Tu cuerpo me habla,
y dice cosas muy bonitas.
Me implora que sea su dueño,
que lo sacuda, lo estremezca,
que lo muerda y lo bese.
Tu cuerpo me habla,
sobre tentaciones que nos llaman
a los placeres compartidos.
Me pide la brutalidad de la ternura
y la ternura de la violencia.
Quiere que lo azote con afecto,
que lo acaricie con rigor.
Tu cuerpo me llama y me invita,
a aquel instinto humano
de dibujarte con la boca;
a la supremacía de las caricias,
a la tortura de la lengua
que embelesa a los sentidos.
Tu cuerpo me habla,
y yo le escucho con mis manos,
respondiendo a cada orden
sediento por sus encantos.