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Bob Horton Jun 2013
Estoy en túnel
Como estoy en boda, detrás
De un velo *****
La oscuridad me abraza: mi novia nueva

Pero veo una luz
Y ¡Corro! ¡Corro!
Corro a la luz
Pero cuando llego a la luz
Veo

¡Matador! ¡Matador!
Mi verdugo, vestido en luces
Una esponja para las hurras
De una gente sanguinaria
Veo tu cara y sé: voy a morir hoy
Pero si voy a matar es una cosa diferente

Para ti nuestro intercambio solo es un juego
Para mi es una guerra
Si gano será una victoria pírrica
Donde seré la pérdida sola:
Vivirás para siempre en memoria
Yo habré sido solo carne de res

Te esconderás detrás
De tus amigos montados:
Sus banderillas me hacen
Parecer como puercoespín
Y seré débil cuando me peleas finalmente:
El protagonista es un cobarde.
Y yo soy el carácter solo quien sabe la verdad:
La verdad muere conmigo

Mis cuernos no son armas o herramientas
Son símbolos del orgullo de la familia mía
Un orgullo te diezmas cuando me tomas para deporte
Lucho con mi orgullo, mi hoja más afilado

Toso y toso y toso
Pero no puedo desbancar tu espada
Mi espalda es una cadena rota
Mi orgullo untado en la arena:
Vomito mi sangre para una vez más
Para ensuciar tus manos
Porque en los ojos de tu familia eres limpio
Y eso no puede estar
Más lejos de la realidad

Entonces, muero
Debajo de las luces
Escuchando de las gritas de ¡TORO!
¡Toro!
toro…

La oscuridad es mi novia nueva
Una poema más para decir que para leer.
De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más *****
que mi reputación -y ya es decir-,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colemena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?
Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.
Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
-seguro de gustar- es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.
Si no fueses tan puta!
Y si yo supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.
A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!
Vi, debe haber tres días,
En las gradas de San Pedro,
Una tenebrosa boda,
Porque era toda de Negros.

Parecía Matrimonio
Concertado en el infierno:
***** esposo y negra esposa
Y ***** acompañamiento.

Sospecho yo que acostados
Parecerán sus dos cuerpos,
Junto el uno con el otro,
Algodones y tintero.

Hundíase de estornudos
La calle por do volvieron:
Que una boda semejante
Hace dar más que un pimiento.

Iban los dos de las manos
Como pudieran dos cuervos,
Otros dicen como grajos,
Porque a grajos van oliendo.

Con humos van de vengarse
(Que siempre van de humos llenos)
De los que, por afrentarlos,
Hacen los labios traseros.

Iba afeitada la novia
Todo el tapetado gesto
Con hollín y con carbón,
Y con tinta de sombreros.

Tan pobres son que una blanca
No se halla entre todos ellos,
Y por tener un cornado
Casaron a este moreno.

Él se llamaba Tomé,
Y ella, Francisca del Puerto,
Ella esclava, y él es clavo
Que quiere hincársele en medio.

Llegaron al ***** patio
Donde está el ***** aposento,
En donde la negra boda
Ha de tener ***** efecto.

Era una caballeriza,
Y estaban todos inquietos,
Que los abrasaban pulgas
Por perrengues o por perros.

A la mesa se sentaron,
Donde también les pusieron
Negros manteles y platos,
Negra sopa y manjar *****.

Echóles la bendición
Un ***** veintidoseno,
Con un rostro de azabache
Y manos de terciopelo.

Diéronles el vino tinto,
Pan, entre mulato y prieto,
Carbonada hubo, por ser
Tizones los que comieron.

Hubo jetas en la mesa
Y en la boca de los dueños,
Y hongos, por ser la boda
De hongos, según sospecho.

Trajeron muchas morcillas,
Y hubo algunos que de miedo
No las comieron, pensando
Se comían a sí mesmos.

Cuál por morder del mondongo,
Se atarazaba algún dedo,
Pues sólo diferenciaban
En la uña de lo *****.

Mas cuando llegó el tocino
Hubo grandes sentimientos,
Y pringados con pringadas
Un rato se enternecieron.

Acabaron de comer
Y entró un ministro Guineo,
Para darles aguamanos
Con un coco y un caldero.

Por toalla trujo al hombro
Las bayetas de un entierro,
Laváronse y quedó el agua
Para ensuciar todo un Reino.

Negros de ellos se sentaron
Sobre unos negros asientos,
Y en voces negras cantaron
También denegridos versos:

«Negra es la ventura
De aquel casado
Cuya Novia es Negra
Y el dote en Blanco».

— The End —