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Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
Iskra Silva Aug 2015
20.
A veces siento  cómo palpita mi corazón, siento todo
el dolor que martilla mi cabeza y que va carcomiendo mis deseos,
puedo olor la saturación de mi piel y escucho a mis
entrañas querer explotar, querer hacerse rojo tinta en la cama,
y en los oídos tengo un zumbido que me molesta todo el tiempo,
un zumbido que intenta arrancarme las orejas y ponerlas en un plato.

No puedo pensar con claridad, porque en mi cerebro
las ideas se extinguen y son sólo retazos de algún pensamiento vago,
¿cómo es que sigo de pie? Si no siento las piernas,
si parece que me las han cortado, igual que a mis brazos;
tampoco sé cómo escribo, ¿estoy escribiendo ahora mismo o tan sólo es la sobra inútil de una idea?

Estoy perdiendo los estribos, me estoy volviendo un
ser que no conozco, un ser que no puede centrar bien su cabeza
y que quiere marchitarse sin antes haber florecido.
Quiero paz, tan sólo quiero un momento de estática,
un momento en donde mi mente no grite con tanta locura
y donde la noche no se cole por todos mis poros y domine mis ideas.
Cuando siento que el raciocino me va a matar.
Ya cabalga Diego Ordóñez,   ya del real había salido,
armado de piezas dobles,   sobre un caballo morcillo;
va a retar a los zamoranos,   por muerte del rey su primo.
Vido estar a Arias Gonzalo   en el muro del castillo;
allí detuvo el caballo,   levantóse en los estribos:
-¡Yo os reto, los zamoranos,   por traidores fementidos!
¡Reto a mancebos y viejos,   reto a mujeres y niños,
reto también a los muertos   y a los que aún no son nacidos;
reto la tierra que moran,   reto yerbas, panes, vinos,
desde las hojas del monte   hasta las piedras del río,
pues fuisteis en la traición   del alevoso Vellido!

Respondióle Arias Gonzalo,   como viejo comedido:
-Si yo fuera cual tú dices,   no debiera ser nacido.
Bien hablas como valiente,   pero no como entendido.
¿Qué culpa tienen los muertos   en lo que hacen los vivos?
Y en lo que los hombres hacen,   ¿qué culpa tienen los niños?
Dejéis en paz a los muertos,   sacad del reto a los niños,
y por todo lo demás   yo habré de lidiar contigo.
Más bien sabes que en España   antigua costumbre ha sido
que hombre que reta a concejo   haya de lidiar con cinco,
y si uno de ellos le vence,   el concejo queda quito.
 Don Diego cuando esto oyera   algo fuera arrepentido;
mas sin mostrar cobardía,   dijo: -Afírmome a lo dicho.
Leydis Jun 2017
Tú,
Mi puente de amor.
Mi vaivén de ilusiones.
Mi agua fluyente.
Mi sempiterna carretera de felicidad.
El arraigar de toda mi fogosidad.

Tú,
puerto que va perdiendo su orilla,
más siempre anclas en los escondites de mi alma.
Hasta ahí navegas, con tu sonrisa pasmada.
Ese abrir de tu paraíso entre dientes y labios,
que brota de si, el aire que sirve como barandilla para mis miedos.
Miedos que van disminuyendo, porque he entendido que no hay barca
que pueda nadar el mar que es mi amor por ti.

Tú,
Mi frontera entre el mar y la tierra.
La precipitación de mis desiertos.
Desiertos donde moro en tu ausencia.
Ausencia que asilo como tesoro del pasado y el fortuito futuro.
Futuro que aguarda las respuestas de un pasado alborotador.

Tú,
El estribo que me hace perder los estribos.
Puente de mi esclavitud en libertad.
Libertad que aprisiona mi voluntad.
Voluntad que flaquea ante tu losa de pasiones,
y normaliza todas las contradicciones que puedo ser.

Tú.
Tú eres el único puente en mi demente cordura que entiendo.
El único puente que se y quiero caminar—
sea hecho en soga, piedra o de metal.
Tú eres mi acueducto de amor si me miras.
La autopista hacia el olvido si no llamas.
Y el día que dejes de quererme,
Probablemente, se hundirá mi puente,
en los oleajes del desequilibrio.

LeydisProse
5/8/2017
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Leydis Jul 2017
To think of you- love,
is to invoke a hurricane of passion-
that  sweeps my sanity,
that bristles my lust,
spinning me my soporific life,
in a torrential effusions that electrify my entire body.  

To think of you,
is wilt away the discretion,
to lose all control,
and
run towards your cyclones,
that excite me,
that roar at me,
and,
renders me languid,

Yes, that’s how it is when I think of you.
Is to feel strong gusts of desire,
which destabilize the gable of my prudence,
that enchant my mindfulness,
that plummets modesty,
that drags me to your ardor,
and
I plunges me, in the bursts of your passion.

To think of you-my love
is having to move my imagination,
due to the discernable trail,
that my trembling body leaves as evidence,
in my immaculate snowy sheets.

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Tu
(mi huracán de pasión)

Pensarte amor,
es invocar un huracán de pasiones--
que me arrasa la cordura,
que me eriza la lujuria,
que me gira mis soporífera vida,
en una lluvia torrencial de efusiones
que electrifican mi cuerpo entero.

Pensarte,
es sudar la vergüenza,
perder los estribos,
de querer tras tus ciclones,
que me alelan,
que me excitan,
que me gritan,
que me bajan y me suben.

Si, así, es pensarte.
es sentir fuertes marejadas en mi centro,
que desestabilizan el techo de mi prudencia,
que me hechizan la conciencia,
que empinan el pudor,
que me arrastran a tu ardor,
y
me funden en la ráfagas de tu pasión.

Pensarte,
es tener que mudar mi imaginación,
por los visibles daños,
que deja mi tembloroso cuerpo como prueba
en mis inmaculadas sábanas.

LeydisProse
7/24/2017

— The End —