Pobre y desgraciado Proculo. Puedo comprender de una enferma manera tu dolor y tu ira sedienta como el esclavo. tuviste que observar con paciencia como la inocencia abandonaba el vientre suyo. como el frío puño del tirano penetro en tus entrañas El delgado filo entre la vida y la muerte. El destino inevitable. Pero aun no es el fin, abatido amigo Es la venganza encarnada que arrasa con aquellos que viven del dolor ajeno. que respiran la sangre.