Cerré los ojos por un instante, los cerré para desconectarme, para centralizarme. Por si un suspiro quisiera invadirme, nutrir mi estancia espiritual, por si pudiese empaparme de conocimiento y como funciona el mundo de las almas.
Cerré los ojos para sentir mis olas, esos pleamares de mi vida a veces tan altas, a veces descienden, pero tan parte del esquema de mi piélago.
Cerré mis ojos para sentir la tierra, por si todavía podía percibir si ella era húmeda, o si era seca.
Cerré los ojos para soñar, para ver un futuro después de esta realidad. por si el horizonte todavía hablaba con el cielo, o, si necesitaban esa línea intermediaria para llegar a un acuerdo.
Los cerré, porque quería palpitar la libertad, por si venteaba a la fragancia que tiene la cinco de la mañana, ese olor de opacidad que voluntariamente cede su potestad a la posibilidad de unos rayos que iluminan, o la bruma de un día entre lluvias de amargura. Quería saber si la libertad huele igual a la dependencia, Si huele el silencio al estimulante bullicio, ese olor a sueños, a colofones, o la impúdica resignación que nada cambia.
Cerré los ojos porque sentí un diluvio queriéndose desguazar sobre mi cara, porque quería entender todo, mas no entendía nada.