Busqué consolarte, aunque para ti no fueron suficientes las palabras.
Me pedías que me fuera, mientras te alejabas de a poco.
Nuestro final me dolió inmediatamente, aunque no lo notaras.
Quise abrazarte como otras veces, pero solo transmitiría vacío, porque eras quien me daba vida.
Nunca deseé estar con alguien, pero desde la primera mirada supe que quería todo contigo.
Mi error fue no sanar mis heridas; el tuyo, aceptarme en tu vida teniendo tan poco para ofrecer.
No insistí porque era inútil pedirte que me esperaras, aun sabiendo que no lo harías.
Ahora, con orgullo, puedo decir que no estoy vacío; las cicatrices se sellaron y mi corazón palpita como nunca.
Solo quiero terminar con todo, con esa palabra que no fui capaz de pronunciar: Adiós.