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Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.

A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.

De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.

Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.
Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.

Tú estás aquí. Ah tú no huyes.
Tú me responderás hasta el último grito.
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.

Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas,
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.

Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí,
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes.

Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.

Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.
Mila Aug 22
¿Qué tanto hemos visto del mundo? ¿Qué tan poco lo estamos cuidando?
¿Tan grande es tu presencia que la vida ya no tiene nombre?
Mira a tu alrededor, ¿De qué está llena tu alma?
¿Esta tan llena como las cestas de tu casa?  
¡basura te llamas! Al afrontar la vida con desdén. Al ignorar tu responsabilidad, al fomentar la idiotez.
Victor D López Dec 2019
He sembrado palabras en tierra fértil,
Los regué con sudor y lágrimas,
Fertilizados con sueños muertos,
Y crecieron, florecieron y prosperaron.

Una rica cosecha tengo ahora,
Cestas repletas de hojas muertas y prensadas,
Encuadernadas en coloridas cubiertas,
Que otros puedan repasar a voluntad.

Me brindan recompensas y algo de alegría,
Me sobrevivirán, aunque no mucho,
Y ayudaran a otros a aprender,
Y quizás a mejorar sus vidas.

Ojalá hubiera sembrado menos palabras,
Cosechado menos fanegas de hojas,
Y elegido sembrar otras semillas,
Que habrían florecido en almas.

En un instante intercambiaría
Celemines de bonitas hojas muertas,
Por una hija mía,
Amada mediante toda mi vida.

Lo hecho no se puede deshacer,
Aunque senderos no tomados me llamen todavía,
Al menos sé que cuándo me vaya,
Las hojas muertas nunca llorarán.
Translated from my poem, "As We Sow, Thus Do We Reap"

— The End —