Tu cuerpo me habla, y dice cosas muy bonitas. Me implora que sea su dueño, que lo sacuda, lo estremezca, que lo muerda y lo bese.
Tu cuerpo me habla, sobre tentaciones que nos llaman a los placeres compartidos. Me pide la brutalidad de la ternura y la ternura de la violencia. Quiere que lo azote con afecto, que lo acaricie con rigor.
Tu cuerpo me llama y me invita, a aquel instinto humano de dibujarte con la boca; a la supremacía de las caricias, a la tortura de la lengua que embelesa a los sentidos.
Tu cuerpo me habla, y yo le escucho con mis manos, respondiendo a cada orden sediento por sus encantos.