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Te escribo desde un puerto.
        La mar salvaje llora.
Salvaje, y triste, y solo, te escribo abandonado.
Las olas funerales redoblan el vacío.
Los megáfonos llaman a través de la niebla.
La pálida corola de la lluvia me envuelve.
        Te escribo desolado.
        El alma a toda orquesta,
        la pena a todo trapo,
te escribo desde un puerto con un gemido largo.
¡Ay focos encendidos en los muelles sin gente!
¡Ay viento con harapos de música arrastrada,
campanas sumergidas y gargantas de musgo!
        Te escribo derrotado.
        Soy un hombre perdido.
        Soy mortal. Soy cualquiera.
Recuerdo la ceniza de su rostro de nardo,
el peso de tu cuerpo, tus pasos fatigosos,
tu luto acumulado, tu montaña de acedia,
tu carne macilenta colgando en la butaca,
        tus años carcelarios.
        Caliente y sudorosa,
        obscena, y triste, y blanda,
la butaca conserva, femenina, aquel asco.
La pesadumbre bruta, la pena ******, dulce,
las manchas amarillas con su propio olor acre,
esa huella indecente de un hombre que se entrega,
        lo impúdico: tu llanto.
        Viviendo, viendo, oyendo,
        sucediéndote a ciegas,
lamiendo tus heridas, reptabas por un fango
de dulces linfas gordas, de larvas pululantes,
letargos vegetales y muertes que fecundan.
Seguías, te seguías sin vergüenza, viviendo,
        ¡oh blando y desalmado!
        Tú, cínico, remoto,
        dulce, irónico, triste;
tú, solo en tu elemento, distante y desvelado.
No era piedad la anchura difusa en que flotabas
con tu sonrisa ambigua. Fluías torpemente,
pasivo, indiferente, cansado como el mundo,
        sin un yo, desarmado.
        Estaciones, transcursos,
        circunstancias confusas,
oceánicos hastíos, relojes careados,
eléctricos espartos, posos inconfesables,
naufragios musicales, materias espumosas
y noches que tiritan de estrellas imparciales,
        te hicieron más que humano.
        Allí todo se funde.
        Los objetos no objetan.
Liso brilla lo inmenso bajo un azul parado
y en las plumas sedantes la luz del mundo escapa,
sonríe, tú sonríes, remoto, indiferente,
*******, grotesco, triste, cruel, fatal, adorado
        como un ídolo arcaico.
        Sin intención, sin nombre,
        sin voluntad ni orgullo,
promiscuo, sucio, amable, canalla, nivelado,
capaz de darte a todo, común, diseminabas
podrido las semillas amargas que revientan
en la explosión brillante de un día sin memoria.
        No eras ni alto ni bajo.
        La doble ala del fénix:
        furor, melancolía,
el temblor luminoso de la espira absorbente;
la lluvia consentida que duerme en los pianos;
las canciones gangosas lentamente amasadas;
los ojos de paloma sexuales y difuntos;
        cargas opacas; pactos.
        Caricias o perezas,
        extensiones absortas
en donde a veces somos tan tercamente abstractos
y otras veces los pelos fosforecen sexuales,
y fría, dulce, ansiosa, la lisa piel de siempre,
serpiente, silba, sorbe y envuelve en sus anillos
        un triste cuerpo amado.
        No hay clavo último
ardiendo,
        no hay centro diamantino,
no hay dignidad posible cuando uno ha visto tanto
y está triste, está triste, sencillamente triste,
se entrega atribulado y en lo efímero sabe
ser otro con los otros, de los otros, en otros:
        seguir, seguir flotando.
        ¡Oh inmemorial,
oh amigo
        amorfo, indiferente!
Deslizándote denso de plasmas milenarios,
tardío, legamoso de vidas maceradas,
cubierto de amapolas nocturnas, indolente,
por tu anchura sin ojos ni límites, acuosa,
        te creía acabado.
        Mas hoy vuelves, proclamas,
        constructor, la alegría;
te desprendes del caos; determinas tus actos
con voluntad terrena y aliento floral, joven.
Ni más ni menos que hombre, levantas tu estatua,
recorres paso a paso tu más acá, lo afirmas,
        llenas tu propio espacio.
        Los jóvenes obreros,
        los hombres materiales,
la gloria colectiva del mundo del trabajo
resuenan en tu pecho cavado por los siglos.
Los primeros motores, las fuerzas matinales,
la explotación consciente de una nueva esperanza
        ordenan hoy tu canto.
        Contra tu propia pena,
        venciéndote a ti mismo,
apagando, olvidando, tú sabes cuánto y cuánto,
cuánta nostalgia lenta con cola de gran lujo,
cuánta triste sustancia cotidiana amasada
con sudor y costumbres de pelos, lluvias, muertes,
        escuchas un mandato.
        Y animas la confianza
        que en ti quizá no existe;
te callas tus cansancios de liquen resbalado;
te impones la alegría como un deber heroico.
¡Por las madres que esperan, por los hombres que aún ríen,
debemos de ponernos más allá del que somos,
        sirviéndolos, matarnos!
        Con rayos o herramientas,
        con iras prometeicas,
con astucia e insistencia, con crueldad y trabajo,
con la vida en un puño que golpea la hueca
cultura de una Europa que acaricia sus muertos,
con todo corazón que, valiente, aún insiste,
        del polvo nos alzamos.
        Cantemos la promesa,
        quizá tan solo un niño,
unos ojos que miran hacia el mundo asombrados,
mas no interrogan; claros, sin reservas, admiran.
¡Por ellos combatimos y a veces somos duros!
¡Bastaría que un niño cualquiera así aprobara
        para justificarnos!
        Te escribo desde un puerto,
        desde una costa rota,
desde un país sin dientes, ni párpados, ni llanto.
Te escribo con sus muertos, te escribo por los vivos,
por todos los que aguantan y aún luchan duramente.
Poca alegría queda ya en esta España nuestra.
        Mas, ya ves, esperamos.
Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término a su pesar.
Yo, compasiva, te ofrezco
lejos del mundo un asilo,
donde a mi sombra tranquilo
para siempre duerma en paz.Isla yo soy del reposo
en medio el mar de la vida,
y el marinero allí olvida
la tormenta que pasó;
allí convidan al sueño
aguas puras sin murmullo,
allí se duerme al arrullo
de una brisa sin rumor.Soy melancólico sauce
que su ramaje doliente
inclina sobre la frente
que arrugara el padecer,
y aduerme al hombre, y sus sienes
con fresco jugo rocía
mientras el ala sombría
bate el olvido sobre él.Soy la virgen misteriosa
de los últimos amores,
y ofrezco un lecho de flores,
sin espina ni dolor,
y amante doy mi cariño
sin vanidad ni falsía;
no doy placer ni alegría,
más es eterno mi amor.En mi la ciencia enmudece,
en mi concluye la duda
y árida, clara, desnuda,
enseño yo la verdad;
y de la vida y la muerte
al sabio muestro el arcano
cuando al fin abre mi mano
la puerta a la eternidad.Ven y tu ardiente cabeza
entre mis manos reposa;
tu sueño, madre amorosa;
eterno regalaré;
ven y yace para siempre
en blanca cama mullida,
donde el silencio convida
al reposo y al no ser.Deja que inquieten al hombre
que loco al mundo se lanza;
mentiras de la esperanza,
recuerdos del bien que huyó;
mentiras son sus amores,
mentiras son sus victorias,
y son mentiras sus glorias,
y mentira su ilusión.Cierre mi mano piadosa
tus ojos al blanco sueño,
y empape suave beleño
tus lágrimas de dolor.
Yo calmaré tu quebranto
y tus dolientes gemidos,
apagando los latidos
de tu herido corazón.
Luis Haller Sep 2014
Si    existes ...
Hoy te vi
Te acercaste a mi
Y, en silencio,
Te combinaste
Con mi latir.

Hoy otra vez
Me escape de ti...
  Logre             salir,
Pero sólo pude percibir

tal discreta fragancia

"Apagando la molesta Alarma."
{(Ya deberías de incendiarla, entra en razón de una vez escritor!!!)}


De tu existir
Me he querido
   D  i lu   ir
        De tu imagen
         He querido
      M. O.  R.   I. R

He hecho lo imposible
Por humillarte
Por escupirte,  y destruirte.   .. ...
Y de nuevo me encuentro perdido

Sin ti...
  
   No hay respuesta a
         Tal misterio
    Sólo se que tu existir
Es verdadero
Eres tan real como
Aquiles y Goliath.
      
Eres tan real....
como la dulce mañana
Entrando por mi ventana

Tan fría y refrescante
             Como lluvia en el tejado
Tocando tus talones desnudos
Tan arrogante e impresionante
Como el fuego
        Tan desquiciante
    
Eres tan real que
J
U
E
G
As
A quererte ocultar
Y yo juego a querer escapar...
Fantasma de los mares;
apagando mis luces,
manchando mis blancos
de sangres y pus.

Marchando al sonido
del ritmo de campanas
que intrigan lo que amas.

Sin mucho pensar
se aletargan mis pasos,
van buscando los tuyos,
muero en tu regazo.

Vida, ¿de qué forma trabajas?                
Castigo  perpetuo, la lejanía,
serme negados mis deseos,
apagarme la paz, enterrar mis maletas,
romper las hojas de mi auto-invalidez,
quemar las espinas que me dio tu cuello rojo.

Somnolienta, avanzo sin tener rumbo.
¿A dónde iré si no triunfo?
Mi sonrisa que muere al ver
las mirada que deja de brillar,
la tristeza de la vida haciéndose notar

Despegando mis pies del suelo,
estrellándome contra él iré de acabar;
entre tus piernas sollozar
olvidándome de los fantasmas
y volviendo a jugar.
Esta noche estoy solo, es primavera, y llueve,
y barajo el recuerdo como un viejo tahúr...
Loco rey de una noche predominante y breve,
sólo he sido la sombra de una nube en la nieve
o el temblor de una espiga bajo el viento del sur.

Amar era mi anhelo, pero amé demasiado,
sin que me engrandeciera jamás un gran amor...
Y ahora están resurgiendo las mujeres que he amado,
melancólicamente, del fondo del pasado,
y yo cierro los ojos, para verlas mejor.

Ellas supieron darme la eternidad de un día,
la gloria de una noche llena de amanecer;
y eran ofrendas vanas que yo no agradecía,
evaporados vinos de una copa vacía
que iba de mano en mano, de mujer en mujer.

Todas fueron princesas en la magia de un cuento;
todas fueron mendigas de un agrio despertar...
Y ahora ya nadie escucha mi acento descontento,
porque soy como un buque batido por el viento,
que se quedó sin velas en la orilla del mar.


Queriendo amar a tantas, quizás no amé a ninguna,
o amaba solamente mi propia juventud;
pues eran, al reclamo de una buena fortuna,
propicio todo instante; toda cita, oportuna;
toda puerta, accesible; frágil toda virtud...

Mi corazón cantaba sobre la primavera,
cuando hasta en las espinas quiere abrirse la flor...
Después se fue apagando mi bujía de cera,
pero tan lentamente como si no supiera
si empezaba una sombra o acababa un fulgor.

Ellas, las que me amaron, supieron de mi olvido;
y ellas, las olvidadas, me olvidaron también.
Y hoy, a veces, me miran como a un desconocido,
como si me miraran buscando un parecido
que les recuerda a alguien, sin recordar a quién.

Usurpador furtivo de caricias ajenas,
ejercité mis besos para la ingratitud.
Y hoy, mercader de espumas, agricultor de arenas,
prófugo delirante que añora sus cadenas,
soy un hombre sin sueños entre la multitud.

Pero sí por las gracias de un Dios caritativo
renaciera de pronto la juventud en mí,
yo, esclavo de mi sombra, libertador cautivo,
olvidaría entonces la vida que ahora vivo,
para vivir de nuevo la vida que viví...
M Suárez May 2018
Hace año y medio que pienso en lo mismo.
La mirada y los pasos los siento cansados, los hombros me pesan, y no sé si es la mochila o mi pasado. Estoy sobrepuesta, soy una pintura que colgaron para tapar un hoyo en la pared.
Hay días buenos, no tan buenos y los malos, pero aunque me sienta alegre siempre en el trasfondo hay un pequeño duende apagando el interruptor, que le gusta estar a oscuras, y que el silencio lo aturde. Por eso mantiene mi voz activa desde atrás de mi cabeza. Y le gusta oír el latido de mi corazón agitado.
Cómo quisiera estar de nuevo en el techo de Camilo, y mirar las luces de la ciudad en lugar de las estrellas. Vaciarme. Estoy como una casa abandonada, llena de cosas inservibles.
De sueños que no son míos, de cansancio por cargar penas ajenas, y mis ojos lo único que quieren es cerrarse.
Yo sé bien que te acercas.
(He oído a mi espalda rozar sordamente la hierba.
Parece que rompes la luz a tu paso).
Yo sé bien que te acercas.
Yo sé bien que tú solo entre todos podrías
así demostrarnos que has vuelto.

Aunque te estés preguntando
por qué no te miro a los ojos. Acaso te creas
que he muerto una noche en que tú todavía
no habías dejado tu reino.
Yo sé bien que te acercas.
Debía salirte al encuentro,
preguntarte si vienes cansado del largo camino...

Pero yo estoy mirando en las aguas
el cielo, ya roto, mi imagen, ya rota,
y temo que tú, así, comprendas
que es rotos como hay que mirarnos, huyendo en el tiempo,
cayendo a otras manos que no son las nuestras,
para ver la alegría madura y saber que el destino se cumple.

Yo sé bien que te acercas.
A mi espalda te siento y no quiero mirarte.
Yo no quiero que puedas saber por mis ojos el hondo secreto.
yo no quiero que pierdas la mágica luz que has traído a la tierra,
aquel grave ademán que tenías allí (¡cuando yo estaba allí!),
aquel sueño constante que daba misterio a tu gesto
y que hoy mismo te envuelve y anuncia aunque estés muy distante.

Yo sé bien que te acercas
y no quiero mirarte.
Porque temo que tú no comprendas
y me llames igual que lo hacías
apagando la brisa y el mar en tu reino lejano.
en región asolada por la sequía
en año que se pierde la cosecha
son ricos ¡oh querida! los que
no presencian la ruina de su país
la destrucción de su familia
la pérdida del vuelo hacia adelante
del vuelo tortuoso del vuelo de través
la desaparición del vuelo en compañía y
del vuelo ligero que es el octavo

son ricos son riquísimos los que
no han conocido las sobras del sacrificio
o cómo los dolores con el tiempo
se van secando apagando y se los pisa
y crujen como padecimientos y
después se los come el olvido

¡oh querida! mal alimento es
el dolor la vejez el mal de amores
no se soporta mucho en realidad
y cada vez se está más solo

he pensado en la cosecha perdida y
eres como el otoño
donde los soles doran
pasada claridad
Cierro el libro, y los ojos cierro también. El día
Se va apagando, y sueño. Y en la tarde borrosa
Se destaca en neblinas de oro, de nieve y rosa,
De un alcázar lejano marmórea gradería.

Y las visiones suben entre suave armonía:
Hombres de ferreruelo, damas de faz radiosa,
Un galán que la mano besa a la más hermosa....
Parejas y violines bajo la alta arquería.

Cierro el libro, y los ojos cierro también. Radiante
El rojo cortinaje para mis sueños abro;
En coro se oyen voces de un cántico distante.

Las visiones desfilan con su real decoro,
Y en mis estrofas, ménsulas de mármoles que labro,
Van sonando las rimas como espuelas de oro.
18
Allá en el fondo
de mi biblioteca,
el sol de última hora, que confunde
mis colores en luz clara y divina,
acaricia mis libros, dulcemente.
¡Qué clara compañía
la suya; cómo agranda
la estancia, y la convierte, llena,
en valle, en cielo -¡Andalucía!-,
en infancia, en amor!
Igual que un niño, como un perro,
anda de libro en libro,
haciendo lo que quiere...
Cuando, de pronto, yo lo miro,
se para, y me contempla largamente,
con música divina, con ladrido amistoso, con fresco balbuceo...
Luego, se va apagando...
La luz divina y pura
es color otra vez, y solo, y mío.
Y lo que siento oscuro
es mi alma, igual que
si se hubiera quedado nuevamente
sin su valle y su cielo -¡Andalucía!-,
sin su infancia y su amor...
Leydis Sep 2018
Nouvelles erótica

Usted desea una nouvelle
donde yo tomo el papel
de amante insaciable;
Que rompa sus cables,
Que hable con sus señales,
apagando sus raudales deseos
a base de besos con sabor a cerezo.
Astillar nuestros cuerpos
hasta que encontrar aliento,
mientras se esfuma la bruma
y mis miedos en su boca se
convierten en blanca espuma.

Usted me toma como núbil pupila,
Toma mi cintura como si supiera mi holgura,
Enjambra mi apetito y ultraja mis sentidos.
Me hace sentir mujer,
embriagándome en ese placer
de ser tomada por un hombre
que sabe la morfología de la pasión,
y no pide permisos y ni perdón,
y sin gentileza alguna toma posesión mis temblorosas piernas,
haciendo de ellas lo que usted quiera,
doblegando mi cabeza, la acerca y la aleja como desea, imponiendo su firmeza hasta estallar de conmoción.

Toma mi cuello como si del fuera su dueño,
Su boca insensata alborota mis plazas,
Su lengua canora le canta a mis magnolias,
Por primera vez sutilmente me abriga la aurora,
me abarca el ardor y en usted me acomodo
- como lo hace el sereno en la alborada.
Grito y clamo saber su nombre
mientras los soplos de su respiración
se descargan sobre mi cuerpo,
que busca encontrar alivio en su perdición.

Usted es mi desdoro,
Y no me importa tener honra
si habita su lengua en mi boca
Y me lleve a esos espacios
donde mi cuerpo revive en sus brazos.
********************­***
****************­*******You want a soap opera
where I take the role
of an insatiable lover;
That rips apart your shackles,
that speaks to your gestures,
that dims down your abundant desires
with cherry-flavored filled kisses…  
Splinting our bodies until
you find encouragement,
while the haze disappears and
my fears in your mouth become ivory spume.

You take me as a young novice,
Taking my waist as if I knowing my depth,
Widening my appetite and insulting my senses.
You make me feel like a woman,
Inebriating me in that insoluble pleasure
Of being made love to by a man who
knows the morphology of passion.
Who does not ask for permission
and, or forgiveness,
unkindly taking possession of my trembling legs,
controlling them as you wish,
manipulating my head, pulling closer
and then apart, while imposing
your firmness as you burst with excitement.

You take my neck as if you’re its owner,
your reckless mouth flusters my organism
as your harmonious tongue sings to my magnolias.
I am delicately shielded into the aurora,
Covered in heat and I nestle in your aroma
Wail to know your name
Whilst your breath discharges in my burrows
And I finally find relief in your perdition.

You are my dishonor,
I care not for morality
if your tongue resides within me
- taking me to those places
where my body is revived in your imposing essence.  

©LeydisProse
9/26/2018
https://m.facebook.com/LeydisProse//


Jessica Apr 2020
Es increíble lo que me haces sentir
Cómo mis pelos se erizan
Al contemplar cada pestañeo que das
El cómo mis piernas y brazos se enroscan
Intentando negar este sentimiento
Y la manera en que desvío mi mirada
Cada vez que me das la tuya
Es increíble cómo te desenvuelves conmigo
Y la forma en que bailan las palabras que salen de tu boca

Pero es mas increíble aún
Cómo me abrazas de noche
Apagando cada llama de ira de mi interior
Y apaciguando cada mía llaga con tus besos

El sabor de tabaco en mi boca
Debe ser feo mas que la Yuta madre
Pero en el encontras dolor
Comprendes mi amargura
Para que moverme de donde estoy
Si plena ya estoy
Pregunta polemica: es estetico usar malas palabras en poemas? #papensar
¿Ves el sol, apagando su luz pura
en las ondas del piélago ambarino?
Así hundió sus fulgores mi ventura
para no renacer en mi camino.Mira la luna: desgarrando el velo
de las tinieblas, a brillar empieza.
Así se levantó sobre mi cielo
el astro funeral de la tristeza.¿Ves el faro en la peña carcomida
qu'el mar inquieto con su espuma alfombra?
Así radia la fe sobre mi vida,
solitaria, purísima, escondida:
¡como el rostro de un ángel en la sombra!
Miseria. El alquiler no fue pagado;
Y en desorden, en medio de la vía,
Aquel montón de muebles fue botado...
El desahucio parece una agonía.

Llueve; y el aguacero encharca el suelo,
Y moja el carro y muebles carcomidos
Revueltos con andrajos y vestidos...
Hay en el carro un corazón en duelo.

Y piensa el lecho en el amor pasado
Que dió vida a dos hijos sin ventura,
Creados para el hambre y la amargura...
¡Oh, del tugurio amor desventurado!

Y parece decir con hondo grito:
«¿Con qué derecho la hembra mal nutrida
Da vida con un ósculo a otra vida?
El amor para el pobre es un delito».

Bajo la lluvia cruje el carro. El diurno
Fulgor se va apagando; arrecia el frío...
Va un obrero detrás, mudo y sombrío,
Adusta la mirada, y taciturno.

Junto a él, su mujer, de faz doliente,
Y sus dos hijos, que con hambre lloran...
¿Adónde van? ¿Adónde irán?... Lo ignoran,
Y el agua los azota horrendamente.

Un gran dolor, como protesta airada,
De los cuatro se mira en el semblante,
Y parece crujir amenazante
En aquella miseria amontonada.

Y aquel carro que obstruye la encharcada
Y angosta calle, en tanto que anochece;
Esa miseria que se va, parece
Cómo el principio de una barricada...
Valeria Chauvel Jun 2018
Al esplendor de la luna,
los lobos aúllan,
y las montañas morenas,
se inclinan con astucia.

Las estrellas tintinean en goce,
con la luz cegadora de la noche,
que ilumina a las aves del bosque,
empezando el cántico de las doce.

Los arboles rugen al redoblar de los tambores,
que tocan aquellos pequeños roedores.
El aire silba y silba con dulzura y firmeza,
cortejando al gran reino de la naturaleza.

Los grillos se unieron al coro,
tarareando un melodioso tono,
mientras las luciérnagas, el aire escarchaban,
de ámbar, rosado y rojo escarlata.

Las hadas y duendes felices danzaban,
llenando las flores de rocío conforme bailaban.
El vals de la luna ya acababa,
pues el amanecer se asomaba.

Esta fiesta nocturna,
dejaba a la arboleda taciturna,
ya que el sol salía del horizonte,
apagando todas las luces del monte.
Valeria Chauvel May 2020
El diablo está en mi casa
no le tengo miedo
es mi único amigo.

Hay personas pero ellas no me ven
y yo tampoco quiero que me vean,
mi voz se fue apagando con el tiempo
tengo heridas en la boca.

Solo me quedaba la sombra
y un espejo al que odiaba
cuando quitaba toda saliva
era el rostro, era el nombre.

En medio de mi cuerpo
había un agujero
que olvidé coser

— The End —