No te he tenido mucho,
pero ya siento tu ausencia.

Mis ojos recorren calles,
buscándote en cada esquina,

Ojos que conocieron
tus mejillas
mucho antes
que mis manos
tuvieron tus caderas,
ardientes en un mar
de carne y migajas de pan.

En tu piel,
color café con leche,
me ahogaba
mientras te observaba.

Y, si somos honestos,
amor mío,
nunca te he tenido,
ni cerca, ni lejos.

Tal vez,
nunca te tendré.
Pero cuánto te anhelo.

Te llevaste
las lluvias de mayo
y trajiste
flores de loto
a lagos ya rebosantes.

Sembraste girasoles
que se alimentan
de la luz
en tu sonrisa.

Te llevaste
el dolor de mis piernas
para que pudiera andar,
vagabundo,
bajo las sombras
de la luna llena
en tu pelo.

Amor mío,
hoy te tuve cerca,
pero te fuiste,
y no sé qué hacer
con mis ojos.