No me enamoré de ti, me enamoré de tu risa, de tus abrazos, de esos besos cortos que te hacían vibrar por dentro, de los instantes contigo, de tu llamada diaria, de tus gestos cariñosos y tiernos, de la "Y" que escribiste en tu pecho, de mi nombre en tu pupitre.
Me hiciste creerme el rey de tu trono, y ahora decides arrancarme la corona, pero también te llevas un trozo de lo poco que me queda por corazón.