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Vive conmigo no sé qué mujer
invisible y perfecta, que me encumbra
en cada anochecer y amanecer.
Sobre caricaturas y parodias,
enlazado mi cuerpo con el suyo,
suben al cielo como dos custodias...
Dogma recíproco del corazón:
¡ser, por virtud ajena y virtud propia,
a un tiempo la Ascención y la Asunción!
Su corazón de niebla y teología,
abrochado a mi rojo corazón,
traslada, en una música estelar,
el Sacramento de la Eucaristía.
Vuela de incógnito el fantasma de yeso,
y cuando salimos del fin de la atmósfera
me da medio perfil para su diálogo
y un cuarto de perfil para su beso...
Dios, que me ve que sin mujer no atino
en lo pequeño ni en lo grande, diome
de ángel guardián un ángel femenino.
¡Gracias, Señor, por el inmenso don
que transfigura en vuelo la caída,
juntando, en la miseria de la vida,
a un tiempo la Ascensión y la Asunción!
Sobre o abismo de minha desgraça voarei
Ser livre para odiar tudo me fez rei
Eu sou o bacanal eterno do infinito
Onde meu diabo rima salmos com meu mudo grito

Os miolos fervem na minha crença
Mas do inferno ao céu eu sou descrença
Alheio à verdade de toda a humanidade
Resvalando aos trancos o coração da minha imortalidade!

Eu dançarei como um demônio risonho
Na ideia inefável de meu sonho
Nebuloso, dissoluto e absoluto, entre o óbolo e a nobreza
Saltitando por entre os píncaros de minha avareza!

Epífase de todo meu destino
Absorve minha alma torta
No íntimo da minha egrégia exorta
A exegese infindável do meu atino!

— The End —