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Hay quienes se resisten deshilachadamente
a morir sin haberse concedido
un año un mes una hora de goce
y esperan ese don cultivando el silencio
vaciándose de culpas y de pánicos
descansando en el lecho del cansancio
o evocando la infancia más antigua

así / con la memoria en rebanadas
con ojos que investigan lo invisible
y el desaliento tímido y portátil
que se cubre y descubre a duras penas
así miden el cuerpo torpe cándido
ese montón de riesgos y de huesos
áspero de deseos como llagas
que no elige agotarse mas se agota

merodean tal vez por la nostalgia
ese usual laberinto de abandonos
buscan testigos y no los encuentran
salvo en las caravanas de fantasmas

piden abrazos pero nadie cae
en la emboscada de los sentimientos
carne de espera / alma de esperanza
los desnudos se visten y no vuelven

el amor hace un alto en el camino
sorprendido in fraganti / condenado
y no obstante siempre hay quien se resiste
a irse sin gozar / sin apogeos
sin brevísimas cúspides de gloria
sin periquetes de felicidad

como si alguien en el más allá
o quizás en el más acá suplente
fuera a pedirle cuentas de por qué
no fue dichoso como puede serlo
un bienaventurado del montón
Santiago Apr 16
He caminado (quien sabe cuanto)
coleccionando la piel muerta
que caía de un reloj
ubicado en la esquina llena de moho de mi cuarto.

No tengo historias para contar,
no sentí nada real,
no fui nada real.

Mi vida se encuentra en los pasillos
de un edificio vacío
donde merodean todas mis mascotas
esperando que les dé de comer,
las que siguen con vida, al menos.

Construí un mundo nuevo
hecho del humo del fuego.
En él pasan todo tipo de eventos
que justifican todo tipo de violencia,
que trato con olanzapina e idealización suicida.

Los minutos, por su parte, tropiezan
de un escalón a otro
hasta el fondo.

— The End —