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Marco Raimondi Feb 2019
Oscilação de um verbo, um minuto de vazio
Um lápis, uma folha branca e um verso
Um poeta, um mundo e um universo
Criação infértil, um ousar rápido e estio

Deste breve soneto não guardarei feitio
Pois a estética de meu agrado é o inverso
E se na subversão de minhas palavras, imerso
Desmeço o ritmo desta rima rica que emergiu

Adiciono mais seis versos para o fim
E cá escolho a palavra para rimas seguidas
Que, por conforto da língua, dou-lhe conferida

Para que torne-se um soneto, enfim
Com a solidez de uma música erguida,
E o feiume silábico de uma pétala caída!
Matilde, dónde estás? Noté, hacia abajo,
entre corbata y corazón, arriba,
cierta melancolía intercostal:
era que tú de pronto eras ausente.

Me hizo falta la luz de tu energía
y miré devorando la esperanza,
miré el vacío que es sin ti una casa,
no quedan sino trágicas ventanas.

De puro taciturno el techo escucha
caer antiguas lluvias deshojadas,
plumas, lo que la noche aprisionó:

y así te espero como casa sola
y volverás a verme y habitarme.
De otro modo me duelen las ventanas.
Yo/ fulano de mí/ llevo conmigo
tu rostro en cada suerte de la historia.
Tu cuerpo de mengana es una gloria
y por eso al soñar sueño contigo.

Luego/ si el sueño acaba te persigo
soñándote despierto/ es una noria
que rodea tu eco en mi memoria
y te cuenta esos sueños que te digo.

Así/ sin intenciones misteriosas
sé que voy a elegir de buena gana
de mi viejo jardín sólo tus rosas.

De las altas ventanas tu ventana
de los signos de mar tu mar de cosas
y de todo el amor/ tu amor/ mengana.
Con laureles del Sur y orégano de Lota
te corono, pequeña monarca de mis huesos,
y no puede faltarte esa corona
que elabora la tierra con bálsamo y follaje.

Eres, como el que te ama, de las provincias verdes:
de allá trajimos barro que nos corre en la sangre,
en la ciudad andamos, como tantos, perdidos,
temerosos de que cierren el mercado.

Bienamada, tu sombra tiene olor a ciruela,
tus ojos escondieron en el Sur sus raíces,
tu corazón es una paloma de alcancía,

tu cuerpo es liso como las piedras en el agua,
tus besos son racimos con rocío,
y yo a tu lado vivo con la tierra.
El hijo que la esclava ha concebido,
dice el derecho que le pertenece
al legítimo dueño que obedece
la esclava madre, de quien es nacido.

El que retorna el campo agradecido,
opimo fruto, que obediente ofrece,
es del señor, pues si fecundo crece,
se lo debe al cultivo recibido.

Así, Lysi divina, estos borrones
que hijos del alma son, partos del pecho,
será razón que a ti te restituya;

y no lo impidan sus imperfecciones,
pues vienen a ser tuyos de derecho
los conceptos de una alma que es tan tuya.
trestrece May 2014
No hay metáfora que llene este espacio
ningún recurso poético que me explique
que me ayude a entender esta psique
que me ayude a controlar el vacío

¿Cómo describo tu cuerpo en poemas,
en canciones o en un par de siluetas?
¿Dónde, de que forma comienzo?

No hay forma, ni rápida ni despacio,
ni en la novela o en la crónica que
me ayuden a entender el por qué
la literatura es tu rostro que ansío

¿Cómo te plasmo en letras eternas
en bóvedas celestes sobre estrellas?
¿Dónde te encuentro si tropiezo?
taller de poesía 2013
Era verde el silencio, mojada era la luz,
temblaba el mes de Junio como una mariposa
y en el austral dominio, desde el mar y las piedras,
Matilde, atravesaste el mediodía.

Ibas cargada de flores ferruginosas,
algas que el viento sur atormenta y olvida,
aún blancas, agrietadas por la sal devorante,
tus manos levantaban las espigas de arena.

Amo tus dones puros, tu piel de piedra intacta,
tus uñas ofrecidas en el sol de tus dedos,
tu boca derramada por toda la alegría,

pero, para mi casa vecina del abismo,
dame el atormentado sistema del silencio,
el pabellón del mar olvidado en la arena.
Cuando yo muera quiero tus manos en mis ojos:
quiero la luz y el trigo de tus manos amadas
pasar una vez más sobre mí su frescura:
sentir la suavidad que cambió mi destino.

Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero,
quiero que tus oídos sigan oyendo el viento,
que huelas el aroma del mar que amamos juntos
y que sigas pisando la arena que pisamos.

Quiero que lo que amo siga vivo
y a ti te amé y canté sobre todas las cosas,
por eso sigue tú floreciendo, florida,

para que alcances todo lo que mi amor te ordena,
para que se pasee mi sombra por tu pelo,
para que así conozcan la razón de mi canto.
Verás la maravilla de camino,
camino de soñada Compostela
-¡oh monte lila y flavo!-, peregrino,
en un llano, entre chopos de candela.

Otoño con dos ríos ha dorado
el cerco del gigante centinela
de piedra y luz, prodigio torreado
que en el azul sin mancha se modela.

Verás en la llanura una jauría
de agudos galgos y un señor de caza,
cabalgando a lejana serranía,

vano fantasma de una vieja raza.
Debes entrar cuando en la tarde fría
brille un balcón de la desierta plaza.
Alev May 2014
No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.

Te amo como la planta que no florece y lleva
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
te amo directamente sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,

sino así de este modo en que no soy ni eres,
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.*

― Pablo Neruda
Ni el tiempo que al pasar me repetía
que no tendría fin mi desventura
será capaz con su palabra obscura
de resistir la luz de mi alegría,
ni el espacio que un día y otro día
convertía distancia en amargura
me apartará de la persona pura
que se confunde con mi poesía.
Porque para el Amor que se prolonga
por encima de cada sepultura
no existe tiempo donde el sol se ponga.
Porque para el Amor omnipotente,
que todo lo transforma y transfigura,
no existe espacio que no esté presente.
M Suárez Jan 2012
Si supieran los secretos guardados
Mañanas pesadas de aquel ayer
Noches envueltas de frágil placer
Los dulces besos a escondidas dados

El singular color de tu mirada
Recuerdos imperfectos de tu ser
Sin pensarlo me hiciste comprender
Que no hay mejor placer que ser amada

Mentiría al decir que no te extraño
Si tu esencia en mi se ha impregnado
Y tu ausencia me hace tanto daño

Te escondes de la vida, calcinado
Y te sumerges en un vil engaño
No permites amar sin ser amado
Huye del triste amor, amor pacato,
sin peligro, sin venda ni aventura,
que espera del amor prenda segura,
porque en amor locura es lo sensato.

Ese que el pecho esquiva al niño ciego
y blasfemó del fuego de la vida,
de una brasa pensada, y no encendida,
quiere ceniza que le guarde el fuego.

Y ceniza hallará, no de su llama,
cuando descubra el torpe desvarío
que pedía, sin flor, fruto en la rama.

Con negra llave el aposento frío
de su tiempo abrirá. ¡Desierta cama,
y turbio espejo y corazón vacío!
Harto ya de alabar tu piel dorada,
tus externas y muchas perfecciones,
canto al jardín azul de tus pulmones
y a tu tráquea elegante y anillada.

Canto a tu masa intestinal rosada,
al bazo, al páncreas, a los epiplones,
al doble filtro gris de tus riñones
y a tu matriz profunda y renovada.

Canto al tuétano dulce de tus huesos,
a la linfa que embebe tus tejidos,
al acre olor orgánico que exhalas.

Quiero gastar tus vísceras a besos,
vivir dentro de ti con mis sentidos...
Yo soy un sapo ***** con dos alas.
Como en el ala el infinito vuelo,
cual en la flor está la esencia errante,
lo mismo que en la llama el caminante
fulgor, y en el azul el solo cielo;

como en la melodía está el consuelo,
y el frescor en el chorro, penetrante,
y la riqueza noble en el diamante,
así en mi carne está el total anhelo.

En ti, soneto, forma, esta ansia pura
copia, como en un agua remansada,
todas sus inmortales maravillas.

La claridad sin fin de su hermosura
es, cual cielo de fuente, ilimitada
en la limitación de tus orillas.
No ha de apagar su lámpara el poeta,
aunque el fino pincel de la mañana
el desnudo cristal de la ventana
pinte con el azul de su paleta,

sin tejer otra lírica violeta
en la ideal corona que engalana
tu divina cabeza soberana,
por buena, por hermosa y por discreta.

Vaya hacia ti mi ofrenda matutina
en la luz y en el pájaro que trina.
Una dulce mañana te deseo.

Así, mientras te vayas levantando,
verás mi puro corazón vibrando
en un rayo de sol y en un gorjeo.
así dulzura de la vida es
tu vientre de calor/batalla/puro
árboles como piedra/ojo del cielo
así dulzura de la vida es
contra el desastre/ vientre de dulzura
así dulzura de la vida es
carbón ardiente en manos de ya niño
altura de la voz/ dos animales
fulgor o triste/ voces de la sombra
cielo del ojo/ sombra de la voz
y cinturón de paz o brillo/ clara
cantorita de luz/ dulzura/ vos
Con ciudades y autores frecuentadosVenecia / Guanajuato / Maupassant /
Leningrado / Sousándrade / Berlín /
Cortázar / Bioy Casares / Medellín /
Lisboa / Sartre / Oslo / Valle Inclán / 

Kafka / Managua / Faulkner / Paul Celan /
Ítalo Svevo / Quito / Bergamín /
Buenos Aires / La Habana / Graham Greene /
Copenhague / Quiroga / Thomas Mann /

Onetti / Siena / Shakespeare / Anatole 
France / Saramago / Atenas / Heinrich Böll /
Cádiz / Martí / Gonzalo de Berceo /

París / Vallejo / Alberti / Santa Cruz
de Tenerife / Roma / Marcel Proust /
Pessoa / Baudelaire / Montevideo
A fugitivas sombras doy abrazos;
en los sueños se cansa el alma mía;
paso luchando a solas noche y día
con un trasgo que traigo entre mis brazos.
Cuando le quiero más ceñir con lazos,
y viendo mi sudor, se me desvía,
vuelvo con nueva fuerza a mi porfía,
y temas con amor me hacen pedazos.
Voyme a vengar en una imagen vana
que no se aparta de los ojos míos;
búrlame, y de burlarme corre ufana.
Empiézola a seguir, fáltanme bríos;
y como de alcanzarla tengo gana,
hago correr tras ella el llanto en ríos.
Amo el trozo de tierra que tú eres,
porque de las praderas planetarias
otra estrella no tengo. Tú repites
la multiplicación del universo.

Tus anchos ojos son la luz que tengo
de las constelaciones derrotadas,
tu piel palpita como los caminos
que recorre en la lluvia el meteoro.

De tanta luna fueron para mí tus caderas,
de todo el sol tu boca profunda y su delicia,
de tanta luz ardiente como miel en la sombra

tu corazón quemado por largos rayos rojos,
y así recorro el fuego de tu forma besándote,
pequeña y planetaria, paloma y geografía.
No despiertes jamás para vivir tu sueño
porque el sueño es un viaje más allá del olvido.
Tu pie siempre es más firme después de haber caído.
Sólo es grande en la vida quien sabe ser pequeño.

El amor llega y pasa como un dolor risueño,
como una rama seca donde retoña un nido.
Sólo tiene algo suyo quien todo lo ha perdido.
Nadie es dueño de nada sin ser su propio dueño.

La vida será tuya si sabes que es ajena,
que es igual ser montaña que ser grano de arena,
pues la calma del justo vence el furor del bravo.

Y aprende que el camino nace del caminante,
pues, por más que ambiciones, humilde o arrogante,
sólo has de ser el dueño de lo que eres esclavo.
Fresca, lozana, pura y olorosa,
gala y adorno del pensil florido,
gallarda puesta sobre el ramo erguido,
fragancia esparce la naciente rosa. 
Mas si el ardiente sol lumbre enojosa
vibra, del can en llamas encendido,
el dulce aroma y el color perdido,
sus hojas lleva el aura presurosa. 
Así brilló un momento mi ventura
en alas del amor, y hermosa nube
fingí tal vez de gloria y de alegría. 
Mas, ay, que el bien trocóse en amargura,
y deshojada por los aires sube
la dulce flor de la esperanza mía.
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.
Tal vez haya un rigor para encontrarte
el corazón de rosa rigurosa
ya que hablando en rigor no es poca cosa
que tu rigor de rosa no te harte.
Rosa que estás aquí o en cualquier parte
con tu rigor de pétalos, qué sosa
es tu fórmula intacta, tan hermosa
que ya es de rigor desprestigiarte.
Así que abandonándote en tus ramos
o dejándote al borde del camino
aplicarte el rigor es lo mejor.
Y el rigor no permite que te hagamos
liras ni odas cual floreros, sino
apenas el soneto de rigor.
Qué dulce, si lloviera de repente...
No sé por qué, porque tú estás lejana,
pero en la soledad de esta mañana
hay algo de tu amor que no está ausente.

Y yo sonrío, extraño adolescente
de ojos cansados y cabeza cana,
yo, que aún puedo asomarme a la ventana
y ver la luna que no ve la gente...

Ah, sí, qué dulcemente llovería
con ese sol, para olvidar un poco
mi prematura gran pasión tardía...

Y yo cierro los párpados huraños
pensando en ti, yo, extravagante y loco
adolescente de cuarenta años.
Si no fuera porque tus ojos tienen color de luna,
de día con arcilla, con trabajo, con fuego,
y aprisionada tienes la agilidad del aire,
si no fuera porque eres una semana de ámbar,

si no fuera porque eres el momento amarillo
en que el otoño sube por las enredaderas
y eres aún el pan que la luna fragante
elabora paseando su harina por el cielo,

oh, bienamada, yo no te amaría!
En tu abrazo yo abrazo lo que existe,
la arena, el tiempo, el árbol de la lluvia,

y todo vive para que yo viva:
sin ir tan lejos puedo verlo todo:
veo en tu vida todo lo viviente.
Esto que escribo ahora es el postrero
son de mi pobre lira fatigada,
la mano de escribir está cansada
y el corazón me dice que me muero.

Canto de cisne moribundo, quiero
te ilumine como una llamarada
y te deje por siempre señalada
a la contemplación del mundo entero.

Ahora a vivir lo poco que nos queda,
yo cada vez más hierro y tú más seda,
trazo tu nombre una vez más, Dalmira.

Y ya que al lado mío estás callando
inclina sobre mi hombro el cuello blando
baja los ojos lentamente y mira.
Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo,
sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura,
en regiones contrarias, en un mediodía quemante:
eras sólo el aroma de los cereales que amo.

Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa
en Angol, a la luz de la luna de Junio,
o eras tú la cintura de aquella guitarra
que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido.

Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria.
En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato.
Pero yo ya sabía cómo era. De pronto

mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida:
frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas.
Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.
No con altos ejemplos se modela
la perfección del alma, ni el tesoro
de un buen libro nos dona el del decoro
que a las bajas acciones se rebela.

La enseñanza no es feudo de la escuela,
que es la necesidad lección de oro,
y por impulso nato rompe en lloro
el niño, nada el pez y el ave vuela.

Nace la previsión, de lo imprevisto,
pero no la virtud con ir al templo,
ni término el saber da a nuestras dudas;

y, si de algo valiera el buen ejemplo,
¿se explica que el discípulo de un Cristo
Maestro de maestros, fuera un Judas?
De las estrellas que admiré, mojadas
por ríos y rocíos diferentes,
yo no escogí sino la que yo amaba
y desde entonces duermo con la noche.

De la ola, una ola y otra ola,
verde mar, verde frío, rama verde,
yo no escogí sino una sola ola:
la ola indivisible de tu cuerpo.

Todas las gotas, todas las raíces,
todos los hilos de la luz vinieron,
me vinieron a ver tarde o temprano.

Yo quise para mí tu cabellera.
Y de todos los dones de mi patria
sólo escogí tu corazón salvaje.
Hay que volar en este tiempo, a dónde?
Sin alas, sin avión, volar sin duda:
ya los pasos pasaron sin remedio,
no elevaron los pies del pasajero.

Hay que volar a cada instante como
las águilas, las moscas y los días,
hay que vencer los ojos de Saturno
y establecer allí nuevas campanas.

Ya no bastan zapatos ni caminos,
ya no sirve la tierra a los errantes,
ya cruzaron la noche las raíces,

y tú aparecerás en otra estrella
determinadamente transitoria
convertida por fin en amapola.
Si muero sobrevíveme con tanta fuerza pura
que despiertes la furia del pálido y del frío,
de sur a sur levanta tus ojos indelebles,
de sol a sol que suene tu boca de guitarra.

No quiero que vacilen tu risa ni tus pasos,
no quiero que se muera mi herencia de alegría,
no llames a mi pecho, estoy ausente.
Vive en mi ausencia como en una casa.

Es una casa tan grande la ausencia
que pasarás en ella a través de los muros
y colgarás los cuadros en el aire.

Es una casa tan transparente la ausencia
que yo sin vida te veré vivir
y si sufres, mi amor, me moriré otra vez.
RJ Days Dec 2018
Desde un rascacielo miro
fijamente las luces brillantes
pero soy ciego, un infante
aparte del mundo de abajo
Desde las montañas, y sus picos
vientos suenan al horizonte
tocando el sol invariante
estar sólo, tan magnificado
Pero todo lo que ve no es nada
¿Qué es esta luz del cielo?
¡Un resol! El sol es tu sonrisa,
¿O la música de la tierra?
Las aves solo cantan ruido
Solo quiero oír tu risa
Para Guillermo
Es bueno, amor, sentirte cerca de mí en la noche,
invisible en tu sueño, seriamente nocturna,
mientras yo desenredo mis preocupaciones
como si fueran redes confundidas.

Ausente, por los sueños tu corazón navega,
pero tu cuerpo así abandonado respira
buscándome sin verme, completando mi sueño
como una planta que se duplica en la sombra.

Erguida, serás otra que vivirá mañana,
pero de las fronteras perdidas en la noche,
de este ser y no ser en que nos encontramos

algo queda acercándonos en la luz de la vida
como si el sello de la sombra señalara
con fuego sus secretas criaturas.
Virgel T Zantua Aug 2020
PANAHON AY NAGBABAGO
SABAY SA PAG-IKOT NG MUNDO
KATULAD NG DAMDAMIN MO
AT NG PAG-UUGALI KO
KUNG DATI-RATI AY TAYO
NGUNIT NGAYO’Y MAGKALAYO
SINO NGA BA ANG NAGBAGO
AT SAAN NA BA PATUNGO
ANG BAWAT PINTIG NG PUSO
PATULOY NA GUMUGUHO
PAALAM NA BALATKAYO
AT SA ISIP NA TULIRO
KAYLAN MA’Y DI KA NILOKO
HANGGAN SA WAKAS NG KWENTO
Tu casa suena como un tren a mediodía,
zumban las avispas, cantan las cacerolas,
la cascada enumera los hechos del rocío,
tu risa desarrolla su trino de palmera.

La luz azul del muro conversa con la piedra,
llega como un pastor silbando un telegrama
y entre las dos higueras de voz verde
Homero sube con zapatos sigilosos.

Sólo aquí la ciudad no tiene voz ni llanto,
ni sin fin, ni sonatas, ni labios, ni bocina
sino un discurso de cascada y de leones,

y tú que subes, cantas, corres, caminas, bajas,
plantas, coses, cocinas, clavas, escribes, vuelves,
o te has ido y se sabe que comenzó el invierno.
Espléndida razón, demonio claro
del racimo absoluto, del recto mediodía,
aquí estamos al fin, sin soledad y solos,
lejos del desvarío de la ciudad salvaje.

Cuando la línea pura rodea su paloma
y el fuego condecora la paz con su alimento
tú y yo erigimos este celeste resultado!
Razón y amor desnudos viven en esta casa.

Sueños furiosos, ríos de amarga certidumbre
decisiones más duras que el sueño de un martillo
cayeron en la doble copa de los amantes.

Hasta que en la balanza se elevaron, gemelos,
la razón y el amor como dos alas.
Así se construyó la transparencia.
Horas de pesadumbre y de tristeza
paso en mi soledad. Pero Cervantes
es buen amigo. Endulza mis instantes
ásperos, y reposa mi cabeza.Él es la vida y la naturaleza,
regala un yelmo de oros y diamantes
a mis sueños errantes.
Es para mí: suspira, ríe y reza.Cristiano y amoroso y caballero
parla como un arroyo cristalino.
¡Así le admiro y quiero,viendo cómo el destino
hace que regocije al mundo entero
la tristeza inmortal de ser divino!
veritas Oct 2019
si la dia pudiera dormir mientras
el cielo la cantaba su historia,
o si la noche quisiera despertar
con el oro reluciente en sus ojos―

el mundo se marchitaría por sus pecados.
si tuvieran un amor brillante que
no era cubierto por los rituales,
ni la luna viuda que ya espera―

todo se hubiera como infinito.
pero inseparable el uno del otro
en formas que podían destruir la causa

que sostena su belleza inmortal―
que no solo morirían en el mundo,
pero en tiempo, en espacio, y en la memoria.
Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino;
Apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin cristus la cartilla;
chocarrero de Córdoba y Sevilla,
y en la Corte bufón a lo divino.
¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?
No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega,
por tener de sayón la rebeldía.
Al golpe de la ola contra la piedra indócil
la claridad estalla y establece su rosa
y el círculo del mar se reduce a un racimo,
a una sola gota de sal azul que cae.

Oh radiante magnolia desatada en la espuma,
magnética viajera cuya muerte florece
y eternamente vuelve a ser y a no ser nada:
sal rota, deslumbrante movimiento marino.

Juntos tú y yo, amor mío, sellamos el silencio,
mientras destruye el mar sus constantes estatuas
y derrumba sus torres de arrebato y blancura,

porque en la trama de estos tejidos invisibles
del agua desbocada, de la incesante arena,
sostenemos la única y acosada ternura.

— The End —