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El sol es tiempo;
el tiempo, sol de piedra;
la piedra, sangre.
La luz no parpadea,
el tiempo se vacía de minutos,
se ha detenido un pájaro en el aire.
Se despeña la luz,
despiertan las columnas
y, sin moverse, bailan.
La hora es transparente:
vemos, si es invisible el pájaro,
el color de su canto.
La lluvia, pie danzante y largo pelo,
el tobillo mordido por el rayo,
desciende acompañada de tambores:
abre los ojos el maíz, y crece.
El muro al sol respira, vibra, ondula,
trozo de cielo vivo y tatuado:
el hombre bebe sol, es agua, es tierra.
Y sobre tanta vida la serpiente
que lleva una cabeza entre las fauces:
los dioses beben sangre, comen hombres.
He mordido manzanas y he besado tus labios.
Me he abrazado a los pinos olorosos y negros.
Hundí, inquieta, mis manos en el agua que corre.
He huroneado en la selva milenaria de cedros
Que cruza la pradera como una sierpe grave,
Y he corrido por todos los pedrosos caminos
Que ciñen como fajas la ventruda montaña.

¡Oh amado, no te irrites por mi inquietud sin tregua!
¡Oh amado, no me riñas porque cante y me ría!
Ha de llegar un día en que he de estarme quieta,
           
¡Ay, por siempre, por siempre!
Con las manos cruzadas y apagados los ojos,
Con los oídos sordos y con la boca muda,
Y los pies andariegos en reposo perpetuo
           
Sobre la tierra negra.
¡Y estará roto el vaso de cristal de mi risa
En la grieta obstinada de mis labios cerrados!

Entonces, aunque digas: -¡Anda!, ya no andaré.
Y aunque me digas: -¡Canta!, no volveré a cantar.
Me iré desmenuzando en quietud y en silencio
            Bajo la tierra negra,
Mientras encima mío se oirá zumbar la vida
            Como una abeja ebria.

¡Oh, déjame que guste el dulzor del momento
            Fugitivo e inquieto!

¡Oh, deja que la rosa desnuda de mi boca
            Se te oprima a los labios!

Después será ceniza sobre la tierra negra.
Ay no quieres,
te asusta
la pobreza,

no quieres
ir con zapatos rotos al mercado
y volver con el viejo vestido.
Amor, no amamos,
como quieren los ricos,
la miseria. Nosotros
la extirparemos como diente maligno
que hasta ahora ha mordido el corazón del hombre.
Pero no quiero
que la temas.
Si llega por mi culpa a tu morada,
si la pobreza expulsa
tus zapatos dorados,
que no expulse tu risa que es el pan de mi vida.
Si no puedes pagar el alquiler
sal al trabajo con paso orgulloso,
y piensa, amor, que yo te estoy mirando
y somos juntos la mayor riqueza
que jamás se reunió sobre la tierra.
Moriré como el pájaro: cantando,
penetrado de pluma y entereza,
sobre la duradera claridad de las cosas.
Cantando ha de cogerme el hoyo blando,
tendida el alma, vuelta la cabeza
hacia las hermosuras más hermosas.

Una mujer que es una estepa sola
habitada de aceros y criaturas,
sube de espuma y atraviesa de ola
por este municipio de hermosuras.

Dan ganas de besar los pies y la sonrisa
a esta herida española,
y aquel gesto que lleva de nación enlutada,
y aquella tierra que de pronto pisa
como si contuviera la tierra en la pisada.

Fuego la enciende, fuego la alimenta:
fuego que crece, quema y apasiona
desde el almendro en flor de su osamenta.
A sus pies, la ceniza más helada se encona.

Vasca de generosos yacimientos:
encina, piedra, vida, hierba noble,
naciste para dar dirección a los vientos,
naciste para ser esposa de algún roble.

Sólo los montes pueden sostenerte
grabada estás en tronco sensitivo,
esculpida en el sol de los viñedos.
El minero descubre por oírte y por verte
las sordas galerías del mineral cautivo,
y a través de la tierra les lleva hasta tus dedos.

Tus dedos y tus uñas fulgen como carbones,
amenazando fuego hasta a los astros
porque en mitad de la palabra pones
una sangre que deja fósforo entre sus rastros.

Claman tus brazos que hacen hasta espuma
al chocar contra el viento:
se desbordan tu pecho y tus arterias
porque tanta maleza se consuma,
porque tanto tormento,
porque tantas miserias.

Los herreros te cantan al son de la herrería,
Pasionaria el pastor escribe en la cayada
y el pescador a besos te dibuja en las velas.

Oscuro el mediodía,
la mujer redimida y agrandada,
naufragadas y heridas las gacelas
se reconocen al fulgor que envía
tu voz incandescente, manantial de candelas.

Quemando con el fuego de la cal abrasada,
hablando con la boca de los pozos mineros,
mujer, España, madre en infinito,
eres capaz de producir luceros,
eres capaz de arder de un solo grito.
Pierden maldad y sombra tigres y carceleros.

Por tu voz habla España la de las cordilleras,
la de los brazos pobres y explotados,
crecen los héroes llenos de palmeras
y mueren saludándote pilotos y soldados.

Oyéndore batir como cubierta
de meridianos, yunques y cigarras,
el varón español sale a su puerta
a sufrir recorriendo llanuras de guitarras.

Ardiendo quedarás enardecida
sobre el arco nublado del olvido,
sobre el tiempo que teme sobrepasar tu vida
y toca como un ciego, bajo un puente
de ceño envejecido,
un violín lastimado e impotente.

Tu cincelada fuerza lucirá eternamente,
fogosamente plena de destellos.
Y aquel que de la cárcel fue mordido
terminará su llanto en tus cabellos.
Bastábale al clavel verse vencido
del labio en que se vio (cuando, esforzado
con su propria vergüenza, lo encarnado
a tu rubí se vio más parecido),
sin que, en tu boca hermosa, dividido
fuese de blancas perlas granizado,
pues tu enojo, con él equivocado,
el labio por clavel dejó mordido;
si no cuidado de la sangre fuese,
para que, a presumir de tiria grana,
de tu púrpura líquida aprendiese.
Sangre vertió tu boca soberana,
porque, roja victoria, amaneciese
llanto al clavel y risa a la mañana.
Las flores se dan la mano
y vuelan como los pájaros.
No se van.
(Mas vuelan como los pájaros).

Tiran, se alzan allá abajo,
bajo el nubarrón del rayo.
No se van.
(Bajo el nubarrón del rayo).

Llaman con pena y con blanco,
con amarillo y con llanto.
No se van.
(Con amarillo y con llanto).

Cada trueno con su dardo
les saca un ¡ay! al relámpago.
No se van.
(Les saca un ¡ay! al relámpago).

Mordido su olor, es tanto
que sangra el olor mojado.
No se van.
(Que sangra su olor mojado).

Vuelan, pues huyen los pájaros,
por no secarse de espanto.
No se van.
(Por no secarse de espanto).

Las flores se dan la mano
y gritan corno los pájaros.
No se van.
(Mas gritan corno los pájaros).
¡Ay del que llega sediento
a ver el agua correr,
y dice: la sed que siento
no me la calma el beber! ¡Ay de quien bebe y, saciada
la sed, desprecia la vida:
moneda al tahúr prestada,
que sea al azar rendida! Del iluso que suspira
bajo el orden soberano,
y del que sueña la lira
pitagórica en su mano. ¡Ay del noble peregrino
que se para a meditar,
después de largo camino
en el horror de llegar! ¡Ay de la melancolía
que llorando se consuela,
y de la melomanía
de un corazón de zarzuela! ¡Ay de nuestro ruiseñor,
si en una noche serena
se cura del mal de amor
que llora y canta sin pena! ¡De los jardines secretos,
de los pensiles soñados,
y de los sueños poblados
de propósitos discretos! ¡Ay del galán sin fortuna
que ronda a la luna bella;
de cuantos caen de la luna,
de cuantos se marchan a ella! ¡De quien el fruto prendido
en la rama no alcanzó,
de quien el fruto ha mordido
y el gusto amargo probó! ¡Y de nuestro amor primero
y de su fe mal pagada,
y, también, del verdadero
amante de nuestra amada!
la casa de la esquina ya no es un río ni llora/
todavía se queda al lado del café/
todavía parece una cara colorada/
pero no estamos vos y yo en el umbral
tocándonos los miedos/la fuga del infinito mordido/
bajo la anchura de la noche -la más perdonadora-
cruzábamos un mar de puertos desclavados/
si al deshacer la valija del tiempo encontraras
tu vestidito de percal con salivas lunares/
¿te lo pusieras de nuevo para barrer la vereda/
echar al agua sucia las ramas secas del deseo
rompidas por nuestra torpeza en el umbral anterior?/
¿y quién haría una hoguera con las
convulsiones/las tenazas/
los cueros de tu voz?/¿lo que temblaba allí
contra los muros/la pierna azul del pensamiento
que vuela y vuela entre dos pieles?/
¡caídas de tu voz donde la ciudad entera ardía!/
¡crepitaciones de tu niña sobrevolando un instante
blanquísimo!
¡allí donde los chicos del barrio se suicidan!/
¡entre la voz de adentro y la de afuera!/
¡entre el bosque deseante y la palabra!/
¡por allí vos pasabas con un ramo de besos!/
¡hembra/hembra/hembra/
que mezclás todas las heridas!
¡los dioses de oro con la tierra!/
¡lujosa de odio y soledad!/
- JP DeVille Jul 2017
Mi labio está partido,
y derrama sangre hasta el suelo,
de tanto que lo eh mordido.
Mi labio está herido,
porque extraña el toque de los tuyos,
de tus besos, tus cariños.
Mi labio como mi oido,
buscan el vibramiento de ti,
de tu voz y de tu aliento.
Mi labio seco y frio,
muere por las aguas dulces de tu amor,
y el cálido refugio de tus labios.
¡Beso que ha mordido mi carne y mi boca
Con su mordedura que hasta el alma toca!
¡Beso que me sorbe lentamente vida
Como una incurable y ardorosa herida!

¡Fuego que me quema sin mostrar la llama
Y que a todas horas por más fuego clama!
¿Fue una boca bruja o un labio hechizado
El que con su beso mi alma ha llagado?

¿Fue un sueño o vigilia que hasta mí llegó
El que entre sus labios mi alma estrujó?
Calzaré sandalias de bronce e iré

Adonde esté el mago que cura me dé.
¡Secadme esta llaga, vendadme esta herida
Que por ella en fuga se me va la vida!
Iii
La noche no quiere venir
para que tú no vengas
ni yo pueda ir.
Pero yo iré
aunque un sol de alacranes me coma la sien.
Pero tú vendrás
con la lengua quemada por la lluvia de sal.El día no quiere venir
para que tú no vengas
ni yo pueda ir.
Pero yo iré
entregando a los sapos mi mordido clavel.
Pero tú vendrás
por las turbias cloacas de la oscuridad.Ni la noche ni el día quieren venir
para que por ti muera
y tú mueras por mí.
«¡Ah de la vida!»... ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
Las Horas mi locura las esconde.
¡Que sin poder saber cómo ni adónde
La Salud y la Edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido,
Y no hay calamidad que no me ronde.
Ayer se fue; Mañana no ha llegado;
Hoy se está yendo sin parar un punto:
Soy un fue, y un será, y un es cansado.
En el Hoy y Mañana y Ayer, junto
Pañales y mortaja, y he quedado
Presentes sucesiones de difunto.
El grito deja en el viento
una sombra de ciprés.

(Dejadme en este campo,
llorando).

Todo se ha roto en el mundo.
No queda más que el silencio.

(Dejadme en este campo,
llorando).

El horizonte sin luz
está mordido de hogueras.
(Ya os he dicho que me dejéis
en este campo,
llorando).
Yashiro Jan 15
Me falaram que eu era importante,
Que não queriam me ver distante (mentira, mentira, mentira).
Parem de dizer que não era verdade,
Vocês persistem em dizer com crueldade,
Porque insistem tanto em me atormentar?
E pra que o caos criar?!
(Diversão, diversão, diversão)

Sabe aquele caminho cheio de sorrisos?
Aquele com animais coloridos,
O mesmo que todos estão enxergando.
Eu não estou pirando.
Vocês poderiam parar de gritar?
Estou tentando fazer outras pessoas o caminho enxergar.

(Minta, minta, minta)
O que eu ando fazendo?
Apenas estou escrevendo,
É que chocolate me lembra palavras.
Mordo elas e elas são amargas.
As luzes estão piscando,
Meu corredor está fechando.
Estou me perdendo na confusão,
Minha mão não é minha mão.

Acordei de novo no caminho colorido,
Ele me parece tranquilo,
Agora tem um espelho e uma cachoeira,
Parece uma doideira,
Os dois estão quebrados,
Por algo foram afundados.
Vi uma noiva bonita,
Em seu rosto respingava tinta,
Ela disse que tinha caído,
De um penhasco, eu imagino,
Tive uma alucinação
E o medo me fez prender a respiração.

E quando eu acordei,
Nada novo eu encontrei,
Apenas meu caminho destruído,
E aquele chocolate, agora mordido,
Mas até que o amargor o agradou
E a voz por inteira se deliciou,
Enquanto no espelho e na cachoeira,
Eu cruzava a fronteira.
E com tinta me pintei
Pra disfarçar a loucura que para mim eu inventei.

— The End —