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El sol dentro del día
                                      El frío dentro del sol.
Calles sin nadie
                              autos parados
Todavía no hay nieve
                                      hay viento viento
Arde todavía
                          en el aire helado
un arbolito rojo
Hablo con él al hablar contigo
Estoy en un cuarto abandonado del lenguaje
Tú estás en otro cuarto idéntico
O los dos estamos
en una calle que tu mirada ha despoblado
El mundo
imperceptiblemente se deshace
                                                            Memoria
desmoronada bajo nuestros pasos
Estoy parado a la mitad de esta línea
no escrita
Las puertas se abren y cierran solas
                                                                   
El aire
entra y sale por nuestra casa
                                                        El aire
habla a solas al hablar contigo
                                                        El aire
sin nombre por el pasillo interminable
No se sabe quién está del otro lado
                                                                El aire
vuelve aire todo lo que toca
                                                  El aire
con dedos de aire disipa lo que digo
Soy aire que no miras
No puedo abrir tus ojos
                                            No puedo cerrar la puerta
El aire se ha vuelto sólido
Esta hora tiene la forma de una pausa
La pausa tiene tu forma
Tú tienes la forma de una fuente
no de agua sino de tiempo
En lo alto del chorro de la fuente
saltan mis pedazos
el fui     el soy   el no soy todavía
Mi vida no pesa
                          El pasado se adelgaza
El futuro es un poco de agua en tus ojos
Ahora tienes la forma de un puente
Bajo tus arcos navega nuestro cuarto
Desde tu pretil nos vemos pasar
Ondeas en el viento más luz que cuerpo
En la otra orilla el sol crece
                                                al revés
Sus raíces se entierran en el cielo
Podríamos ocultarnos en su follaje
Con sus ramas prendemos una hoguera
El día es habitable
El frío ha inmovilizado al mundo
El espacio es de vidrio
                                        El vidrio es de aire
Los ruidos más leves erigen
súbitas esculturas
el eco las multiplica y las dispersa
Tal vez va a nevar
Tiembla el árbol encendido
Ya está rodeado de noche
Al hablar con él hablo contigo
Hoje sinto que aquela bola de sabão existe!
É uma bola de verdade, leve e livre, pelo vento,
Sente-se os sons das palavras, que expeliste,
Sentiu-se aqui o timbre, presente do alento!

O longo curso, no horizonte dessa montanha,
Que um dia essa bola quis seguir, sente-se aqui!
Brilham olhares atentos à noite, agora estranha,
O olhar de bolas voando vê-se agora até daqui!

Desperta solto e livre o sol de medo dos ventos,
Dispersa cores cinza, que o habitaram por tempos,
Ouvem-se desejos de liberdade, nestes momentos,
Quem sabe agora, o tom dos seus passatempos?

Não vejo os Invernos, nem se sente o tom do inferno,
Plana sobre a linda natureza um cheiro aflito e difuso,
Que sonho teve o vento, que te levou e trouxe, recluso!
Voa-as pelos céus e nem sabes mais a forma do parafuso!

Os círculos controversos do prender da abertura das portas,
Sustentam como metal idêntico as formas do pensamento,
Não importa ser bola de sabão e voar ao saber do vento,
Foi disposição para soltar amarras e viver o que hoje adoras!

O homem fez-se fora e a mulher vê-se agora, ambos cintilantes,
Todos os medos e costumes, já doentios, na hora do descanso,
Quando à noite no silêncio, os medos dos sons são abundantes,
Fogem sorridentes porque mesmo carentes têm seu descanso!

Autor: António Benigno
Código de autor: 2013.09.18.02.23
Madrugada dispersa
                            …sin esencia

Ella llegó a mi vida
robándola…
cuando al fin
no la necesito

Aunque ningún ser trate de vivir
                                                …sin esencia

Evolucioné de repente
me transformé en un ser definido
inmune…
a cualquiera de los problemas

Oscuros obstáculos
que se alejan
cuando
voy
tras de ti
tratando de asimilar
el estilo de tu hurto

Miradas vacías
que me enloquecen demasiado
robando cada pedazo del pasado
que capturas con tu encanto

Tarea fácil para usted ladrona

Que perturba mis amaneceres
llevándose todo mi sueño
llevándose todo aquello
que me deja vivir ahora

Siguiendo con ella
                         **…robándose la esencia
De estas calles que ahondan el poniente,
una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido

a Quién prefija omnipotentes normas
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida.
Si para todo hay término y hay tasa
y última vez y nunca más y olvido
¿quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo nos hemos despedido?
Tras el cristal ya gris la noche cesa
y del alto de libros que una trunca
sombra dilata por la vaga mesa,
alguno habrá que no leeremos nunca.
Hay en el Sur más de un portón gastado
con sus jarrones de mampostería
y tunas, que a mi paso está vedado
como si fuera una litografía.
Para siempre cerraste alguna puerta
y hay un espejo que te aguarda en vano;
la encrucijada te parece abierta
y la vigila, cuadrifronte, Jano.
Hay, entre todas tus memorias, una
que se ha perdido irreparablemente;
no te verán bajar a aquella fuente
ni el blanco sol ni la amarilla luna.
No volverá tu voz a lo que el persa
dijo en su lengua de aves y de rosas,
cuando el ocaso, ante la luz dispersa,
quieras decir inolvidables cosas.
¿Y el incesante Ródano y el lago,
todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?
Tan perdido estará como Cartago
que con fuego y con sal borró el latino.
Creo en el alba oír un atareado
rumor de multitudes que se alejan;
son los que me han querido y olvidado;
espacio y tiempo y Borges ya me dejan.
Inmóvil en la luz, pero danzante,
tu movimiento a la quietud que cría
en la cima del vértigo se alía
deteniendo, no al vuelo, sí al instante.

Luz que no se derrama, ya diamante,
fija en la rotación del mediodía,
sol que no se consume ni se enfría
de cenizas y llama equidistante.

Tu salto es un segundo congelado
que ni apresura el tiempo ni lo mata:
preso en su movimiento ensimismado

tu cuerpo de sí mismo se desata
y cae y se dispersa tu blancura
y vuelves a ser agua y tierra oscura.
...y las muchachas andan con las piernas desnudas:
¿por qué las utilizan
para andar?
Mentalmente repaso
oficios convincentes
para ellas -las piernas-,
digamos: situaciones
más útiles al hombre
que las mira
despacio,
silbando entre los dientes
una canción recuperada
apenas
          -ese oficio no me gusta...-
en el acantilado del olvido.
Si bien se mira, bien se ve que todas
son bellas: las que pasan
llevando hacia otro sitio
cabellos, voces, senos,
ojos, gestos, sonrisas;
las que permanecen
cruzadas,
dobladas como ramas bajo el peso
de la belleza cálida, caída
desde el dulce abandono de los cuerpos sentados;
las esbeltas y largas;
las tersas y bruñidas; las cubiertas
de leve vello, tocadas por la gracia
de la luz, color miel, comestibles
y apetitosas como frutas frescas;
y también -sobre todo- aquellas que demoran
su pesado trayecto hasta el tobillo
en el curvo perfil que delimita
las pueriles, alegres, inocentes,
irreflexivas, blancas pantorrillas.
Pensándolo mejor, duele mirarlas:
tanta gracia dispersa, inaccesible,
abandonada entre la primavera,
abruma el corazón del conmovido
espectador
que siente la humillante quemadura
de la renuncia,
y maldice en voz baja,
y se apoya en la verja del estanque,
y mira el agua,
y ve su propio rostro,
y escupe distraído, mientras sigue
con los ojos los círculos
que trazan en la tensa superficie
su soledad, su miedo, su saliva.
VS Nov 2014
Meus olhos se encharcam de vermelho
E respiro o silêncio artificial da tarde, naquele santuário abandonado, em meio aos destroços

A tormenta do viver é a consciência dos sentidos que me dispersa.
Então, como bom hedonista, a fuga que encontro é o dispersar-se de si. Medroso, adormeço.

Três vezes acordo e três são as minhas tentativas desconfortáveis do folhear de páginas uma vez já lidas.

Diferente disso é morrer
E morrer não quero jamais
Não vou.
Casi fuera del cielo ancla entre dos montañas
la mitad de la luna.
Girante, errante noche, la cavadora de ojos.
A ver cuántas estrellas trizadas en la charca.

Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye.
Fragua de metales azules, noches de las calladas luchas,
mi corazón da vueltas como un volante loco.
Niña venida de tan lejos, traída de tan lejos,
a veces fulgurece su mirada debajo del cielo.
Quejumbre, tempestad, remolino de furia,
cruza encima de mi corazón, sin detenerte.
Viento de los sepulcros acarrea, destroza, dispersa tu raíz soñolienta.
Desarraiga los grandes árboles al otro lado de ella.
Pero tú, clara niña, pregunta de humo, espiga.
Era la que iba formando el viento con hojas iluminadas.
Detrás de las montañas nocturnas, blanco lirio de incendio,
ah nada puedo decir! Era hecha de todas las cosas.

Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos,
es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría.
Tempestad que enterró las campanas, turbio revuelo de tormentas
para qué tocarla ahora, para qué entristecerla.
Ay seguir el camino que se aleja de todo,
donde no esté atajando la angustia, la muerte, el invierno,
con sus ojos abiertos entre el rocío.
La Rita tiene que tiene
tal meneo cuando anda,
que arriba mueve los senos
y que abajo las enaguas.
La nariz tiene picuda
y la mejilla picada,
y una melena cortita
de greñas tristes y lacias
en que clava una peineta,
cual su boca, desdentada.
Azares de su destino
la trajeron a esta casa,
que es hermana de escribanos
que en el pueblo lucen chapa.
En algún lance le hicieron
rosa viva las entrañas,
y en su cuidado dispersa
casi todo lo que gana:
mas la que le tiene el chico
se bebe lo que le mandan
sin que se atreva a quitárselo.
Aquí, proa de Europa preñadamente en *****;
aquí, talón sangrante del bárbaro Occidente;
áspid en piedra viva, que el mar dispersa y junta;
pánica Iberia, silo del sol, haza crujiente.
Tremor de muerte, eterno tremor escarnecido,
ávidamente orzaba la proa hacia otra vida,
en tanto que el talón, en tierra entrometido,
pisaba, horrible, el rostro de América adormida.
¡Santiago y cierra España! Derrostran con las uñas
y con los dientes rezan a un Dios de infierno en ristre,
encielan a sus muertos, entierran las pezuñas
en la más ardua historia que la Historia registre.
Alángeles y arcángeles se juntan contra el hombre.
Y el hambre hace su presa, los túmulos su agosto.
Tres años y cien caños de sangre Abel, sin nombre...
(Insoportablemente terrible es su arregosto.)
Madre y maestra mía, triste, espaciosa España,
he aquí a tu hijo. Úngenos, madre. Haz
habitable tu ámbito. Respirable tu extraña
paz. Para el hombre, Paz. Para el aire, madre, paz.
Ô saisons ô châteaux,
Quelle âme est sans défauts ?

Ô saisons, ô châteaux,

J'ai fait la magique étude
Du Bonheur, que nul n'élude.

Ô vive lui, chaque fois
Que chante son coq gaulois.

Mais ! je n'aurai plus d'envie,
Il s'est chargé de ma vie.

Ce Charme ! il prit âme et corps.
Et dispersa tous efforts.

Que comprendre à ma parole ?
Il fait qu'elle fuie et vole !

Ô saisons, ô châteaux !

Et, si le malheur m'entraîne,
Sa disgrâce m'est certaine.

Il faut que son dédain, las !

Me livre au plus prompt trépas !

- Ô Saisons, ô Châteaux !
Blanco, ceñido de luz blanca
desde los pies a la cabeza.
Vienen de lejos hasta mí,
se alzan, me embisten, me rodean.     Hacen nacer dentro del alma
no sé qué antiguas inocencias.
Alegría sobre las olas,
en los troncos de las palmeras,
alegría de oros y azules
bajo la luz que se dispersa.
(Esta alegría que ahora siento
yo sólo sé lo que me cuesta.)
    He podado las viejas ramas
que maduró el dolor. Las viejas
ramas. Ya el árbol tiene blancas
flores, y frutas opulentas.
    Tras el dolor consigue el alma
su plenitud. Sólo así llega
a reposar en la alegría,
a sentirse total y nueva.     He podado las viejas ramas.
(Yo pregunté sin que me oyeran.
Quise saber si era el otoño:
tenía el cielo una luz vieja,
un oro pálido y sereno,
como las hojas secas.
Veía siempre una gaviota
planear sobre mi cabeza).
He podado las viejas ramas,
la vida entera.
Enterré en el fondo del pozo
mi clara estrella.
He podado las viejas ramas.
Puse luz en mi noche negra
para que hoy beba su alegría
la pobre alma...                                 Me rodean.
Blanco, ceñido de luz blanca
desde los pies a la cabeza.
El alma bebe su alegría
entre las olas. Se despierta
de su mal sueño. Arena casi
maternal. Entre las palmeras
hay aves de oro, frutos de oro,
niños de oro, doradas hierbas.
Las olas rompen y me embisten,
y me visten de blancas yedras.
¡Alegría sobre las olas
disparando loca sus flechas!
Despiertan dentro de mi alma
no sé qué antiguas inocencias.     Alegría sólo presente
para que siempre sea eterna.
(Esta alegría que ahora siento
yo sólo sé lo que me cuesta).
La chose fut exquise et fort bien ordonnée.
C'était au mois d'avril, et dans une journée
Si douce, qu'on eût dit qu'amour l'eût faite exprès.
Thérèse la duchesse à qui je donnerais,
Si j'étais roi, Paris, si j'étais Dieu, le monde,
Quand elle ne serait que Thérèse la blonde ;
Cette belle Thérèse, aux yeux de diamant,
Nous avait conviés dans son jardin charmant.
On était peu nombreux. Le choix faisait la fête.
Nous étions tous ensemble et chacun tête à tête.
Des couples pas à pas erraient de tous côtés.
C'étaient les fiers seigneurs et les rares beautés,
Les Amyntas rêvant auprès des Léonores,
Les marquises riant avec les monsignores ;
Et l'on voyait rôder dans les grands escaliers
Un nain qui dérobait leur bourse aux cavaliers.

A midi, le spectacle avec la mélodie.
Pourquoi jouer Plautus la nuit ? La comédie
Est une belle fille, et rit mieux au grand jour.
Or, on avait bâti, comme un temple d'amour,
Près d'un bassin dans l'ombre habité par un cygne,
Un théâtre en treillage où grimpait une vigne.
Un cintre à claire-voie en anse de panier,
Cage verte où sifflait un bouvreuil prisonnier,
Couvrait toute la scène, et, sur leurs gorges blanches,
Les actrices sentaient errer l'ombre des branches.
On entendait au **** de magiques accords ;
Et, tout en haut, sortant de la frise à mi-corps,
Pour attirer la foule aux lazzis qu'il répète,
Le blanc Pulcinella sonnait de la trompette.
Deux faunes soutenaient le manteau d'Arlequin ;
Trivelin leur riait au nez comme un faquin.
Parmi les ornements sculptés dans le treillage,
Colombine dormait dans un gros coquillage,
Et, quand elle montrait son sein et ses bras nus,
On eût cru voir la conque, et l'on eût dit Vénus.
Le seigneur Pantalon, dans une niche, à droite,
Vendait des limons doux sur une table étroite,
Et criait par instants : " Seigneurs, l'homme est divin.
- Dieu n'avait fait que l'eau, mais l'homme a fait le vin. "
Scaramouche en un coin harcelait de sa batte
Le tragique Alcantor, suivi du triste Arbate ;
Crispin, vêtu de noir, jouait de l'éventail ;
Perché, jambe pendante, au sommet du portail,
Carlino se penchait, écoutant les aubades,
Et son pied ébauchait de rêveuses gambades.

Le soleil tenait lieu de lustre ; la saison
Avait brodé de fleurs un immense gazon,
Vert tapis déroulé sous maint groupe folâtre.
Rangés des deux côtés de l'agreste théâtre,
Les vrais arbres du parc, les sorbiers, les lilas,
Les ébéniers qu'avril charge de falbalas,
De leur sève embaumée exhalant les délices,
Semblaient se divertir à faire les coulisses,
Et, pour nous voir, ouvrant leurs fleurs comme des yeux,
Joignaient aux violons leur murmure joyeux ;
Si bien qu'à ce concert gracieux et classique,
La nature mêlait un peu de sa musique.

Tout nous charmait, les bois, le jour serein, l'air pur,
Les femmes tout amour, et le ciel tout azur.

Pour la pièce, elle était fort bonne, quoique ancienne,
C'était, nonchalamment assis sur l'avant-scène,
Pierrot qui haranguait, dans un grave entretien,
Un singe timbalier à cheval sur un chien.

Rien de plus. C'était simple et beau. - Par intervalles,
Le singe faisait rage et cognait ses timbales ;
Puis Pierrot répliquait. - Écoutait qui voulait.
L'un faisait apporter des glaces au valet ;
L'autre, galant drapé d'une cape fantasque,
Parlait bas à sa dame en lui nouant son masque ;
Trois marquis attablés chantaient une chanson ;
Thérèse était assise à l'ombre d'un buisson :
Les roses pâlissaient à côté de sa joue,
Et, la voyant si belle, un paon faisait la roue.

Moi, j'écoutais, pensif, un profane couplet
Que fredonnait dans l'ombre un abbé violet.

La nuit vint, tout se tut ; les flambeaux s'éteignirent ;
Dans les bois assombris les sources se plaignirent.
Le rossignol, caché dans son nid ténébreux,
Chanta comme un poète et comme un amoureux.
Chacun se dispersa sous les profonds feuillages ;
Les folles en riant entraînèrent les sages ;
L'amante s'en alla dans l'ombre avec l'amant ;
Et, troublés comme on l'est en songe, vaguement,
Ils sentaient par degrés se mêler à leur âme,
A leurs discours secrets, à leurs regards de flamme,
A leur coeur, à leurs sens, à leur molle raison,
Le clair de lune bleu qui baignait l'horizon.
Dans le beau siècle d'or, quand les premiers humains,
Au milieu d'une paix profonde,
Coulaient des jours purs et sereins,
La vérité courait le monde
Avec son miroir dans les mains.
Chacun s'y regardait, et le miroir sincère
Retraçait à chacun son plus secret désir
Sans jamais le faire rougir ;
Temps heureux, qui ne dura guère !
L'homme devint bientôt méchant et criminel.
La vérité s'enfuit au ciel,
En jetant de dépit son miroir sur la terre.
Le pauvre miroir se cassa.
Ses débris qu'au hasard la chute dispersa
Furent perdus pour le vulgaire.
Plusieurs siècles après on en connut le prix :
Et c'est depuis ce temps que l'on voit plus d'un sage
Chercher avec soin ces débris,
Les retrouver parfois ; mais ils sont si petits,
Que personne n'en fait usage.
Hélas ! Le sage le premier
Ne s'y voit jamais tout entier.
Cuando nada sucede,
y el verano se ha ido,
y las hojas comienzan a caer de los árboles,
y el frío oxida el borde de los ríos
y hace más lento el curso de las aguas;
cuando el cielo parece un mar violento,
y los pájaros cambian de paisaje,
y las palabras se oyen cada vez más lejanas,
como susurros que dispersa el viento;

entonces,
ya se sabe,
es lo que pasa:

esas hojas, los pájaros, las nubes,
las palabras dispersas y los ríos,
nos llenan de inquietud súbitamente
y de desesperanza.

No busquéis el motivo en vuestros corazones.
Tan sólo es lo que dije:
lo que pasa.
Tarde de lluvia en que se agravan
al par que una íntima tristeza
un  desdén manso de las cosas
y una emoción sutil y contrita que reza.
Noble delicia desdeñar
con un desdén que no se mide,
bajo el equívoco nublado:
alba que se insinúa, tarde que se despide.
Sólo tú no eres desdeñada,
pálida que al arrimo de la turbia vidriera,
tejes en paz en la hora gris
tejiendo los minutos de inmemorial espera.
Llueve con quedo sonsonete,
nos da el relámpago luz de oro
y entra un suspiro, en vuelo de ave fragante y húmeda,
a buscar tu regazo, que es refugio y decoro.
¡Oh, yo podría poner mis manos
sobre tus hombros de novicia
y sacudirte en loco vértigo
por lograr que cayese sobre mí tu caricia,
cual se sacude el árbol prócer
(que preside las gracias floridas de un vergel)
por arrancarle la primicia
de sus hojas provectas y sus frutos de miel!
Pero pareces balbucir,
toda callada y elocuente:
«Soy un frágil otoño que teme maltratarse»
e infiltras una casta quietud convaleciente
y se te ama en una tutela suave y leal,
como a una párvula enfermiza
hallada por el bosque un día de vendaval.
Tejedora: teje en tu hilo
la inercia de mi sueño y tu ilusión confiada;
teje el silencio; teje la sílaba medrosa
que cruza nuestros labios y que no dice nada;
teje la fluida voz del Ángelus
con el crujido de las puertas;
teje la sístole y la diástole
de los penados corazones
que en la penumbra están alertas.
Divago entre quimeras difuntas y entre sueños
nacientes, y propenso a un llanto sin motivo,
voy, con el ánima dispersa
en el atardecer brumoso y efusivo,
contemplándote, Amor, a través de una niebla
de pésame, a través de una cortina ideal
de lágrimas, en tanto que tejes dicha y luto
en un limbo sentimental.
En la montaña negra
el torrente delira en voz alta
A esta misma hora
tú avanzas entre precipicios
por tu cuerpo dormido
El viento lucha a obscuras con tu sueño
maraña verde y blanca
encina niña encina milenaria
el viento te descuaja y te arrastra y te arrasa
abre tu pensamiento y lo dispersa
Torbellino tus ojos
torbellino tu ombligo
torbellino y vacío
El viento te exprime como un racimo
temporal en tu frente
temporal en tu nuca y en tu vientre
Como una rama seca
el viento te avienta
El torrente entra en tu sueño
manos verdes y pies negros
rueda por la garganta
de piedra de la noche
anudada a tu cuerpo
de montaña dormida
El torrente delira
entre tus muslos
soliloquio de piedras y de agua
Por los acantilados
de tu frente
pasa un río de pájaros
El bosque dobla la cabeza
como un toro herido
el bosque se arrodilla
bajo el ala del viento
cada vez más alto
el torrente delira
cada vez más hondo
por tu cuerpo dormido
cada vez más noche
A la Discordia bélica y al rudo Ares... Anciano
ya soy; por eso ayúdame para colgar mi escudo
de este poste, y mis armas melladas y mi rudo
casco roto, que en lides siempre llevé yo ufano.

Este arco también cuelga. Pues no querrás en vano
que el cáñamo en él tuerza, porque brazo membrudo
y fuerte, su madera jamás doblegar pudo.
¿O esperas que la cuerda logre templar mi mano?

También, para colgado, toma el carcaj de cuero
donde tus ojos buscan las flechas del arquero
que el viento del combate con su furor dispersa.

Está vacío, es cierto, pero serán halladas:
búscalas en el campo de Maratón. Del Persa
en la garganta, un día, quedáronse clavadas.
Ô saisons ô châteaux,
Quelle âme est sans défauts ?

Ô saisons, ô châteaux,

J'ai fait la magique étude
Du Bonheur, que nul n'élude.

Ô vive lui, chaque fois
Que chante son coq gaulois.

Mais ! je n'aurai plus d'envie,
Il s'est chargé de ma vie.

Ce Charme ! il prit âme et corps.
Et dispersa tous efforts.

Que comprendre à ma parole ?
Il fait qu'elle fuie et vole !

Ô saisons, ô châteaux !

Et, si le malheur m'entraîne,
Sa disgrâce m'est certaine.

Il faut que son dédain, las !

Me livre au plus prompt trépas !

- Ô Saisons, ô Châteaux !

— The End —