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Me quedas tú, y me donas la alegría
con el dolor, y tu miel deleitable
con el acerbo aloe.

Me quedas tú, y la luz que tu alma cría
dentro la tenebrura inenarrable
de mi yo solitario:

Siempre loe
tu don ilusionario.

Me quedas tú, y el claro sortilegio
de tus ojos rientes: con su hechizo
mi soledad se puebla.

Me quedas tú, y tu risa, cuyo arpegio
me embriaga, y tu tesoro de oro obrizo
solaz del alma sola:

La gris niebla
tu regalo aureola.

Me quedas tú, y el filtro que tu ardida
boca frutal, sombreada, en mis febriles
resecos labios vierte.

Me quedas tú, la ingenua enardecida,
me quedas tú, la experta, de sutiles
tácticas retrecheras:

Vida. Muerte.
Lo que quieras.
Medusa Oct 2018
Tu y tu solo en este mundo
Tu y me conoces tan desnuda y me conoces
no tan bien como me gustaría que sabíamos nosotros solos

Te veré de nuevo pronto siento esto
Sientes esto, lo sabemos
esto es saber en la sangre
bajo la luna, cerca del rio

donde soñé con encontrarte
hace tantos años mi amor

¿remarás este bote a través del río?
Algún día tendremos que dejar de lado estos sueños.
Pero nunca the dejaré ir sin mostrarte todo mi amor

todo mi amor
hueso profundo a mi palma
todo tu amor
donde la x marca el lugar

Tiempo es un círculo que se come a sí mismo
no sabe nada más que hambre y anhelo
Los días nos pasan como antes

somos mejores que eso ahora
quiero coronar mis años
con algo que se siente mucho

mucho como tú
ai ai ai ai ai
mucho como tú

mis años vienen cayendo sobre mí

años tocan y se van
tienen mucho que decir
tantos sueños que nunca
fueron puestos en palabras

te quedas
te quedas
te quedas

written by  Medusa
This is a punk Spanish love poem.
Tulio Farias Apr 2015
Siguen los años
Creo haberte superado
Sin embargo
Aún me haces daño

No lo puedo soportar
Y ni siquiera estas aquí para mirar
Yo soy el que se ofrece a escribirte
Masoquismo, me ganas sin piedad

Eres como la respiración
Cuando vienes te quedas
Una corta asfixia
Después te vas

Y mi pecho se encoge
Por la miseria de ese momento
He desperdiciado mucho tiempo
Llego siempre al mismo punto

Por más grande que sea el mundo
Siento que algún día te veré
Y mis recuerdos volverán de golpe
Me congelaré

Y me culparé mil veces
Por no haberme comportado de la peor manera
Ya que fui demasiado bueno
Tanto que di miedo y pena

Odio llegar a lo mismo
Lo repito sin parar
Se vuelve tediosa
Esta tristeza sin lugar

Debes irte
Debo dejar que te vayas
Aunque me duela, lo se
Pero entre nosotros no se ganó nada

La vida me dice que ya pasó
Que no puedo aferrarme a la misma imagen
Todos cometemos errores
Todos nos salimos del margen

Vamos a mostrarle la cara a la mañana
Para vivir un día normal
Hasta que llegue el atardecer
Y pueda volver a empezar.
Mientras comían juntos y distantes y tensos
ella muy lentamente y él como ensimismado
hablaban con medida y doble parsimonia
de temas importantes y de algunos quebrantos

entonces como siempre o como casi siempre
el desvelo social condujo a la cultura
así que por la noche se fueron al teatro
sin tocarse un ojal ni siquiera una uña

su sonrisa       la de ella
era como una oferta un anuncio un esbozo
su mirada       la de él
iba tomando nota de cómo eran sus ojos

y como a la salida soplaba un aire frío
y unos dedos muy blancos indefensos y tristes
apenas asomaban por las sandalias de ella
no hubo más remedio que entrar en un boliche

y ya que el camarero se demoraba tanto
llegaron cautelosos hasta la confidencia
extra seca y sin hielo por favor       y fumaron
y entre el humo el amor era un rostro en la niebla

en sus labios       los de él
el silencio era espera la noticia era el frío
en su casa       la de ella
halló café instantáneo y confianza y cobijo

una hora tan sólo de memoria y sondeos
hasta que sobrevino un silencio a dos voces
como cualquiera sabe en tales circunstancias
es arduo decir algo que realmente no sobre

él probó       sólo falta que me quede a dormir
y ella también probó       y por qué no te quedas
y él sin mirarla       no me lo digas dos veces
y ella en voz baja       bueno y por qué no te quedas

y sus labios       los de él
se quedaron gustosos a besar sin usura
sus pies fríos       los de ella
que eran sólo el comienzo de la noche desnuda

fueron investigando deshojando nombrando
proponiéndose metas       preguntando a los cuerpos
mientras la madrugada y los temas candentes
conciliaban el sueño que no durmieron ellos

quién hubiera previsto aquella tarde
que el amor ese célebre informal
se dedicara a ellos tan formales
Spanish

   Yo hacía una divina labor, sobre la roca
Creciente del Orgullo. De la vida lejana,
Algún pétalo vívido me voló en la mañana,
Algún beso en la noche. Tenaz como una loca,
Sequía mi divina labor sobre la roca.

   Cuando tu voz que funde como sacra campana
En la nota celeste la vibración humana,
Tendió su lazo do oro al borde de tu boca;

  —Maravilloso nido del vértigo, tu boca!
Dos pétalos de rosa abrochando un abismo…—

Labor, labor de gloria, dolorosa y liviana;
¡Tela donde mi espíritu su fue tramando él mismo!
Tú quedas en la testa soberbia de la roca,

Y yo caigo, sin fin, en el sangriento abismo!


              English

I was at my divine labor, upon the rock
Swelling with Pride. From a distance,
At dawn, some bright petal came to me,
Some kiss in the night. Upon the rock,
Tenacious a madwoman, I clung to my work.

When your voice, like a sacred bell,
A celestial note with a human tremor,
Stretched its golden lasso from the edge of your mouth;

—Marvelous nest of vertigo, your mouth!
Two rose petals fastened to an abyss…—

Labor, labor of glory, painful and frivolous;
Fabric where my spirit went weaving herself!
You come to the arrogant head of the rock,

And I fall, without end, into the ****** abyss!
Fa Be O Jan 2013
*****.

Tu voz llena de una suplica
Y ella abrazando sus rodillas
Agachaba su cabeza.

*****. Mírame.

Pensaba en que jamás había escuchado
Tu voz con ese tono
Tierno, un poco adolorido, desesperado.

Por lo menos dime algo.

Que podría decir,
Se preguntaba,
Si de todos modos
Estaba ya decidido.

La tomas de la mano,
Y solo notas que esconde su cara
Pero no ves el nudo en su garganta,
Las lagrimas a punto de brotar,
El temblor que la sacudía por dentro.

Sabes que así es mejor.

Menea la cabeza que si.
Pero siente tu mano
Tibia
Enlazada entre sus dedos,
Y piensa que no se resignara
A no tenerla otra vez así.

La tienes abrazada,
Y contemplas un rato
Las nubes
Que cubren las estrellas.

Pasa un señor de edad y se sonríe
Al mirarlos así,
Parecía una señorita apenada
De la mano
De su novio enamorado
Contando luceritos.

Algo la despierta,
Desenredandose,
Reclama su mano
Y despeja su mente.

No entiendo.

Su voz, aun un poco ronca,
Te sorprende por decidida.
Tu mano queda destendida
En forma de sus dedos
Y al mirarla te quedas helado,
Tal vez un poco rechazado.
La enrollas mientras habla,
Y te abrazas a ti mismo
Y ella cruza sus manos,
Mirando al suelo.

Como era posible
Que deshacías su amor
de la misma manera
Que la enamoraste,
Tomándola de la mano,
Y en tus brazos?

No.

Decidiste hacerla sufrir,
De una vez entonces.
No hay adiós fácil,
No hay adiós apiadado,
Si uno no quiere decirlo.

Que crueldad,
Piensa con coraje.
Y tu, tal vez pensando
Que siempre te pudo sorprender.
8/10/12
¿Te llama la atención mi reloj? ¿Verdad que es
lindo? A mí siempre me gustaron los relojes con números
romanos. ¿Crees que está atrasado porque marca las once y
cuarto? No, no está atrasado. Simplemente, hace diez años
que está detenido en esa hora. ¿Por qué? No es tan
simple de contar. Nunca hablo de eso, nada más que por miedo a
que no me crean. ¿Serías capaz de creerme? Entonces te lo
cuento. Más que un recuerdo, es un homenaje. Diez años.
Recuerdo la fecha, porque todo ocurrió al día siguiente
de mi cumpleaños. Tenía quince y estaba bastante
orgulloso de mi nueva edad. Pasaba ese verano en casa de mis
tíos, en un pueblecito mallorquín, en medio de un
increíble paisaje montañoso. Después de las
muchedumbres y el tránsito enloquecido de Barcelona, aquello era
un paraíso. Por las mañanas me gustaba ir a la cala que
quedaba allá abajo; en hora tan temprana estaba siempre
desierta. En esa época nadaba muy mal, así que nunca me
alejaba mucho de la orilla porque en ciertos momentos del día
las olas, altísimas y todopoderosas, eran siempre un peligro. Me
bañaba desnudo y eso constituía todo un disfrute en aquel
agosto particularmente caluroso. Esa mañana descendí casi
corriendo por el sendero irregular y pedregoso que llevaba a la cala, y
una vez allí, sin mirar siquiera a mi alrededor, me quité
el short. Iba a meterme en el agua, cuando sentí que alguien me
gritaba, algo como buenos días. Miré entonces y vi a una
mujer joven, morena, hermosa. Llevaba una mínima tanga, pero su
busto estaba al descubierto. Sentí un poco de vergüenza y
me tapé con las manos, pero ella empezó a caminar y
enseguida estuvo junto a mí. No tengas vergüenza, dijo (en
un correcto español pero con acento extranjero, como si fuese
inglesa o alemana). Mira, yo también me quito esta menudencia,
agregó, y así estamos iguales. Preguntó
cómo me llamaba y le dije que Tomás. Tom, repitió
ella. Eres lindo, Tom. Creo que me puse rojo. Ven, dijo, y
tendió su mano hacia mí. Yo le di la mía. Ven,
repitió y me miró calmosamente. Sonreía, pero era
una sonrisa triste. ¿Nunca has estado con una mujer? Dije que
no, pero sólo con la cabeza. ¿Y qué edad tienes?
Ayer cumplí quince, contesté con mi orgullo algo
recuperado. Entonces empezó a acariciarme, primero los hombros,
luego el pecho (yo reí porque me hizo cosquillas), la cintura,
siempre sonriendo con infinita tristeza. Cuando llegó a mi ****,
éste ya la estaba esperando. Entonces sonrió más
francamente y con un poco menos de tristeza, pero no se detuvo
allí, continuó acariciándome y así
llegó a mis tobillos y a mis pies llenos de arena. En ese
momento comprendí que me estaba enseñando algo y
resolví ser un buen alumno. También yo empecé a
acariciarla, pero en sentido inverso, de abajo hacia arriba, pero
cuando llegué a aquellos pechos tan celestiales, me sentí
desfallecer. De amor, de angustia, de esperanza, de nueva vida,
qué sé yo. Nunca más he sentido una
sensación así. Entonces, sin decirnos nada, nos tendimos
un poco más allá, donde el agua apenas lamía la
arena, y ella prosiguió minuciosamente su clase de
anatomía. La verdad es que a esa altura yo ya no precisaba
más lecciones y la cubrí sin ninguna timidez, casi te
diría que con descaro. Y mientras disfrutaba como un loco,
recuerdo que pensaba, o más bien deliraba: esta mujer es
mía, esta mujer es mía. Cuando todo acabó,
continuó besándome durante un rato. Luego se quitó
el reloj (precisamente este reloj) de su muñeca y me lo dio.
Mira, se ha detenido, eso quiere decir algo, guárdalo contigo. Y
yo, que siempre había querido tener un reloj con números
romanos, lo puse en mi muñeca, a ella le dije gracias y la
besé otra vez. Entonces dijo: Eres lo mejor que me podía
haber pasado, justamente hoy. Ahora me voy contenta, porque nos
descubrimos y fue algo maravilloso, ¿no te parece? Sí,
maravilloso, pero a dónde vas. Al mar, Tom, me voy al mar.
Tú te quedas aquí, con el reloj que se ha detenido, y no
digas nada a nadie. A nadie. Me besó por última vez y su
lengua estaba salada, como si fuera un anticipo del mar que la
esperaba. Empezó a caminar lentamente, se metió en el
agua y de inmediato fue rodeada por el coro de las olas, que cada vez
se fueron encrespando más. Ella siguió avanzando, sin
nadar, dejándose llevar, empujar, acosar violentamente por aquel
mar que (lo pensé entonces) era un viejo celoso, desbordante de
ira y de lujuria. Un viejo que no la iba a perdonar y a mí me
salpicaba como escupiéndome. Y así hasta que la
perdí de vista, porque las olas, una vez que golpeaban en las
rocas, regresaban con ímpetu y la llevaban cada vez más
lejos, más lejos, hasta que por fin tomé conciencia de mi
abandono y empecé a llorar, no como un muchacho de quince
años sino como un niño de catorce, sobre los despojos de
mi brevísima, casi instantánea felicidad. Jamás
apareció su cuerpo en las costas de Mallorca, nunca supe
quién era. Durante unos meses quise convencerme de que tal vez
fuese una sirena, pero luego descartaba esa posibilidad, ya que las
sirenas no usan relojes con números romanos. Bueno, creo que no
usan relojes en general. Aun hoy, cuando voy de vacaciones a Mallorca,
bajo siempre hasta la cala y me quedo allí, desnudo y a la
espera, dispuesto a darle cuerda nuevamente al reloj no bien ella surja
desde el mar, huyéndole a las olas iracundas de aquel viejo
rijoso. Pero ya ves, en mi reloj de números romanos las agujas
siguen marcando las once y cuarto, igual que hace diez años.
Natalia Rivera Jul 2015
Alta de ojos verdes, como la luz de las luciérnagas.
Ella era como la luna.
Algunos días estaba llena de vida,
Otros desaparecía.

Consumida por el tiempo,
Ahogada en agonía.
Encerrada en cuatro paredes
Sin amor.

Así se veía ella.
Silenciosa e ignorada.
Insuficiente y horrible.
Sin ganas de vivir

Tierna niña de melena rubia
¿Por qué no puedes ver lo que yo veo?
¿Por qué no te quedas esta noche a charlar?
¿Por qué no vives un poco

Te entrego mis ojos, mírate como yo te veo.
Inmensa y maravillosa.
Más que un simple desastre,

Más que un cuerpo viviente.
l i z a Dec 2015
dicen que desvelando se pierde la cabeza además del sueño
pero siempre se me quita cuando veo la luna en el cielo
llena sale más bella, hermosa
despierta, siempre vale la pena
dale ojo como se llena, la única cosa
que me daría pena es no poder verla

todas las noches, pido un deseo
que sea la distancia, tú nunca quedas lejos
y si pasa mucho tiempo donde no los vemos
pido la luna en cualquier fase
que nos cuida donde sea que estemos

solo mira por arriba
la luna te dará los mejores sueños.
M Suárez Nov 2016
Es de esas veces
En que te quedas inmóvil
Al borde de una lágrima
Ahogándote con las palabras
Intentando sentir un abrazo
Tan vacío como una biblioteca en verano

Es de esas veces
En que no te entiendes
Ni los entiendes
Ni te entienden a ti

Es de esas veces
En que te gustaría gritarles
Palabras sin sentido
Pero con tanto significado
¡Infinito!
¡Anhelo!
¡Infamia!
¿Amor?

Es de esas veces
En que sólo necesitabas
Un gesto, una caricia
Un silencio en un instante
Sentirte ave en el viento

Es de esas veces
En que te escudas del mundo
Quieres deshacerte de tu piel
Y te das cuenta que no es la tuya

Es de esas veces
En que quieres desaparecer
En el mar de tu consciencia
Y te das cuenta que da miedo,
Mucho más miedo que estar aquí.

Es de esas veces
En que las lágrimas caen,
Caen como el rocío al asfalto
Y no dejan de caer, no cesan.

Es de esas veces
En que la extrañas tanto,
Extrañas el mundo,
Extrañas la realidad
Y te extrañas a ti.

Es de esas veces*
En que te das cuenta
Que has muerto
Y esta vez, la muerte
No es prueba de que hubo vida
Sino, simplemente
Prueba de un proceso biológico:

Nacer

Crecer

Reproducirse

Y morir.
Paulina S Nov 2015
Ahí estás, pensando que no eres nada
Y aquí estoy, perdida en tu mirada
Estamos bien así, vivir, ..¿solo vivir?
Si me dejas abrazarte, prometo jamás soltarte
Dejar todos mis miedos y solo aventurarme
La duda me nubla, me inquieta...
No me deja dormir
¿No sería mejor el mundo, si te quedas junto a mí?
Puedes irte y no importa, pues te quedas conmigo
como queda un perfume donde había una flor.
Tú sabes que te quiero, pero no te lo digo;
y yo sé que eres mía, sin ser mío tu amor.
La vida nos acerca y la vez nos separa,
como el día y la noche en el amanecer...
Mi corazón sediento ansía tu agua clara,
pero es un agua ajena que no debo beber...
Por eso puedes irte, porque, aunque no te sigo,
nunca te vas del todo, como una cicatriz;
y mi alma es como un surco cuando se corta el trigo,
pues al perder la espiga retiene la raíz.
Tu amor es como un río, que parece más hondo,
inexplicablemente, cuando el agua se va.
Y yo estoy en la orilla, pero mirando al fondo,
pues tu amor y la muerte tienen un más allá.
Para un deseo así, toda la vida es poca;
toda la vida es poca para un ensueño así...
Pensando en ti, esta noche, yo besaré otra boca;
y tú estarás con otro... ¡pero pensando en mí!
-El tronco estaba ardiendo cuando se fue la lluvia. El rayo lo venció y se introdujo en él.
Ahora es un rayo manso. Lo tendremos aquí y le daremos de comer hojas y yerbas. Me gusta el fuego. Acércale
tu mano poco a poco, te acaricia o te quema, puedes saber hasta dónde llega su amistad.

-A mí me gusta porque es rojo y azul  y amarillo, y se mueve en el aire y no tiene forma, y
cuando quiere dormir se esconde en la ceniza y vigila con ojitos rojos dentro dentro.
¡Qué simpático! Luego se alza y empieza a buscar, si haya cerca una rama la devora.
¡Me gusta, me gusta! ¡Le cuidaré, no estorba, es tan humilde!

-Es orgulloso, pero es bueno. ¿Que té pasa? Te has quedado...

-Nada.

-Tienes los ojos abiertos y estás dormida. ¿Me oyes? También se ha metido en ti.
Lo veo en el fondo de tus ojos, como una culebra, enamorándote.
Te quedas quieta mientras él te recorre ávidamente. Giras en torno al fuego sin moverte.
Fuego lento, preciso, árbol continuo, nos atraen tus hojas instantáneas, tu tronco permanente.
Déjanos estar junto a ti, junto a tu amor hambriento. Creces aniquilando, medida de la destrucción,
estatura hacia dentro, duración hacia atrás, tiempo invertido, muerte muriendo, nacimiento.
Déjanos estar en tus párpados incesantes, investigar contigo lo que buscas, luz en fuga perpetua, en ti,
como tú misma, en nosotros.
Yo no te conocía, tierra;
con los ojos inertes, la mano aleteante,
lloré todo ciego bajo tu verde sonrisa,
aunque, alentar juvenil, sintiera a veces
un tumulto sediento de postrarse,
como huracán henchido aquí en el pecho;
ignorándote, tierra mía,
ignorando tu alentar, huracán o tumulto,
idénticos en esta melancólica burbuja que yo soy
a quien tu voz de acero inspirara un menudo vivir.

Bien sé ahora que tú eres
quien me dicta esta forma y este ansia;
sé al fin que el mar esbelto,
la enamorada luz, los niños sonrientes,
no son sino tú misma;
que los vivos, los muertos,
el placer y la pena,
la soledad, la amistad,
la miseria, el poderoso estúpido,
el hombre enamorado, el canalla,
son tan dignos de mí como de ellos yo lo soy;
mis brazos, tierra, son ya más anchos, ágiles,
para llevar tu afán que nada satisface.

El amor no tiene esta o aquella forma,
no puede detenerse en criatura alguna;
todas son por igual viles y soñadoras.
Placer que nunca muere
beso que nunca muere,
sólo en ti misma encuentro, tierra mía.
Nimbos de juventud, cabellos rubios o sombríos,
rizosos o lánguidos como una primavera,
sobre cuerpos cobrizos, sobre radiantes cuerpos
que tanto he amado inútilmente,
no es en vosotros donde la vida está, sino en la tierra,
en la tierra que aguarda, aguarda siempre
con sus labios tendidos, con sus brazos abiertos.

Dejadme, dejadme abarcar, ver unos instantes
este mundo divino que ahora es mío,
mío como lo soy yo mismo,
como lo fueron otros cuerpos que estrecharon mis brazos,
como la arena, que al besarla los labios
finge otros labios, dúctiles al deseo,
hasta que el viento lleva sus mentirosos átomos.

Como la arena, tierra,
como la arena misma,
la caricia es mentira, el amor es mentira, la amistad es mentira.
Tú sola quedas con el deseo,
con este deseo que aparenta ser mío y ni siquiera es mío,
sino el deseo de todos,
malvados, inocentes,
enamorados o canallas.
Tierra, tierra y deseo.
Una forma perdida.
Ni5ha Apr 2015
Gracias al hombre que quiere mi
Cuando no quiero mi
Pero, estoy muy triste
No puedo amor una persona
porque no puedo amor mi
Necesito un momento en el tiempo
que Los Dios me dan
Necesito a creer en la capicidad del corazon
El rey es mi imaginacion
Mi imaginacion me quiere matar
No quiero morir
No quiero llorar
Quiero reir y sonreir
Al hombre que quiere mi...
Es importa que tu quedas para mi
Quedes cuando estoy buena, bonita, y sincera
Porque ahora estoy desagradable, fea, y
Digo muchas mentiras
*I apologize if my Spanish is not the best. It is my first time doing in poem that is not in my native language*
Hoy te he visto amanecer
tan serenamente espejo,
tan liso de bienestar,
tan acorde con tu techo,
como si estuvieses ya
en tu sumo, en lo perfecto.
A tal azul alcanzaste
que te llenan de aleteos
ángeles equivocados.
Y el cielo,
el que te han puesto los siglos
desde el día que naciste
por cotidiano maestro,
y te da lección de auroras,
de primaveras, de inviernos,
de pájaros -con las sombras
que te presta de sus vuelos-,
al verte tan celestial
es feliz: otra vez sois
inseparables iguales,
como erais a lo primero.

Pero tú nunca te quedas
arrobado en lo que has hecho;
apenas lo hiciste y ya
te vuelves a lo hacedero.
¿No es esta mañana, henchida
de su hermosura, el extremo
de ti mismo, la plenaria
realización de tu sueño?

No. Subido en esta cima
ves otro primor, más lejos:
te llama una mejoría
desde tu posible inmenso.
El más que en el alma tienes
nunca te deja estar quieto,
y te mueves
como la tabla del pecho
hay algo que te lo pide
desde adentro.
Por la piel azul te corren
undosos presentimientos,
las finas plumas del aire
ya te cubren de diseños,
en las puntas de las olas
se te alumbran los intentos.
Ocurrencias son fugaces
las chispas, los cabrilleos.
Curvas, más curvas, se inician,
dibujantes de tu anhelo.
La luz, unidad del alba,
se multiplica en destellos,
lo que fue calma es fervor
de innúmeros espejeos
que sobre la faz del agua
anuncian tu encendimiento.
Una agitación creciente,
un festivo clamoreo
de relumbres, de fulgores
proclaman que estás queriendo;
no era aquella paz la última,
en su regazo algo nuevo
has pensado, más hermoso
y ante la orilla del hombre
ya te preparas a hacerlo.
De una perfección te escapas
alegremente a un proyecto
de más perfección. Las olas
-más, más, más, más,- van diciendo
en la arena, monosílabas,
tu propósito al silencio.

Ya te pones a la obra,
convocas a tus obreros:
acuden desde tu hondura,
descienden del firmamento
-los horizontes los mandan-
a servirte los deseos.
Luces, sombras, son; celajes,
brisas, vientos;
el cristal es, es la espuma
surtidora
por el aire de arabescos,
son fugitivas centellas
rebotando en sus reflejos.
Todo lo que mundo tiene
el día lo va trayendo
y te acarrean las horas
materiales sin estreno.
De las hojas de la orilla
vienen verdes abrileños
y en el seno de las olas
todavía son más tiernos.
Llegan tibias por los ríos
las nieves de los roquedos.
Y hasta detrás de la luz,
voladamente secretos
aguardan, por si los quieres,
escuadrones de luceros.
En el gran taller del gozo
a los espacios abierto,
feliz, de idea en idea,
de cresta en cresta corriendo,
tan blanco como la espuma
trabaja tu pensamiento.
Con estrías de luz haces
maravillosos bosquejos,
deslumbradores rutilan
por el agua tus inventos.
Cada vez tu obra se acerca
ola a ola,
más y más a sus modelos.
¡Qué gozoso es tu quehacer,
qué apariencias de festejo!
Resplandeciente el afán,
alegrísimo el esfuerzo,
la lucha no se te nota.
Velando está en puro juego
ese ardoroso buscar
la plenitud del acierto.
¡El acierto! ¿Vendrá? ¡Sí!
La fe te lo está trayendo
con que tú lo buscas. Sí.
Vendrá cuando al universo
se le aclare la razón
final de tu movimiento:
no moverse, mediodía
sin tarde, la luz en paz,
renuncia del tiempo al tiempo.
La plena consumación
-al amor, igual, igual-
de tanto ardor en sosiego.
-¿Has visto como crecen las plantas? Al lugar en que cae la semilla acude el agua:
es el agua la que germina, sube al sol. Por el tronco, por las ramas el agua asciende al aire,
como cuando te quedas viendo al cielo del mediodía y como tus ojos empiezan a evaporarse.Las plantas crecen de un día a otro. Es la tierra la que crece, se hace blanda, verde, flexible.
El terrón enmohecido, la costra de los viejos árboles, se desprende, regresa.¿Lo has visto? Las plantas caminan en el tiempo, no de un lugar a otro, de una hora a otra hora.
Esto puedes sentirlo cuando te extiendes sobre la tierra, boca arriba y tu pelo penetra como un manojo de
raíces y toda tú eres un tronco caído.-Yo quiero sembrar una semilla en el río, a ver si crece un árbol flotante para treparme a jugar.
En su follaje se enredarían los peces, y sería un árbol de agua, que iría a todas partes sin caerse nunca.
Ya se han roto las ataduras,
sólo la noche me rodea,
me va robando la memoria,
me acuna para que me duerma.

Ahora que ya no la contemplo
para robarle su belleza.
Ahora que siento en mí el cansancio
de nuestras pobres razas viejas.
Ahora que lucho y me rebelo
contra su mansedumbre eterna
y me acuerdo de que algún día
fui tan sin tiempo como ella,
¡qué monólogo desbordado,
qué soliloquio sin respuesta,
qué deseo de renacerme,
de entender y de que me entienda,
de borrar pasado y futuro,
de segar mi memoria entera!
Luego, arrojar al ***** pozo
lo que de mí evoca y recuerda:
cojín de nieblas matinales
donde apoyaba la cabeza.

Repetimos las mismas cosas,
recorremos aquellas sendas
por donde todos los humanos
dejaron gritos, ecos, huellas.
Son las palabras angustiadas
que un día oyó al nacer la tierra:
«húmedo beso, vida, muerte,
nada importa, me voy y quedas,
ayer desnudos en el campo
y hoy se caen solas las cerezas».

Palabras viejas y cansadas
que nosotros creímos nuevas,
recién nacidas para el canto,
para una dicha siempre nuestra.
Y la noche me va matando,
me acuna para que me duerma.
En cada instante mío pone
siglos de luna, alta y sangrienta.

Nada me importa que yo siembre
y que otros cojan la cosecha.

Pero morirme sin rebelarme,
someterme sin resistencia,
ser por los siglos de los siglos
sólo luz o sólo tinieblas,
irme cegando de hermosura
hasta dejar de ser materia,
aunque mi premio sea un día
mirar por dentro las estrellas...

Hoja de chopo, onda de río,
sangre mezclada con la tierra.
Y que mi forma sea el barro
que una mano mortal modela.
Niño que juega desnudito,
mínima brizna de la hierba,
todos los peces de los mares,
los animales de la tierra.
Saber que vivo, que palpito,
que me enloquezco en la carrera,
que nado mares y anchos ríos,
que escalo cimas, salto cercas,
que desde el fondo de las noches
hay pesadumbre que me acecha.

Sentir en mí todos los soles,
todos los gozos y las penas,
todos los vientos que me mueven,
los dolores que en mí hacen presa…
Sentir, por fin, llegar el alba,
su melodía limpia y fresca,
y barrernos las sombras turbias
que oscurecen nuestras cabezas,
y beber las lejanas brisas
que nos alejan de la tierra
maniatados y adormecidos,
sin saber a dónde nos llevan...
Si te despiertas a las dos, ahogándote con tu propia saliva, y das un brinco en la angustia y jalas aire desesperadamente, mortalmente, y vuelves a la vida, no al sueño, porque ya
no puedes dormir, y te quedas pensando como una hoja que piensa en el viento, y te acuerdas de Poe, que dicen que murió de su propio vómito en una borrachera, en una madrugada, en una calle, solo,
ahogándose, el pobre de Edgar Alían Tremens, agarrándose el cuello, crispándose todito, dando el zapotazo con la cabeza sobre el pavimento; te levantas, te sientas a la orilla de la cama, sientes frío,
te cierras bien el suéter, te vas a la cocina, haces café, estás agradecido.

Sobre el refrigerador la pecera vacía ya no tiene al príncipe encantado, o la princesa, que dormía con los ojos abiertos en el agua. Recuerdas cómo abría su boca para pedirte alimento
o para contarte su silenciosa historia. Amaneció flotando un día, como un pez de colores, y fue depositado bajo las yerbas del jardín para que lenta, verde agua, se evaporara.

Sólo «Pujitos» y las moscas, el perrito lanudo mueve la cola, se despereza, se aproxima, te pide su salida a la calle, pero comprende que es de noche y vuelve a echarse.
El gato no molesta y sigue durmiendo con sus tres niños de pecho que la semana pasada,
de pronto lo hicieron gata.

Se asoman las mujeres que perdiste, las que te engañaron, aquella que te dijo «yo soy tu harén».

Habías visto en la oscuridad los dos féretros en la misma tumba, el rostro quebrado de tu hijo, y ahora, la reciente, ¿cómo se estará cocinando en su cajón la dulce, la pensativa Rosario?

Las elecciones, la televisión, los poetas, los macheteros de la fábrica, la operación de Julio, habrá tiempo para dormir, las palabras, las imágenes.

Un coche escandaliza, pasa, ladran, dejan limpio el silencio. ¡Al abordaje, pues: las sábanas!
Hay dos españas, la del soldado y la del poeta.
            La de la espada fratricida y la de la canción
            vagabunda.
            Hay dos españas y una sola canción. Y esta es la
            canción del poeta vagabundo:

Franco, tuya es la hacienda,
la casa,
el caballo,
la pistola.

Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por el mundo...
más yo te dejo mudo...

¡Mudo!

Y, ¿cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?
¡Oh pobres almas nuestras
que perdieron el nido
y que van arrastradas
en la falsa corriente del olvido!
Y pensar que extraviamos
la senda milagrosa
en que se hubiera abierto
nuestra ilusión, como perenne rosa.
Pudieron deslizarse,
sin sentir, nuestras vidas
con el compás romántico
que hay en las músicas desfallecidas.
Y pensar que pudimos
enlazar nuestras manos
y apurar en un beso
la comunión de fértiles veranos.
Y pensar que pudimos,
al acercarse el fin de la jornada,
alumbrar la vejez en una dulce
conjunción de existencias,
contemplando, en la noche ilusionada,
el cintilar perenne del Zodíaco
sobre la sombra de nuestras conciencias...
Mas en vano deliro y te recuerdo,
oh virgen esperanza,
oh ilusión que te quedas
en no sé qué lejanas arboledas
y en no sé qué remota venturanza.
Sigamos sumergiéndonos... Mas, antes
que la sorda corriente
nos precipite a lo desconocido,
hagamos un esfuerzo de agonía
para salir a flote
y ver, la última vez, nuestras cabezas
sobre las aguas turbias del olvido.
Por las esquinas vagas de los sueños,
Alta la madrugada, fue conmigo
Tu imagen bien amada, como un día
En tiempos idos, cuando Dios lo quiso.

Agua ha pasado por el río abajo,
Hojas verdes perdidas llevó el viento
Desde que nuestras sombras vieron quedas
Su afán borrarse con el sol traspuesto.

Hermosa era aquella llama, breve
Como todo lo hermoso: luz y ocaso.
Vino la noche honda, y sus cenizas
Guardaron el desvelo de los astros.

Tal jugador febril ante una carta,
Un alma solitaria fue la apuesta
Arriesgada y perdida en nuestro encuentro;
El cuerpo entre los hombres quedó en pena.

¿Quién dice que se olvida? No hay olvido.
Mira a través de esta pared de hielo
Ir esa sombra hacia la lejanía
Sin el nimbo radiante del deseo.

Todo tiene su precio. Yo he pagado
El mío por aquella antigua gracia;
Y así despierto, hallando tras mi sueño
Un lecho solo, afuera yerta el alba.
Era el silencio miel sobre seda,
y era un ungüento de paz la brisa.
Yo iba del brazo con tu sonrisa
   por la alameda.

Tu boca dulce como un olvido
me dio sus jugos bajo el follaje,
y su chasquido
    rozó mi oído
        como un plumaje
          de un cisne herido;
              como un encaje
                desvanecido;
                  como un celaje
                    loco de viaje
                      sobre un paisaje
                          desconocido...

Tu boca ungida de luz de trino,
bordó una sombra de frases quedas...
Tu boca tibia me supo a vino,
y en la hojarasca de las veredas
se alzó el revuelo de un remolino
   de áureas monedas...

Y fue el silencio como una gruta,
y la quimera fue como un río
donde bogaron tu amor y el mío...
Y fue tu boca como una fruta
humedecida por el rocío...
 Como amputando gestos sombríos
bruñó la luna su filo de hacha,
y retorciendo sus dedos fríos
   cruzó una racha...

Yo unté de besos tu boca roja,
tu boca dulce como un regreso,
y en cada árbol fue cada hoja
un eco verde de cada beso.

Tu boca intacta me dio sus rasos,
tu voz sin bordes me dio su seda,
y, en la delicia de los retrasos,
moría el roce de nuestros pasos
en el silencio de la alameda...
Yi Jiun Liu Apr 2017
Porque detrás de cada expresión
Existe una historia
Sin contar
Si te quedas callado y escuchas
Seguramente entre el silencio
Escuchas
Los susurros
Dan un llamado de auxilio
Ocurre que lo escondemos
Muy bien
Pasamos de forma silenciosa y cuidado
Para evitar un confrontamiento inesperado
Es la única manera y parece ser lo único que se puede hacer
Para seguir adelante
Todos los dolores son diferentes
Y no pretendo saber lo que sientes
Pero
Prometo una cosa
Todo se pone mejor
Y
Estarás bien
Solo
Dale tiempo
para mari <3
Éstos, amada, son sitios vulgares
en que en el ruido mundanal se asusta
el alma fidelísima, que gusta
de evocar tus encantos familiares.
Añoro dulcemente los lugares
en donde imperas cual señora justa,
tu voz real y tu mirada augusta
que ungieron con su gracia mis pesares.
Y recuerdo que en época lejana,
por tus raras virtudes milagrosas
y tu amable modestia provinciana,
ebrio de amor te comparó el poeta
con la mejor de las piedras preciosas
oculta en pobres hojas de violeta.
Tuviste, en la delicia de mi sueño,
fuerza de mano que se da al caído
y la piedad de un pájaro agreño
que en la rama caduca pone el nido.
De tu falda al seráfico pergeño
cual párvulo medroso estoy asido,
que en la infantil iglesia de mi ensueño
las imágenes rotas han caído.
Yo sé que en mis catástrofes internas
no más quedas tú en pie, señora alta,
de frente noble y de miradas tiernas.
Condúceme en las noches inclementes
porque sin ti para marchar me falta
el óleo de las vírgenes prudentes.
SonLy Mar 2020
Poco a poco se borra tu sonrisa
Sientes donde estás parado
Sientes que debes escapar a prisa
Sino quedarás olvidado

Es inútil llorar, correr o gritar
Ya no tienes voz para sus oídos
Percibes cuál es tu realidad
Las palabras ya pierden sentido

Esperas horas, días, meses y años
Por recibir un poco de lo que te ofrecieron
Piensas que es egoísta quejarnos
El vacío llena todas las palabras que te dijeron

Te pierdes cada día intentando volar
Te pierdes en luces, en sombras, en caminos
Mas, tarde o temprano vuelves a aterrizar
Inconscientemente quieres vivir en este martirio

Ya perdiste la cuenta de todas esas veces
En las que curaste almas usando tu alma misma
Te volviste payaso, sabio, tantas estupideces
Sanaron, se fueron, te quitaron partes de tu vida

Surgen personas que hacen que a ti te olviden
Quedas a un lado y creen que tú no lo sabes
Sería mejor si te dijeran eso que no dicen
A tener que ver aquellas verdades parciales

Por eso esperas, porque aún crees
Que vales para que piensen en cómo estás
Para que no seas sólo un pendiente que poseen
Que con revisarlo de vez en cuando baste ya

Esperas respuestas que no llegan
Esperas lo que no deberías esperar
El frío, la soledad y las voces aumentan
Sólo tus oídos te pueden escuchar

Hablas contigo, y con las voces ajenas
Discutes, sabes que también deben opinar
No las reprimas, puede que no valga la pena
Viven en tu cabeza, y por algo ahí deben estar

El tiempo deja de correr en tu corazón
Las angustias relentizan tus palpitos
Las punzadas ahora se sienten por montón
La ansiedad te abraza, se le ha hecho hábito

Sin embargo, nada es para siempre
Aunque estés con esta pena, podrás
No es la primera vez que así te encuentre
Y no será la última vez, ya lo verás

Sabes que nos tenemos a nosotros mismos
Cuando ya no tengamos a nadie más
Cuando caminemos por la calle perdidos
Nuestros oídos siempre nos escucharán

Espera hasta que ya no sepas qué esperar
No olvides que los demás deben sonreír
Y aunque para hacerte reír nadie quiera estar
Reafirma tu esperanza a lo que esté por venir

La depresión siempre ha estado
Ya no la vemos como si fuera un mal
Pues mucho nos ha enseñado
De lo poco que tenemos a valorar

Un día se irá, y quizás la vayamos a extrañar
Pues estuvo cuando no tenías vida
Y cuando la tuviste supo ceder su lugar
Para que  entiendas el porqué de su partida

Quizás te sientas débil y con pocas fuerzas
Pero un día ni eso tuviste para continuar
Sin embargo, luego de años, aquí estás
Aún nos queda muchísimo por caminar

Lo malo de ser bueno puede ser lo más bueno que nos pueda pasar para no llegar a ser malos
Hay demasiada maldad en las calles como para unirse a un movimiento anónimo tan numeroso
La bondad debe resistir aunque sea en un el más pequeño club, uno o dos que estén dispuestos a mucho más...
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
                no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
            pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
                    entonces
no te quedes conmigo.
Íbamos en la noche con tu sueño y el mío,
donde empiezan tus ojos y termina las sombra.
Y allá, bajos los puentes, iba cantando el río
la inquietud que se olvida y el dolor que se nombra.

Vivir es una ciencia, pero amar es un arte;
y, puesto que quien ama va viviendo su muerte,
nadie sabrá que un día te besé sin besarte,
ni que te he poseído también, sin poseerte.

Y supe que la nieve puede ser una brasa,
aquella tibia noche de silencio y de seda,
y que, antes que una nube fugitiva que pasa
quiero ser en tu vida la raíz que se queda.
Íbamos en la noche con tu sueño y el mío,
y la luna crecía, como si nos mirara,
mientras junto a nosotros iba cantando el río
todo lo que callábamos bajo la noche clara.

El amor, que embellece todas las cosas bellas,
sobrevive a las culpas, no a los reproches;
y yo seré en tu vida como son las estrellas,
que durarán brillando lo que duren las noches...

Y amaré en tu sonrisa todo lo que tú amas,
para que tus recuerdos se unan a mis olvidos,
al igual que esos árboles que enlazaron sus ramas,
y que unidos florecen hasta morir juntos.
Es dulce ir en la noche con tu sueño y mi sueño
y sentir que mí mano te besa si te toca;
y es grande esta ternura de sentirse pequeño,
cuando el sueño termina donde empieza tu boca.

Y ver crecer la noche temblorosa de frío,
en esta sofocante plenitud del verano,
oyendo el melancólico monólogo del río
que dice dulcemente lo que callas en vano.

Y luego estar contento y a la vez triste,
viendo pasar el agua sin que nunca este ausente,
mujer que estas conmigo después que ya te fuiste,
pues te vas y te quedas, igual que la corriente.
Tu rostro siempre en mi sangre,
tu aliento sobre mi ensueño.
No hay torrentes ni murallas,
descansas sobre mi pecho.

Van y vienen aves lentas,
van y vienen golondrinas.
¡Ah, qué dulzura saberte
incorporado a mi vida!

Tan lejos y tan cercano.
Tan real y tan de mi niebla.
Vuelve la cara. Yo sé
que estás sintiendo mis venas.

Mi gozo es de luz y sombra
si te vas o te aproximas,
brilla o duerme la lucerna
que me alumbra la sonrisa.

¡Qué blando es el terciopelo
de tu ternura increíble!
Musgo que alivia mi sueño
cuando a la piedra se ciñe.

Anda y vuelve. Voy contigo
y quedas en mi desvelo.
Para mi sombra en tu sombra,
el cielo.
a mcvicar May 2018
en la memoria;
quedas atrás como
pájaro en noria
12.5.18
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de gracia
no te arrepientas
cuando
alguien te lo aconseje
no reserves del mundo
sólo
un rincón tranquilo
no dejes caer lo párpados
pesados como juicios
no te seques sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

y si
después de todo
no puedes evitarlo
y congelas el jubilo
y te quedas inmóvil
y te salvas
entonces
no te quedes
conmigo.
carmel May 2020
No te enamores de una mujer como yo, que soy de esas que llaman "locas", que no quiero cuerdas por que no me gusta que me aten, que yo no quiero atar a nadie, que  si me atas, átame a la cama.

Si me atas que sea para levantarme hasta el cielo, que si me das cuerda sea para llegar mas alto o ir mas lejos, que las locas como yo ven esta vida para amar con todo lo que vibra en mi, que las locas como yo no llevamos corazónes, llevamos soles!
Que alumbran la noche en esos callejones oscuros, que el miedo se vuelve amor, y que la compañía se vuelve amistad, que el dolor se vuelven aprendizajes, que la vida se vuelve amor.

No te enamores de una loca poeta, como yo, que que si me lastimas, te dejo en el olvido lentamente te vuelves un recuerdo te voy destrozando con letras, entre las lineas de poesía en mi libreta, que las locas como yo amamos con locura, vivimos con locura, todo a limite que nos vaya llevando a la lejanía de la cordura y que soy de esas locas que si te quedas te puedo prometer una vida entera.
Cuando me veo pensativa
Y me preguntas,
«¿Qué tienes?»
Mucho pasa por mi mente.

Tengo lágrimas
que no se sueltan
por ser felíz.
Cosas que quiero darte,
Comprarte para tí.

Tengo sueños
de lo malo y bueno.
Si me caigo al suelo
tú estás alli para decirme,
«Te tengo.»

Pero tú te quedas
y me amas,
como las garzas,
patas,
águilas,
buhos:

Estás conmigo
hasta que me muero.
Con mi alma entero,
espero ese día que me quedo
En ese altar, y me oyes decir
«Sí, quiero»

Y con eso te digo,
«Nada, solo estoy pensando»

— The End —