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Te perderé de nuevo
serás estrella sin ilusiones.

(Triste caeré en el silencio)

Si te vas yo me llevo
tu voz si me dedicas canciones.
(octubre 2014)
Talara, no digas "yes",
Mira al mundo cara a cara;
soporta tu desnudez
... y no digas "yes", Talara.
Mi raza, al igual que tú
tiene sus zonas ajenas:
tú por petróleo en tus venas,
yo por ser como Esaú.
A veces no es el Perú
lo que está bajo tus pies.
Yo a veces cojo la mies
para que  otro se la coma.
Si sólo es nuestro el idioma
Talara, no digas "yes".
Lo que ganas y te dan
recíbelo sin orgullo:
es un diezmo de lo tuyo,
es migaja de tu pan.
Y si acaso un holgazán
a patriota te retara,
deja que siga la piara
en su cuadrúpeda insidia;
si el mundo entero te envidia
mira al mundo cara a cara.
Pero cuando tus entrañas
ya no tengan más que dar
y no haya qué perforar
en tu mar ni en tus montañas;
cuando lagartos y arañas
a la "rotaria" hagan prez;
cuando la actual fluidez
se extinga como el ocaso,
contra el viento de "El Tablazo"
soporta tu desnudez.
Ese día está lejano
y ojalá no llegue nunca,
más como todo se trunca
pensemos en todo, hermano:
Si te dedicas al grano
yo te traeré agüita clara,
y si en el desierto se ara
te serviré de semilla,
... y no dobles la rodilla,
... y no digas "yes", Talara.
¡Ya coronó la dicha tus amores!
Un hijo tienes ya, que habrá nacido
Oyendo, cual los dulces ruiseñores,
Músicas en los aires y en el nido.

Sé que la madre de ventura loca
Cifra en él sus más dulces embelesos,
Y que en la fresca guinda de su boca
Acendra miel con lágrimas y besos.

Sé que a ti ya te enferman los sonrojos,
Pues cada extraño que en tu bien repara
Te dice que sus ojos son tus ojos.
Que en su cara de cielo está tu cara.

Y hablando la verdad, si se parece
A su progenitor, yo lo bendigo;
Ya verás cómo vive y cómo crece,
Y halla en cada mortal un buen amigo.

¡Todo igual a su padre! el mundo dice,
Y tú lo miras, y con tierno arrullo
Tu mano lo acaricia y lo bendice
Con infinito amor y noble orgullo.

Hoy tiemblas si en la cuna se menea,
Y tiemblas cuando duerme sosegado,
Y al ver que gesticula y pestañea
Dices en tu interior: ¿qué habrá pensado?

Ni la brisa sutil dejas que roce
Su frente angelical; te ve y suspira,
Y dices con pasión: ¡ya me conoce,
Y ya me quiere hablar cuando me mira!

Habrá que verte cuando ufano pasas
Llevando al nuevo rey de tus amores,
En un coche de mimbres y de gasas
En triunfo por los anchos corredores.

Seguro estoy de que gozoso gritas
Cuando ves con qué gracia tu heredero
Alza al aire las blancas manecitas
Y agita el argentado sonajero.

Y que, por más que está recién llegado
A tu hogar, venturoso cual ninguno,
Lo sueñas almirante y abogado,
Capitán general, sabio y tribuno.

Y lo miras del mundo en la faena
Desdeñando lisonjas y oropeles,
Y su mirada cándida y serena
Te habla de gloria, aplausos y laureles.

Siendo tan pequeñito lo ves hombre,
Y hasta pretendes inquirir ufano
Cómo pondrá las letras de su nombre
El jazmín diminuto de su mano.

Comprendo bien que el serafín te engríe,
Que con él van tus horas muy de prisa,
Y que miras a Dios si te sonríe,
Pues está todo el cielo en su sonrisa.

Miro a la joven madre en su recato
Cómo lo baña en su mirar sereno,
Y hallando en él tu amor y tu retrato,
¡Le da toda la savia de su seno!

Comprendo tu alborozo: en tu alma anida
El más augusto y santo regocijo;
¡Ser padre es ser devoto de la vida,
Porque toda la vida está en el hijo!

Hoy pensarás en todo; si te exalta
El más ciego furor, pronto al mirarlo
Exclamarás con miedo: ¡le hago falta!
¡Yo no debo por nadie abandonarlo!

Es nueva religión la que en él tienes;
Al verlo tu esperanza fortificas,
Y la mejor corona de tus sienes
Es el inmenso amor que le dedicas.

¿Nació para cantar? ¡destino santo!
No lo veré; mi vida se derrumba
A un abismo sin fin; pídele un canto
A mi cariño a ti, sobre mi tumba;

Dile que se estrecharon nuestras manos
Cuando viniste a honrar el suelo mío,
Que tú y yo nos quisimos como hermanos,
Que le amo mucho, y que me llame tío.

Que ha visto el claro albor de la existencia
En esa fecha llena de esplendores
En que mi patria ungió su independencia
Con el grito del cura de Dolores.

¡Dios te vele esa joya de valía,
Tenga en el mundo mirtos por alfombra,
Y que mañana puedan tú y María
Entrelazar sus canas a su sombra!

— The End —