No ha muerto.
Solo ha soltado el cuerpo,
como quien deja una túnica en la orilla del río
antes de cruzar.
El silencio que dejó no es vacío,
es eco.
Un eco de su risa,
de sus pasos,
de sus abrazos que aún me rodean sin brazos.
La muerte no lo borra,
lo transforma.
Lo vuelve brisa en la tarde,
nombre en mi pensamiento,
susurro en los sueños.
Lloro, sí.
Pero no solo de tristeza.
Lloro porque el amor que sembró
sigue floreciendo sin su presencia.
Y en esa flor invisible,
en esa ausencia tan llena,
siento que su alma
aún me mira,
aún me guía,
aún me quiere.
Derechos reservados.
~Daniii