En medio de la sala. Sobre el piso de madera. Entre la calidez del momento. Un racimo de flores le da vida a la mesa en la que reposa. El silencio es un fantasma que posee la casa. Y han tocado le puerta. Me sonríe. Se invita a pasar. Se invita a quedar. Los colores de las flores bailan alrededor de mí. El silencio se ha marchado. El sol es más brillante. El sol entra por todos lados. El sol es más alegre. El sol ha llegado. Se invita a marchar. Los cristales se quiebran. El viento destruye. La casa se inunda. El sol se ha ido. Los colores están exhaustos. Se han detenido a descansar. Y yo. Yo tengo que limpiar. En medio de la sala. Sobre el piso de madera. Entre la calidez del momento. Y han tocado la puerta. O tal vez yo he tocado la puerta. Me sonríe. Le invito a pasar. Habla el idioma de una tierra lejana. Los colores han aprendido una nueva coreografía. Les he dicho que se detengan, pero están entusiasmados. Corren. Juegan. Bailan. Es primavera. El sol brilla. El sol sonríe. El sol ha regresado. El verde olivo se une a la danza de los colores. Se invita a marchar. O tal vez yo lo hice. La luz prepara su discurso de despedida. La brisa se vuelve huracán. Las ventanas colapsan. Las cortinas se sacuden. La casa se inunda. Tengo que limpiar. En medio de la sala. Sobre el piso de madera. Entre la calidez del momento. El silencio regresa como si hubiese sido invocado. Recorre las habitaciones. Escucho la ausencia del sonido subir las escaleras. No sé qué busca. Le invito a pasar las tardes y las noches conmigo. En la calidez del momento. Y han tocado la puerta. Esta vez sin respuesta.