Ella eligió sus manos,
otra piel que no es la mía,
otro silencio que no escucho.
Y sin embargo, vuelve.
Vuelve con sus ojos cargados de vacío,
con palabras que cortan
como cristales que nunca caen.
Es su sombra la que busca,
no soy yo,
es el eco de lo que fui
cuando aún la esperaba.
Quiero escapar,
desatarme de este hilo invisible
que me sujeta a su memoria,
pero sus pasos me encuentran
aunque me esconda en la distancia.
Soy la presa en un juego que no elegí,
un nombre al que no suelta,
una herida que alimenta
sin saber que sangra.
Ella me busca,
pero no me elige.
Y yo, que no sé avanzar,
me pierdo en la trampa
de un deseo sin salida.