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Eyen F Dec 2019
Gira la flor
-¡Tenue, exquisita flor!-
al son del pasar, de lo próximo y lo incierto,
al tacto del rincón eterno del ojo de Cronos
tu vestido nochebuena;
sus sangrientos espirales,
bombeando la vaporosa y gris arquitectura de tu ****,
marcando el límite -territorio-
señalando y ordenándome
sentir sino punzante y pedregosa impotencia;
ahogados en fuego llanto
gritamos yo y mi alma en silencio:
-Detente tu girar y date vuelta;
haz dos de tus girares, corazón;
dime, dime una vez más, con tu danzar;
recuérdame cual viejo frío y senil
el cómo te empecé yo a amar.

Y, delimitada mi clemencia, mi suspirar y mi poder
repetiste, con ignorancia, mi razón de lujo amar;
diste el bucle enamorado
recordando el ser de tus frías venas
recostándose en su verde esplendor;
tus contemplaciones, líneas de leer
del parentesco tuyo al griego guerrero
cuya espada y formidable escudo dorado
respondían con insolente vehemencia
a las plegarias del desdichado Héctor;
es tu intrigante idioglosia
tu secreto idioma tambaleante y curvilíneo;
la respuesta onírica, anhelada
bajo tu impetuoso y salvaje vestir nochebuena.

Códigos causantes
bañando el camisón de barroco secreto
de tu sucio y ominoso deseo;
poderíos inexistentes redactados con iris
en el más humano idioma;
la táctil y clara erección de tu registro
lubricado en el sadista idioma tuyo;
el tortuoso y cíclico tremor
de tu vestido nochebuena.
Emmanuel May 7
Ser un robot resolvería todo.
No tendría miedo.
No me asustaría de mi futuro tan incierto,
que se vuelve más errático con cada minuto que paso a tu lado.
Por un segundo, imagino una vida contigo sin temores…
y de repente, ya no estás.

Tengo miedo.
¿Soy débil por darte el arma cargada, esperando que no la uses contra mí?
Porque eso es el amor que te tengo:
cruzaría un puente tambaleante a ciegas
con la esperanza de encontrarte al final.
Me vuelvo un castillo de arena,
y con tu más fino toque,
puedes derrumbarme si así lo deseas.

Me da miedo,
porque si tú te vas, lloverá.
Y sin ti a mi lado,
los truenos lastiman aún más.

¿Miedo? ¿A qué?
Al efímero presente que me deja expuesto ante el pasado,
y enciende la llama de la incertidumbre que aguarda a mi futuro.
Pues sí, me aterra la idea
de que, aún esperándote una vida entera,
no sea suficiente para que me des la oportunidad
de intentar enamorarte una vez más.

Podrías incendiar nuestro mundo,
y yo me quedaría…
solo por ti.
A veces tenemos más miedo de las sombras del pasado que de la incertidumbre del futuro.

— The End —