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Coolgray Nov 2012
Ayer Presente durmió en tu mente,
manteniendo larga la noche y el hogar caliente.
Nunca tan real y tan eterno, aguardando el Ahora
para imponer su voluntad.

Déjalo mostrarse tan grande, tan malvado
y sin embargo tan honesto hermano,
ya mucho tiempo ha esperado
para cobrar el pecado de Pasado.

Aquellos recuerdos que pervierten,
traumas de la vida que no definen
pero si persiguen, como fantasmas de la mente
permanecen invisibles en el rincón de la negación.
Hasta que encuentras el valor de ver al monstruo a la cara,
de verte al espejo sin máscaras, entonces lo comprendes
- El tiempo dura lo que dura, pero
el efímero momento siempre perdura.-




El Presente es ahora pero sin el olor del Pasado
y el color del Futuro la textura simplemente no se siente
En los solares de Burgos   a su Rodrigo aguardando,
tan encinta está Jimena,   que muy cedo aguarda el parto;
cuando demás dolorida   una mañana en disanto,
bañada en lágrimas tiernas,   escribe al rey don Fernando:
«A vos, el mi señor rey,   el bueno, el aventurado,
el magno, el conquistador,   el agradecido, el sabio,
la vuestra sierva Jimena,   fija del conde Lozano,
desde Burgos os saluda,   donde vive lacerando.
Perdonédesme señor,   que no tengo pecho falso,
y si mal talante os tengo,   no puedo disimulallo.
¿Qué ley de Dios vos otorga   que podáis, por tiempo tanto
como ha que fincáis en lides,   descasar a los casados?
¿Qué buena razón consiente   que a mi marido velado
no le soltéis para mí   sino una vez en el año?
Y esa vez que lo soltáis,   fasta los pies del caballo
tan teñido en sangre viene,   que pone pavor mirallo;
y no bien mis brazos toca   cuando se duerme en mis brazos,
y en sueños gime y forcejea,   que cuida que está lidiando,
y apenas el alba rompe,   cuando lo están acuciando
las esculcas y adalides   para que se vuelva al campo.
Llorando vos lo pedí   y en mi soledad cuidando
de cobrar padre y marido,   ni uno tengo, ni otro alcanzo.
Y como otro bien no tengo   y me lo habedes quitado,
en guisa lo lloro vivo   cual si estuviese enterrado.
Si lo facéis por honralle,   asaz Rodrigo es honrado,
pues no tiene barba, y tiene   reyes moros por vasallos.
Yo finco, señor, encinta,   que en nueve meses he entrado
y me pueden empecer   las lágrimas que derramo.
  Dad este escrito a las llamas,   non se fega de él palacio,
que en malos barruntadores   no me será bien contado».
Vincent Salomon Jul 2017
Tu ausencia en mi tibia cama, se hace más presente
No por no querer buscar lugar, sino por no tenerte,
Y estos labios, cada vez más tuyos,
Y esos ojos, cada vez menos míos.
Sólo queda por correr, dónde nunca corre el río,
No me pidas que te deje
Que aquí sólo hace frío
Dame una señal de esos labios,
Sosténme la mano en hastío
Que si muero hoy, triste y timorato, no habrá de mí que llorar.

Son sólo besos, que se pierden vano
Y al tiempo se los voy a cobrar.

Sobre tu vientre morir, sobre tu boca resucitar
Sobre tu voz escribir, y sobre tus besos cantar.
Y no me pidas perdón, cuándo no exista la culpa,
Que si de amor se trata, no habría forma oculta,
De besarte una vez más; a ojos cerrados.
De tocarte noches enteras; con estrellas de tu lado.
Tu amor, a mí sólo me resplandece,
Culpable no eres de existir, y que de ti todo florece, ay pobre de mí.

Son sólo besos, que se pierden vano
Pero que al tiempo, se los voy a exigir.

Lluvia de otoño, fútil amanece,
Lluvia de verano, quién te viera nacer
Sobre las costras en el mar abierto, como una venus llorar,
La virgen María se pregunta, con quién tiene que hablar
Porque de ti hay poesía, llena de verdad,
Y los rezo a ti, ninguno te va.

Quién fuera canción a tocar, versos dulces a tu oído,
Quién fuera la muerte comandada, por emisarios perdidos,
No te lloro, por correspondencia,
Te lloro sensato.

Que si de amor nos tenemos,
Nos tenemos de a ratos.
Padre nuestro que estás en los cielos
con las golondrinas y los misiles
quiero que vuelvas antes de que olvides
como se llega al sur de Río Grande

Padre nuestro que estás en el exilio
casi nunca te acuerdas de los míos
de todos modos dondequiera que estés
santificado sea tu nombre
no quienes santifican en tu nombre
cerrando un ojo para no ver la uñas
sucias de la miseria

en agosto de mil novecientos sesenta
ya no sirve pedirte
venga a nos el tu reino
porque tu reino también está aquí abajo
metido en los rencores y en el miedo
en las vacilaciones y en la mugre
en la desilusión y en la modorra
en esta ansia de verte pese a todo

cuando hablaste del rico
la aguja y el camello
y te votamos todos
por unanimidad para la Gloria
también alzó su mano el indio silencioso
que te respetaba pero se resistía
a pensar hágase tu voluntad

sin embargo una vez cada
tanto tu voluntad se mezcla con la mía
la domina
la enciende
la duplica
más arduo es conocer cuál es mi voluntad
cuándo creo de veras lo que digo creer
así en tu omnipresencia como en mi soledad
así en la tierra como en el cielo
siempre
estaré más seguro de la tierra que piso
que del cielo intratable que me ignora

pero quién sabe
no voy a decidir
que tu poder se haga o deshaga
tu voluntad igual se está haciendo en el viento
en el Ande de nieve
en el pájaro que fecunda a su pájara
en los cancilleres que murmuran yes sir
en cada mano que se convierte en puño

claro no estoy seguro si me gusta el estilo
que tu voluntad elige para hacerse
lo digo con irreverencia y gratitud
dos emblemas que pronto serán la misma cosa
lo digo sobre todo pensando en el pan nuestro
de cada día y de cada pedacito de día

ayer nos lo quitaste
dánosle hoy
o al menos el derecho de darnos nuestro pan
no sólo el que era símbolo de Algo
sino el de miga y cáscara
el pan nuestro
ya que nos quedan pocas esperanzas y deudas
perdónanos si puedes nuestras deudas
pero no nos perdones la esperanza
no nos perdones nunca nuestros créditos

a más tardar mañana
saldremos a cobrar a los fallutos
tangibles y sonrientes forajidos
a los que tienen garras para el arpa
y un panamericano temblor con que se enjugan
la última escupida que cuelga de su rostro

poco importa que nuestros acreedores perdonen
así como nosotros
una vez
por error
perdonamos a nuestros deudores

todavía
nos deben como un siglo
de insomnios y garrote
como tres mil kilómetros de injurias
como veinte medallas a Somoza
como una sola Guatemala muerta

no nos dejes caer en la tentación
de olvidar o vender este pasado
o arrendar una sola hectárea de su olvido

ahora que es la hora de saber quiénes somos
y han de cruzar el río
el dólar y el amor contrarrembolso
arráncanos del alma el último mendigo
y líbranos de todo mal de conciencia
amén.
Quiero vivir cuando el amor muere;
Muere, muere pronto, amor mío.
Abre como una cola la victoria purpúrea del deseo,
Aunque el amante se crea sepultado en un súbito otoño,
Aunque grite:
"Vivir así es cosa de muerte".

Pobres amantes,
Clamáis a fuerza de ser jóvenes;
Sea propicia la muerte al hombre a quien mordió la vida,
Caiga su frente cansadamente entre las manos
Junto al fulgor redondo de una mesa con cualquier triste libro;
Pero en vosotros aún va fresco y fragante
El leve perejil que adorna un día al vencedor adolescente.
Dejad por demasiado cierta la perspectiva de alguna nueva tumba
solitaria,
Aún hay dichas, terribles dichas a conquistar bajo la luz
terrestre.

Ante vuestros ojos, amantes.
Cuando el amor muere,
La vida de la tierra y la vida del mar palidecen juntamente;
El amor, cuna adorable para los deseos exaltados,
Los ha vuelto tan lánguidos como pasajeramente suele hacerlo
El rasguear de una guitarra en el ocio marino
Y la luz del alcohol, aleonado como una cabellera;
Vuestra guarida melancólica se cubre de sombras crepusculares
Todo queda afanoso y callado.
Así suele quedar el pecho de los hombres
Cuando cesa el tierno borboteo de la melodía confiada,
Y tras su delicia interrumpida
Un afán insistente puebla el nuevo silencio.

Pobres amantes,
¿De qué os sirvieron las infantiles arras que cruzasteis,
Cartas, rizos de luz recién cortada, seda cobriza o negra ala?
Los atardeceres de manos furtivas,
El trémulo palpitar, los labios que suspiran,
La adoración rendida a un leve **** vanidoso,
Los ay mi vida y los ay muerte mía,
Todo, todo,
Amarillea y cae y huye con el aire que no vuelve.

Oh, amantes,
Encadenados entre los manzanos del edén,
Cuando el amor muere,
Vuestra crueldad, vuestra piedad pierde su presa,
Y vuestros brazos caen como cataratas macilentas.
Vuestro pecho queda como roca sin ave,
Y en tanto despreciáis todo lo que no lleve un velo funerario,
Fertilizáis con lágrimas la tumba de los sueños,
Dejando allí caer, ignorantes como niños,
La libertad, la perla de los días.

Pero tú y yo sabemos,
Río que bajo mi casa fugitiva deslizas tu vida experta,
Que cuando el hombre no tiene ligados sus miembros por las encantadoras
mallas del amor,
Cuando el deseo es como una cálida azucena
Que se ofrece a todo cuerpo hermoso que fluya a nuestro lado,
Cuánto vale una noche como ésta, indecisa entre la
primavera última y el estío
primero,
Este instante en que oigo los leves chasquidos del bosque nocturno,

Conforme conmigo mismo y con la indiferencia de los otros,
Solo yo con mi vida,
Con mi parte en el mundo.

Jóvenes sátiros
Que vivís en la selva, labios risueños ante el
exangüe dios cristiano,
A quien el comerciante adora para mejor cobrar su mercancía
Pies de jóvenes sátiros,
Danzad más presto cuando el amante llora,
Mientras lanza su tierna endecha
De: "Ah, cuando el amor muere".
Porque oscura y cruel la libertad entonces ha nacido;
Vuestra descuidada alegría sabrá fortalecerla,
Y el deseo girará locamente en pos de los hermosos cuerpos

Que vivifican el mundo un solo instante.
Un Godo, que una cueva en la Montaña
Guardó, pudo cobrar las dos Castillas;
Del Betis y Genil las dos orillas,
Los Herederos de tan grande hazaña.
A Navarra te dio justicia y maña;
Y un casamiento, en Aragón, las Sillas
Con que a Sicilia y Nápoles humillas,
Y a quien Milán espléndida acompaña.
Muerte infeliz en Portugal arbola
Tus castillos; Colón pasó los godos
Al ignorado cerco de esta Bola;
Y es más fácil, oh España, en muchos modos,
Que lo que a todos les quitaste sola,
Te puedan a ti sola quitar todos.
Sí:
      la realidad propone siempre sueños,
mas sólo uno entre muchos elige la mirada.
De quien madruga a verla,
                            y no del sol,
                                          procede
-aunque él no se lo crea-
la luz
que ordena y fija el mundo
en sus formas más bellas:
                            Damas altas, calandrias...
Vistas así las cosas,
iluminadas por amor tan claro
¿cómo van a negarse?
                      Dóciles, entregadas
a su más alto vuelo,
se demoran, esperan, se eternizan.Cazadoras al filo de la aurora.
Cobrar la plenitud, guardar el canto
como trofeo y ¡a volar las alas!
Contra un mundo fugaz, esquivo y raudo,
que salta a su «seré» de el «ya he sido»,
pupilas aún más rápidas
lanzan dardos certeros.
Difícil blanco ofrece hoy la mañana:
escorzo de cristal que pasa huyendo
de no sé qué jaurías invisibles.
                                  ¿Un instante del iris?
Rasga el silencio y...
                        ¡Luz ilesa!
He ahí la eternidad, en dos palabras.

— The End —