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Una de las lamentables carencias de información que han padecido los
hombres y mujeres de todas las épocas se relaciona con el **** de los
ángeles. El dato, nunca confirmado, de que los ángeles no hacen el amor
quizás signifique que no lo hacen de la misma manera que los mortales.

Otra versión, tampoco confirmada pero más verosímil, sugiere que si
bien los ángeles no hacen el amor con sus cuerpos (por la mera razón de que carecen de los mismos) lo celebran en cambio con palabras, vale
decir con las adecuadas.

Así, cada vez que Ángel y Ángela se encuentran en el cruce de dos transparencias, empiezan por mirarse, seducirse y tentarse mediante el intercambio de miradas que, por supuesto, son angelicales.

Y si Ángel, para abrir el fuego, dice: "Semilla", Ángela, para atizarlo, responde: "Surco". Él dice: "Alud", y ella tiernamente: "Abismo".

Las palabras se cruzan, vertiginosas como meteoritos o acariciantes como copos.

Ángel dice: "Madero". Y Ángela: "Caverna".

Aletean por ahí un Ángel de la Guarda, misógino y silente, y un ángel de la Muerte, viudo y tenebroso. Pero el par amatorio no se interrumpe,
sigue silabeando su amor.

Él dice: "Manantial". Y ella: "Cuenca".

Las sílabas se impregnan de rocío y, aquí y allá, entre cristales de nieve, circulan el aire y su expectativa.

Ángel dice: "Estoque", y Ángela, radiante: "Herida".

Él dice: "Tañido", y ella: "Rebato".

Y en el preciso instante del orgasmo ultraterreno, los cirros y los cúmulos, los estratos y nimbos, se estremecen, tremolan, estallan, y el amor de los ángeles llueve copiosamente sobre el mundo.
Juan Parr Nov 2017
Quiero cortarme
y sangrar,
cortar de lado
mis preocupaciones y carencias.
Que la sangre fluya
y los arpones
floten.

Quiero sentir el suave abrazo
de la soga en mi cuello.
Mis ojos saliendo de sus
cuencas desoladas.
Ver la muerte buscarme
por primera vez ser recibido
sin pedirlo.

Quiero ver las lágrimas
sobre mi ataúd,
hartado de alegóricas flores
pretendiendo adornar
lo que un día fue
un muerto sin andar.

Quiero saltar
desde el piso veinte
de un edificio
y conocer el concreto
como nunca nadie
lo ha hecho
sé que no quiero vivir
en concreto.

Para finalizar,
antes del final,
quiero morir en el mar
de tus ojos derretidos, y terminar
en tus melancólicas clavículas.

Ahogado, ahorcado,
desangrado, olvidado.

— The End —