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No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
en el que uno puede sentirse árbol o prójimo
siempre y cuando se cumpla un requisito previo.
Que la ciudad exista tranquilamente lejos.

El secreto es apoyarse digamos en un tronco
y oír a través del aire que admite ruidos muertos
como en Millán y Reyes galopan los tranvías.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico siempre ha tenido
una agradable propensión a los sueños,
a que los insectos suban por las piernas
y la melancolía baje por los brazos
hasta que uno cierra los puños y la atrapa.

Después de todo el secreto es mirar hacia arriba
y ver cómo las nubes se disputan las copas
y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
ah pero las parejas que huyen al Botánico
ya desciendan de un taxi o bajen de una nube
hablan por lo común de temas importantes
y se miran fanáticamente a los ojos
como si el amor fuera un brevísimo túnel
y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.

Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble
(también podría llamarlo almendro o araucaria
gracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo)
hablan y por lo visto las palabras
se quedan conmovidas a mirarlos
ya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero es lindísimo imaginar qué dicen
sobre todo si él muerde una ramita
y ella deja un zapato sobre el césped
sobre todo si él tiene los huesos tristes
y ella quiere sonreír pero no puede.

Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico.
Ayer llegó el otoño
el sol de otoño
y me sentí feliz
como hace mucho
qué linda estás
te quiero
en mi sueño
de noche
se escuchan las bocinas
el viento sobre el mar
y sin embargo aquello
también es el silencio
mírame así
te quiero
yo trabajo con ganas
hago números
fichas
discuto con cretinos
me distraigo y blasfemo
dame tu mano
ahora
ya lo sabés
te quiero
pienso a veces en Dios
bueno no tantas veces
no me gusta robar
su tiempo
y además está lejos
vos estás a mi lado
ahora mismo estoy triste
estoy triste y te quiero
ya pasarán las horas
la calle como un río
los árboles que ayudan
el cielo
los amigos
y qué suerte
te quiero
hace mucho era niño
hace mucho y qué importa
el azar era simple
como entrar en tus ojos
dejame entrar
te quiero
menos mal que te quiero.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero puede ocurrir que de pronto uno advierta
que en realidad se trata de algo más desolado
uno de esos amores de tántalo y azar
que Dios no admite porque tiene celos.

Fíjense que él acusa con ternura
y ella se apoya contra la corteza
fíjense que él va tildando recuerdos
y ella se consterna misteriosamente.

Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico.
Vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
sólo de a ratos parecía
que iba a vivir
que iba a vencernos
pero los dos fuimos tan fuertes
que lo dejamos sin su sangre
sin su futuro
sin su cielo
un niño muerto
sólo eso
maravilloso y condenado
quizá tuviera una sonrisa
como la tuya
dulce y honda
quizá tuviera un alma triste
como mi alma
poca cosa
quizá aprendiera con el tiempo
a desplegarse
a usar el mundo
pero los niños que así vienen
muertos de amor
muertos de miedo
tienen tan grande el corazón
que se destruyen sin saberlo
vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
y qué verdad dura y sin sombra
qué verdad fácil y qué pena
yo imaginaba que era un niño
y era tan sólo un niño muerto
ahora qué queda
sólo queda
medir la fe y que recordemos
lo que pudimos haber sido
para él
que no pudo ser nuestro
qué más
acaso cuando llegue
un veintitrés de abril y abismo
vos donde estés
llevale flores
que yo también iré contigo.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
que sólo despierta con la lluvia.

Ahora la última nube ha resuelto quedarse
y nos está mojando como alegres mendigos.

El secreto está en correr con precauciones
a fin de no matar ningún escarabajo
y no pisar los hongos que aprovechan
para nadar desesperadamente.

Sin prevenciones me doy vuelta y siguen
aquellos dos a la izquierda del roble
eternos y escondidos en la lluvia
diciéndose quién sabe qué silencios.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico
aquí se quedan sólo los fantasmas.

Ustedes pueden irse.
Yo me quedo.
Xix
Volví clandestinamente a Buenos Aires en mayo de 1978. Estaba bella la ciudad.

Mejor dicho, bellísima bajo esos días de mayo en que el otoño porteño admite un fuego, una calor de primavera muriendo o por nacer, nunca se sabe.

Me habían aconsejado que no caminara por el centro, que no frecuentara los sitios que solía frecuentar. Naturalmente: caminé por el centro, por los sitios que solía caminar. ¿Quién me iba a reconocer?

¿No estaba muerto Paco? ¿No habían secuestrado a Rodolfo y a Haroldo? ¿No habían matado al Jote, al Lino, a Josefina, a Dardo, a la Diana, tal vez? El restorán donde mi hijo escribió un poema sobre el mantel de estraza, este poema:


        La oveja negra
        pace en el campo *****
        sobre la nieve negra
        bajo la noche negra
        junto a la ciudad negra
        donde lloro vestido de rojo

el restorán estaba abierto, pero a mi hijo lo habían secuestrado dos años atrás y nunca supe de su suerte. Su mujer estaba encinta de siete meses cuando la secuestraron con él.

Leí los diarios de la época. En "La Opinión" -donde alguna vez trabajé, que alguna vez fundé-, un compañero intelectual de la izquierda (ex compañero o ex izquierda) sumaba su vocecita paga a la propaganda de la dictadura militar. El diario era de los militares para entonces, el ex compañero o ex izquierda también.

Hago esfuerzos y no alcanzo a recordar su nombre. Era cuentista, o algo así, como su mujer, que se cagaba en Rosa Luxemburgo desde posiciones de izquierda. Tenía un ano de izquierda que no le habrá impedido evacuar la pitanza militar.
Sputnik Andrade Jul 2013
Tal vez soy un pedazo de madera.

Un tronco que antaño fue encina, y ahora es nada más un pedazo del todo que me componía. Las agujas del pino que sigue en pie me caen en la cara, se sienten como arañas, pero son agujas que el pino deja caer sin mala intención. Las bellotas y las piñas de mis hermanos gigantes rebotan en medio de la noche. Caen miserables como yo yazgo miserable. Se cubren de tierra como yo me cubro de tierra. Y guardan silencio.

Tal vez soy una avenida en silencio.

Pavimento apaciguado y asfalto abandonado. Las pezuñas tranquilas de un venado pródigo me acarician por un momento, un brevísimo momento, el momento en que cruza de un campo a otro, de una arboleda a la otra, de ese mundo a mi izquierda y de ese otro a mi derecha. El frío cala hasta los huesos, las piernas se mueven ligeras mientras huyen de la luz; me extiendo ancha y larga como una carretera. Izquierda y derecha.

Tal vez, y esto es más factible, soy una decisión.

Me desdoblo en múltiples ramificaciones, opciones, alternativas, dilemas; me encuentro en una encrucijada para después encontrarme frente a otra encrucijada. Mi elección, en el primer segundo de que es pensada, me desarma y me vuelve a armar. Las piezas parecen estar en el mismo lugar pero no lo están. Mi pie, el primero en adelantarse, ya no me pertenece; mi mano se entrega a ese nuevo mundo sin miedo, y mis codos, mis rodillas, la nuca helada. La casi-luna ampara mi marcha.

Pero más seguramente soy solamente el cielo nocturno.

Aparentes pequeños puntos rutilantes, aparentes nubes quietas, aparente Luna Llena; un lienzo de apariencias, de tonalidades difuminadas, nunca de colores concretos, un manto oscurecido por las mentiras, por las verdades calladas, que se dicen en susurros a un centímetro de la oreja pero que se confunden con el sonido del viento, con las hojas de las árboles que bailan, con las nubes que corren febriles. Soy un sólo ojo atento. Siempre muy abierto. Soy el testigo del tronco de encina que abre los ojos y me mira, de la avenida aplastada por el mutismo, de las decisiones que se formulan detrás de los pulmones y no en la boca.

Y hablan todos: “Y la única sensación era el peso del cielo en mi frente. Te preguntaba que era todo aquello y me respondías con una quieta mirada.”

“No siento,” decían, “pero me muerdo los labios”.
La mano izquierda sostenía el tubo del teléfono,
la mano derecha se ocupaba vagamente del aire,
por la izquierda llegaban golpes de adiós, golpes de olvido,
por la derecha descendía toda la luz sucia de polvo,
la mano izquierda sostenía el tubo del teléfono,
la mano derecha me miraba fijamente el pescuezo.
Sputnik Andrade Oct 2012
Te voy a escribir un poema, dice la voz grave, de padre severo, la que te da miedo, porque eso es lo que hago.

Porque así hiero, así deshumanizo, así  vuelvo invisible lo delineado, lo certero. Escribiendo transformo la carne y la sangre y los huesos en grafito que se borra, en caracteres que vuelan y se pierden.

Así te vuelvo a ti, todo, en nada.

Eras un gato. Eras lluvia ominosa. Fuentes sin agua, mar encerrado. Eras belleza donde nadie quería mirar. Nadie se acerca jamás a lo derruido y a lo gris a lo que huele a abandonado, extranjero.

Me gustaba llorar en tu desolación. En la tierra húmeda que estaba bajo tus pies. En las manos siempre vacías.

Eras extraordinario.

Un caballero exiliado, un detective medieval, un magnate honesto.

Eras, eras, eras.

Déjame convertirte, ahora, en algo más. Ahora que has dejado de ser, que incluso perdiste la piel, el cabello, el brillo.

Eres Siddharta, joven de nuevo camino. Eres el Buda. Renunciaste a todo [polvo, ropa usada, brillo] Te volviste nada. Un mesías. El Uno.

Poesía. ¿Tú?

Tú no eres poesía, tu no eres las copas de los árboles que se mecen [se mecen] junto con el caprichoso baile del viento. ¿Tú?

Comes y amas y vives y haces y dejas de hacer porque ya es de día y ya es de noche. ¿Tú?

Siddharta Eclipsado por la Luz. Siddharta sin voz. Sólo Om. Om. Om.

Eras el soldado sin nombre. Todos ellos, deshechos por la guerra, con lámparas de aceite en la mirada, pasos tenues.

Eras.

Eso es lo que eres. La exaltación [mía] del pasado, el vivir en los recuerdos, la nostalgia, la niñez difuminada, antes de anochecer, una sonrisa inocente. No es un vacío o un espacio sin polvo entre los libros, la marca de que un cuerpo que estuvo entre las sábanas.

Eres el pasado que murió y ya no existe. No eres, dios reencarnado.

Te volviste santo, te sentaste y te transformaste en piedra tallada, te cubriste de musgo y de olvido, solamente. Todo lo demás es demasiado humano.

Siddharta, inútil cualquier intento. Porque no puedes ganarme. Yo soy la pluma que escribe. Yo te invento, yo te insuflo vida y yo ya no quiero dártela, porque estás intentando escribir y eso no te lo puedo permitir. Eso no lo puede hacer.

Yo soy Jesús de Judea, vivo, muerto, con luz propia, crucificado, envuelto en rosas, en todas partes, los puentes, las manchas, los cuellos, las malas palabras, el ****, el día y la noche, tinta, papel de arroz, copal y oro. Todo, todos.

[

Entre dos montañas y un río,
el Buda más grande de la Tierra se sienta.
En su oreja izquierda, sin embargo,
vive una familia de golondrinas.

]

Esta es mi venganza, piedra verde, chiquillo de la nada.
David Josemaria Jul 2012
Las frutas las he explicado.
Quizá fue por tu inclinar
hacia el bancal de fresas
y cuando no se seca
en mí flor ninguna
quizá es porque a ti te ha
el gozo ya incitado
a coger una.

Sé como estabas corriendo;
tan de pronto, sofocada,
esperando estabas
enfretandote a mi cara.
Sentado a tu lado
porque estabas durmiendo;
y rosada yacía
tu izquierda mano.
Natalia Rivera Sep 2014
Una mañana ella se encontraba frente al espejo, parecía estar concentrada mirando su reflejo pero lo curioso era que lo que veía en el espejo no era precisamente eso. Ella vio su vida pasar frente a ella, vio como surgió el amor que tenia con su esposo, la ternura con la que cuidaba a su hijo desde pequeño, los placenteros fin de semanas con sus amistades, la canción que le recordaba lo bueno que era estar enamorado, su libro favorito, el olor del mar, todos los errores que cometió, el porqué era feliz. Ese día, ella pudo volverse a encontrar   una última vez. Complacida, condujo hasta llegar al rio que había cerca de su casa. Se sentó en una roca a contemplar por última vez la belleza que la vida le había obsequiado; estaba cautivada por el sonido del agua corriendo, los arboles moviéndose, los animales con su canto. Era la despedida perfecta, miro a su izquierda y junto a ella yacía una mujer la cual le sonrió. Ella sabía perfectamente que hacia la mujer allí, la hora había llegado. Miro por última vez todo lo que le rodeaba, cerró los ojos y por primera vez pudo recordar otra vez todo lo que había visto frente al espejo; entre sollozos le dijo a la mujer que aun no estaba lista, que tenía que hacer una última cosa antes de partir. Regreso a su hogar en busca de su familia pero lo que encontró fue una carta.

Amada mía:
Para cuando leas esto ya yo me abre ido, mi enfermedad no me permitirá seguir más. Solo tengo un último deseo: el día que recuerdes todo lo harás para siempre. Quiero que tomes tu libro favorito, el traje que tanto te gusta, te sirvas una buena taza de café y me vallas a ver al rio para recordarte todos los días lo mucho que te amo.


Y así lo hizo.
No cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.
Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Dónde está Tanganika? ¿Qué año
nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.
¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.
No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
¡Ay, sí, no respirar! Dar el no a todos los nos.
Y descansar: morir.
Ya va a venir el día; da
cuerda a tu brazo, búscate debajo
del colchón, vuelve a pararte
en tu cabeza, para andar derecho.
Ya va a venir el día, ponte el saco.

Ya va a venir el día; ten
fuerte en la mano a tu intestino grande, reflexiona,
antes de meditar, pues es horrible
cuando le cae a uno la desgracia
y se le cae a uno a fondo el diente.

Necesitas comer, pero, me digo,
no tengas pena, que no es de pobres
la pena, el sollozar junto a su tumba;
remiéndale, recuerda,
confía en tu hilo blanco, fuma, pasa lista
a tu cadena y guárdala detrás de tu retrato.
Ya va a venir el día, ponte el alma.
Ya va a venir el día; pasan,
han abierto en el hotel un ojo,
azotándolo, dándole con un espejo tuyo...
¿Tiemblas? Es el estado remoto de la frente
y la nación reciente del estómago.
Roncan aún... ¡Qué universo se lleva este ronquido!
¡Cómo quedan tus poros, enjuiciándolo!
¡Con cuántos doses ¡ay! estás tan solo!
Ya va a venir el día, ponte el sueño.

Ya va a venir el día, repito
por el órgano oral de tu silencio
y urge tomar la izquierda con el hambre
y tomar la derecha con la sed; de todos modos,
abstente de ser pobre con los ricos,
atiza
tu frío, porque en él se integra mi calor, amada víctima.
Ya va a venir el día, ponte el cuerpo.

Ya va a venir el día;
la mañana, la mar, el meteoro, van
en pos de tu cansancio, con banderas,
y, por tu orgullo clásico, las hienas
cuentan sus pasos al compás del asno,
la panadera piensa en ti,
el carnicero piensa en ti, palpando
el hacha en que están presos
el acero y el hierro y el metal; jamás olvides
que durante la misa no hay amigos.
Ya va a venir el día, ponte el sol.

Ya viene el día; dobla
el aliento, triplica
tu bondad rencorosa
y da codos al miedo, nexo y énfasis,
pues tú, como se observa en tu entrepierna y siendo
el malo ¡ay! inmortal,
has soñado esta noche que vivías
de nada y morías de todo...
Patas de perro con
mi primacho Miguel
en Pereira, buscando
un hotel pa pagar
la estancia de una cuartico
cerca al centro o
a poca distancia
del burdel.  

Nos tomamos un jugo de caña
y como ya tengo la maldita maña, llamamos al Toro porque
sin esa hierbita jamás
cerraría pestaña

Dándole vueltas al centro, esperándolo a él
Vi un lindo edificio
y le dije a Miguel:
"un segundo hermano que me
  gustó ese hotel, voy a entrar a
  ver si hay cupo"
y a cuánto estaba
una noche en aquél.

Me mira bien serio y
me deja pasar
quedándose afuera pa disimular.

"Buenas tardes caballero,
bien pueda...
¿En que le puedo servir?"

"Busco un cuartico que mi primo
  y yo pensamos quedarnos en
  Pereira esta noche, ¿a cuánto
  están?"

¿Cómo así? me contesta
y como creía que
no me había entendido...
repiti la encuesta.  
Otra vez ....¿Cómo así?

En eso momento,
que pendejo te cuento,
me di cuenta que
no era un hotel.
De un salón a la izquierda
salían los llantos
seguidos por un desfile
en ***** de luto.....
y yo hijueputa ¡"que bruto"!

Volteaba a ver si el primo ya sabía que pasaba cuando
soltó la gran carcajada.  

Huí sin mu decir
buscando la risa de Miguel
que decía uy... ¿que pasó no es hotel?

Pero se la hice también
cuando nos recogió el torito
y comenzamos a fumar y fumar. Tantos baretos estilo Bob Marley que ya no nos podíamos ver.

Cuando se escapó todo el humo Miguel se detuvo
antes de casi caer.  
Con ojos cruzados y labios babeados empecé
a burlarme también.
Story bout my cousin letting me make a fool of myself in Pereira Colombia by asking the front desk at a funeral home if they had rooms for the night.  And how I got him back
"hop hop alba amo" decía a caballo de Alabama bright morgan
había nacido al lado de donde se quedaron los juntadores de pasto
indios choctaw que leían las nubes
frenadas por el sur los Apalaches tanta desolación

dios mío tanta desolación no alcanzó para un buen río
"no alcanzaste para un buen río mi Dios" decía bright morgan
"ah distraído" decía a caballo entre Sam Dale, William Bankhead (que tenía
cabeza de pájaro señor) y aún la Julia Tutwiler
(reformadora social consolatriz de presos poetisa) otros notables del lugar


"¡ah muererío muererío!" decía bright morgan sin dejar de correr
pensando en la madre que vio decapitar a siete hijos subida su tejado
y después se tiró del tejado

bright morgan hablaba también
de las culebras y alacranes que se comieron el corazón amargo
de 7 hermanos 7 camino de Aragón
ola que ola la maripola no pasa nadie nadie

no pasa nadie por el cuerpo de bright morgan ya
más que el viento la arena volada por el aire
porque se va a morir
lo dejarán salir

y la madre se subirá al tejado y dirá:
"quien a este hijo pierde merece ser apedreada
le pediría uñas al águila pezuñas a la
bestia con pezuñas
y no le dejaría a la tierra ese muchacho lindo no"

decía la madre de bright morgan
"no dejaría que la tierra lo pudra le deshaga la frente hermosa no
yo se lo arrancaría a la tierra de trigo sembrada
con dolor robaría a la tierra ese hijo tan bueno cara de plata"

decía la madre de bright morgan:
"que se llevó la tierra con golpe rabioso no
ese pequeño novio no alcanzó a criar hijos
dejó casa vacía por casa llena de compañeros sin luz"

mientras tanto bright morgan murió
"no le echen tierra sobre la frente hermosa" pedía la madre pero él
crecía a la derecha a la izquierda
abajo arriba iba creciendo como una vaca grande

cuando el pelo de bright morgan paró
toda Alabama se detuvo un instante
pero ya no decía "madre madre no me dejes salir"
ola que ola maripola no pasa nadie nadie
Con una cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.

Fuego de siempre dormía en los pedernales,
y los escarabajos borrachos de anís
olvidaban el musgo de las aldeas.

Aquel viejo cubierto de setas
iba al sitio donde lloraban los negros
mientras crujía la cuchara del rey
y llegaban los tanques de agua podrida.

Las rosas huían por los filos
de las últimas curvas del aire,
y en los montones de azafrán
los niños machacaban pequeñas ardillas
con un rubor de frenesí manchado.

Es preciso cruzar los puentes
y llegar al rubor *****
para que el perfume de pulmón
nos golpee las sienes con su vestido
de caliente piña.

Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente
a todos los amigos de la manzana y de la arena,
y es necesario dar con los puños cerrados
a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas,
para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre,
para que los cocodrilos duerman en largas filas
bajo el amianto de la luna,
y para que nadie dude de la infinita belleza
de los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas de las cocinas.

¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.

Tenía la noche una hendidura y quietas salamandras de marfil.
Las muchachas americanas
llevaban niños y monedas en el vientre
y los muchachos se desmayaban en la cruz del desperezo.
Ellos son.
Ellos son los que beben el whisky de plata junto a los volcanes
y tragan pedacitos de corazón por las heladas montañas del oso.

Aquella noche el rey de Harlem con una durísima cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.
Los negros lloraban confundidos
entre paraguas y soles de oro,
los mulatos estiraban gomas, ansiosos de llegar al torso blanco,
y el viento empañaba espejos
y quebraba las venas de los bailarines.

Negros, Negros, Negros, Negros.

La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba.
No hay rubor. Sangre furiosa por debajo de las pieles,
viva en la espina del puñal y en el pecho de los paisajes,
bajo las pinzas y las retamas de la celeste luna de cáncer.

Sangre que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardo,
cielos yertos, en declive, donde las colonias de planetas
rueden por las playas con los objetos abandonados.

Sangre que mira lenta con el rabo del ojo,
hecha de espartos exprimidos, néctares de subterráneos.
Sangre que oxida el alisio descuidado en una huella
y disuelve a las mariposas en los cristales de la ventana.

Es la sangre que viene, que vendrá
por los tejados y azoteas, por todas partes,
para quemar la clorofila de las mujeres rubias,
para gemir al pie de las camas ante el insomnio de los lavabos
y estrellarse en una aurora de tabaco y bajo amarillo.

Hay que huir,
huir por las esquinas y encerrarse en los últimos pisos,
porque el tuétano del bosque penetrará por las rendijas
para dejar en vuestra carne una leve huella de eclipse
y una falsa tristeza de guante desteñido y rosa química.

Es por el silencio sapientísimo
cuando los camareros y los cocineros y los que limpian con la lengua
las heridas de los millonarios
buscan al rey por las calles o en los ángulos del salitre.

Un viento sur de madera, oblicuo en el ***** fango,
escupe a las barcas rotas y se clava puntillas en los hombros;
un viento sur que lleva
colmillos, girasoles, alfabetos
y una pila de Volta con avispas ahogadas.

El olvido estaba expresado por tres gotas de tinta sobre el monóculo,
el amor por un solo rostro invisible a flor de piedra.
Médulas y corolas componían sobre las nubes
un desierto de tallos sin una sola rosa.

A la izquierda, a la derecha, por el sur y por el norte,
se levanta el muro impasible
para el topo, la aguja del agua.
No busquéis, negros, su grieta
para hallar la máscara infinita.
Buscad el gran sol del centro
hechos una piña zumbadora.

El sol que se desliza por los bosques
seguro de no encontrar una ninfa,
el sol que destruye números y no ha cruzado nunca un sueño,
el tatuado sol que baja por el río
y muge seguido de caimanes.

Negros, Negros, Negros, Negros.

Jamás sierpe, ni cebra, ni mula
palidecieron al morir.
El leñador no sabe cuándo expiran
los clamorosos árboles que corta.
Aguardad bajo la sombra vegetal de vuestro rey
a que cicutas y cardos y ortigas turben postreras azoteas.
Entonces, negros, entonces, entonces,
podréis besar con frenesí las ruedas de las bicicletas,
poner parejas de microscopios en las cuevas de las ardillas
y danzar al fin, sin duda, mientras las flores erizadas
asesinan a nuestro Moisés casi en los juncos del cielo.

¡Ay, Harlem, disfrazada!
¡Ay, Harlem, amenazada por un gentío de trajes sin cabeza!
Me llega tu rumor,
me llega tu rumor atravesando troncos y ascensores,
a través de láminas grises
donde flotan tus automóviles cubiertos de dientes,
a través de los caballos muertos y los crímenes diminutos,
a través de tu gran rey desesperado
cuyas barbas llegan al mar.
A Lopez Jul 2015
Hermano: Alonzo Dominic Lopez, desde ustedes izquierda
Yo tener estado muriendo como ustedes murió!
Hermano: Alonzo Dominic Lopez= yo perder ustedes así mucho!
Hermano: amor ustedes
Rip hermano
Todos caminan
yo también camino

es lunes y venimos con la saliva amarga
mejor dicho
son ellos los que vienen

a la sombra de no sé cuántos pisos
millones de mandíbulas
que mastican su goma
sin embargo son gente de este mundo
con todo un corazón bajo el chaleco

hace treinta y nueve años
yo no estaba
tan solo y tan rodeado
ni podía mirar a las queridas
de los innumerables ex-sargentos
de ex-sargentísimo Batista
que hoy sacan a mear
sus perros de abolengo
en las esquinas de la democracia
hace treinta y nueve años
allá abajo
más debajo de lo que hoy se conoce
como Fidel Castro o como Brasilia
abrí los ojos y cantaba un gallo
tiene que haber cantado
necesito
un gallo que le cante al Empire State Building
con toda su pasión
y la esperanza
de parecer iguales
o de serlo

todos caminan
yo también camino
a veces me detengo
ellos no
no podrían

respiro y me siento
respirar
eso es bueno
tengo sed y me cuesta
diez centavos de dólar
otro jugo de fruta
con gusto a Guatemala

este cumpleaños
no es
mi verdadero
porque este alrededor
no es
mi verdadero
los cumpliré más tarde
en febrero o en marzo
con los ojos que siempre me miraron
las palabras que siempre me dijeron
con un cielo de ayer sobre mis hombros
y el corazón deshilachado y terco
los cumpliré más tarde
o no los cumplo
pero éste no es mi verdadero

todos caminan
yo también camino
y cada dos zancadas poderosas
doy un modesto paso melancólico

entonces los becarios colombianos
y los taximetristas andaluces
y los napolitanos que venden pizza y cantan
y el mexicano que aprendió a mascar chicles
y el brasileño de insolente fotómetro
y la chilena con su amante ******
y los puertorriqueños que pasean
su belicosos miedo colectivo
miran y reconocen mi renguera
y ellos también se aflojan un momento
y dan un solo paso melancólico
como los autos de la misma marca
que se hacen una seña con las luces

nunca estuvo tan lejos
ese cielo
nunca estuvo tan lejos
y tan chico
un triángulo isósceles nublado
que ni siquiera es una nube entera

tengo unas ganas cursis
dolorosas
de ver algo de mar
de sentir como llueve en Andes y Colonia
de oír a mi mujer diciendo cualquier cosa
de escuchar las bocinas
y de putear con eco
de conseguir un tango
un pedazo de tango
tocado por cualquiera
que no sea Kostelanetz

pero también es bueno
sentir alguna vez un poco de ternura
hacia este chorro enorme
poderoso
indefenso
de humanidad dócilmente apurada
con la cruz del confort sobre su frente
un poco de imprevista ternura sin raíces
digamos por ejemplo hacia una madre equis
que ayer en el zoológico de Central Park
le decía a su niño con preciosa nostalgia
look Johnny this is a cow
porque claro
no hay vacas entre los rascacielos

y otro poco de fe
que es mi único folklore
para agitar como un pañuelo blanco
cuando pasen o simplemente canten
las tres clases de seres más vivos de este Norte
quiero decir los negros
las negras
los negritos

todos caminan
pero yo
me he sentado
un yanqui de doce años me lustra los zapatos
él no sabe que hoy es mi cumpleaños
ni siquiera que no es mi verdadero
por mi costado pasan todos ellos
aaso yo podría ser un dios provisorio
que contemplara inerme su rebaño
o podría ser un héroe más provisorio aún
y disfrutar mis trece minutos estatuarios

pero todo está claro
y es más dulce
más útil
sobre todo más dulce
reconocer que el tiempo está pasando
que está pasando el tiempo y hace ruido
y sentirse de una vez para siempre
olvidado y tranquilo
como un cero a la izquierda.
Hay un tirano que sujeta
y otro tirano que desata...
y entre los dos tu predio, libertad.
¡Libertad, libertad,
hazaña prometeica,
en tensión angustiosa y sostenida
de equilibrio y amor!
¡Libertad española!
a tu derecha tienes
los grillos y la sombra
y a tu izquierda la arena
donde el amor no liga.
Se es esclavo del hacha
lo mismo que del cepo...
Y el desierto es también un calabozo;
el desierto amarillo
donde el átomo roto
no se pone de pie.
De aquí nadie se escapa. Nadie.
Porque dime tú, amigo cordelero,
¿hay quién trence una escala
con la arena y el polvo?

Español,
más pudo tu envidia
que tu honor,
y más cuidaste el hacha
que la espada.
Tuya es el hacha, tuya.
Más tuya que tu sombra.
Contigo la llevaste a la Conquista
y contigo ha vivido
en todos los exilios.
Yo la he visto en América
-en México y en Lima-,
Se la diste a tu esposa
ya tu esclava...
y es la eterna maldición de tu simiente.

Tuya es el hacha, el hacha:
la que partió el Imperio
y la nación,
la que partió los reinos,
la que parte la ciudad
y el municipio,
la que parte la grey
y la familia,
la que asesina al padre
-Álvar González,
Álvar González, habla-,
Bajo su filo se ha hecho polvo
el Arca,
la casta,
y la roca sagrada de los muertos;
el coro,
el diálogo
y el himno;
el poema,
la espada
y el oficio;
la lágrima,
la gota
de sangre,
y la gota
de alegría...
Y todo se hará polvo,
todo,
todo,
todo...
Polvo con el que nadie,
nadie,
construirá jamás
ni un ladrillo
ni una ilusión.
- JP DeVille Jun 2017
Oh padre mío, ¿Qué ha sido de ti?
Qué te ha hecho la vida,
te miras tan cansado ya,
Con tus ojos tristes llenos de recuerdos.
Veo tus errores marcados en las líneas
de tu frente,
siento en el choque de tu mano
como tiemblan tus huesos,
Tú me abrazas, pero tus brazos ya no tienen fuerza.

Oh padre mío, ¿Qué ha sido de ti?
Te fuiste en un día soleado con tus hombros
amplios y llenos de poder,
-me dejaste sonriendote-,
mientras las lágrimas de mi madre caían sobre mí.
Y ahora has vuelto con tus trapos
empapados con lluvia fría,
tus pies cortados y quemados por los fuegos que has cruzado;
te escucho y me hablas con una voz arrepentida.

Oh padre mío, ¿Qué ha sido de ti?
Mira tus dedos, tu mano izquierda,
donde una vez guardabas ese anillo de aquel amor,
que tanto afirmabas tener por mi madre,
ahora reemplazado por una oración.
El reloj en tu muñeca,
congelado en el tiempo en que te fuiste.
Padre soy tu hijo, mírame padre mío,
que soy tu en el espejo,
te entiendo y siento tu dolor,
Siento tu miseria,
tu tristeza y tu rencor.


Oh padre mío, ¿Qué ha sido de ti?
Han sido diecisiete años,
muchas cosas han pasado desde ayer,
ya no soy el niño que te miraba golpeando a tu propia mujer;
ya no soy el niño que dejaste de querer.
No te odio padre mío,
porque tú y yo somos tan diferentes
y tan iguales a la vez.
Padre yo soy tu hijo,
pero tu no eres mi padre.
Buscando raíces de alas
la frente
se le desplaza
a derecha
e izquierda.
Y sobre el remolino
de la cara
se le fija,
telón del más allá,
comba y ancha.
Una alimaña
le grita en la nariz
que intenta aplastársele
enfurecida...
Irrumpe un griego
por sus ojos distantes.
Un griego
que sofocan de enredaderas
las colinas andaluzas
de sus pómulos
y el valle trémulo
de su boca.
Salta su garganta
hacia afuera
pidiendo
la navaja lunada
de aguas filosas.
Cortádsela.
De norte a sud.
De este a oeste.
Dejad volar la cabeza,
la cabeza sola,
herida de ondas marinas
negras...
Y de caracolas de sátiro
que le caen
como campánulas
en la cara
de máscara antigua.
Apagadle
la voz de madera,
cavernosa,
arrebujada
en las catacumbas nasales.
Libradlo de ella,
y de sus brazos dulces,
y de su cuerpo terroso.
Forzadle sólo,
antes de lanzarlo
al espacio,
el arco de las cejas
hasta hacerlos puentes
del Atlántico,
del Pacífico...
Por donde los ojos,
navíos extraviados,
circulen
sin puertos
ni orillas...
Ahora que es el fin
y ya todos las vieron
de perfil y de frente
in pectore y al dorso
en tules y de largo
no pueden caber dudas
la reina es la más linda

ah sí / pero la octava
la octava de la izquierda
tampoco caben dudas
ésa es la cautivante
sus dos centímetros de menos
sus seis centímetros de más
como decía el viejo nietzsche
la hacen humana
demasiado humana

la reina es la más linda
pero la octava de la izquierda
es la más seductora
quién podrá resistirse
a sus labios en pena
a sus ojos de vencida
su tristeza en bikini.
Y, en fin, pasando luego al dominio de la muerte,
que actúa en escuadrón, previo corchete,
párrafo y llave, mano grande y diéresis,
¿a qué el pupitre asirio? ¿a qué el cristiano púlpito,
el intenso jalón del mueble vándalo
o, todavía menos, este esdrújulo retiro?

¿Es para terminar,
mañana, en prototipo del alarde fálico,
en diabetis y en blanca vacinica,
en rostro geométrico, en difunto,
que se hacen menester sermón y almendras,
que sobran literalmente patatas
y este espectro fluvial en que arde el oro
y en que se quema el precio de la nieve?
¿Es para eso, que morimos tánto?
¿Para sólo morir,
tenemos que morir a cada instante?
¿Y el párrafo que escribo?
¿Y el corchete deísta que enarbolo?
¿Y el escuadrón en que falló mi casco?
¿Y la llave que va a todas las puertas?
¿Y la forense diéresis, la mano,
mi patata y mi carne y mi contradicción bajo la sábana?
¡Loco de mí, lovo de mí, cordero
de mí, sensato, caballísimo de mí!

¡Pupitre, sí, toda la vida; púlpito,
también, toda la muerte!
Sermón de la barbarie: estos papeles;
esdrújulo retiro: este pellejo.

De esta suerte, cogitabundo, aurífero, brazudo,
defenderé mi presa en dos momentos,
con la voz y también con la laringe,
y del olfato físico con que oro
y del instinto de inmovilidad con que ando,
me honraré mientras viva -hay que decirlo;
se enorgullecerán mis moscardones,
porque, al centro, estoy yo, y a la derecha,
también, y, a la izquierda, de igual modo.
En los campos de Antelo, hacia el noventa
mi padre lo trató. Quizá cambiaron
unas parcas palabras olvidadas.
No recordaba de él sino una cosa:
el dorso de la oscura mano izquierda
cruzado de zarpazos. En la estancia
cada uno cumplía su destino:
éste era domador, tropero el otro,
aquél tiraba como nadie el lazo
y Simón Carvajal era el tigrero.
Si un tigre depredaba las majadas
o lo oían bramar en la tiniebla,
Carvajal lo rastreaba por el monte.
Iba con el cuchillo y con los perros.
Al fin daba con él en la espesura.
Azuzaba a los perros. La amarilla
fiera se abalanzaba sobre el hombre
que agitaba en el brazo izquierdo el poncho,
que era escudo y señuelo. El blanco vientre
quedaba expuesto. El animal sentía
que el acero le entraba hasta la muerte.
El duelo era fatal y era infinito.
Siempre estaba matando al mismo tigre
inmortal. No te asombre demasiado
su destino. Es el tuyo y es el mío,
salvo que nuestro tigre tiene formas
que cambian sin parar. Se llama el odio,
el amor, el azar, cada momento.
ConnectHook Jun 2018
El hecho de que
Los nicas no tienen
Temor de morir
Hemos visto. Mueren
En sus propias calles
Luchando contra dictaduras
De la derecha
Como de la izquierda.

Me pregunto:
¿Cuándo van a vivir
Para conseguir
Su libertad democrática
Y no mas morir
Por tiranos
?
Venezuela =
100+ unarmed protesters
killed by Marxist govt. in 3 years

Nicaragua =
100+ unarmed protesters
killed by Marxist govt. since 4/19/18
Sergio Lira Jan 2019
Cada respiración es una canción de amor
De izquierda a derecha, nos rebasa
Regresaremos al mundo del más allá.
A tal destino nadie puede desafiar.

Venimos de los cielos
Ahí fraternizamos con los Ángeles
Al mismo lugar nos elevaremos
A esa ciudad, pasando los siete cielos.

Estamos por encima de los cielos
y trascendemos a los ángeles
¿Por qué deberíamos transigir?
La Casa de las Canciones es nuestro destino.

Vivamos con buena Fortuna
El destino es contradictorio,
Alegres a nuestras vidas demos
La victoria del orgullo mundano.

El dulce aroma de esta brisa
Brota del rizo de ese cabello
Radiante fantasía sobre sus rodillas
Sobre de esa cara gustoso se fija.

Las personas son como los dementes
Nacen del mar del alma
Manténgase a flote muchas lunas
Al mar, el demente, controla.

Desde ese mar llegó la ola
Mientras el barco tomaba forma
Del naufragio nadie podría salvarse
Volviendo al mar por esa tormenta.

Lo que parecía malo, era la gracia
la amabilidad estaba en la ira de la ola
El amanecer de la conciencia aparece
Iluminando ese camino divino.

Desde Tabriz comenzó a brillar
La Luz de la Verdad, me llama
Tu luz que siendo la Distinta Luz
Divina, no obstante, conecta todo.

Rumi-Divan-e Shams

Tomado de la magnífica traducción al inglés de Shahriar Shahriari
Vancouver, Canada July 20, 1998
te escribo en una hojita de papel
caída del cuaderno del hijo
con una baca un burro
sumas restas

esta carta que enviaré jamás
tiene delicias y tristezas
y cuando la leías
te ponías muy dulce

porque yo no escribía nada
pero cantaban los pájaros
azules de la izquierda

volaban a tu sombra y callaban
con los ojos abiertos
como memorias en la noche
Carlos avanza entre su pueblo. Mira
a la izquierda y a la derecha. Ha rechazado
los brazos de la escolta. Liberado
de la necesidad de la mentira,

sabe que hoy va a la muerte, no al olvido,
y que es un rey. La ejecución lo espera;
la mañana es atroz y verdadera.
No hay temor en su carne. Siempre ha sido,

a fuer de buen tahúr, indiferente.
Ha apurado la vida hasta las heces;
ahora está solo entre la armada gente.

No lo infama el patíbulo. Los jueces
no son el Juez. Saluda levemente
y sonríe. Lo ha hecho tantas veces.
Enorme y sólida
                                pero oscilante,
golpeada por el viento
                                          pero encadenada,
rumor de un millón de hojas
contra mi ventana.
                                    Motín de árboles,
oleaje de sonidos verdinegros.
                                                       
La arboleda,
quieta de pronto,
                                es un tejido de ramas y frondas.
Hay claros llameantes.
                                        Caída en esas redes
se revuelve,
           
          respira
una materia violenta y resplandeciente,
un animal iracundo y rápido,
cuerpo de lumbre entre las hojas:
                                                          el día.
A la izquierda del macizo,
                                                más idea que color,
poco cielo y muchas nubes,
                                                  el azuleo de una cuenca
rodeada de peñones en demolición,
                                                              arena precipitada
en el embudo de la arboleda.
                                                    En la región central
gruesas gotas de tinta
                                      esparcidas
sobre un papel que el poniente inflama,
***** casi enteramente allá,
                                                en el extremo sudeste,
donde se derrumba el horizonte.
                                                          La enramada,
vuelta cobre, relumbra.
                                          Tres mirlos
atraviesan la hoguera y reaparecen
                                                           
ilesos,
en una zona vacía: ni luz ni sombra.
                                                          Nubes
en marcha hacia su disolución.

Encienden luces en las casas.
El cielo se acumula en la ventana.
                                                          El patio,
encerrado en sus cuatro muros,
                                                  se aísla más y
más.
Así perfecciona su realidad.
                                              El bote de basura,
la maceta sin planta,
                                  ya no son,
sobre el opaco cemento,
                                        sino sacos de sombras.
Sobre sí mismo
                                el espacio
se cierra
          Poco a poco se petrifican los nombres.
Lo próspero crecerá de tu palma
izquierda
arrasando con la tierra piel de tu mano  
convirtiéndose en volcán
que revienta en un bello bienal

Tus uñas sé conocerán como hojas y la desdicha no más te deshacer a
sentirás la profundidad de tus años

Calmada mente te regarás
y con una fecundidad
de tú adquirida paciencia
darás rosetas

Y yo en ese segundo año
regresaré
para si quiera verte en flor
Nadie a tu lado.
Anoche maté a un hombre en la batalla.
Era animoso y alto, de la clara estirpe de Anlaf.
La espada entró en el pecho, un poco a la izquierda.
Rodó por tierra y fue una cosa,
una cosa del cuervo.
En vano lo esperarás, mujer que no he visto.
No lo traerán las naves que huyeron
sobre el agua amarilla.
En la hora del alba,
tu mano desde el sueño lo buscará.
Tu lecho está frío.
Anoche maté a un hombre en Brunanburh.
Cobayo
lívido engendro digo de puna
que enquena el aire
y en uniqueja isola su yo cotudo de ámbito telúrico
Yo cobayo de alturaPoco coco del todo
sino inórbito asombro
acodado al reborde de su caries de nadaCon tedio y tiempo muerto cogitabundo exhumo
tibias lívidas líbidos invertebrados ocios
restos quizás de sueño del ensoñar trasueños
segismundiando digoTras desandar la noche sin un astro custodio
crece en alivio cierto el íntimo retorno a una sed sedentaria
pero aunque olvide el turbio angustiante bagaje
su más desierto huésped destíñeme el llamado
y no encuentro la llaveSípido hueco adulto con hipo de eco propio
sobresuspenso acaso por invisibles térmicos hipertensos estambres
sobre mi mucho pelo y demasiado pozo
aletea el silencio de mi chambergo cuervo
aunque estoy vivoPor tan mínima araña suspendida también de lo invisible
en el ínfimo tiempo del porqué dónde y cuándo
con traslúcidos móviles grisgrices de centellar de párpado
y constancia de péndulo
tan solitariamente acompañado
y amigo de la nocheNo la otra o la otra
ni la misma en la otra o en la otra
la otra
no la otraEntre restos de restas
y mi prole de ceros a la izquierda
sólo la soledad
de este natal país de nadie nadie
me acompañaEn busca fui de todo
y más y más y más
paria voraz y solo
y por demás demásEstepandando sigo
los anillos de médano
que dejan en mi arena
mis bostezos camellos
Victor D López Dec 2019
TranslateMatar de hambre a su pueblo forzado a comer a sus mascotas o de los contenedores no es suficiente;
Causar la emigración de más de 3.000.000 de los mejores y más brillantes ciudadanos no es suficiente;
Una tasa de inflación anual del 60, 324% en la actualidad (fuente: Forbes) no es suficiente; Rechazar a punto de ametralladoras alimentos y medicinas del extranjero enviadas para ayudar a los enfermos y a quienes se mueren de hambre en las fronteras no es suficiente;
Traquetear la Constitución y establecer una dictadura no basta;
Miles de millones de dólares robados al pueblo venezolano por compinches no es suficiente;
Destruir la esperanza, el progreso y una economía mundial líder no alcanza.

Hoy los matones del gobierno están literalmente atropellando a los manifestantes en vehículos blindados.

Un pequeño grupo de apologistas de izquierda rabiosa en los Estados Unidos nos dicen que ignoremos al hombre detrás del telón en un intento demente de defender lo indefendible deben finalmente enfrentar a la realidad.

Maduro debe irse. Su distópica marxista debe ser desmantelada. El pueblo venezolano debe recuperar el derecho de autodeterminación a través de elecciones libres y justas, no las falsas elecciones que todas las naciones comunistas utilizan para mostrar cerca del 100% de la aprobación del tirano gobernante.

¡Ya basta!

Publicado originalmente el 30 de abril de 2019 en inglés con el titulo “Venezuela: Enough is Enough!"
Originally posted April 30, 2019 in English as “Venezuela: Enough is enough!” Sadly, little has changed since then.] Original post: https://hellopoetry.com/poem/3124029/venezuela-enough-is-enough/
Borges Sep 2021
La literature de un escorpion en pura quema, es del todo lo, que te quema la chacheta la promised, se es mas lucido el poema, los realizado en el desierto de es un mounstro llamado Parzival.

Empieza un hombre, que es hombre, es Buenos Aires, entra a la calle se separa un mismo en un ojo ***** salido de centro de mano izquierda, alquien empuja al dictado, es marmol recucitado en 27 sequencias, nunca se entro su Ceiba, es de guatemala, veo puerta abrirse y cerrar, mi mano sale del bolsillo, abro la puerta y encuntro policiaco de PDK en agencia pregunta, “Como te saliste del hospital” y La Tuerta escupe “Esta casa esta lejisimos casi 2 millas toma 1 hora en llegar, como caminar tan rapido, acabas de dejar el hospital”.

Vemos estrella amarilla un pentagramo que esconde alguien adentro, es un niño adelantado, es azulisimo y terrible, “mato a tus traidores, miradme” “I’m your son” Se encuentra como 15 momentarios hablando en estiercol matter, dicen que escribes, que significa esto que esta pasando va pasar y paso, “No, se entiendo, dejadme pensar, dame 10 a 25 años, espera, miamorsitos lindos”
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Valeria Chauvel Aug 2020
¿Eres tú, tristeza, vieja amiga?
Hoy es un día de aquellos,
y yo ya no estoy aquí, me hundí ante el vértigo y me entrego a la oscuridad, pero me parece ver tus ojos de invierno:
soledad poblada.

Exilio, mejor amigo,
abrázame, es un desierto íntimo y el tiempo se resiste a torcer.
Se queda conmigo el canto desgarrador de la estepa y se desliza desde la ***** de mis dedos los vestigios de mi ser.
Serán enterrados ante este teatro, del cual mis ojos nunca se acomodaron:
la vieja trama amarrada al resultado desaparecido.
¿Himno de victoria? Te equivocas.

Hoy me llevó lejos esta fotografía enmohecida que soy frente al espejo, pendiente de un solo clavo, algo chueca, hacia la izquierda.
Nunca podrá adaptarse -menos mimetizarse- con la pared.

— The End —