La vida me castiga.
Repudio mis sentimientos.
Repudio a Cupido
y a las estúpidas historias de amor
que otras tantas veces amé.
Repudio el desasosiego
que mi pecho sufre,
como una tormenta incesante.
A las mentiras
y los mentirosos.
Y me repudio a mí,
por ser un pésimo alumno
en la escuela de la vida.