El temblor ebefrenetico fue presagio
del arcoiris y las despedidas.
Los relámpagos circundantes anunciaban así
Al silencio y las
Mareas
Y el fuego fractal del norte
Y el fuego circular del sur
Y el fuego espiral del este
Y el fuego paralelo del oeste
formaron un coro de artificios modulantes
A extrañas tonalidades y estrellas
Y deshechos en su abandono desesperado al viento
Cuyo soplo aviva
Cuatro puntos cardinales y un quinto
Amanecer florido
De símbolo invisible en los anaqueles
Y apartado de cartas muertas, letras muertas
Apañado a un espacio diminuto en las memorias
De las serendipias y cronopios
Que copulan libres
En los bosques de mi anhelo:
Infinita tú,
Sombra etérea y sol
De mi voraz día.
Taciturna luz
Santa, piadosa y vil:
Devórame hoy.
A ti Diosa mar
Cuyo coral de fuego
Me rompe en dos.
Los bellos cantos
Las dulces odas y más
En la noche gris.
Íntimo pulso
Que nace entre pausa
Y caricia.
Adiós: musa,
Que para el invierno
Es tantísimo.