Submit your work, meet writers and drop the ads. Become a member
Traigo sus ojos conmigo,
los llevo para poder observar de cerca
como él, para olvidarme, se aleja a toda prisa
magullando y lastimando sus encogidas huellas,
entre las espigas empalagosas,
más allá de una vieja y arcaica alameda.

El ya no huele a miel naranja en sus pupilas,
tiene tantas mentiras arrastrando por ese campo!
que las últimas primaveras que viva,
las vivirá fingiendo,
que ama los huecos de los árboles,
cuando yo sé muy bien,
que mueres por la alquimia filosofía.

Un día cualquiera, lo sé,
cuando el sol venza al fin su cansancio,
oxigenará su monótona vida
con alguna brisa perdida por el terruño,
y me recordará.
Me recordará en los murmullos opacos
y casi con amargura en su piel,
sabrá, que jamás pudo olvidarme,
a mi, a su única quimera endemoniada,
la que lo hacia encender
vibrar, morir y vivir.

Entonces, cuando los días se le acobarden
en los orgasmos,
clamara en silencio mis labios
y se maldecirá por haber dicho
tantas mentiras
y por ocultar tantas verdades.

Ya sabes que no te bendigo vida mía,
porque siempre yo fui, una mujer
con infiernos perversos, en los labios.

LAS PALABRAS QUE PARTIERON

Valentina de la Canal.
copyleft Reserved 2008
El lastimado Belardo
con los celos de su ausencia
a la hermosísima Filis
humildemente se queja.

«-¡Ay, dice, señora mía,
y cuán caro que me cuesta
el imaginar que un hora
he de estar sin que te vea!

¿Cómo he de vivir sin ti,
pues vivo en ti por firmeza,
y ésta el ausencia la muda
por mucha fe que se tenga?

Sois tan flacas las mujeres
que a cualquier viento que llega
literalmente os volvéis
como al aire la veleta.

Perdóname, hermosa Filis,
que el mucho amor me hace fuerza
a que diga desvaríos,
por más que después lo sienta.

¡Ay, sin ventura de mí!
¿qué haré sin tu vista bella?
daré mil quejas al aire
y ansina diré a las selvas:

¡Ay triste mal de ausencia,
y quien podrá decir lo que me cuestas!

No digo yo, mi señora,
que estás en aquesta prueba
quejosa de mi partida,
aunque sabes que es tan cierta.

Yo me quejo de mi suerte,
porque es tal, y tal mi estrella,
que juntas a mi ventura
harán que tu fe sea fuerza.

¡Maldiga Dios, Filis mía,
el primero que la ausencia
juzgó con amor posible,
y dispuso tantas penas!

Yo me parto, y mi partir
tanto aqueste pecho aprieta,
que como en bascas de muerte
el alma y cuerpo pelean.

¡Dios sabe, bella señora,
si quedarme aquí quisiera,
y dejar al mayoral
que solo a la aldea se fuera!

He de obedecerle al fin,
que me obliga mi nobleza,
y aunque amor me desobliga,
es fuerza que el honor venza-».

¡Ay triste mal de ausencia,
y quien podrá decir lo que me cuestas!
Bien venga, cuando viniere,
la Muerte: su helada mano
bendeciré si hiere...
He de morir como muere
un caballero cristiano.

Humilde, sin murmurar,
¡oh Muerte!, me he de inclinar
cuando tu golpe me venza;
¡pero déjame besar,
mientras expiro, su trenza!

¡La trenza que le corté
y que, piadoso guardé
(impregnada todavía
del sudor de su agonía)
la tarde en que se me fue!

Su noble trenza de oro:
amuleto ante quien oro,
ídolo de locas preces,
empapado por mi lloro
tantas veces..., tantas veces...

Deja que, muriendo, pueda
acariciar esa seda
en que vive aún su olor:
¡Es todo lo que me queda
de aquel infinito amor!

Cristo me ha de perdonar
mi locura, al recordar
otra trenza, en nardo llena,
con que se dejó enjugar
los pies por la Magdalena...
Pensativo estaba el Cid   viéndose de pocos años
para vengar a su padre   matando al conde Lozano;
miraba el bando temido   del poderoso contrario
que tenía en las montañas   mil amigos asturianos;
miraba cómo en la corte   de ese buen rey Don Fernando
era su voto el primero,   y en guerra el mejor su brazo;
todo le parece poco   para vengar este agravio,
el primero que se ha hecho   a la sangre de Lain Calvo;
no cura de su niñez,   que en el alma del hidalgo
el valor para crecer   no tiene cuenta a los años.
Descolgó una espada vieja   de Mudarra el castellano,
que estaba toda mohosa,   por la muerte de su amo.
«Haz cuenta, valiente espada,   que es de Mudarra mi brazo
y que con su brazo riñes   porque suyo es el agravio.
Bien puede ser que te corras   de verte así en la mi mano,
mas no te podrás correr   de volver atrás un paso.
Tan fuerte como tu acero   me verás en campo armado;
tan bueno como el primero,   segundo dueño has cobrado;
y cuando alguno te venza,   del torpe hecho enojado,
hasta la cruz en mi pecho   te esconderé muy airado.
Vamos al campo, que es hora   de dar al conde Lozano
el castigo que merece   tan infame lengua y mano».
Determinado va el Cid,   y va tan determinado,
que en espacio de una hora   mató al conde y fue vengado.
Leydis Jun 2017
Ya ni la Luna me conocía,
el Sol se encubría desde aquel día,
donde todo murió.

Sola en el balcón espiritaba todo el día,
con un cigarrillo que emanaba la única luz en mis días.
Con el trago del silencio, penetrando mi alma seca y vacía.  
reviviendo el momento,
ese cruel momento donde ese amor fallecía.

El humo del cigarrillo me transportaba,
a ese momento donde,
la Eternidad le daba a luz al Tiempo.
Vi ese momento donde se escribía el instante,
en el que la vida de mi amado y la mía se entrecruzarían.

Vi imágenes donde éramos eternamente felices,
amándonos como sea aman el fuego y el viento,
como ama el campesino la tierra,
como ama el rico el dinero,
como ama la prostituta el control sobre su cliente,
como ama la religión colonizar las almas de los no creyentes.

Vi cuando el Destino le reclamaba al Infinito,
que no debería extender nuestro tiempo!
que tenía que interceptar nuestro amor,
aunque se desequilibren los ritmos celestes!
Que no podíamos vencer las batallas…..
pues eso daría un mal ejemplo>>>>>>>
todo mundo exigiría…..un amor que venza al mismo tiempo.

Solo tinieblas en ese balcón,
donde veía mis brazos desprendiéndose de mi cuerpo,
como señal de que se estaban rindiendo ante tanto sosiego.
Mi mirada se transformó, no había luz que devolviera su fulgor.
La única voz que me quedaba era para reclamar;
Porque llevarse a mi amado?
Porque apartarme de su lado?
Porque condenarme a las frías barras de la Soledad?

Ahí estaba yo,  en el balcón de los recuerdos.
El balcón de los amores muertos.
El balcón de la gente que vive en añoranza.
En el balcón donde vi a mi amado,
retirándose lentamente con su nuevos amigos;
el tiempo, el destino, y mi felicidad.
Mientras la sangre de mi corazón se derramaba,
en cada paso donde él de mí se alejaba.

Una fuerte lluvia comenzó a caer,
vi todo el universo engullido en una  furiosa tempestad,
que me abollaba en un remolino de confusión.

De pronto, un cálido aire rozo mi mejilla,
ahí estaba él….
mi eterno amado,
con su luz,
con esa sonrisa.

Solo tenía fuerzas para decirle,
“te AMO,
aunque el Destino se intercale en nuestro camino”!

Fui hasta el balcón de rodillas,
agradecerle a Dios….
que solo fue una terrible pesadilla!!!!

LeydisProse
5/26/2017
https://m.facebook.com/LeydisProse/
Leydis Jun 2017
Espera, espera.
No marches, espera.
Quédate, entreguémonos a este idilio.
Espera, quédate,
que el esperar nos puede cambiar la suerte.
Pueda ser que las aguas cambien nuestro destino,
y nos entreguen al más fríos de los fatalismos.

Espera, espera,
que no es cierto que Ponce de Leon
encontró la Fuente de la Juventud.
No es cierto que exista
una fuente de juventud para el amor.
No es cierto que el azar tenga compasión
por lo que a su tiempo no se concretó.  

Espera,
que esperar el tiempo correcto
para entregarnos a este amor es un error.
Pueda ser que sea el tiempo que venza al viento
y termine mareando y subyugando
las ráfagas de este amor.

Espera, quédate,
que este amor precisa nuestra inmediata entrega.
Que al marcharte, estas sentenciando mi corazón
a una larga,
permanente,
y eterna espera
de innegables años sin primaveras,
de una soledad avasalladora,
intermitente,
doblegante,
y en un aterrante precipicio de amargura.

Espera, quédate,
que si marchas, reinara la penumbra
de saber que un solo beso,
en el preciso momento,
hubiese cambiado mi fortuna,
y la senectud de la única fuente de la juventud
que es el ahora en tu entrega.

La fuente de la juventud de este amor
…………………….es el hoy y ahora.  
Por favor  no marches.

Espera.

LeydisProse
5/15/2017
https://m.facebook.com/LeydisProse/
Señor, piedad de mí porque no puedo
consolarme... Lo intento, mas en vano.
Me sometí a tu ley porque eras fuerte:
¡El fuerte de los fuertes!... Pero acaso
es mi resignación sólo impotencia
de vencer a la Muerte, cuyo ácido
ósculo corrosivo,
royendo el corazón que me amó tanto,
royó también mi voluntad de acero...
¡La Muerte era titánica; yo, átomo!

Señor, no puedo resignarme, no!
¡Si te digo que ya estoy resignado,
y si murmuro fiat voluntas tua,
miento, y mentir a Dios es insensato!

¡Ten piedad de mi absurda rebeldía!
¡Que te venza, Señor, mi viril llanto!
¡Que conculque tu ley tu piedad misma!...
Y revive a mi muerta como a Lázaro
o vuélveme fantasma como a ella,
para entrar por las puertas del Arcano
y buscar en el mundo de las sombras
el deleite invisible de sus brazos.

— The End —