de lenguas celestes,
mira la niña tocando
una dulce gaita ausente.

Niña, deja que levante
tu vestido para verte.
Abre en mis dedos antiguos
la rosa azul de tu vientre.

Preciosa tira el pandero
y corre sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue
con una espada caliente.

Frunce su rumor el mar.
Los olivos palidecen.
Cantan las flautas de umbría
y el liso gong de la nieve.

¡Preciosa, corre, Preciosa,
que te coge el viento verde!
¡Preciosa, corre, Preciosa!
¡Míralo por dónde viene!
Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes.

Preciosa, llena de miedo,
entra en la casa que tiene,
más arriba de los pinos,
el cónsul de los ingleses.

Asustados por los gritos
tres carabineros vienen,
sus negras capas ceñidas
y los gorros en las sienes.

El inglés da a la gitana
un vaso de tibia leche,
y una copa de ginebra
que Preciosa no se bebe.

Y mientras cuenta, llorando,
su aventura a aquella gente,
en las tejas de pizarra
el viento, furioso, muerde.
¿por qué bajas los párpados?

Ya sé que estás desnudo,
pero puedes mirarme con los ojos tranquilos.
Los días nos enseñan que la fealdad no existe.

Tu vientre de canónigo
y tus manos reumáticas,
no impiden que te pases la noche en los pantanos,
mirando las estrellas,
mientras cantas y oficias tus misas gregorianas.

Frecuenta cuanto quieras el farol y el alero.
Me entretiene tu gula
y tu supervivencia entre seres recientes:
"parvenus" de la tierra.

Pero has de perdonarme
si no te doy la mano.
Tú tienes sangre fría.
Yo, demasiada fiebre.
Tristes unos, tal vez indiferentes
Otros, en el andén. Rumor. Pitazos.
Muchachos con periódicos. Y gentes
Que entrando van al tren. Besos y abrazos.

Tú, tranquila fingiéndote, sonríes;
Estrecho con dolor tu mano helada:
La voz llora en tus labios carmesíes,
Y bajas, en silencio, la mirada.

El tren se aleja... Más se va alejando.
¡Adiós! En el azul rotos anhelos...
¡Adiós! ¡Adiós!... Y sígnense agitando,
En la estación y el tren, blancos pañuelos.

¡Oh pañuelo que agita mano amada,
En lágrimas tal vez humedecido....
Blanca ilusión pareces destrozada
Flotando en la tristeza del olvido!
Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.
Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al norte,
orillas de los ríos,
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémonos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además, proscriben
la caricia (con exenciones
para determinadas zonas epidérmicas
-sin interés alguno-
en niños, perros y otros animales)
y el «no tocar, peligro de ignominia»
puede leerse en miles de miradas.
¿A dónde huir, entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas,
implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían, amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y llenarla de hastío e indiferencia,
en este tiempo hostil, propicio al odio.
Just Alex Feb 2020
Por eso te prefiero
pues nadie me hiere
bajas tu guardia
abres tu corazón
y al hacerlo, invitas las dagas.

Y por tan poco caigo
como los caen los imperios
por escuchar "te quiero"
se derrumban las torres
por un beso
y mueren los héroes
por el roce de tus dedos.

Creí que eras mía
que solo míos eran
tu corazón y tus besos
míos eran tus suspiros
en el oscuro éxtasis del deseo
y el aire caliente que me dabas
cuando tu labios a los míos apretabas.

Pero la vida no es un idilio
y los versos se escriben en sueños
la fantasía se desnuda
y revela a la realidad de su velo

Pues tus besos eran prestados
como lo eran el roce de tus dedos
tus suspiros estaban vacíos
y tu cariño por mi, agotado.

Y ahora que hago con mi corazón
frente a mi, hecho pedazos
de rodillas trato de pegarlo
entre amargas lagrimas, tiempo perdido
Y cansancio.

Nunca fuiste mía
Eso es claro
Y nunca fui tuyo
Mi cariño fue malgastado
Y me encuentro nuevamente
En la negrura, amurrungado
Me cobija, me abriga
Sella mi pecho acuchillado
El frió solitario, la noche sin luz
Aquí pertenezco
Aquí las dagas no me harán daño
magalí Jul 23
Desde que lo plantan, lo esperan a él.
Se comenta, se murmura, se chita y se vuelve a susurrar
que ya llega, que ya viene, que ya está acá.
El Amante, pasando por al lado de la multitud agolpada entre hamacas y sube y bajas para verlo caminar hasta el árbol de la plaza. Sentándose a upa de las raíces del olmo y sacando una lima para afilar la uña de su dedo corazón en silencio sepulcral. La misma uña que usa para dibujar la inicial de la Amada.
¿Todo un barrio en vilo por esto? ¿Por dos mayúsculas escritas a mano en un tronco? ¿Un Letra + Letra sin un signo igual que diga el porqué de tanta suma?
Por esto, no. Porque cuando se levanta y se abre paso, nadie corre al árbol a leer y releer la ecuación inútil en el marrón, sino que siguen con la mirada el dedo que el Amante alza en el aire.
Ahí, entre la piel membrillo de la yema, un pelo de madera atravesándola.
Por esto, si. Por tenerla astillada debajo de la uña. Llevarla como madera en la carne. Clavarte en un lugarcito de mí, amor. Clavarme al lado del árbol y esperarte, Amor.

— The End —