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En el fondo del pecho estamos juntos,
en el cañaveral del pecho recorremos
un verano de tigres,
al acecho de un metro de piel fría,
al acecho de un ramo de inaccesible cutis,
con la boca olfateando sudor y venas verdes
nos encontramos en la húmeda sombra que deja caer besos.

Tú mi enemiga de tanto sueño roto de la misma manera
que erizadas plantas de vidrio, lo mismo que campanas
deshechas de manera amenazante, tanto como disparos
de hiedra negra en medio del perfume,
enemiga de grandes caderas que mi pelo han tocado
con un ronco rocío, con una lengua de agua,
no obstante el mudo frío de los dientes y el odio de los ojos,
y la batalla de agonizantes bestias que cuidan el olvido,
en algún sitio del verano estamos juntos
acechando con labios que la sed ha invadido.
Si hay alguien que traspasa
una pared con círculos de fósforo
y hiere el centro de unos dulces miembros
y muerde cada hoja de un bosque dando gritos,
tengo también tus ojos de sangrienta luciérnaga
capaces de impregnar y atravesar rodillas
y gargantas rodeadas de seda general.

Cuando en las reuniones
el azar, la ceniza, las bebidas,
el aire interrumpido,
pero ahí están tus ojos oliendo a cacería,
a rayo verde que agujerea pechos,
tus dientes que abren manzanas de las que cae sangre,
tus piernas que se adhieren al sol dando gemidos,
y tus tetas de nácar y tus pies de amapola,
como embudos llenos de dientes que buscan sombra,
como rosas hechas de látigo y perfume, y aun,
aun más, aun más,
aun detrás de los párpados, aun detrás del cielo,
aun detrás de los trajes y los viajes, en las calles donde la gente orina,
adivinas tos cuerpos,
en las agrias iglesias a medio destruir, en las cabinas que el mar lleva en las manos,
acechas con tus labios sin embargo floridos,
rompes a cuchilladas la madera y la plata,
crecen tus grandes venas que asustan:
no hay cáscara, no hay distancia ni hierro,
tocan manos tus manos,
y caes haciendo crepitar las flores negras.

Adivinas los cuerpos
Como un insecto herido de mandatos,
adivinas el centro de la sangre y vigilas
los músculos que postergan la aurora, asaltas sacudidas,
relámpagos, cabezas,
y tocas largamente las piernas que te guían.

Oh conducida herida de flechas especiales!

Hueles lo húmedo en medio de la noche?

O un brusco vaso de rosales quemados?

Oyes caer la ropa, las llaves, las monedas
en las espesas casas donde llegas desnuda?

Mi odio es una sola mano que te indica
el callado camino, las sábanas en que alguien ha dormido
con sobresalto: llegas
y ruedas por el suelo manejada y mordida,
y el viejo olor del ***** como una enredadera
de cenicienta harina se desliza a tu boca.

Ay leves locas copas y pestañas,
aire que inunda un entreabierto río
como una sola paloma de colérico cauce,
como atributo de agua sublevada,
ay substancias, sabores, párpados de ala viva
con un temblor, con una ciega flor temible,
ay graves, serios pechos como rostros,
ay grandes muslos llenos de miel verde,
y talones y sombra de pies, y transcurridas
respiraciones y superficies de pálida piedra,
y duras olas que suben la piel hacia la muerte
llenas de celestiales harinas empapadas.

Entonces, este río
va entre nosotros, y por una ribera
vas tú mordiendo bocas?
Entonces es que estoy verdaderamente, verdaderamente lejos
y un río de agua ardiendo pasa en lo oscuro?
Ay cuántas veces eres la que el odio no nombra,
y de qué modo hundido en las tinieblas,
y bajo qué lluvias de estiércol machacado
tu estatua en mi corazón devora el trébol.

El odio es un martillo que golpea tu traje
y tu frente escarlata,
y los días del corazón caen en tus orejas
como vagos búhos de sangre eliminada,
y los collares que gota a gota se formaron con lágrimas
rodean tu garganta quemándote la voz como con hielo.

Es para que nunca, nunca
hables, es para que nunca, nunca
salga una golondrina del nido de la lengua
y para que las ortigas destruyan tu garganta
y un viento de buque áspero te habite.

En dónde te desvistes?
En un ferrocarril, junto a un peruano rojo
o con un segador, entre terrones, a la violenta
luz del trigo?
O corres con ciertos abogados de mirada terrible
largamente desnuda, a la orilla del agua de la noche?

Miras: no ves la luna ni el jacinto
ni la oscuridad goteada de humedades,
ni el tren de cieno, ni el marfil partido:
ves cinturas delgadas como oxígeno,
pechos que aguardan acumulando peso
e idéntica al zafiro de lunar avaricia
palpitas desde el dulce ombligo hasta las rosas.

Por qué sí? Por qué no? Los días descubiertos
aportan roja arena sin cesar destrozada
a las hélices puras que inauguran el día,
y pasa un mes con corteza de tortuga,
pasa un estéril día,
pasa un buey, un difunto,
una mujer llamada Rosalía,
y no queda en la boca sino un sabor de pelo
y de dorada lengua que con sed se alimenta.
Nada sino esa pulpa de los seres,
nada sino esa copa de raíces.

Yo persigo como en un túnel roto, en otro extremo
carne y besos que debo olvidar injustamente,
y en las aguas de espaldas cuando ya los espejos
avivan el abismo, cuando la fatiga, los sórdidos relojes
golpean a la puerta de hoteles suburbanos, y cae
la flor de papel pintado, y el terciopelo cagado por las ratas y la cama
cien veces ocupada por miserables parejas, cuando
todo me dice que un día ha terminado, tú y yo
hemos estado juntos derribando cuerpos,
construyendo una casa que no dura ni muere,
tú y yo hemos corrido juntos un mismo río
con encadenadas bocas llenas de sal y sangre,
tú y yo hemos hecho temblar otra vez las luces verdes
y hemos solicitado de nuevo las grandes cenizas.

Recuerdo sólo un día
que tal vez nunca me fue destinado,
era un día incesante,
sin orígenes, Jueves.
Yo era un hombre transportado al acaso
con una mujer hallada vagamente,
nos desnudamos
como para morir o nadar o envejecer
y nos metimos uno dentro del otro,
ella rodeándome como un agujero,
yo quebrantándola como quien
golpea una campana,
pues ella era el sonido que me hería
y la cúpula dura decidida a temblar.

Era una sorda ciencia con cabello y cavernas
y machacando puntas de médula y dulzura
he rodado a las grandes coronas genitales
entre piedras y asuntos sometidos.

Éste es un cuento de puertos adonde
llega uno, al azar, y sube a las colinas,
suceden tantas cosas.

Enemiga, enemiga,
es posible que el amor haya caído al polvo
y no haya sino carne y huesos velozmente adorados
mientras el fuego se consume
y los caballos vestidos de rojo galopan al infierno?

Yo quiero para mí la avena y el relámpago
a fondo de epidermis,
y el devorante pétalo desarrollado en furia,
y el corazón labial del cerezo de junio,
y el reposo de lentas barrigas que arden sin dirección,
pero me falta un suelo de cal con lágrimas
y una ventana donde esperar espumas.

Así es la vida,
corre tú entre las hojas, un otoño
***** ha llegado,
corre vestida con una falda de hojas y un cinturón de metal amarillo,
mientras la neblina de la estación roe las piedras.

Corre con tus zapatos, con tus medias,
con el gris repartido, con el hueco del pie, y con esas manos que el tabaco salvaje adoraría,
golpea escaleras, derriba
el papel ***** que protege las puertas,
y entra en medio del sol y la ira de un día de puñales
a echarte como paloma de luto y nieve sobre un cuerpo.

Es una sola hora larga como una vena,
y entre el ácido y la paciencia del tiempo arrugado
transcurrimos,
apartando las sílabas del miedo y la ternura,
interminablemente exterminados.
Rui Serra Jan 2013
Chovia lá fora
na rua deserta
e no conforto da casa
não chovia p’la certa.

Lá fora o frio
fazia-nos tiritar
e no conforto da casa
ouvia-se a madeira crepitar.

E pingava lá fora
num concerto afinado
e no conforto da casa
escrevia eu ao teu lado.
Rui Serra Feb 2015
eu quero sussurrar miséria
no lóbulo interior do teu eu

eu quero fazer crepitar o fogo
e voar para fora das amarras que me detêm

eu quero ver os teus olhos castanhos
que deixam manchas na alcatifa
das lágrimas que se desprendem da tua face

eu quero ver o teu eu!
Rui Serra Mar 2015
chovia lá fora
na rua deserta
e no conforto da casa
não chovia p’la certa

lá fora o frio
far-nos-ia tiritar
e no conforto da casa
ouvia-se a madeira crepitar

e pingava lá fora
num concerto afinado
e no conforto da casa
escrevia eu ao teu lado
¿se fue por el aire o era
una invención de cuello verde
Isidoro Ducasse de Lautréamont
se fue por el aire o era:
una invención de cuello verde
un Isidoro del otro amor
que comía rostros podridos
melancolías desesperos
penas blanquitas tristes furias
y erguía entonces su valor
y reemplazaba la desdicha
por unos cuantos resplandores

el sudamericano magnífico
de algas en la boca
¿dónde encontraba resplandores?
los encontró en rostros podridos
melancolías desesperos
penas blanquitas tristes furias
que le tocaron corazón
como se dice lo pudrieron
desesperaron atristaron
se lo vio como un pajarito
en Canelones y Boul' Mich'
pasear a la Melanco Lía
como una noviecita pura
disimulando violaciones
cometidas en el quartier

"oh dulce novia" le decía
clavándola contra sus brazos
abiertos y una especie de
mar le salía a Lautréamont
por la mirada por la boca
por las muñecas por la nuca
"a ver cómo te mueres" le
decía "bella" le decía
mientras la amaba especialmente
y la desarmaba en París
como una fiesta como un fuego
ayer crepita todavía
en un cuarto de Poissonières
que huele a suda mericano

ea Ducasse Latréamont
montevideano ea ea
en vide o monte de ta mort
parecía una bola de oro
una calor desenvainada
la tristeza decapitó
la furia desenfureció
se fue por el aire o era
un Isidoro Ducasse muerto
solamente por esta vez
o como lluvia de otro amor
mojó a Nuestra Dama de
la Comuna armada y amada
con la belleza que subía
de su cuello verde podrido

en mil nueve sesentisiete
por la barranca de los loros
se lo oyó como que volaba
o parecía crepitar
contra la selva agujereada
los desesperos del país
las melancolías más gordas
pero fue el otro que cayó
solamente por esta vez
mientras Ducasse descansaba
en un campamento de sombras
Cuando el hombre se extinga,
cuando la estirpe humana al fin se acabe,
todo lo que ha creado
comenzará a agitarse,
a ser de nuevo,
a comportarse libremente
                                                -como
los niños que se quedan
solos en casa
cuando sus padres salen por la noche.
Héctor conseguirá humillar a Aquiles,
Luzbel volverá a ser lo que era antes,
fornicará Susana con los viejos,
avanzará un gran monte hacia Mahoma.
Cuando el hombre se acabe
-cualquier día-,
un crepitar de polvo y de papeles
proclamará al silencio
la frágil realidad de sus mentiras.
Bastian M Pop Dec 2020
con narciso por labios
&
pupilas de azúcar
me encontraste

entre rechinantes mares hechos tabique
asfalto
&
vagones sin vía
sus obreros en gabán
entre gritos encerraron a mi serafín

el titilar de un palpitar amado
mis pasos no llevan a casa
llevan a un sonreír entre sabanas ajenas

eco de mis pétalos
ni mis ternuras reconozco
cuando tus pieles fueron filmadas
por caricia de crepitar ocre
&
mis pupilas de azúcar

me hiere el corazón
en pedacitos que reconozco

narciso por labios
&
dulces nuestras distancias

podría haberme arrojado
entre aguas cristalinas
si los pasos del hastío
no llevasen miel

pero es como sé
ahogado en mi reflejo
&
mares hechos tabique

pero es como
distinguir entre
jardines
&
flores
&
escuchar su eco

mis cristales ya no guían
arrojado entre aguas cristalinas
narciso por labios
Valeria Chauvel May 2020
¿Y ahora qué?
Es la gota que cae
sobre otra gota.
Es la piedra del zapato
que incomoda al andar.
Es el martillar de un clavo
sobre arena movediza.

Encasillada en una de las tantas
pajareras de concreto
no se puede respirar aromas
ni se puede sentir el sol,
mucho menos... besar con calma,
por cadenas carroñeras,
mediocre humanidad.

¿Podré ser libre?
Del clamor de imaginarios tácitos,
de magras calles y uniformadas máscaras.
Veo luces ambulantes de almas en pena,
el crepitar de ásperas voces en el fuego.

Espero ansiosa al encuentro
con el silencio de una montaña
que se esconde en la nada
y te acoge con sedoso velo.

Quiero ser viento templado
y regresar a casa
para ese momento de ataraxia,
para ese suave respirar.

Envidio a sosegada paloma
que se posa en mi ventana
y me pregunto en silencio...
¿Soy yo Libertad?

— The End —