Con el viento en la popa, bajo azul cristalino,
y huyendo entre los mástiles el faro hora tras hora,
de la costa de Egipto partió al rayar la aurora,
de su barco orgulloso y favorable sino.
Ya no verá en sus días el muelle Alejandrino.
En la desierta arena, la arena bullidora,
abrió su sepultura tormenta asoladora.
El viento allí retuerce un arbusto marino.
En el pliegue más hondo de movediza duna,
En noche sin aurora, sin astros y sin luna,
¡que al fin en paz eterna repose el navegante!
Piedad ¡oh Mar! ¡oh Tierra! para su Sombra os pido,
y en la playa que cubre sus despojos amante,
¡oh Tierra, sele blanda! y ¡oh Mar, no le hagas ruido!