De viaje, cuántas veces de un tren en la fatiga,
Sin que oigamos al lado ninguna voz amiga,
O cuando despertamos al alba, de repente
Un remoto recuerdo destella en nuestra mente,
-Recuerdo que dormía desde tiempo lejano;-
Y cerramos los ojos, con la frente en la mano,
Y del pasado entonces, al dulce sortilegio, Pensamos:
«Fue en un baile, y en años de colegio»;
Después, versos o cartas; y después la partida...
¡Y nunca, desde entonces, la vimos en la vida!
O en un tren de provincia: primero, indiferente
Nos respondía, y luego, jovial y sonriente;
Y al separarnos, mientras el tren se iba alejando,
Recordábamos que ella nos preguntó: «¿Hasta cuándo?»
Y no volvimos nunca...
Quizá fue junto a un río
Cuando en campestre jira,
y en tarde azul de estío
Nos dijo: «¡Siempre... siempre!» Fue un despertar de gloria...
Mas sólo su sonrisa nos queda en la memoria.
Triste adiós de un pañuelo. Suave presión de mano
Como una ardiente y muda promesa junto a un piano;
Virgen de los primeros amores, fugitiva
Visión, que no sabemos si estará muerta o viva;
Reja donde una novia, por entre madreselvas,
Nos decía una noche llorando: «Cuando vuelvas»...
Amada que en los tiempos de pubertad divina
Vestías un sencillo traje de muselina,
Y que a una margarita, sin sospechar engaños,
Pedías el secreto de tu amor de quince años;
Flores que con sus lágrimas de adiós humedecidas
Nos dio, diciendo: «¡Guárdalas, pero si no me olvidas!»
Beso de boca amada que duerme ya en la sombra,
Y al través del recuerdo parece que nos nombra;
Carta ya amarillenta que encontramos un día,
Donde cada palabra sollozo parecía;
Perfume que era el suyo, retrato desteñido...
¡Oh Pasado! ¡Oh recuerdos... «Lo que pudo haber
sido»!