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thecostofbelieving
32/M/colorado   
Pecosa
23/F   

Poems

Oídos con el alma,
pasos mentales más que sombras,
sombras del pensamiento más que pasos,
por el camino de ecos
que la memoria inventa y borra:
sin caminar caminan
sobre este ahora, puente
tendido entre una letra y otra.
Como llovizna sobre brasas
dentro de mí los pasos pasan
hacia lugares que se vuelven aire.
Nombres: en una pausa
desaparecen, entre dos palabras.
El sol camina sobre los escombros
de lo que digo, el sol arrasa los parajes
confusamente apenas
amaneciendo en esta página,
el sol abre mi frente,
                                        balcón al voladero
dentro de mí.

                            Me alejo de mí mismo,
sigo los titubeos de esta frase,
senda de piedras y de cabras.
Relumbran las palabras en la sombra.
Y la negra marea de las sílabas
cubre el papel y entierra
sus raíces de tinta
en el subsuelo del lenguaje.
Desde mi frente salgo a un mediodía
del tamaño del tiempo.
El asalto de siglos del baniano
contra la vertical paciencia de la tapia
es menos largo que esta momentánea
bifurcación del pesamiento
entre lo presentido y lo sentido.
Ni allá ni aquí: por esa linde
de duda, transitada
sólo por espejeos y vislumbres,
donde el lenguaje se desdice,
voy al encuentro de mí mismo.
La hora es bola de cristal.
Entro en un patio abandonado:
aparición de un fresno.
Verdes exclamaciones
del viento entre las ramas.
Del otro lado está el vacío.
Patio inconcluso, amenazado
por la escritura y sus incertidumbres.
Ando entre las imágenes de un ojo
desmemoriado. Soy una de sus imágenes.
El fresno, sinuosa llama líquida,
es un rumor que se levanta
hasta volverse torre hablante.
Jardín ya matorral: su fiebre inventa bichos
que luego copian las mitologías.
Adobes, cal y tiempo:
entre ser y no ser los pardos muros.
Infinitesimales prodigios en sus grietas:
el hongo duende, vegetal Mitrídates,
la lagartija y sus exhalaciones.
Estoy dentro del ojo: el pozo
donde desde el principio un niño
está cayendo, el pozo donde cuento
lo que tardo en caer desde el principio,
el pozo de la cuenta de mi cuento
por donde sube el agua y baja
mi sombra.

                        El patio, el muro, el fresno, el pozo
en una claridad en forma de laguna
se desvanecen. Crece en sus orillas
una vegetación de transparencias.
Rima feliz de montes y edificios,
se desdobla el paisaje en el abstracto
espejo de la arquitectura.
Apenas dibujada,
suerte de coma horizontal (-)
entre el cielo y la tierra,
una piragua solitaria.
Las olas hablan nahua.
Cruza un signo volante las alturas.
Tal vez es una fecha, conjunción de destinos:
el haz de cañas, prefiguración del brasero.
El pedernal, la cruz, esas llaves de sangre
¿alguna vez abrieron las puertas de la muerte?
La luz poniente se demora,
alza sobre la alfombra simétricos incendios,
vuelve llama quimérica
este volumen lacre que hojeo
(estampas: los volcanes, los cúes y, tendido,
manto de plumas sobre el agua,
Tenochtitlán todo empapado en sangre).
Los libros del estante son ya brasas
que el sol atiza con sus manos rojas.
Se rebela el lápiz a seguir el dictado.
En la escritura que la nombra
se eclipsa la laguna.
Doblo la hoja. Cuchicheos:
me espían entre los follajes
de las letras.

                          Un charco es mi memoria.
Lodoso espejo: ¿dónde estuve?
Sin piedad y sin cólera mis ojos
me miran a los ojos
desde las aguas turbias de ese charco
que convocan ahora mis palabras.
No veo con los ojos: las palabras
son mis ojos. vivimos entre nombres;
lo que no tiene nombre todavía
no existe: Adán de lodo,
No un muñeco de barro, una metáfora.
Ver al mundo es deletrearlo.
Espejo de palabras: ¿dónde estuve?
Mis palabras me miran desde el charco
de mi memoria. Brillan,
entre enramadas de reflejos,
nubes varadas y burbujas,
sobre un fondo del ocre al brasilado,
las sílabas de agua.
Ondulación de sombras, visos, ecos,
no escritura de signos: de rumores.
Mis ojos tienen sed. El charco es senequista:
el agua, aunque potable, no se bebe: se lee.
Al sol del altiplano se evaporan los charcos.
Queda un polvo desleal
y unos cuantos vestigios intestados.
¿Dónde estuve?

                                  Yo estoy en donde estuve:
entre los muros indecisos
del mismo patio de palabras.
Abderramán, Pompeyo, Xicoténcatl,
batallas en el Oxus o en la barda
con Ernesto y Guillermo. La mil hojas,
verdinegra escultura del murmullo,
jaula del sol y la centella
breve del chupamirto: la higuera primordial,
capilla vegetal de rituales
polimorfos, diversos y perversos.
Revelaciones y abominaciones:
el cuerpo y sus lenguajes
entretejidos, nudo de fantasmas
palpados por el pensamiento
y por el tacto disipados,
argolla de la sangre, idea fija
en mi frente clavada.
El deseo es señor de espectros,
somos enredaderas de aire
en árboles de viento,
manto de llamas inventado
y devorado por la llama.
La hendedura del tronco:
****, sello, pasaje serpentino
cerrado al sol y a mis miradas,
abierto a las hormigas.

La hendedura fue pórtico
del más allá de lo mirado y lo pensado:
allá dentro son verdes las mareas,
la sangre es verde, el fuego verde,
entre las yerbas negras arden estrellas verdes:
es la música verde de los élitros
en la prístina noche de la higuera;
-allá dentro son ojos las yemas de los dedos,
el tacto mira, palpan las miradas,
los ojos oyen los olores;
-allá dentro es afuera,
es todas partes y ninguna parte,
las cosas son las mismas y son otras,
encarcelado en un icosaedro
hay un insecto tejedor de música
y hay otro insecto que desteje
los silogismos que la araña teje
colgada de los hilos de la luna;
-allá dentro el espacio
en una mano abierta y una frente
que no piensa ideas sino formas
que respiran, caminan, hablan, cambian
y silenciosamente se evaporan;
-allá dentro, país de entretejidos ecos,
se despeña la luz, lenta cascada,
entre los labios de las grietas:
la luz es agua, el agua tiempo diáfano
donde los ojos lavan sus imágenes;
-allá dentro los cables del deseo
fingen eternidades de un segundo
que la mental corriente eléctrica
enciende, apaga, enciende,
resurrecciones llameantes
del alfabeto calcinado;
-no hay escuela allá dentro,
siempre es el mismo día, la misma noche siempre,
no han inventado el tiempo todavía,
no ha envejecido el sol,
esta nieve es idéntica a la yerba,
siempre y nunca es lo mismo,
nunca ha llovido y llueve siempre,
todo está siendo y nunca ha sido,
pueblo sin nombre de las sensaciones,
nombres que buscan cuerpo,
impías transparencias,
jaulas de claridad donde se anulan
la identidad entre sus semejanzas,
la diferencia en sus contradicciones.
La higuera, sus falacias y su sabiduría:
prodigios de la tierra
-fidedignos, puntuales, redundantes-
y la conversación con los espectros.
Aprendizajes con la higuera:
hablar con vivos y con muertos.
También conmigo mismo.

                                                    La procesión del
año:
cambios que son repeticiones.
El paso de las horas y su peso.
La madrugada: más que luz, un vaho
de claridad cambiada en gotas grávidas
sobre los vidrios y las hojas:
el mundo se atenúa
en esas oscilantes geometrías
hasta volverse el filo de un reflejo.
Brota el día, prorrumpe entre las hojas
gira sobre sí mismo
y de la vacuidad en que se precipita
surge, otra vez corpóreo.
El tiempo es luz filtrada.
Revienta el fruto *****
en encarnada florescencia,
la rota rama escurre savia lechosa y acre.
Metamorfosis de la higuera:
si el otoño la quema, su luz la transfigura.
Por los espacios diáfanos
se eleva descarnada virgen negra.
El cielo es giratorio
lapizlázuli:          
viran au ralenti, sus
continentes,
insubstanciales geografías.
Llamas entre las nieves de las nubes.
La tarde más y más es miel quemada.
Derrumbe silencioso de horizontes:
la luz se precipita de las cumbres,
la sombra se derrama por el llano.

A la luz de la lámpara -la noche
ya dueña de la casa y el fantasma
de mi abuelo ya dueño de la noche-
yo penetraba en el silencio,
cuerpo sin cuerpo, tiempo
sin horas. Cada noche,
máquinas transparentes del delirio,
dentro de mí los libros levantaban
arquitecturas sobre una sima edificadas.
Las alza un soplo del espíritu,
un parpadeo las deshace.
Yo junté leña con los otros
y lloré con el humo de la pira
del domador de potros;
vagué por la arboleda navegante
que arrastra el Tajo turbiamente verde:
la líquida espesura se encrespaba
tras de la fugitiva Galatea;
vi en racimos las sombras agolpadas
para beber la sangre de la zanja:
mejor quebrar terrones
por la ración de perro del
labrador avaro
que regir las naciones pálidas
de los muertos;
tuve sed, vi demonios en el Gobi;
en la gruta nadé con la sirena
(y después, en el sueño purgativo,
fendendo i drappi, e mostravami'l
ventre,
quel mí svegliò col
puzzo che n'nuscia);
grabé sobre mi tumba imaginaria:
no muevas esta lápida,
soy rico sólo en huesos;
aquellas memorables
pecosas peras encontradas
en la cesta verbal de Villaurrutia;
Carlos Garrote, eterno medio hermano,
Dios te salve, me dijo al
derribarme
y era, por los espejos del insomnio
repetido, yo mismo el que me hería;
Isis y el asno Lucio; el pulpo y Nemo;
y los libros marcados por las armas de Príapo,
leídos en las tardes diluviales
el cuerpo tenso, la mirada intensa.
Nombres anclados en el golfo
de mi frente: yo escribo porque el druida,
bajo el rumor de sílabas del himno,
encina bien plantada en una página,
me dio el gajo de muérdago, el conjuro
que hace brotar palabras de la peña.
Los nombres acumulan sus imágenes.
Las imágenes acumulan sus gaseosas,
conjeturales confederaciones.
Nubes y nubes, fantasmal galope
de las nubes sobre las crestas
de mi memoria. Adolescencia,
país de nubes.

                            Casa grande,
encallada en un tiempo
azolvado. La plaza, los árboles enormes
donde anidaba el sol, la iglesia enana
-su torre les llegaba a las rodillas
pero su doble lengua de metal
a los difuntos despertaba.
Bajo la arcada, en garbas militares,
las cañas, lanzas verdes,
carabinas de azúcar;
en el portal, el tendejón magenta:
frescor de agua en penumbra,
ancestrales petates, luz trenzada,
y sobre el zinc del mostrador,
diminutos planetas desprendidos
del árbol meridiano,
los tejocotes y las mandarinas,
amarillos montones de dulzura.
Giran los años en la plaza,
rueda de Santa Catalina,
y no se mueven.

                                Mis palabras,
al hablar de la casa, se agrietan.
Cuartos y cuartos, habitados
sólo por sus fantasmas,
sólo por el rencor de los mayores
habitados. Familias,
criaderos de alacranes:
como a los perros dan con la pitanza
vidrio molido, nos alimentan con sus odios
y la ambición dudosa de ser alguien.
También me dieron pan, me dieron tiempo,
claros en los recodos de los días,
remansos para estar solo conmigo.
Niño entre adultos taciturnos
y sus terribles niñerías,
niño por los pasillos de altas puertas,
habitaciones con retratos,
crepusculares cofradías de los ausentes,
niño sobreviviente
de los espejos sin memoria
y su pueblo de viento:
el tiempo y sus encarnaciones
resuelto en simulacros de reflejos.
En mi casa los muertos eran más que los vivos.
Mi madre, niña de mil años,
madre del mundo, huérfana de mí,
abnegada, feroz, obtusa, providente,
jilguera, perra, hormiga, jabalina,
carta de amor con faltas de lenguaje,
mi madre: pan que yo cortaba
con su propio cuchillo cada día.
Los fresnos me enseñaron,
bajo la lluvia, la paciencia,
a cantar cara al viento vehemente.
Virgen somnílocua, una tía
me enseñó a ver con los ojos cerrados,
ver hacia dentro y a través del muro.
Mi abuelo a sonreír en la caída
y a repetir en los desastres: al
hecho, pecho.
(Esto que digo es tierra
sobre tu nombre derramada: blanda te
sea.)
Del vómito a la sed,
atado al potro del alcohol,
mi padre iba y venía entre las llamas.
Por los durmientes y los rieles
de una estación de moscas y de polvo
una tarde juntamos sus pedazos.
Yo nunca pude hablar con él.
Lo encuentro ahora en sueños,
esa borrosa patria de los muertos.
Hablamos siempre de otras cosas.
Mientras la casa se desmoronaba
yo crecía. Fui (soy) yerba, maleza
entre escombros anónimos.

                                                Días
como una frente libre, un libro abierto.
No me multiplicaron los espejos
codiciosos que vuelven
cosas los hombres, número las cosas:
ni mando ni ganancia. La santidad tampoco:
el cielo para mí pronto fue un cielo
deshabitado, una hermosura hueca
y adorable. Presencia suficiente,
cambiante: el tiempo y sus epifanías.
No me habló dios entre las nubes:
entre las hojas de la higuera
me habló el cuerpo, los cuerpos de mi cuerpo.
Encarnaciones instantáneas:
tarde lavada por la lluvia,
luz recién salida del agua,
el vaho femenino de las plantas
piel a mi piel pegada: ¡súcubo!
-como si al fin el tiempo coincidiese
consigo mismo y yo con él,
como si el tiempo y sus dos tiempos
fuesen un solo tiempo
que ya no fuese tiempo, un tiempo
donde siempre es ahora y a
todas horas siempre,
como si yo y mi doble fuesen uno
y yo no fuese ya.
Granada de la hora: bebí sol, comí tiempo.
Dedos de luz abrían los follajes.
Zumbar de abejas en mi sangre:
el blanco advenimiento.
Me arrojó la descarga
a la orilla más sola. Fui un extraño
entre las vastas ruinas de la tarde.
Vértigo abstracto: hablé conmigo,
fui doble, el tiempo se rompió.

Atónita en lo alto del minuto
la carne se hace verbo -y el verbo se despeña.
Saberse desterrado en la tierra, siendo tierra,
es saberse mortal. Secreto a voces
y también secreto vacío, sin nada adentro:
no hay muertos, sólo hay muerte, madre nuestra.
Lo sabía el azteca, lo adivinaba el griego:
el agua es fuego y en su tránsito
nosotros somos sólo llamaradas.
La muerte es madre de las formas…
El sonido, bastón de ciego del sentido:
escribo muerte y vivo en ella
por un instante. Habito su sonido:
es un cubo neumático de vidrio,
vibra sobre esta página,
desaparece entre sus ecos.
Paisajes de palabras:
los despueblan mis ojos al leerlos.
No importa: los propagan mis oídos.
Brotan allá, en las zonas indecisas
del lenguaje, palustres poblaciones.
Son criaturas anfibias, con palabras.
Pasan de un elemento a otro,
se bañan en el fuego, reposan en el aire.
Están del otro lado. No las oigo, ¿qué dicen?
No dicen: hablan, hablan.

                                Salto de un cuento a otro
por un puente colgante de once sílabas.
Un cuerpo vivo aunque intangible el aire,
en todas partes siempre y en ninguna.
Duerme con los ojos abiertos,
se acuesta entre las yerbas y amanece rocío,
se persigue a sí mismo y habla solo en los túneles,
es un tornillo que perfora montes,
nadador en la mar brava del fuego
es invisible surtidor de ayes
levanta a pulso dos océanos,
anda perdido por las calles
palabra en pena en busca de sentido,
aire que se disipa en aire.
¿Y para qué digo todo esto?
Para decir que en pleno mediodía
el aire se poblaba de fantasmas,
sol acuñado en alas,
ingrávidas monedas, mariposas.
Anochecer. En la terraza
oficiaba la luna silenciaria.
La cabeza de muerto, mensajera
de las ánimas, la fascinante fascinada
por las camelias y la luz eléctrica,
sobre nuestras cabezas era un revoloteo
de conjuros opacos. ¡Mátala!
gritaban las mujeres
y la quemaban como bruja.
Después, con un suspiro feroz, se santiguaban.
Luz esparcida, Psiquis…

                                 
¿Hay mensajeros? Sí,
cuerpo tatuado de señales
es el espacio, el aire es invisible
tejido de llamadas y respuestas.
Animales y cosas se hacen lenguas,
a través de nosotros habla consigo mismo
el universo. Somos un fragmento
-pero cabal en su inacabamiento-
de su discurso. Solipsismo
coherente y vacío:
desde el principio del principio
¿qué dice? Dice que nos dice.
Se lo dice a sí mismo. Oh
madness of discourse,
that cause sets up with and against
itself!

Desde lo alto del minuto
despeñado en la tarde plantas fanerógamas
me descubrió la muerte.
Y yo en la muerte descubrí al lenguaje.
El universo habla solo
pero los hombres hablan con los hombres:
hay historia. Guillermo, Alfonso, Emilio:
el corral de los juegos era historia
y era historia jugar a morir juntos.
La polvareda, el grito, la caída:
algarabía, no discurso.
En el vaivén errante de las cosas,
por las revoluciones de las formas
y de los tiempos arrastradas,
cada una pelea con las otras,
cada una se alza, ciega, contra sí misma.
Así, según la hora cae desen-
lazada, su injusticia pagan. (Anaximandro.)
La injusticia de ser: las cosas sufren
unas con otras y consigo mismas
por ser un querer más, siempre ser más que más.
Ser tiempo es la condena, nuestra pena es la historia.
Pero también es el lug
La hora se vacía.
Me cansa el libro y lo cierro.
Miro, sin mirar, por la ventana.
Me espían mis pensamientos.
                                                        Pienso que no pienso.
Alguien, al otro lado, abre una puerta.
Tal vez, tras esa puerta,
no hay otro lado.
                                  Pasos en el pasillo.
Pasos de nadie: es sólo el aire
buscando su camino.
                                        Nunca sabemos
si entramos o salimos.
                                          Yo, sin moverme,
también busco -no mi camino:
el rastro de los pasos
que por años diezmados me han traído
a este instante sin nombre, sin cara.
Sin cara, sin nombre.
                                      Hora deshabitada.
La mesa, el libro, la ventana:
cada cosa es irrefutable.
                                              Sí,
la realidad es real.
                                  Y flota
-enorme, sólida, palpable-
sobre este instante hueco.
                                              La realidad
está al borde del hoyo siempre.
Pienso que no pienso.
                                        Me confundo
con el aire que anda en el pasillo.
El aire sin cara, sin nombre.

Sin nombre, sin cara,
sin decir: he llegado,
                                      llega.
Interminablemente está llegando,
inminencia  que se desvanece
en un aquí mismo
     
                          más allá siempre.
Un siempre nunca.
                                  Presencia sin sombra,
disipación de las presencias,
Señora de las reticencias
que dice todo cuando dice nada,
Señora sin nombre, sin cara.

Sin cara, sin nombre:
miro
        -sin mirar;
pienso
                -y me despueblo.
Es obsceno,
dije en una hora como ésta,
morir en su cama.
                                Me arrepiento:
no quiero muerte de fuera,
quiero morir sabiendo que muero.
Este siglo está poseído.
En su frente, signo y clavo,
arde una idea fija:
todos los días nos sirve
el mismo plato de sangre.
En una esquina cualquiera
-justo, onmisciente y armado-
aguarda el dogmático sin cara, sin nombre.

Sin nombre, sin cara:
la muerte que yo quiero
lleva mi nombre,
                                  tiene mi cara.

Es mi espejo y es mi sombra,
la voz sin sonido que dice mi nombre,
la oreja que escucha cuando callo,
la pared impalpable que me cierra el paso,
el piso que de pronto se abre.
Es mi creación y soy su criatura.
Poco a poco, sin saber lo que hago,
la esculpo, escultura de aire.
Pero no la toco, pero no me habla.
Todavía no aprendo a ver,
en la cara del muerto, mi cara.
Con la cabeza lo sabía,
no con saber de sangre:
es un acorde ser y otro acorde no ser.
La misma vibración, el mismo instante
ya sin nombre, sin cara.
                                      El tiempo,
que se come las caras y los nombres,
a sí mismo se come.
El tiempo es una máscara sin cara.

No me enseñó a morir el Buda.
Nos dijo que las caras se disipan
y sonido vacío son los nombres.
Pero al morir tenemos una cara,
morimos con un nombre.
En la frontera cenicienta
¿quién abrirá mis ojos?
Vuelvo a mis escrituras,
al libro del hidalgo mal leído
en una adolescencia soleada,
con brutales violencias compartida:
el llano acuchillado,
las peleas del viento con el polvo,
el pirú, surtidor verde de sombra,
el testuz obstinado de la sierra
contra la nube encinta de quimeras,
la rigurosa luz que parte y distribuye
el cuerpo vivo del espacio:
geometría y sacrificio.

Yo me abismaba en mi lectura
rodeado de prodigios y desastres:
al sur los dos volcanes
hechos de tiempo, nieve y lejanía;
sobre las páginas de piedra
los caracteres bárbaros del fuego;
las terrazas del vértigo;
los cerros casi azules apenas dibujados
con manos impalpables por el aire;
el mediodía imaginero
que todo lo que toca hace escultura
y las distancias donde el ojo aprende
los oficios de pájaro y arquitecto-poeta.

Altiplano, terraza del zodíaco,
circo del sol y sus planetas,
espejo de la luna,
alta marea vuelta piedra,
inmensidad escalonada
que sube apenas luz la madrugada
y desciende la grave anochecida,
jardín de lava, casa de los ecos,
tambor del trueno, caracol del viento,
teatro de la lluvia,
hangar de nubes, palomar de estrellas.

Giran las estaciones y los días,
giran los cielos, rápidos o lentos,
las fábulas errantes de las nubes,
campos de juego y campos de batalla
de inestables naciones de reflejos,
reinos de viento que disipa el viento:
en los días serenos el espacio palpita,
los sonidos son cuerpos transparentes,
los ecos son visibles, se oyen los silencios.
Manantial de presencias,
el día fluye desvanecido en sus ficciones.

En los llanos el polvo está dormido.
Huesos de siglos por el sol molidos,
tiempo hecho sed y luz, polvo fantasma
que se levanta de su lecho pétreo
en pardas y rojizas espirales,
polvo danzante enmascarado
bajo los domos diáfanos del cielo.
Eternidades de un instante,
eternidades suficientes,
vastas pausas sin tiempo:
cada hora es palpable,
las formas piensan, la quietud es danza.

Páginas más vividas que leídas
en las tardes fluviales:
el horizonte fijo y cambiante;
el temporal que se despeña, cárdeno,
desde el Ajusco por los llanos
con un ruido de piedras y pezuñas
resuelto en un pacífico oleaje;
los pies descalzos de la lluvia
sobre aquel patio de ladrillos rojos;
la buganvilla en el jardín decrépito,
morada vehemencia…
Mis sentidos en guerra con el mundo:
fue frágil armisticio la lectura.

Inventa la memoria otro presente.
Así me inventa.
                              Se confunde
el hoy con lo vivido.
Con los ojos cerrados leo el libro:
al regresar del desvarío
el hidalgo a su nombre regresa y se contempla
en el agua estancada de un instante sin tiempo.
Despunta, sol dudoso,
entre la niebla del espejo, un rostro.
Es la cara del muerto.
                                        En tales trances,
dice, no ha de burlar al alma el hombre.
Y se mira a la cara:
                                    deshielo de reflejos.No he sido Don Quijote,
no deshice ningún entuerto
                                                  (aunque a veces
me han apedreado los galeotes)
                                                            pero quiero,
como él, morir con los ojos abiertos.
                                                                    Morir
sabiendo que morir es regresar
adonde no sabemos,
                                        adonde,
sin esperanza, lo esperamos.
                                                      Morir
reconciliado con los tres tiempos
y las cinco direcciones,
                                            el alma
-o lo que así llamamos-
vuelta una transparencia.
                                                Pido
no la iluminación:
                                  abrir los ojos,
mirar, tocar al mundo
con mirada de sol que se retira;
pido ser la quietud del vértigo,
la conciencia del tiempo
apenas lo que dura un parpadeo
del ánima sitiada;
                                  pido
frente a la tos, el vómito, la mueca,
ser día despejado,
                                  luz mojada
sobre tierra recién llovida
y que tu voz, mujer, sobre mi frente sea
el manso soliloquio de algún río;
pido ser breve centelleo,
repentina fijeza de un reflejo
sobre el oleaje de esa hora:
memoria y olvido,
                                    al fin,
una misma claridad instantánea.
INDEX


                            Foreword

1  Despertación of Etréstles 13

2  Constitución New Government . 22

3  diabolic Intromisión 25

4  Kanti, the Corcel . 28

5  Ante the Council 30

6 Inauguración the Monument to Botsaris . 36

7  Losas abandoned 41

8  Satagénesis and Deidagénesis Four. Five

9   Enviados to Deidagénesis / Lepanto 52

10 Drestnia in Kalidona 56

11 Etréstles returns Lepanto 64

12 And the fourth cemetery 71

13 Top of the flight of Lucifer 79

14 In the crypt of the patriarchs 87

15 Etréstles part Valplacci 98

16 Etréstles fleet in the Ionian Sea 114

17 Near Messolonghi 120

18 A new era begins 123

19 Universal Era breaks 129

20 Goodbye Messolonghi 135

21 At the beginning of a new millennium. 141

Epilogue. 153








FOREWORD






Mi theme concept concerning Cemeteries, has been maintained for many years under a remarkable process falls recoup credibility. Unknown worlds which we do not know what to believe, are usually put into question.

Constantly let the silent fields where lie the dead, but it is not, rather that me thinks so. Undoubtedly, the Quantum Theory indicates a basic unit of the whole universe, showing that it is possible to decompose the world into small units of independent existence. This theory shows that the dynamics in the art is such that, solid objects are in constant motion entramando relations between different parts of a unified whole.

As we believe that matter is inherently sterile, we think the cemetery is in the same condition, and therefore inert bodies are also only turned into a pile of bones scattered.





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My conception of the world of subterranean acting, aims to support the theory of Quantum, because at first glance it seems that under these moles cement there putrefaction and eternal solitude. Well, I, I do not think so, I think there is tremendous activity, above all tends to seek fulfillment in a world that concerns him, and also has the infinite grace of thanks from all lurking diseases that shake us. That is, each inhabitant of the subterranean acting as a Franciscan Noble receives worship existence, and not faints by the destructive effects of all known diseases.

Near the garden of heroes, they are the remains of those who died in this output. It was a legendary struggle for libertarian revolution of 1821 in Greece, exactly Messolonghi. Markos Botsaris's tomb and the statue of Lord Byron great Hellenophile found in this garden.

Once, I was looking for a book, and this was inevadiblemente of oriental trend. I used to remind my teacher, the monk talking Virajánanda Given the processes of time, yesterday, today and tomorrow; all at once were a pure unity. That physical death had to be spiritual satisfaction, so that the spirit can not disconnect your disposable body. Child saw my family to go to leave flowers garden home to their loved ones. But I am noticing that my grandparents were still alive, and then would leave, looking for ways to inhale the smell of the earth to prepare the farewell that someday would come from the dark beyond. It never was painful to see them

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from, because I've always been with them. In addition always our body, which would be living in a merger with vague spirits, to vague minds that do not hold their interest in spirituality as a way of life, tend to make us climb through dark passages of ignorance.

Etréstles, the protagonist; It has place at a lineage that marks limits warriors of ancient Greece, since fought with neighboring nations. Thus, generation after generation, he meddles in successive reincarnations that are to be transported in time by different spaces.

Its Vitabión and Regma Mother, father and as Staktos and Esaedt, both from different eras. His monogamous romantic company is coyuntada with the presence of Drestnia; woman who had to pull out of her womb, better said from his rib, emulating the biblical account.

While it is noteworthy that the secondary characters are related to Greek mythology such as Eurydice, and real characters like Markos Botsaris, who was a great hero who drove the Turks. The famous Florentine sculptor and architect Lorenzo Ghiberti, is present in the action, so that his image is immortalized in an eternal cemetery. Similarly we should mention Asurbanipal king of Assyria (667-626 C), the Auriga; the coachman and truck driver where he had his Herreros over time to release the Hellenic descent.

Other memorable as Aristotle, Hesiod, Praxiteles, which are knowledge to every reader of Greek literature. The judge presiding over the classroom

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sesionaba time to time, trying to revive the rituals and reject the stubborn efforts of Lucifer, who was trying to have a place on earth, then God expelled him from heaven.

In the chapter of the onslaught of Lucifer, he is accompanied by his minions Heosphoros and Phosphoros; they are the ones who brought Lucifer from heaven to Messolonghi. In addition Mesopotamian demons appear hostile world, these were the Annunaki who were the jailers of the dead in hell. The Etimmu, were the ghosts of all those who had died unhappy. The Utukku lived in desolate places or cemeteries; they are all part of malignancy presence as oppressive form and manner of presence to the exuberance of good all-encompassing.

Kanti Botsaris steed, is nothing more than his superconsciousness, wearing it as a link between the different physical and oneiric dimensions. It should be noted that Kanti is a Cretan horse and belongs to the fallen in battle, as Botsaris.

Eulalia and Zultina, both courtesans who spent their lives together with Ghiberti and Botsaris.

And it could not ignore the Menopausal, puerperal and Enamorada, as they like female members suffer alone beyond the earthly life that had consequences that affect the desolate silence of death camps.

And to finish, arrival at Valplacci, where it meets a world and a rare man in an unknown dimension by Etréstles. subsequently arriving at Patmos, where St.

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John the Theologian, to regain some of its lost soul by the intrusion of Lucifer. Here manages to discover that there is no need to fight warriors who always talk about physical war, because many of them tend to succumb to the same battlefields. discovering, mind mentor as the best ally to overcome any difficulty, wherever it is that the human race is found, or infra-human.

Finally, Etréstles is discovered in a way that would open a new numeral cycle, to start a new era and a new physical space where the projection Messolonghi be situated; nothing less than Nineveh, Ashurbanipal land where the winds blow, as a priest in his exsufflation it does to remove the demons that inhabit the world.

The "Zero" is the initiator of a new era, from whose base the only means available to the new life that awaits the residents of escombroso Messolonghi, after the invasion of Lucifer appears.

My concept of the cemeteries, while seeking an answer to approximate I think now that enormous efforts are made to understand fully. Cemetery remains for me a scenario of hideousness and terror, seen from the observation point that everyone has it, however, I think that in a strange world where you're not supposed to govern ethics, aesthetics, law , and the professional, economic and social status; It is where more wealth is the multiestimulante vitality, "I think

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nowhere inhabited earthly souls, will be able to find more life here in the

Messolonghi cemetery ".


José Luis Carreño Troncoso San Antonio, 1997




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Wake-up of Etréstles



Dfter sleeping a thousand years fell on my face greater light current Solar. I slept without smiling at the crowds inhumaron smearing me my only bones.

The search of that hubbub, made me celebrate the porous bodies and pelusientos arañosos falling on my fingers, delighting my humble tributes to the beetles that accompanied me to direct my view to the nearby burial vaults me. Some were swollen with a semblance augury despertativa; like starting today, with the ominous words They moved from today, the paddling of my fleshless jaws.

Among gravestones of Floreas esmeraldinas dinosauric, in a clear blue autumn, some birds refregaban on edges of the carved stones. Meanwhile, mustards was riding on dry leaves leaves clavelinas. The white-clad looked up Drestnia slab that closed their senses, remained behind bars with his hands crossed as evolving body


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to attend a new era of geography and different technology. On his chest he would run the living vertiginante wind up the corporeal hint in the light of Koumeterium Messolonghi; that housed over a thousand years ago, at Etréstles of Kalavrita.

This huge palace and flat, it is nothing more than an asylum, where the worst plague that began with the death of the sentinels of Lucifer, who dropped this place with its beautiful golden layers originated; whose satagénesis emerge the burning soil to ten fossilized cemeteries under the Messolonghi.

He walked slowly dragging my old body, the tenth floor, and that teenage girls pointed stones would break my nails; as such if they were claws of a mammal trapped by lava from a volcano. In each advance I awaken in my armor patriotic my last fight, and his enternecedor observe how parents tilled by the conglomerate caste, fighting in underground elements.

Etréstles awakening ...:

Etréstles ...: Which of all columns erected is able to open all columns built in the pavilion of these moles without form or color ... just vitalizing lung diaphragm Eólico my daydreams, is who I think would ...?

To all who are runaways and trapped underground Messolonghi, I bring you good tidings ... Auriga with its Herreros come from the region of the Dodecanese to loosen the bars you father

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Staktos lucid and my mother Vitabión well that in a thousand years, has been damaged her beautiful body. Since my birth in Ayia Lavra, I was being buried for the ninth time in the Ninth Fossilized Cemetery. Whose archpriest with holy oil trickled down my wall, pretending to be a dance of water generated at the bottom of the Ionian. Between the arches of the temple columns running down my mother Vitabión; outward sacravertebral bathe in the water of my past christenings. My past lives were providing mandated by the Auriga their previous lives. And your mother ... A day tried the weight of my recycle ... ?!

Beyond you., Comrades of wars, pilgrimages sacrosanct, lush gauzy baths civilization in the Olympic and equestrian fields.

To you. That you lie here, as is my death in my last life in the hands of a Spartan soldier. Pcs., Blood of my blood, I feel inside me speak your need ...

And in the postrería Drestnia, which by its sixth rising from here from Messolonghi, between bars sealed thy grave situation for the Hellenic indeterminar.

I had to drink from the Pinosa resin to speak here, with my bony hands to touch the others are like yours ...

... Drestnia, my rib still preserved, I will be reborn placating the domain of collective wishful thinking, which prevents your freedom.

My rib you return to your present life, whose cold, flower seeds esqueletizaron the perimeter of your life ...

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Etréstles was with them into the Koumeterium Messolonghi, to about 1800 meters zenith direction.

They were to be the Necromesolongui Council to define the minutes. -while music with winds adorned arrival-. Just at the moment, came the Auriga with its blacksmiths, they came to liberate Drestnia with its multiconciencia. What happiness to Etréstles! He ran through the underground halls, to the oldest Koumeterium, the first fossilized. Where thousands of years ago, with many now extinct species, Etréstles came to them resoundingly good news.

While the Council inveighed promulgating the divine sarmiento spray fields Dodecanese in producing seeds of Markos Botsaris.

Judge…: With my lameness, I have to advocate the reintegration of outstanding Markos Botsaris, that once we free them of the Turkish occupation!

Asurbanipal ...My Sirio reign, full of dynamism, placed on their doorposts the powerful image of South-west wind, in honor of his victorious from Kalidona.

Etréstles brought Drestnia just walking the Council and thousands of harmoniums undermined doubts Manor invoking the hero. They all stand, the Council at its octagonal table with his assistants left empty vine glasses to welcome, to the last surviving female first Koumeterium Messolonghi.

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Harmoniums, as Apollonian rubies widen the dimensions of the cavernales vaults. She sit and ends the music. Drestnia with some leaves on his shoulders, adorned the new escenáculo, which would sit by the new future.

Asurbanipal ...: To you gifts Oh, the universe, you are welcome to this Council, where one day they brought me to praise my contributions from the entrance of Humanity!

But the issue for today, will await the arrival of Markos Botsaris as you who have reached this border, thanks to the generous Auriga.

Charioteer…: ***** wax Orion; Eternal fuel, donated them strength to my steeds pairs, that were raised over distant lands, to reach my Herreros desoldering the bars of Drestnia.

Blacksmith…: Our eyes closed every hundred kilometers, but Eurydice with your calendar, made the aphelion arrimara us this feat.

Ecos ...: Dust ..., Mito ... Dream ... illusion ... have swirled galloping millennia, wearing gray Borrasca ...!

What dark words illuminate the hopes, just below, it is well known that there is much to do, because there is more activity on the surface ...!

Judge…: Etréstles, Drestnia ... past, present, or future will speak of you.

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You Drestnia ... !, how long dream ..., defied your gothic vision, not move my neck to your neighbors, loved ensepulcrados in the first Fossilized Koumeterium.

Vitabión ...: Messolonghi lives up to all cemeteries in the world, where they loved their near them. But they do not know life here is more dynamic than in the world of their own.

Menopausal women ...My husband cry on my slab, because his infidelity caused me a bad venereum, which today has removed me from his life. The cries and cries for me ****** decline, all for being with another woman condemned me.

one curtain rises and leaves Funebrio; concelebrating priest all recent deaths ...

Funebrio ...: Woman when you cry my black clothes, cry black tears ...!

Your husband remains static, no movement, despite many kilometers to their own devices. Forbidden habit becomes, how tempting. But contestataria Mother Nature pours us their punishment.

Staktos ...: Friends kisses you give yourself, Where have posted ideations ...?

O dais to scatter everywhere the osculaciones they meet other mouths.

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Etréstles ...: Everyone I ask do well to prepare your labors. Even so, his desire to hold my naughty pleas heart in this hour by the arrival of Drestnia.

The judge asks adjourn for the recess could then discuss strategies for future deaths.

Sepulcrero ...Lord Judge at the stepped eastern sector have buried an architect. We could ask your cooperation to Botsaris monument.

Judge…: All in good time. It will be done, does anyone want something narrow ...? -Drestnia raised his hand and asked ...:

Drestnia ...: With Etréstles in the last minutes of our lives, which extortioner once it is finished this monument, where our souls will be destined to remain here temporarily ... Messolonghi?

Judge…: General demented wars, take Etréstles the field of Lepanto, because there are stubborn souls who defy the vanquished souls ...

… and as for you, the benevolent Auriga take your soul colors of the sunset, to divide megatons of the Romantics, who along with Ghiberti, on some trunks of beautiful minerals, will anchor his best poems and hiperestésicas forward to outshine their suicides groups.

After the meeting, the attendees are removed, and Drestnia with Etréstles go to spring the celestial napa

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with its golden glow waiting to sail to Tangier and Morocco. In their ships were concurrent, Etréstles woman carrying her ribcage navigation oriented towards the sound of the oars that were the femurs of a Diplodocus itself.

Drestni
ROUGH SAMPLE  - Metaphysic Poem besed upon a 1000 Bc. Etrestles of Kalavrita, greek hero, living through 10 lices, recommence a New Era.

Epic and Multidimensional poetic Ebook
come & enjoy, where you dont find..., stepout and see the Glory.

Jose Luis