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Madrid quedó vacía
sólo estamos los otros
y por eso
se siente la presencia de las plazas
los jardines y fuentes
los parques y glorietas

como siempre en verano
madrid se ha convertido
en una calma unánime
pero agradece nuestra permanencia
a contrapelo de los más

es un agosto de eclosión privada
sin mercaderes ni paraguas
sin comitivas ni mitines
en ningún otro mes del larguísimo año
existe enlace tan sutil
entre la poderosa
metrópoli
y nosotros pecadores afortunadamente
los árboles han vuelto a ser
protagonistas del aire gratuito
como antes
cuando los ecologistas
no eran todavía imprescindibles

también los pájaros disfrutan
ala batiente de una urbe
que inesperadamente se transforma
en vivible y volable

los madrileños han huido
a la montaña y a marbella
a ciudadela y benidorm
a formentor y tenerife

y nos entregan sin malicia
a los otros que ahora
por fin somos nosotros
un madrid sorprendente
casi vacante       despejado
limpio de hollín y disponible
en él andamos como dueños
tercermundistas del arrobo
en solidarias pulcras avenidas
sudando con unción la gota gorda

el verano no es tiempo de fragor
sino de verde tregua

empalagados del rencor insomne
estamos como nunca
dispuestos a la paz

en el rato estival
la historia se detiene
y todos descubrimos una vida postiza
pero cuando el asueto se termine
volverán a sonar
las bocinas los gritos las sirenas los mueras y los vivas
bombas y zambombazos
y las dulces metódicas campanas
durante tres fecundas estaciones
nadie se acordará
de pájaros y árboles
¿Te llama la atención mi reloj? ¿Verdad que es
lindo? A mí siempre me gustaron los relojes con números
romanos. ¿Crees que está atrasado porque marca las once y
cuarto? No, no está atrasado. Simplemente, hace diez años
que está detenido en esa hora. ¿Por qué? No es tan
simple de contar. Nunca hablo de eso, nada más que por miedo a
que no me crean. ¿Serías capaz de creerme? Entonces te lo
cuento. Más que un recuerdo, es un homenaje. Diez años.
Recuerdo la fecha, porque todo ocurrió al día siguiente
de mi cumpleaños. Tenía quince y estaba bastante
orgulloso de mi nueva edad. Pasaba ese verano en casa de mis
tíos, en un pueblecito mallorquín, en medio de un
increíble paisaje montañoso. Después de las
muchedumbres y el tránsito enloquecido de Barcelona, aquello era
un paraíso. Por las mañanas me gustaba ir a la cala que
quedaba allá abajo; en hora tan temprana estaba siempre
desierta. En esa época nadaba muy mal, así que nunca me
alejaba mucho de la orilla porque en ciertos momentos del día
las olas, altísimas y todopoderosas, eran siempre un peligro. Me
bañaba desnudo y eso constituía todo un disfrute en aquel
agosto particularmente caluroso. Esa mañana descendí casi
corriendo por el sendero irregular y pedregoso que llevaba a la cala, y
una vez allí, sin mirar siquiera a mi alrededor, me quité
el short. Iba a meterme en el agua, cuando sentí que alguien me
gritaba, algo como buenos días. Miré entonces y vi a una
mujer joven, morena, hermosa. Llevaba una mínima tanga, pero su
busto estaba al descubierto. Sentí un poco de vergüenza y
me tapé con las manos, pero ella empezó a caminar y
enseguida estuvo junto a mí. No tengas vergüenza, dijo (en
un correcto español pero con acento extranjero, como si fuese
inglesa o alemana). Mira, yo también me quito esta menudencia,
agregó, y así estamos iguales. Preguntó
cómo me llamaba y le dije que Tomás. Tom, repitió
ella. Eres lindo, Tom. Creo que me puse rojo. Ven, dijo, y
tendió su mano hacia mí. Yo le di la mía. Ven,
repitió y me miró calmosamente. Sonreía, pero era
una sonrisa triste. ¿Nunca has estado con una mujer? Dije que
no, pero sólo con la cabeza. ¿Y qué edad tienes?
Ayer cumplí quince, contesté con mi orgullo algo
recuperado. Entonces empezó a acariciarme, primero los hombros,
luego el pecho (yo reí porque me hizo cosquillas), la cintura,
siempre sonriendo con infinita tristeza. Cuando llegó a mi ****,
éste ya la estaba esperando. Entonces sonrió más
francamente y con un poco menos de tristeza, pero no se detuvo
allí, continuó acariciándome y así
llegó a mis tobillos y a mis pies llenos de arena. En ese
momento comprendí que me estaba enseñando algo y
resolví ser un buen alumno. También yo empecé a
acariciarla, pero en sentido inverso, de abajo hacia arriba, pero
cuando llegué a aquellos pechos tan celestiales, me sentí
desfallecer. De amor, de angustia, de esperanza, de nueva vida,
qué sé yo. Nunca más he sentido una
sensación así. Entonces, sin decirnos nada, nos tendimos
un poco más allá, donde el agua apenas lamía la
arena, y ella prosiguió minuciosamente su clase de
anatomía. La verdad es que a esa altura yo ya no precisaba
más lecciones y la cubrí sin ninguna timidez, casi te
diría que con descaro. Y mientras disfrutaba como un loco,
recuerdo que pensaba, o más bien deliraba: esta mujer es
mía, esta mujer es mía. Cuando todo acabó,
continuó besándome durante un rato. Luego se quitó
el reloj (precisamente este reloj) de su muñeca y me lo dio.
Mira, se ha detenido, eso quiere decir algo, guárdalo contigo. Y
yo, que siempre había querido tener un reloj con números
romanos, lo puse en mi muñeca, a ella le dije gracias y la
besé otra vez. Entonces dijo: Eres lo mejor que me podía
haber pasado, justamente hoy. Ahora me voy contenta, porque nos
descubrimos y fue algo maravilloso, ¿no te parece? Sí,
maravilloso, pero a dónde vas. Al mar, Tom, me voy al mar.
Tú te quedas aquí, con el reloj que se ha detenido, y no
digas nada a nadie. A nadie. Me besó por última vez y su
lengua estaba salada, como si fuera un anticipo del mar que la
esperaba. Empezó a caminar lentamente, se metió en el
agua y de inmediato fue rodeada por el coro de las olas, que cada vez
se fueron encrespando más. Ella siguió avanzando, sin
nadar, dejándose llevar, empujar, acosar violentamente por aquel
mar que (lo pensé entonces) era un viejo celoso, desbordante de
ira y de lujuria. Un viejo que no la iba a perdonar y a mí me
salpicaba como escupiéndome. Y así hasta que la
perdí de vista, porque las olas, una vez que golpeaban en las
rocas, regresaban con ímpetu y la llevaban cada vez más
lejos, más lejos, hasta que por fin tomé conciencia de mi
abandono y empecé a llorar, no como un muchacho de quince
años sino como un niño de catorce, sobre los despojos de
mi brevísima, casi instantánea felicidad. Jamás
apareció su cuerpo en las costas de Mallorca, nunca supe
quién era. Durante unos meses quise convencerme de que tal vez
fuese una sirena, pero luego descartaba esa posibilidad, ya que las
sirenas no usan relojes con números romanos. Bueno, creo que no
usan relojes en general. Aun hoy, cuando voy de vacaciones a Mallorca,
bajo siempre hasta la cala y me quedo allí, desnudo y a la
espera, dispuesto a darle cuerda nuevamente al reloj no bien ella surja
desde el mar, huyéndole a las olas iracundas de aquel viejo
rijoso. Pero ya ves, en mi reloj de números romanos las agujas
siguen marcando las once y cuarto, igual que hace diez años.
CapsLock Oct 2017
Te pidieron permiso para existir?
O sin saberlo se te fue otorgado.
Descubrimos belleza y encontramos horrores,
aprendimos a ser humanos.

Siempre entre alegría y dolor
sin poder nunca evitarlo.
Y si tanto tengo que sufrir?
No es menor ni empezarlo?

Dar vida y su creación.
El orgullo de un dios amargo.
Que egoísta hay que ser
para crear un ser vivo y al mundo atarlo.

Si tras sufrir acabara por morir...
No es mejor ni evitarlo?
Y para salvarnos a todos
parar la rueda y el ciclo terminarlo.

Todos juntos silenciosos hermanos
bajo las estrellas cogernos de la mano
Y como ellas, uno a uno apagarnos
Y en armonía a nuestro destino llegamos.
Leydis Jul 2017
Ven, que Cortázar aprueba nuestra entrega.
Ven, que muero de ansias por dormir contigo.
Ven, descansemos estos cuerpos muertos por la rutina.
Ven, que la vida nos invita a relajarnos entre mimos.
Nos inventa jugadas que puedan extasiar nuestras almas.
Nos regala palabras que podemos gritar hasta que los vecinos se enfaden.
Ven que la alcoba nos llama….ella nos reta--a ahogarnos las llamaradas.
Ven, vamos a escalar el Himalaya,
Ven, que el amor será nuestra mejor guía mientras la descubrimos.
Logremos derretir con nuestros fogosos cuerpos, la nieve que la decora.
Ven, que quiero ser tu “Hima” para que tu nieve enfrié mi canícula.
Quiero ser tu himno, tu gloria, tu mujer insaciable.
Quiero que tú seas mi “ālaya”,
mi morada, mi lugar donde exquisitamente calo en tu cúpula.
Que seas mi río Brahmaputra y que me emputes la impudicia.
Que desagües mis valles con tu dulce boca.
Que conquistes la cordillera de mis pretensiones.
Que derritas mis ventisqueros para alimentar mis famélicos deseos.
Ven, que nuestra alcoba nos llama, nos invita.
Vamos a subir la montaña Everest entre besos que excitan.
Dejemos que el amor nos quebrante sin descuido.
Nos embriague entre artimañas mientras escalamos hacia la cima.
Ven, que este amor se concomerá nuestras ganas,
empuñándonos en cada paso mientras escalamos esta montaña
de pasión, de devoción, de inaguantables salacidad.
Ven que nuestro amor nos hará invencibles,
cuando logremos al mismo tiempo colonizar nuestras cumbres
y la decoremos con una emblemática bandera blanca…...
Ven mi cielo a dormir conmigo,
que el amor, el calor y el deseo se están carcomiendo en nuestro lecho.
LeydisProse
7/7/2017h
ttps://www.facebook.com/LeydisProse/
Leydis Jul 2017
Ven, que Cortázar aprueba nuestra entrega.
Ven, que muero de ansias por dormir contigo.
Ven, descansemos estos cuerpos muertos por la rutina.
Ven, que la vida nos invita a relajarnos entre mimos.
Nos inventa jugadas que puedan extasiar nuestras almas.
Nos regala palabras que podemos gritar hasta que los vecinos se enfaden.

Ven que la alcoba nos llama….ella nos reta--a ahogarnos las llamaradas.
Ven, vamos a escalar el Himalaya,
Ven, que el amor será nuestra mejor guía  mientras la descubrimos.
Logremos derretir con nuestros fogosos cuerpos, la nieve que la decora.

Ven, que quiero ser tu “Hima” para que tu nieve enfrié mi canícula.
Quiero ser  tu himno, tu gloria, tu mujer insaciable.
Quiero que tú seas mi “ālaya”,
mi morada, mi lugar donde exquisitamente calo en tu cúpula.
Que seas mi río Brahmaputra y que me emputes la impudicia.
Que desagües mis valles con tu dulce boca.
Que conquistes la cordillera de mis pretensiones.
Que derritas mis ventisqueros para alimentar mis famélicos deseos.

Ven, que nuestra alcoba nos llama, nos invita.
Vamos a subir la montaña Everest entre besos que excitan.
Dejemos que el amor nos quebrante sin descuido.
Nos embriague entre artimañas mientras escalamos hacia la cima.

Ven, que este amor se concomerá nuestras ganas,
empuñándonos en cada paso mientras escalamos esta montaña
de pasión, de devoción, de inaguantables salacidad.

Ven que nuestro amor nos hará invencibles,
cuando logremos al mismo tiempo colonizar nuestras cumbres
y la decoremos con una emblemática bandera blanca…...

Ven mi cielo a dormir conmigo,
que el amor, el calor y el deseo se están carcomiendo en nuestro lecho.

LeydisProse
7/7/2017h
ttps://www.facebook.com/LeydisProse/
Gerardo Manllo Jan 2018
aqui estoy
acostado pensando en ti
donde todo empezo
un año ha pasado
y solo tengo tu recuerdo enjaulado

un sueño cumplido
no deje de ser tu mejor amigo
solo me converti en tu mejor motivo

viajamos juntos
descubrimos juntos
el mundo en nuestras manos
destruido por tus pensamientos vagos

pensar en ti
el sol de la mañana
entrando en la ventana
despertandonos de un sueño
para verme en tu mirada

dormir contigo
despertar a tu lado
vivir el sueño
para siempre enamorados

nunca entendere que paso
nunca podre sacarte de mi corazon

mi mejor amiga
convertida en mi novia
y en menos de un año
te rendiste con nuestra historia
6/12/17

— The End —