Submit your work, meet writers and drop the ads. Become a member
 
Él jugaba con su ilusión contándoles mentiras,
llenándola de miedo ,día a día ella moría.
Eran ciertas sus sospechas,
pero en cada uno de sus rincones
lo encontraba a él
aprisionándole lánguido su pura alma.


Obstinada  ella , no lo sabía
que en unos días dejaría esta vida
sin jamás saber porque  le había cargado
el fondo de su núcleo con grilletes,
que aplastaba su corazón hasta dejarlo sin latir.


Ella sabía.
Sabía algo, pero lo amaba tanto
que prefirió morir a escuchar la verdad
que jamás saldría de sus labios.

copyleft/reflectbox/© copyright
Valentina de la Canal
21/06/2014
Nápoles
Traigo sus ojos conmigo,
los llevo para poder observar de cerca
como él, para olvidarme, se aleja a toda prisa
magullando y lastimando sus encogidas huellas,
entre las espigas empalagosas,
más allá de una vieja y arcaica alameda.

El ya no huele a miel naranja en sus pupilas,
tiene tantas mentiras arrastrando por ese campo!
que las últimas primaveras que viva,
las vivirá fingiendo,
que ama los huecos de los árboles,
cuando yo sé muy bien,
que mueres por la alquimia filosofía.

Un día cualquiera, lo sé,
cuando el sol venza al fin su cansancio,
oxigenará su monótona vida
con alguna brisa perdida por el terruño,
y me recordará.
Me recordará en los murmullos opacos
y casi con amargura en su piel,
sabrá, que jamás pudo olvidarme,
a mi, a su única quimera endemoniada,
la que lo hacia encender
vibrar, morir y vivir.

Entonces, cuando los días se le acobarden
en los orgasmos,
clamara en silencio mis labios
y se maldecirá por haber dicho
tantas mentiras
y por ocultar tantas verdades.

Ya sabes que no te bendigo vida mía,
porque siempre yo fui, una mujer
con infiernos perversos, en los labios.

LAS PALABRAS QUE PARTIERON

Valentina de la Canal.
copyleft Reserved 2008

— The End —