Elige ¡oh, Juan! un amigo
Franco, sincero y honrado,
Que cuando estés a su lado
No extrañes no estar conmigo.
Un joven que imite a un viejo
En lo juicioso y prudente,
Que te conforte y aliente
Siempre que te dé un consejo.
Que se interese en tu bien,
Que censure tus errores,
Y en tus dichas y dolores
Se alegre y sufra también.
Que nunca te incline al mal,
Que no te engañe ni adule,
Y te aplauda o te estimule
Con desinterés igual.
No un farsante, un caballero
Por hechos, no por blasones;
Que sea en todas tus acciones,
No un cómplice, un compañero.
Que puedas darle tu mano
Sin temor de que la manche;
Un ser que el alma te ensanche
Cuando le llames hermano.
No le canse tu exigencia,
Ni tu carácter le hostigue,
Piensa bien cuánto consigue
La mutua condescendencia.
Que no ostente falsas galas,
Que no oculte la verdad,
Y sepa que la amistad
Es sólo el amor sin alas.
¡Oh mi Juan!, yo te lo digo,
Por este mundo al cruzar
Es muy difícil hallar
Este tesoro, un amigo.
Y es tan grave su elección,
Que te lo puedo decir,
Compromete al porvenir,
Compromete al corazón.
Y tanto influye en la suerte
Del necio que se descuida,
Que un buen amigo es la vida
Y un mal amigo, la muerte.
Como tu dicha es mi afán,
No busques falsos testigos,
Tus libros y tus amigos,
Preséntamelos, mi Juan.