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Fa Be O Jan 2013
han pasado
3 meses
3 semanas
2 dias
y 5 horas;
han pasado
4 manos,
2 bocas,
400 y 12 huesos.
Han pasado,
y nada de eso
se ha quedado
en mi,
como los
6 meses,
1 semana,
un dia,
y 12 horas;
como tus
10 dedos,
2 ojos,
30 y 2 dientes,
y tus
2 botas.
han pasado,
y yo sigo
contando,
al reves,
y sin querer,
cuento aun contigo.
11/13/12
Piramidal, funesta de la tierra
nacida sombra, al cielo encaminaba
de vanos obeliscos ***** altiva,
escalar pretendiendo las estrellas;
si bien sus luces bellas
esemptas siempre, siempre rutilantes,
la tenebrosa guerra
que con negros vapores le intimaba
la vaporosa sombra fugitiva
burlaban tan distantes,
que su atezado ceño
al superior convexo aún no llegaba
del orbe de la diosa
que tres veces hermosa
con tres hermosos rostros ser ostenta;
quedando sólo dueño
del aire que empañaba
con el aliento denso que exhalaba.
Y en la quietud contenta
de impero silencioso,
sumisas sólo voces consentía
de las nocturnas aves
tan oscuras tan graves,
que aún el silencio no se interrumpía.
Con tardo vuelo, y canto, de él oído
mal, y aún peor del ánimo admitido,
la avergonzada Nictímene acecha
de las sagradas puertas los resquicios
o de las claraboyas eminentes
los huecos más propicios,
que capaz a su intento le abren la brecha,
y sacrílega llega a los lucientes
faroles sacros de perenne llama,
que extingue, sino inflama
en licor claro la materia crasa
consumiendo; que el árbol de Minerva
de su fruto, de prensas agravado,
congojoso sudó y rindió forzado.
Y aquellas que su casa
campo vieron volver, sus telas yerba,
a la deidad de Baco inobedientes
ya no historias contando diferentes,
en forma si afrentosa transformadas
segunda forman niebla,
ser vistas, aun temiendo en la tiniebla,
aves sin pluma aladas:
aquellas tres oficiosas, digo,
atrevidas hermanas,
que el tremendo castigo
de desnudas les dio pardas membranas
alas, tan mal dispuestas
que escarnio son aun de las más funestas:
éstas con el parlero
ministro de Plutón un tiempo, ahora
supersticioso indicio agorero,
solos la no canora
componían capilla pavorosa,
máximas negras, longas entonando
y pausas, más que voces, esperando
a la torpe mensura perezosa
de mayor proporción tal vez que el viento
con flemático echaba movimiento
de tan tardo compás, tan detenido,
que en medio se quedó tal vez dormido.
Este. pues, triste son intercadente
de la asombrosa turba temerosa,
menos a la atención solicitaba
que al suelo persuadía;
antes si, lentamente,
si su obtusa consonancia espaciosa
al sosiego inducía
y al reposo los miembros convidaba,
el silencio intimando a los vivientes,
uno y otro sellando labio obscuro
con indicante dedo, Harpócrates la noche silenciosa;
a cuyo, aunque no duro, si bien imperioso
precepto, todos fueron obedientes.
El viento sosegado, el can dormido:
éste yace, aquél quedo,
los átomos no mueve
con el susurro hacer temiendo leve,
aunque poco sacrílego ruido,
violador del silencio sosegado.
El mar, no ya alterado,
ni aún la instable mecía
cerúlea cuna donde el sol dormía;
y los dormidos siempre mudos peces,
en los lechos 1amosos
de sus obscuros senos cavernosos,
mudos eran dos veces.
Y entre ellos la engañosa encantadora
Almone, a los que antes
en peces transformó simples amantes,
transformada también vengaba ahora.
En los del monte senos escondidos
cóncavos de peñascos mal formados,
de su esperanza menos defendidos
que de su obscuridad asegurados,
cuya mansión sombría
ser puede noche en la mitad del día,
incógnita aún al cierto
montaraz pie del cazador experto,
depuesta la fiereza
de unos, y de otros el temor depuesto,
yacía el vulgo bruto,
a la naturaleza
el de su potestad vagando impuesto,
universal tributo.
Y el rey -que vigilancias afectaba-
aun con abiertos ojos no velaba.
El de sus mismos perros acosado,
monarca en otro tiempo esclarecido,
tímido ya venado,
con vigilante oído,
del sosegado ambiente,
al menor perceptible movimiento
que los átomos muda,
la oreja alterna aguda
y el leve rumor siente
que aun le altera dormido.
Y en 1a quietud del nido,
que de brozas y lodo instable hamaca
formó en la más opaca
parte del árbol, duerme recogida
la leve turba, descansando el viento
del que le corta alado movimiento.
De Júpiter el ave generosa
(como el fin reina) por no darse entera
al descanso, que vicio considera
si de preciso pasa, cuidadosa
de no incurrir de omisa en el exceso,
a un sólo pie librada fía el peso
y en otro guarda el cálculo pequeño,
despertador reloj del leve sueño,
porque si necesario fue admitido
no pueda dilatarse continuado,
antes interrumpido
del regio sea pastoral cuidado.
¡Oh de la majestad pensión gravosa,
que aun el menor descuido no perdona!
Causa quizá que ha hecho misteriosa,
circular denotando la corona
en círculo dorado,
que el afán es no menos continuado.
El sueño todo, en fin, lo poseía:
todo. en fin, el silencio lo ocupaba.
Aun el ladrón dormía:
aun el amante no se desvelaba:
el conticinio casi ya pasando
iba y la sombra dimidiaba, cuando
de las diurnas tareas fatigados
y no sólo oprimidos
del afán ponderosos
del corporal trabajo, más cansados
del deleite también; que también cansa
objeto continuado a 1os sentidos
aún siendo deleitoso;
que la naturaleza siempre alterna
ya una, ya otra balanza,
distribuyendo varios ejercicios,
ya al ocio, ya al trabajo destinados,
en el fiel infiel con que gobierna
la aparatosa máquina del mundo.
Así pues, del profundo
sueño dulce los miembros ocupados,
quedaron los sentidos
del que ejercicio tiene ordinario
trabajo, en fin, pero trabajo amado
-si hay amable trabajo-
si privados no, al menos suspendidos.
Y cediendo al retrato del contrario
de la vida que lentamente armado
cobarde embiste y vence perezoso
con armas soñolientas,
desde el cayado humilde al cetro altivo
sin que haya distintivo
que el sayal de la púrpura discierna;
pues su nivel, en todo poderoso,
gradúa por esemptas
a ningunas personas,
desde la de a quien tres forman coronas
soberana tiara
hasta la que pajiza vive choza;
desde la que el Danubio undoso dora,
a la que junco humilde, humilde mora;
y con siempre igual vara
(como, en efecto, imagen poderosa
de la muerte) Morfeo
el sayal mide igual con el brocado.
El alma, pues, suspensa
del exterior gobierno en que ocupada
en material empleo,
o bien o mal da el día por gastado,
solamente dispensa,
remota, si del todo separada
no, a los de muerte temporal opresos,
lánguidos miembros, sosegados huesos,
los gajes del calor vegetativo,
el cuerpo siendo, en sosegada calma,
un cadáver con alma,
muerto a la vida y a la muerte vivo,
de lo segundo dando tardas señas
el de reloj humano
vital volante que, sino con mano,
con arterial concierto, unas pequeñas
muestras, pulsando, manifiesta lento
de su bien regulado movimiento.
Este, pues, miembro rey y centro vivo
de espíritus vitales,
con su asociado respirante fuelle
pulmón, que imán del viento es atractivo,
que en movimientos nunca desiguales
o comprimiendo yo o ya dilatando
el musculoso, claro, arcaduz blando,
hace que en él resuelle
el que le circunscribe fresco ambiente
que impele ya caliente
y él venga su expulsión haciendo activo
pequeños robos al calor nativo,
algún tiempo llorados,
nunca recuperados,
si ahora no sentidos de su dueño,
que repetido no hay robo pequeño.
Estos, pues, de mayor, como ya digo,
excepción, uno y otro fiel testigo,
la vida aseguraban,
mientras con mudas voces impugnaban
la información, callados los sentidos
con no replicar sólo defendidos;
y la lengua, torpe, enmudecía,
con no poder hablar los desmentía;
y aquella del calor más competente
científica oficina
próvida de los miembros despensera,
que avara nunca v siempre diligente,
ni a la parte prefiere más vecina
ni olvida a la remota,
y, en ajustado natural cuadrante,
las cuantidades nota
que a cada cual tocarle considera,
del que alambicó quilo el incesante
calor en el manjar que medianero
piadoso entre él y el húmedo interpuso
su inocente substancia,
pagando por entero
la que ya piedad sea o ya arrogancia,
al contrario voraz necio la expuso
merecido castigo, aunque se excuse
al que en pendencia ajena se introduce.
Esta, pues, si no fragua de Vulcano,
templada hoguera del calor humano,
al cerebro enviaba
húmedos, mas tan claros los vapores
de los atemperados cuatro humores,
que con ellos no sólo empañaba
los simulacros que la estimativa
dio a la imaginativa,
y aquesta por custodia más segura
en forma ya más pura
entregó a la memoria que, oficiosa,
gravó tenaz y guarda cuidadosa
sino que daban a la fantasía
lugar de que formase
imágenes diversas y del modo
que en tersa superficie, que de faro
cristalino portento, asilo raro
fue en distancia longísima se veían,
(sin que ésta le estorbase)
del reino casi de Neptuno todo,
las que distantes le surcaban naves.
Viéndose claramente,
en su azogada luna,
el número, el tamaño y la fortuna
que en la instable campaña transparente
arriesgadas tenían,
mientras aguas y vientos dividían
sus velas leves y sus quillas graves,
así ella, sosegada, iba copiando
las imágenes todas de las cosas
y el pincel invisible iba formando
de mentales, sin luz, siempre vistosas
colores. las figuras,
no sólo ya de todas las criaturas
sublunares, mas aun también de aquellas
que intelectuales claras son estrellas
y en el modo posible
que concebirse puede lo invisible,
en sí mañosa las representaba
y al alma las mostraba.
La cual, en tanto, toda convertida
a su inmaterial ser y esencia bella,
aquella contemplaba,
participada de alto ser centella,
que con similitud en sí gozaba.
I juzgándose casi dividida
de aquella que impedida
siempre la tiene, corporal cadena
que grosera embaraza y torpe impide
el vuelo intelectual con que ya mide
la cuantidad inmensa de la esfera,
ya el curso considera
regular con que giran desiguales
los cuerpos celestiales;
culpa si grave, merecida pena,
torcedor del sosiego riguroso
de estudio vanamente juicioso;
puesta a su parecer, en la eminente
cumbre de un monte a quien el mismo Atlante
que preside gigante
a los demás, enano obedecía,
y Olimpo, cuya sosegada frente,
nunca de aura agitada
consintió ser violada,
aun falda suya ser no merecía,
pues las nubes que opaca son corona
de la más elevada corpulencia
del volcán más soberbio que en la tierra
gigante erguido intima al cielo guerra,
apenas densa zona
de su altiva eminencia
o a su vasta cintura
cíngulo tosco son, que mal ceñido
o el viento lo desata sacudido
o vecino el calor del sol, lo apura
a la región primera de su altura,
ínfima parte, digo, dividiendo
en tres su continuado cuerpo horrendo,
el rápido no pudo, el veloz vuelo
del águila -que puntas hace al cielo
y el sol bebe los rayos pretendiendo
entre sus luces colocar su nido-
llegar; bien que esforzando
mas que nunca el impulso, ya batiendo
las dos plumadas velas, ya peinando
con las garras el aire, ha pretendido
tejiendo de los átomos escalas
que su inmunidad rompan sus dos alas.
Las pirámides dos -ostentaciones
de Menfis vano y de la arquitectura
último esmero- si ya no pendones
fijos, no tremolantes, cuya altura
coronada de bárbaros trofeos,
tumba y bandera fue a los Ptolomeos,
que al viento, que a las nubes publicaba,
si ya también el cielo no decía
de su grande su siempre vencedora
ciudad -ya Cairo ahora-
las que, porque a su copia enmudecía
la fama no contaba
gitanas glorias, menéficas proezas,
aun en el viento, aun en el cielo impresas.
Estas que en nivelada simetría
su estatura crecía
con tal disminución, con arte tanto,
que cuánto más al cielo caminaba
a la vista que lince la miraba,
entre los vientos se desaparecía
sin permitir mirar la sutil *****
que al primer orbe finge que se junta
hasta que fatigada del espanto,
no descendida sino despeñada
se hallaba al pie de la espaciosa basa.
Tarde o mal recobrada
del desvanecimiento,
que pena fue no escasa
del visual alado atrevimiento,
cuyos cuerpos opacos
no al sol opuestos, antes avenidos
con sus luces, si no confederados
con él, como en efecto confiantes,
tan del todo bañados
de un resplandor eran, que lucidos,
nunca de calurosos caminantes
al fatigado aliento, a los pies flacos
ofrecieron alfombra,
aun de pequeña, aun de señal de sombra.
Estas que glorias ya sean de gitanas
o elaciones profanas,
bárbaros hieroglíficos de ciego
error, según el griego,
ciego también dulcísimo poeta,
si ya por las que escribe
aquileyas proezas
o marciales, de Ulises, sutilezas,
la unión no le recibe
de los historiadores o le acepta
cuando entre su catálogo le cuente,
que gloría más que número le aumente,
de cuya dulce serie numerosa
fuera más fácil cosa
al temido Jonante
el rayo fulminante
quitar o la pescada
a Alcídes clava herrada,
que un hemistiquio solo
-de los que le: dictó propicio Apolo-
según de Homero digo, la sentencia.
Las pirámides fueron materiales
tipos solos, señales exteriores
de las que dimensiones interiores
especies son del alma intencionales
que como sube en piramidal *****
al cielo la ambiciosa llama ardiente,
así la humana mente
su figura trasunta
y a la causa primera siempre aspira,
céntrico punto donde recta tira
la línea, si ya no circunferencia
que contiene infinita toda esencia.
Estos pues, montes dos artificiales,
bien maravillas, bien milagros sean,
y aun aquella blasfema altiva torre,
de quien hoy dolorosas son señales
no en piedras, sino en lenguas desiguales
porque voraz el tiempo no ]as borre,
los idiomas diversos que escasean
el sociable trato de las gentes
haciendo que parezcan diferentes
los que unos hizo la naturaleza,
de la lengua por solo la extrañeza; .
si fueran comparados
a la mental pirámide elevada,
donde, sin saber como colocada
el alma se miró, tan atrasados
se hallaran que cualquiera
graduara su cima por esfera,
pues su ambicioso anhelo,
haciendo cumbre de su propio vuelo,
en lo más eminente
la encumbró parte de su propia mente,
de sí tan remontada que creía
que a otra nueva región de sí salía.
En cuya casi elevación inmensa,
gozosa, mas suspensa,
suspensa, pero ufana
y atónita, aunque ufana la suprema
de lo sublunar reina soberana,
la vista perspicaz libre de antojos
de sus intelectuales y bellos ojos,
sin que distancia tema
ni de obstáculo opaco se recele,
de que interpuesto algún objeto cele,
libre tendió por todo lo criado,
cuyo inmenso agregado
cúmulo incomprehensible
aunque a la vista quiso manifiesto
dar señas de posible,
a la comprehensión no, que entorpecida
con la sobra de objetos y excedida
de la grandeza de ellos su potencia,
retrocedió cobarde,
tanto no del osado presupuesto
revocó la intención arrepentida,
la vista que intentó descomedida
en vano hacer alarde
contra objeto que excede en excelencia
las líneas visuales,
contra el sol, digo, cuerpo luminoso,
cuyos rayos castigo son fogoso,
de fuerzas desiguales
despreciando, castigan rayo a rayo
el confiado antes atrevido
y ya llorado ensayo,
necia experiencia que costosa tanto
fue que Icaro ya su propio llanto
lo anegó enternecido
como el entendimiento aquí vencido,
no menos de la inmensa muchedumbre
de tanta maquinosa pesadumbre
de diversas especies conglobado
esférico compuesto,
que de las cualidades
de cada cual cedió tan asombrado
que, entre la copia puesto,
pobre con ella en las neutralidades
de un mar de asombros, la elección confusa
equívoco las ondas zozobraba.
Y por mirarlo todo; nada veía,
ni discernir podía,
bota la facultad intelectiva
en tanta, tan difusa
incomprensible especie que miraba
desde el un eje en que librada estriba
la máquina voluble de la esfera,
el contrapuesto polo,
las partes ya no sólo,
que al universo todo considera
serle perfeccionantes
a su ornato no más pertenecientes;
mas ni aun las que ignorantes;
miembros son de su cuerpo dilatado,
proporcionadamente competentes.
Mas como al que ha usurpado
diuturna obscuridad de los objetos
visibles los colores
si súbitos le asaltan resplandores,
con la sombra de luz queda más ciego:
que el exceso contrarios hace efectos
en la torpe potencia, que la lumbre
del sol admitir luego
no puede por la falta de costumbre;
y a la tiniebla misma que antes era
tenebroso a la vista impedimento,
de los agravios de la luz apela
y una vez y otra con la mano cela
de los débiles ojos deslumbrados
los rayos vacilantes,
sirviendo va piadosa medianera
la sombra de instrumento
para que recobrados
por grados se habiliten,
porque después constantes
su operación más firme ejerciten.
Recurso natural, innata ciencia
que confirmada ya de la experiencia,
maestro quizá mudo,
retórico ejemplar inducir pudo
a uno y otro galeno
para que del mortífero veneno,
en bien proporcionadas cantidades,
escrupulosamente regulando
las ocultas nocivas cualidades,
ya por sobrado exceso
de cálidas o frías,
o ya por ignoradas simpatías
o antipatías con que van obrando
las causas naturales su progreso,
a la admiración dando, suspendida,
efecto cierto en causa no sabida,
con prolijo desvelo y remirada,
empírica
1

Lo di che han detto a' dolci amici addio.    (Dante)
Amor, con quanto sforzo oggi mi vinci!    (Petrarca)

Come back to me, who wait and watch for you:--
    Or come not yet, for it is over then,
    And long it is before you come again,
So far between my pleasures are and few.
While, when you come not, what I do I do
    Thinking "Now when he comes," my sweetest when:"
    For one man is my world of all the men
This wide world holds; O love, my world is you.
Howbeit, to meet you grows almost a pang
    Because the pang of parting comes so soon;
    My hope hangs waning, waxing, like a moon
        Between the heavenly days on which we meet:
Ah me, but where are now the songs I sang
    When life was sweet because you call'd them sweet?

    2

Era gia 1′ora che volge il desio.    (Dante)
Ricorro al tempo ch' io vi vidi prima.    (Petrarca)

I wish I could remember that first day,
    First hour, first moment of your meeting me,
    If bright or dim the season, it might be
Summer or winter for aught I can say;
So unrecorded did it slip away,
    So blind was I to see and to foresee,
    So dull to mark the budding of my tree
That would not blossom yet for many a May.
If only I could recollect it, such
    A day of days! I let it come and go
    As traceless as a thaw of bygone snow;
It seem'd to mean so little, meant so much;
If only now I could recall that touch,
    First touch of hand in hand--Did one but know!

    3

O ombre vane, fuor che ne l'aspetto!    (Dante)
Immaginata guida la conduce.    (Petrarca)

I dream of you to wake: would that I might
    Dream of you and not wake but slumber on;
    Nor find with dreams the dear companion gone,
As summer ended summer birds take flight.
In happy dreams I hold you full in sight,
    I blush again who waking look so wan;
    Brighter than sunniest day that ever shone,
In happy dreams your smile makes day of night.
Thus only in a dream we are at one,
    Thus only in a dream we give and take
        The faith that maketh rich who take or give;
    If thus to sleep is sweeter than to wake,
        To die were surely sweeter than to live,
Though there be nothing new beneath the sun.

    4

Poca favilla gran fliamma seconda.    (Dante)
Ogni altra cosa, ogni pensier va fore,
E sol ivi con voi rimansi amore.    (Petrarca)

I lov'd you first: but afterwards your love
    Outsoaring mine, sang such a loftier song
As drown'd the friendly cooings of my dove.
    Which owes the other most? my love was long,
    And yours one moment seem'd to wax more strong;
I lov'd and guess'd at you, you construed me--
And lov'd me for what might or might not be
    Nay, weights and measures do us both a wrong.
For verily love knows not "mine" or "thine;"
    With separate "I" and "thou" free love has done,
        For one is both and both are one in love:
Rich love knows nought of "thine that is not mine;"
        Both have the strength and both the length thereof,
Both of us, of the love which makes us one.

    5

Amor che a nullo amato amar perdona.    (Dante)
Amor m'addusse in si gioiosa spene.    (Petrarca)

O my heart's heart, and you who are to me
    More than myself myself, God be with you,
    Keep you in strong obedience leal and true
To Him whose noble service setteth free,
Give you all good we see or can foresee,
    Make your joys many and your sorrows few,
    Bless you in what you bear and what you do,
Yea, perfect you as He would have you be.
So much for you; but what for me, dear friend?
    To love you without stint and all I can
Today, tomorrow, world without an end;
    To love you much and yet to love you more,
    As Jordan at his flood sweeps either shore;
        Since woman is the helpmeet made for man.

    6

Or puoi la quantitate
Comprender de l'amor che a te mi scalda.    (Dante)
Non vo' che da tal nodo mi scioglia.    (Petrarca)

Trust me, I have not earn'd your dear rebuke,
    I love, as you would have me, God the most;
    Would lose not Him, but you, must one be lost,
Nor with Lot's wife cast back a faithless look
Unready to forego what I forsook;
    This say I, having counted up the cost,
    This, though I be the feeblest of God's host,
The sorriest sheep Christ shepherds with His crook.
Yet while I love my God the most, I deem
    That I can never love you overmuch;
        I love Him more, so let me love you too;
    Yea, as I apprehend it, love is such
I cannot love you if I love not Him,
        I cannot love Him if I love not you.

    7

Qui primavera sempre ed ogni frutto.    (Dante)
Ragionando con meco ed io con lui.    (Petrarca)

"Love me, for I love you"--and answer me,
    "Love me, for I love you"--so shall we stand
    As happy equals in the flowering land
Of love, that knows not a dividing sea.
Love builds the house on rock and not on sand,
    Love laughs what while the winds rave desperately;
And who hath found love's citadel unmann'd?
    And who hath held in bonds love's liberty?
My heart's a coward though my words are brave
    We meet so seldom, yet we surely part
    So often; there's a problem for your art!
        Still I find comfort in his Book, who saith,
Though jealousy be cruel as the grave,
    And death be strong, yet love is strong as death.

    8

Come dicesse a Dio: D'altro non calme.    (Dante)
Spero trovar pieta non che perdono.    (Petrarca)

"I, if I perish, perish"--Esther spake:
    And bride of life or death she made her fair
    In all the lustre of her perfum'd hair
And smiles that kindle longing but to slake.
She put on pomp of loveliness, to take
    Her husband through his eyes at unaware;
    She spread abroad her beauty for a snare,
Harmless as doves and subtle as a snake.
She trapp'd him with one mesh of silken hair,
    She vanquish'd him by wisdom of her wit,
        And built her people's house that it should stand:--
        If I might take my life so in my hand,
And for my love to Love put up my prayer,
    And for love's sake by Love be granted it!

    9

O dignitosa coscienza e netta!    (Dante)
Spirto piu acceso di virtuti ardenti.    (Petrarca)

Thinking of you, and all that was, and all
    That might have been and now can never be,
    I feel your honour'd excellence, and see
Myself unworthy of the happier call:
For woe is me who walk so apt to fall,
    So apt to shrink afraid, so apt to flee,
    Apt to lie down and die (ah, woe is me!)
Faithless and hopeless turning to the wall.
And yet not hopeless quite nor faithless quite,
Because not loveless; love may toil all night,
    But take at morning; wrestle till the break
        Of day, but then wield power with God and man:--
        So take I heart of grace as best I can,
    Ready to spend and be spent for your sake.

    10

Con miglior corso e con migliore stella.    (Dante)
La vita fugge e non s'arresta un' ora.    (Petrarca)

Time flies, hope flags, life plies a wearied wing;
    Death following ******* life gains ground apace;
    Faith runs with each and rears an eager face,
Outruns the rest, makes light of everything,
Spurns earth, and still finds breath to pray and sing;
    While love ahead of all uplifts his praise,
    Still asks for grace and still gives thanks for grace,
Content with all day brings and night will bring.
Life wanes; and when love folds his wings above
    Tired hope, and less we feel his conscious pulse,
        Let us go fall asleep, dear friend, in peace:
        A little while, and age and sorrow cease;
    A little while, and life reborn annuls
Loss and decay and death, and all is love.

    11

Vien dietro a me e lascia dir le genti.    (Dante)
Contando i casi della vita nostra.    (Petrarca)

Many in aftertimes will say of you
    "He lov'd her"--while of me what will they say?
    Not that I lov'd you more than just in play,
For fashion's sake as idle women do.
Even let them prate; who know not what we knew
    Of love and parting in exceeding pain,
    Of parting hopeless here to meet again,
Hopeless on earth, and heaven is out of view.
But by my heart of love laid bare to you,
    My love that you can make not void nor vain,
Love that foregoes you but to claim anew
        Beyond this passage of the gate of death,
    I charge you at the Judgment make it plain
        My love of you was life and not a breath.

    12

Amor, che ne la mente mi ragiona.    (Dante)
Amor vien nel bel viso di costei.    (Petrarca)

If there be any one can take my place
    And make you happy whom I grieve to grieve,
    Think not that I can grudge it, but believe
I do commend you to that nobler grace,
That readier wit than mine, that sweeter face;
    Yea, since your riches make me rich, conceive
    I too am crown'd, while bridal crowns I weave,
And thread the bridal dance with jocund pace.
For if I did not love you, it might be
    That I should grudge you some one dear delight;
        But since the heart is yours that was mine own,
    Your pleasure is my pleasure, right my right,
Your honourable freedom makes me free,
    And you companion'd I am not alone.

    13

E drizzeremo gli occhi al Primo Amore.    (Dante)
Ma trovo peso non da le mie braccia.    (Petrarca)

If I could trust mine own self with your fate,
    Shall I not rather trust it in God's hand?
    Without Whose Will one lily doth not stand,
Nor sparrow fall at his appointed date;
    Who numbereth the innumerable sand,
Who weighs the wind and water with a weight,
To Whom the world is neither small nor great,
    Whose knowledge foreknew every plan we plann'd.
Searching my heart for all that touches you,
    I find there only love and love's goodwill
Helpless to help and impotent to do,
        Of understanding dull, of sight most dim;
        And therefore I commend you back to Him
Whose love your love's capacity can fill.

    14

E la Sua Volontade e nostra pace.    (Dante)
Sol con questi pensier, con altre chiome.    (Petrarca)

Youth gone, and beauty gone if ever there
    Dwelt beauty in so poor a face as this;
    Youth gone and beauty, what remains of bliss?
I will not bind fresh roses in my hair,
To shame a cheek at best but little fair,--
    Leave youth his roses, who can bear a thorn,--
I will not seek for blossoms anywhere,
    Except such common flowers as blow with corn.
Youth gone and beauty gone, what doth remain?
    The longing of a heart pent up forlorn,
        A silent heart whose silence loves and longs;
        The silence of a heart which sang its songs
    While youth and beauty made a summer morn,
Silence of love that cannot sing again.
Fa Be O Jan 2013
*****.

Tu voz llena de una suplica
Y ella abrazando sus rodillas
Agachaba su cabeza.

*****. Mírame.

Pensaba en que jamás había escuchado
Tu voz con ese tono
Tierno, un poco adolorido, desesperado.

Por lo menos dime algo.

Que podría decir,
Se preguntaba,
Si de todos modos
Estaba ya decidido.

La tomas de la mano,
Y solo notas que esconde su cara
Pero no ves el nudo en su garganta,
Las lagrimas a punto de brotar,
El temblor que la sacudía por dentro.

Sabes que así es mejor.

Menea la cabeza que si.
Pero siente tu mano
Tibia
Enlazada entre sus dedos,
Y piensa que no se resignara
A no tenerla otra vez así.

La tienes abrazada,
Y contemplas un rato
Las nubes
Que cubren las estrellas.

Pasa un señor de edad y se sonríe
Al mirarlos así,
Parecía una señorita apenada
De la mano
De su novio enamorado
Contando luceritos.

Algo la despierta,
Desenredandose,
Reclama su mano
Y despeja su mente.

No entiendo.

Su voz, aun un poco ronca,
Te sorprende por decidida.
Tu mano queda destendida
En forma de sus dedos
Y al mirarla te quedas helado,
Tal vez un poco rechazado.
La enrollas mientras habla,
Y te abrazas a ti mismo
Y ella cruza sus manos,
Mirando al suelo.

Como era posible
Que deshacías su amor
de la misma manera
Que la enamoraste,
Tomándola de la mano,
Y en tus brazos?

No.

Decidiste hacerla sufrir,
De una vez entonces.
No hay adiós fácil,
No hay adiós apiadado,
Si uno no quiere decirlo.

Que crueldad,
Piensa con coraje.
Y tu, tal vez pensando
Que siempre te pudo sorprender.
8/10/12
Dizer que tenho saudades tuas, agora
é uma espécie de mentira coberta com um pano de linho
Tenho somente saudades do que era antes de Ti
E isso é a cruz que carrego
Vincada e afiada que se pôs as minhas costas
E se me mexo me corta em dois
Como carne fina do talho gourmet
Comparação inadequada, eu sei
Mas a única que penso agora, que sou estreita.
Por vezes olho para o relógio, e já nem contando as horas
Reparo nas datas, extensas
Dou por mim a ver um mês
E no momento a seguir, o olho
E vejo dois meses, a correr
Pergunto-me se estou louca ou simplesmente
Exausta
O tempo deixa de ter nexo e o Mundo fica pequeno
Os dias passam como se não tivessem vida
E em vez de correr, existo
Durmo ao Luar e ao Sol
Como se tudo se tratasse do mesmo
Do sonho
Do sono
Explicar-te porque sinto saudades tuas, agora
é uma espécie de firmamento do caminho insano que percorro
Tenho somente saudades do Tempo que parava
Quando nos teus braços respirava
Sossegava
E agora não tenho sangue suficiente para estancar a ferida
Dura, profunda, dolorosa
Como os pés que piso
Que não são meus.
Un hombre pasa con un pan al hombro
¿Voy a escribir, después, sobre mi doble?

Otro se sienta, ráscase, extrae un piojo de su axila,
mátalo
¿Con qué valor hablar del psicoanálisis?

Otro ha entrado en mi pecho con un palo en la mano
¿Hablar luego de Sócrates al médico?

Un cojo pasa dando el brazo a un niño
¿Voy, después, a leer a André Bretón?

Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre
¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo?

Otro busca en el fango huesos, cáscaras
¿Cómo escribir, después del infinito?

Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza
¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora?

Un comerciante roba un gramo en el peso a un cliente
¿Hablar, después, de cuarta dimensión?

Un banquero falsea su balance
¿Con qué cara llorar en el teatro?

Un paria duerme con el pie a la espalda
¿Hablar, después, a nadie de Picasso?

Alguien va en un entierro sollozando
¿Cómo luego ingresar a la Academia?

Alguien limpia un fusil en su cocina
¿Con qué valor hablar del más allá?

Alguien pasa contando con sus dedos
¿Cómo hablar del no-yó sin dar un grito?
cuando arthur donovan vino del sur
hizo una parva con sus maldades resentimientos tristezas
les prendió fuego en el crepúsculo
para espantar a los mosquitos de paso

quedó solísimo apoyado en bellezas
"y qué va a hacer" decía arthur donovan con luz
o suavidad o dulzura pechonas
contando su poquito

"y qué va a hacer" decía
pero una mirada que le dieron como amparo o amor le sostenía el esqueleto
en esa mirada arthur donovan estaba parado
y hacía señales contra el mundo

"ah mirada" decía arthur donovan el entendido en sombras
"solos estamos por aquí" decía y ya la noche le rebajaba el sufrimiento
a pájaros a tierra
mojada respirando

cuando arthur donovan murió
sacó una mano afuera extendiéndola
como quien pide lluvia o nido o no tanta soledá
olvido si no hay caso

cómo llovió sobre esa mano
no hubo gente que no llorara por allí
pero ni hojita le creció al puro hueso
comido por el aire

"y qué va a hacer" decía arthur donovan
mientras el viento lo limpiaba
y él levantaba su mirada famosa
como calor desobediente a la suerte fatal
Vamos, Margot, repíteme esa historia
Que estabas refiriéndole a María,
Ya vi que te la sabes de memoria
Y debes enseñármela, hija mía.

-La sé porque yo misma la compuse.
-¿Y así no me la dices? Anda, ingrata.
-¡Tengo compuestas diez! -¡Cómo! repuse,
¿Te has vuelto a los seis años literata?

-¡No, literata no! pero hago cuentos...
-No temas que tal gusto te reproche.
-Al ver a mis hermanos tan contentos
Yo les compongo un cuento en cada noche.

-¿Y cómo dice el que contando estabas?
-Es muy triste, papá, ¿qué no lo oíste?
-Sólo oí que lloraban y llorabas.
-¡Ah! sí, todos lloramos; ¡es muy triste!

Imagínate un niño abandonado
De grandes ojos de viveza llenos,
Rubio, risueño, gordo y colorado
-Como mi hermano Juan, ni más ni menos.

Figúrate una noche larga y fría,
De muda soledad, sin luz alguna,
Y ese niño muriendo, en agonía,
Encima de la acera, no en la cuna.

-¿En las heladas lozas? -Sí, en la acera.
Es decir, en la calle... ¡Qué amargura!
-Hubo alguien que pasando lo creyera
Un olvidado cesto de basura.

Yo pasaba, lo vi, bajé mis brazos
Queriendo darle maternal abrigo
Y envuelto en un pañal hecho pedazos
Lo alcé a mi pecho y lo llevé conmigo.

Lloraba tanto y tanto el angelito
Que ya estaban sus párpados muy rojos...
Y a cada nueva queja, a cada grito
El alma me sacaba por los ojos.

Me lo llevé a mi cama: entre plumones
Lo hice dormir caliente y sosegado...
¡Cómo hubo en este mundo corazones
capaces de dejarlo abandonado!

¡Ay! yo sé por mi libro de lectura
Que estudio en mis mayores regocijos,
Que ni los tigres en la selva oscura
Dejan abandonados a sus hijos.

¡Pobrecito! yo sé su mal profundo,
Le curo como madre toda pena;
Parece que este niño en este mundo
No es hijo de mujer sino de hiena.

De mi colchón en el caliente hueco
Duerme para que en lágrimas no estalle;
Y llorando Margot, mostró el muñeco
Que en cierta noche se encontró en la calle.
bk Jul 2015
I:
una volta sputavo vetri rotti, ora si sono tramutati in perle e diamanti, conosco le parole segrete per distruggere i mondi dei miei nemici, basterebbe un *aveva ragione lei
o un mi ha amato più di quanto amerà te per farvi schiantare al suolo, fate attenzione perché oltre ai gioielli so sputare fiamme.
spero che leggiate e soffriate soffriate soffriate.

II:
guardo le mie notti andare avanti contando gli spazi vuoti nei blister di plastica delle pastiglie.

III:
delle volte amore mio mi chiedo se non sia ingiusto che io spenda su di te così poche parole ma la verità è che io parlo per non vedere le ferite tesoro, alcune sono lì e non sono rimarginate.
spesso e volentieri le mie parole sono fatte di rabbia e rancore e tristezza, non c'è nulla di più lontano da te in tutto questo, scusami.
Yo escribí cinco versos:
uno verde,
otro era un pan redondo,
el tercero una casa levantándose,
el cuarto era un anillo,
el quinto verso era
corto como un relámpago
y al escribirlo
me dejó en la razón su quemadura.

Y bien, los hombres,
las mujeres,
vinieron y tomaron
la sencilla materia,
brizna, viento, fulgor, barro, madera
y con tan poca cosa
construyeron
paredes, pisos, sueños.
En una línea de mi poesía
secaron ropa al viento.
Comieron
mis palabras,
las guardaron
junto a la cabecera,
vivieron con un verso,
con la luz que salió de mi costado.
Entonces,
llegó un crítico mudo
y otro lleno de lenguas,
y otros, otros llegaron
ciegos o llenos de ojos,
elegantes algunos
como claveles con zapatos rojos,
otros estrictamente
vestidos de cadáveres,
algunos partidarios
del rey y su elevada monarquía,
otros se habían
enredado en la frente
de Marx y pataleaban en su barba,
otros eran ingleses,
sencillamente ingleses,
y entre todos
se lanzaron
con dientes y cuchillos,
con diccionarios y otras armas negras,
con citas respetables,
se lanzaron
a disputar mi pobre poesía
a las sencillas gentes
que la amaban:
y la hicieron embudos,
la enrollaron,
la sujetaron con cien alfileres,
la cubrieron con polvo de esqueleto,
la llenaron de tinta,
la escupieron con suave
benignidad de gatos,
la destinaron a envolver relojes,
la protegieron y la condenaron,
le arrimaron petróleo,
le dedicaron húmedos tratados,
la cocieron con leche,
le agregaron pequeñas piedrecitas,
fueron borrándole vocales,
fueron matándole
sílabas y suspiros,
la arrugaron e hicieron
un pequeño paquete
que destinaron cuidadosamente
a sus desvanes, a sus cementerios,
luego
se retiraron uno a uno
enfurecidos hasta la locura
porque no fui bastante
popular para ellos
o impregnados de dulce menosprecio
por mi ordinaria falta de tinieblas,
se retiraron
todos
y entonces,
otra vez,
junto a mi poesía
volvieron a vivir
mujeres y hombres,
de nuevo
hicieron fuego,
construyeron casas,
comieron pan,
se repartieron la luz
y en el amor unieron
relámpago y anillo.
Y ahora,
perdonadme, señores,
que interrumpa este cuento
que les estoy contando
y me vaya a vivir
para siempre
con la gente sencilla.
Di que me amas. Di: «Te amo»,
dímelo por primera y por última vez.
Sólo: «Te amo». No me digas cuánto.
Son suficientes esas dos palabras.
«Más que a mi salvación», dijo Regania.
«Más que a la primavera», dijo Gonerila.
No sospechaba que mentían.
Di que me amas. Di: «Te amo»,
Cordelia, aunque me mientas,
aunque no sepas que te mientes.

Todo se ha diluido ya en el sueño.
La nave en que pasé la mar,
fustigada por los relámpagos,
era un sueño del que aún no he despertado.
Vivo brezado por un sueño,
inerme en su viscosa telaraña
para toda la eternidad,
si es que la eternidad no es un sueño también.

La tempestad me arrebató al bufón,
al pícaro azotado, deslenguado, insolente,
que era mi compañero, era yo mismo,
reflejo mío en los espejos
cóncavos y convexos, que inventó Valle-Inclán.

Los brazos de las olas me estrellaron
contra el acantilado y un buen día,
ya no recuerdo cuándo, desperté
y hallé sobre la arena
piedras labradas con primor,
sillares corroídos, lamidos y arañados
por los dientes y garras de las algas.
Entonces,
desatado del sueño,
comencé a rehacer el mundo mío,
que se desperezaba bajo un sol diferente.

Y aquí está, al fin, delante de mis ojos;
oigo como jadea
con la disnea del agonizante, del sobremuriente.
Espera a que tu llegues
y me digas «te amo».
Conservo aquí los cielos que viajaron conmigo:
grises torcaces de Bretaña, cobaltos de Provenza,
índigos de Castilla.
Sólo tú eres capaz de devolverles
la transparencia, la luminosidad
y la palpitación que los hacían únicos.
Aquí están aguardándote.

Quiero oírte decir, Cordelia, «te amo».
Son las mismas palabras que salieron
de labios de Regania y Gonerila,
no de su corazón. Más tarde
se deshicieron de mis caballeros,
hijos del huracán, bravucones, borrachos,
lascivos, pendencieros. Regresaron
al silencio y a la nada.
La niebla disolvió sus armaduras,
sus yelmos, sus escudos cincelados,
aquel hervor y desvarío
de águilas, quimeras, unicornios,
efigies, delfines, grifos.
¿Por qué reino cabalgan hoy sus sombras?

Mi reino por un «te amo», sangrándote en la boca;
mi eternidad por sólo dos palabras:
susúrralas o cántalas sobre un fondo real,
-agua de manantial sobre los guijos,
saetas que desgarran con su zumbido el aire.
Así la realidad hará que sean real
en las palabras que nunca pronunciaste
-¡por qué nunca las pronunciaste!-
Y que ultrasuenan en un punto
del tiempo y del espacio
del que tengo que rescatarlas
antes de que me vaya.
Ven a decirme «te amo».
No me importa que duren tus palabras
lo que la humedad de una lágrima
sobre una seda ajada.

En esa paz reconstruida
-sé que es tan sólo un decorado-, represento
mi papel, es decir, finjo.
Porque ya he despertado,
ya no confundo el canto de la alondra
con el del ruiseñor. Y aquí vivo esperándote
contando días y horas y estaciones
y cuando llegues, anunciada
por el sonido de las trompas
de mis fantasmales cazadores,
sé que me reconocerás
por mi corona de oro, a la que han arrancado
sus gemas las urracas ladronas,
por la escudilla de madera que me legó el bufón,
en la que robles y arces depositan
su limosna encendida, su diezmo volandero,
el parpadeo del otoño.

Ven pronto, el plazo ya está a punto
de cumplirse, y no me traigas flores
como si hubiese muerto.
Ven antes de que me hunda
en el torbellino del sueño,
ven a decirme «te amo» y desvanécete enseguida.

Desaparece antes de que te vea
nadando en un licor trémulo y turbio,
como a través de un vídeo esmerilado,
antes de que te diga:
«yo sé que te he querido mucho,
pero no recuerdo quién eres».
El traje blanco, dorado el pelo,
La tez nevada de un serafín,
Ojos azules color de cielo,
Labios cual mirtos que besa abril.

Dos breves años contando apenas,
Dormida al dulce sol maternal
Como se aduermen las azucenas
Al fresco borde dei manantial.

¡Botón de rosa de Alejandría!
¡Capullo blanco de un alhelí!
¡Qué linda estabas en aquel día
La vez primera que yo te vi!

En tu tez blanca frescura y brillo,
En tus sonrisas bondad y unción,
Eras el ángel que ideó Murillo
En su madona de «La Asunción».

Así en aquellas tierras lejanas
Miré entreabrirse tu vida en flor;
¡Yo estaba entonces sin estas canas
Que son corona de mi dolor!

Tus padres, locos con tus hechizos,
Eran felices al verte así;
Ojos azules, dorados rizos,
¡Cuánto ha pasado desde que os vi!

¡Cómo han volado los breves años!
¡Mira cual vengo con mi laúd!
¡Triste y enfermo de desengaños
A tus altares de juventud!

Ufana irradias gracia y belleza;
Eres del alba vivo arrebol;
Yo soy la noche de la tristeza
¿Cuándo ha cantado la noche al sol?

Más que tus ojos, dulces y bellos,
Es bello y dulce tu porvenir;
¡Tus ojos dicen con sus destellos
Que no has nacido para sufrir!

Te dan tus padres cual rica herencia
Virtud, pureza, talento y fe;
No tiene el campo de tu existencia
Zarzas que aleves sangren tu pie.

iVive tranquila, sueña dichosa,
Un ángel vela cerca de ti
Para que nunca sufra la rosa
Las asechanzas del colibrí!

Mil trovadores que absorto escucho,
Bajo tus rejas cantar oirás,
Yo sé que todos te dirán mucho
Pero ninguno te querrá más.

Y es que la llama de mi cariño
Ha mucho tiempo que se encendió,
En otras tierras, junto a aquel niño
Que tanto amabas y al cielo huyó.

Vive dichosa, sin desengaños,
Tú no has nacido para llorar
Y que tus sueños por muchos años
Velen tus padres en el hogar.

Avanza ¡oh niña! que en este suelo
La dicha pura, de ti va en pos;
Mira estos versos como el pañuelo
Que en la ribera nos dice «adiós».
Del sol muere el postrer lampo,
Nube gris el cielo tizna,
Y va cayendo en el campo
                  La llovizna.

En el crepúsculo quieto,
Surcos abriendo en el barro,
De amarilla mies repleto
                  Pasa un carro.

Lenta la noche a la aldea
Desciende y las ondas mancha.
Junto al muelle cabecea
                  Vieja lancha.

Radián luces vacilantes
En callejas silenciosas,
Bajo bandadas de errantes
                  Mariposas.

Cual fantasma do pavura
Su ramazón casi escueta
Alza un árbol, en la oscura
                  Plazoleta.

Desolación que da frío
En esta angustiosa calina...
¡Soledad en torno mío
                  Y en el alma!

Desde el hotel del balneario
En torno tiendo la vista.
Mi corazón solitario
                  Se contrista.

Para que venga el olvido
El alma ensueños ingenia.
¡Quién tu víctima no ha sido,
                  Neurastenia!

Se van borrando, borrando,
En sombras los campos yermos.
Las horas están contando
                  Los enfermos.

Una música que gime
En un organillo empieza...
¡Cómo el corazón oprime
                  La tristeza!

Esa música... ¿Qué encanto
De lejos viene a traerme?
¡Recuerdo bañado en llanto,
                  Duerme, duerme!

Y mañana... El mismo día
Sin luz que en sombras irradie.
Siempre gris melancolía...
                  ¡Cerca... nadie!

Se han ido muchos.
A trechos. Hay cuartos solos, sombríos.
¡Honda tristeza de lechos
                  Ya vacíos!

Es fin de estación.
Al valle Ya cayendo sombra leve.
Nadie pasa por la calle...
                  Llueve... Llueve.
Decid: ¿quién se queja?
¿Quién llora? ¿Quién grita?
Es que está cantando
La saboyanita.

Mañana de enero,
Con aire y con nieve,
Si no llueve, sopla,
Si no sopla, llueve.
Bajo grises nubes,
La tierra cubierta
De blanco sudario,
Parece una muerta.
¡Cuán solas las calles!
iNi quién las resiste!
¡Qué invierno tan duro,
Tan largo y tan triste!

Heladas las fuentes,
Heladas y mudas;
Almendros sin hojas,
Y acacias desnudas.
¡Ofrecen contrastes
Risueños y francos,
Los troncos tan negros,
Los copos tan blancos!

Hay sólo una niña
Bajo mi ventana,
Engendro hechicero
De augur y gitana.
Contando en diez años
Diez siglos de pena;
Los ojos oscuros,
La frente morena,
Muy ***** el cabello,
De grana la boca,
De vivos colores
El traje y la toca.
Los pies diminutos,
Que Fidias quisiera,
Los guarda en chapines
De tosca madera.

Del pobre pandero
Que agitan sus manos
Se visten y comen
Sus tiernos hermanos.
Con sólo escucharla,
Aterra y conmueve,
Y más, si la miran
Hincada en la nieve.

Por tarde y mañana
Con hondos acentos,
Que nunca sofocan
Ni lluvias, ni vientos;
Se queja, solloza,
Suspira, reclama,
Y al son del pandero
Su llanto derrama.

Su voz me perturba
Y amarga mi día:
iQué acento tan triste!
iQué voz de agonía!
Si algún compatriota
A verme se llega,
Oyendo esos cantos,
La frente doblega.
Sintiéndose triste,
Convulso y herido,
Recuerda aquel suelo
Alegre y florido,
Sus vírgenes selvas.
Sus prados, sus montes,
Y el azul eterno
De sus horizontes.
Con llanto en los ojos,
El alma turbada,
Muy lejos teniendo
La patria adorada:
¡Qué voz!-me repite-
¡Qué acento! ¡qué grito!
Sollozo de angustia,
Clamor de proscrito,
Lo más pavoroso
Que en notas existe;
¡Qué agudo! ¡Qué lento!
¡Qué amargo! ¡Qué triste!
¡Oh Dios! ¿Quién se queja?
¿Quién llora? ¿Quién grita?
Es que está cantando
La saboyanita.
Ya sonó la media noche
En el viejo campanario:
Querétaro está en silencio
Que sólo turba a intervalos
El grito del centinela
Triste, sonoro y pausado.

En un antiguo convento
Que ya en cuartel trasformaron,
Presos en humildes celdas
Están la muerte esperando
Miguel Miramón, Mejía
Y un noble: Maximiliano.

Ya poco tiempo les queda
De vida a los sentenciados
Y el Archiduque, que siempre
Fue de la forma un esclavo,
Llama a Miramón, queriendo
Sobre un punto interrogarlo.

Liega ei arrogante jefe
Obediente a tal mandato
Y órdenes pide gustoso
A su infeliz soberano.
Este le dice: -Seis horas
Nos faltan. -Las voy contando
Pues ya que no tengo sueño
He de entretenerme en algo...
-Perdonad que os distrajera,
Pero quiero consultaros
Cual traje será el más propio
Para salir al cadalso.
-No entiendo vuestra pregunta.
Y agrega Maximiliano:
-¿Nos vestimos de uniforme
O saldremos de paisanos?
Y Miramón le replica:
-Majestad, voy a ser franco,
Como ésta es la vez primera
Que me fusilan, no es raro
Que ignore lo que previene
El ceremonial del caso.
Sonrióse el Archiduque
Y agregó con entusiasmo:
«Miguel, en todo os admiro...
¡Qué vaior! ¡dadme un abrazo!».
Jr Jan 2022
El viento dejó de soplar hace rato ya,
pero los molinillos no se frenan

Giran y giran,
y me hipnotizan
en la idea
de pedir a gritos que el tiempo
vuelva atrás

Contando las horas pienso
¿Qué es lo peor que puede pasar?

Si cuando un niño llora, le dan su chupetin,
Al mundo cuando llueve ¿que le damos?

La brisa, el viento, no vuelven a pasar y el hoyuelo en la mejilla sirve de cuna para una lágrima

Pero los molinillos no se frenan
El choque fue sangriento bajo la luz del día.
Tribunos, centuriones, al frente los primeros,
Juntaron las cohortes de indómitos guerreros,
Y acre olor de matanza del campo ya subía.

Contando los cadáveres con mirada sombría,
Veían los soldados, en el empuje fieros,
Girando en torbellino, cual hojas, los arqueros,
Y el sudor por los rostros morenos les corría.

Entonces surgió, todo de flechas erizado,
Con flujo de las venas que sus heridas marca,
Bajo flotante púrpura y acero laminado,

Al son de los clarines que atruenan la comarca,
Soberbio, en su nervioso corcel que el cuello enarca
Y sobre el cielo en llamas, el Héroe ensangrentado.
Valeria Chauvel Jun 2018
Pasado ya el ocaso, aparecen las sombras del pasado,
que van persiguiéndome, deambulando a mi costado.
Estoy sumida en la oscuridad de la extensa y callada noche,
rodeada de pensamientos, con el silencio abrazándome.

Recuerdos transcurren, y pierdo contacto con la realidad,
soy consciente del dormir y respirar de la ciudad,
y percibo la lejana llovizna y su sonido levemente sordo,
cuando esta choca con el suelo, como balas al unisono.

El enfoque se torna borroso, mi mente perdida,
y por un momento, me encuentro a mi misma,
familiarizada con el vasto cielo gris,
unida con la noche, como un solo matiz.

Y con el pasar del tiempo prolongándose,
la luna me daba la sensación de derretirse,
chorreándose por la pared azulina estrellada,
cuyas a la distancia, parecían luces veladas.

La noche me absorbió en su profundidad y densidad,
con el insomnio haciéndome preguntas sin respuestas,
despierta estaba yo, en la vigilia, a la espera,
contando los minutos de la noche eterna.

— The End —