Me acostumbre a tu presencia, a tu buen humor, a esa dosis que añadías a mi vida sin que lo notará.
Era consciente del dolor que podía conllevar, pero nada es comparable.
Eras mi refugio, mi escudo contra la incertidumbre; quizás me llevo a la ignorancia, pero, nunca me sentí mejor.
La indecisión entre querer y no, me logra perturbar. Mis pensamientos luchan por ser escuchados.
Sé que soy fuerte, pero, dueles, duelen los recuerdos que hacer fuerza por evitar cerrar el ciclo.
Siendo sincera, a veces se me escapa una sonrisa, por lo que fuimos.
Gracias por todo.
Debería dejarte ir?