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Se habían encontrado en la barra de un bar, cada uno frente a una jarra de cerveza, y habían empezado a conversar al
principio, como es lo normal, sobre el tiempo y la crisis, luego, de temas varios, y no siempre racionalemente encadenados.

Al parecer, el flaco era escritor, el otro, un señor cualquiera. No bien supo que el flaco era literato, el señor cualquiera,
empezó a elogiar la condición de artista, eso que llamaba el sencillo privilegio de poder escribir.

-«No crea que es algo tan estupendo -dijo el Flaco-, también a momentos de profundo desamparo en lo que se llaga a la
conclusión de que todo lo que se ha escrito es una basura; probablemente no lo sea, pero uno así lo cree. Sin ir más
lejos, no hace mucho, junté todos mis inéditos, o sea un trabajo de varios años, llamé a mi mejor y le dije:
"Mira, esto no sirve, pero comprenderás que para mí es demasiado doloroso destruirlo, así que hazme un favor; quémalos;
júrame que lo vas a quemar" y me lo juró».

El señor cualquiera quedó muy impresionado ante aquel gesto autocrítico, pero no se atrevió a hacer
ningún comentario. Tras un buen rato de silencio, se rascó la nuca y empinó la jarra de cerveza. "Oiga, don
-dijo sin pestañear-, hace rato que hemos hablado y ni siquiera nos hemos presentado, mi nombre es Ernesto Chávez, viajante de
comercio" y le tendió la mano.

-«Mucho gusto -dijo el otro, oprimiéndola con sus dedos huesudos-, Franz Kafka para servirle».
Eleanor May 2020
En mi mente hay una nueva problema
¿Dónde está mi futuro?
Cuando es el tiempo correcto

Yo necesita libros, una capacidad por pintar, musica, y arte
Mi vida no es completo sin música y hombres y fiestas en la ciudad

Yo quiero entiendo más cosas en mi universidad
Yo quiero entender más hombres, más mujeres y amigos, posiblemente yo quiero reunirme por la primera vez con un profesor.

Yo quiero bebés, pero nada ahora, yo quiero ser presentado más personas y más cuerpos.
Nataly Donado Jun 28
Una brisa suave entró por mi ventana.
Fue cálida, fue silenciosa.
No se movieron las cortinas.
No opusieron resistencia.

¿Acaso puede nombrarse una brisa?

No tuvimos tiempo de tomarla.
No pudimos entender su plenitud,
ni su fuerza,
ni hasta dónde llegó.
Pero entró en tu casa…
y entró en la mía.

¿Sientes ese silencio?
Yo también lo siento.
No sabemos cómo llamarlo.
Ni siquiera podemos escucharlo.
No hay nada.
No hay silbidos,
ni voces,
ni ecos.

¿Te has detenido a mirar el paisaje?
Yo también lo he hecho.
No lo había visto antes.
Esas montañas no se habían presentado.
No había colinas,
ni ríos,
ni flores.
Tal vez solo cielo nublado.

¿Cómo podemos llamarlo?

Tal vez… no hay nombre.
Y esto que vivimos,
que sentimos,
que quisimos,
no puede tenerlo.

¿Quisimos…?
¿Qué fue eso?
¿Cómo se llama?

¿Te lo preguntas también en tus largas noches?
¿O solo recuestas la cabeza en la almohada,
y te sumerges en tu mundo interior,
intentando evitar tu realidad?

¿Acaso, en tu almohada, puedes nombrar esto?

Yo no.
Y tal vez no quiera hacerlo.

Porque es imposible.
¿Brisa?
¿Silencio?
¿Paisaje?
¿Amor?
No lo se.
Tú tampoco.

Tal vez vivirá sin nombre,
pero vivirá.
Porque fue real,
aunque no tenga nombre.
Para todo aquello que nos tocó el alma,
pero no pudimos ponerle nombre ni etiqueta.
No tuvo prólogo,
pero tampoco final.

— The End —