Iba por un túnel oscuro, aferrado a la promesa de la luz, un final que me cambiaría, un final en el que quería creer.
Encontrarme no fue fácil ni apresurado, pero tampoco imposible. No todo era sombra, había destellos en mis propios susurros.
Cuando me vi en el túnel, me abracé. Me sostuve fuerte y prometí no soltarme. Ahora me entiendo, me acepto, y camino junto a mis pasiones y mis miedos.
La vida es distinta. Me siento más fuerte, no solo en cuerpo, sino en mente. Más consciente, más preparado, con ganas de compartir mi voz.
Así como lo lees, me encontré. El futuro es incierto, pero si algo tengo claro, es que ya no me perderé.