A veces siento cómo palpita mi corazón, siento todo el dolor que martilla mi cabeza y que va carcomiendo mis deseos, puedo olor la saturación de mi piel y escucho a mis entrañas querer explotar, querer hacerse rojo tinta en la cama, y en los oídos tengo un zumbido que me molesta todo el tiempo, un zumbido que intenta arrancarme las orejas y ponerlas en un plato.
No puedo pensar con claridad, porque en mi cerebro las ideas se extinguen y son sólo retazos de algún pensamiento vago, ¿cómo es que sigo de pie? Si no siento las piernas, si parece que me las han cortado, igual que a mis brazos; tampoco sé cómo escribo, ¿estoy escribiendo ahora mismo o tan sólo es la sobra inútil de una idea?
Estoy perdiendo los estribos, me estoy volviendo un ser que no conozco, un ser que no puede centrar bien su cabeza y que quiere marchitarse sin antes haber florecido. Quiero paz, tan sólo quiero un momento de estática, un momento en donde mi mente no grite con tanta locura y donde la noche no se cole por todos mis poros y domine mis ideas.