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Harrison Sim Oct 2011
The effortless leaf fluttered in the wind, its premature disconnection being the cause of sadness for the caterpillar.

The shadow of the old cottonwood had lengthened, and its roots tunneled ceaselessly in the obscured grass.

A bird summoned forth the air, and filtered her back out, having her carry the daily song.

The dog’s ear lifted slightly as the whir of a bike chain became audible for a short time.
Sleep rediscovered him swiftly.

The field slowly absorbed the flooded acequia water.
Ducks discovered a temporary haven.

She sat in the shade, the dog panting by her side. The soft light caressed her exposed skin in the loose summer dress. She squinted up at the blur of a bicyclist, smiling.

The earth swiveled slightly. The leaf had found the ground. The caterpillar had long been pecked by a cheery, singing bird. The shadow of the tree, now extending in the acequia grove, faded with the dying light. The dog now slept inside the old house, abandoning his domain at the fence corner. The ducks found new water, as the field sighed with relief. She walked her dog back to her yard, wishing the bicycle had not been moving quite so fast.
Bajo el naranjo, lava
pañales de algodón.
Tiene verdes los ojos
y violeta la voz.
¡Ay, amor,
bajo el naranjo en flor!
El agua de la acequia
iba llena de sol,
en el olivarito
cantaba un gorrión.
¡Ay, amor,
bajo el naranjo en flor!
Luego cuando la Lola
gaste todo el jabón,
vendrán los torerillos.
¡Ay, amor,
bajo el naranjo en flor!
Mi sombra va silenciosa
por el agua de la acecia.
  Por mi sombra están las ranas
privadas de las estrellas.
  La sombra manda a mi cuerpo
reflejos de cosas quietas.
  Mi sombra va como inmenso
cínife color violeta.
  Cien grillos quieren dorar
la luz de la cañavera.
  Una luz nace en mi pecho,
reflejado, de la acequia.
My shadow glides in silence
over the watercourse.

On account of my shadow
the frogs are deprived of stars.

The shadow sends my body
reflections of quiet things.

My shadow moves like a huge
violet-colored mosquito.

A hundred crickets are trying
to gild the glow of the reeds.

A glow arises in my breast,
the one mirrored in the water.
Hermosa como la estrella
De la alborada de mayo
Fue en Méjico hará dos siglos
Doña Ana María de Castro.

Ninguna logró excederle
En la elegancia y el garbo
Ni en los muchos atractivos
De su afable y fino trato.

Sus maneras insinuantes,
Su genio jovial y franco,
Su lenguaje clara muestra
De su instrucción y su rango:

Su talle esbelto y flexible,
Sus ojos como dos astros
Y las riquísimas joyas,
Con que esmaltó sus encantos.

La hicieron en todo tiempo
La más bella en el teatro,
La mejor por sus hechizos,
La primera en los aplausos.

Los atronadores vivas,
Los gritos del entusiasmo
Siempre oyó, noche por noche,
Al pisar el escenario.

En canciones, en comedias,
En sacramentales autos,
Ninguna le excedió en gracia,
Ni le disputó los lauros.

Doña Ana entre bastidores
Era de orgullo tan alto,
Que a todos sus compañeros
Trató como a sus lacayos.

Las maliciosas hablillas,
Los terribles comentarios,
Los epigramas agudos
Y los rumores más falsos,

Siempre tuvieron origen
Según el vulgo, en su cuarto,
Centro fijo en cada noche
De los jóvenes más guapos.

Allí en torno de una mesa
Se charlaba sin descanso,
Sin escrúpulos ni coto
De lo bueno y de lo malo.

Si la gazmoña chicuela
Del marqués, ama a Fulano,
Y si éste le guiña el ojo
Escondido en algún palco;

Si la esposa de un marino
Mira con afán extraño
Al alabardero Azunza
Que de algún noble está al lado;

Si el Virrey fijó sus ojos
Con interés en el patio,
Como en busca de un amigo
Que subiera a acompañarlo,

Sobre el último alboroto
De tal calle y de tal barrio
Con alguaciles, corchetes
Mujerzuelas y soldados

La actriz, risueña y festiva
Oyendo tales relatos,
A todos daba respuestas
Como experta en cada caso.

Algunos por conquistarse
Su pasión más que su agrado,
Sin lograr sus esperanzas
Grandes sumas se gastaron;

Otros con menos fortuna
Sólo anhelaban su trato
Viviendo como satélites
En derredor de aquel astro.

Ana, radiante de gloria,
Miraba con desenfado
A los opulentos nobles
Que eclipsara con su encanto.

Y en la sociedad más alta
Censuraban su descaro
Creyéndola una perdida,
Foco de vicios y escándalos.

Mas no hay crónica que ponga
Tan duros juicios en claro,
Ni nos diga que a ninguno
Se rindió por los regalos.

Ella protegió conquistas
De sus amigos más francos,
Y quizá empujó al abismo
A los galanes incautos.

Astuta e inteligente
Guardó en su amor tal recato
Que tan valioso secreto
No han descubierto los años.

Se habla de un Virrey
Que estuvo de doña Ana enamorado,
Mas la historia no lo afirma
Ni puedo yo asegurarlo.

Mujer hermosa y ardiente,
De genio y en el teatro,
Por la calumnia y la envidia
Tuvo medidos sus pasos.
Por sabias disposiciones
Dictadas con gran acierto
Las actrices habitaban
Muy cerca del coliseo.

Este se alzó por entonces
Entre el callejón estrecho
Que del Espíritu Santo
Llamamos en nuestro tiempo,

Y la calle de la Acequia,
En los solares extensos
Que hoy las gentes denominan
Calle del Coliseo Viejo.

Y cerca, en vecina calle,
Que por tener un colegio
Destinado a las doncellas
«De las niñas» llama el pueblo,

Las artistas del teatro
Buscaron sus aposentos,
Y de las Damas llamóse
A tal motivo aludiendo.

Una noche gran tumulto
Turbó del barrio el sosiego,
A los más graves vecinos
Levantando de sus lechos;

Los jóvenes elegantes
Formando corrillo inmenso,
Seguidos de gente alegre
Y poco amiga del sueño,

A la puerta de una casa
Su carrera detuvieron
Acompañando sus trovas
Con sonoros instrumentos

-«Serenata a la de Castro»,
Dijo al mirarlos un viejo.
-¿Y por qué así la celebran?
Preguntó un mozo indiscreto.

-¡Cómo por qué! dijo alguno;
El Virrey loco se ha vuelto
Y prendado de la dama
Ordena tales festejos.

-¿El Virrey?-Así lo dicen.
-¡El Virrey! -Ni más ni menos;
Y allí cantan edecanes,
Corchetes y alabarderos.
-¿Será posible ?
-Miradlos...
-¡Qué locuras!
-Y ¡qué tiempos!
-Los oidores están sordos.
-Al menos están durmiendo.
-¡Turbar en tan altas horas
La soledad y el silencio!
¡Y alarmar a los que viven
Con recato en los conventos!

-¡Y por una mujerzuela!
-¡Una farsanta que ha puesto,
Como a Job, a tantos ricos
Que están limosna pidiendo!

-¿Y la Inquisición? -Se calla.
-¿Y la mitra? -¿Y el Gobierno?
-Doña Ana domina a todos
Con su horrible desenfreno.

-¿Y es hermosa? -Cual ninguna.
-¿Joven? -¡Y de gran talento!
-Y con dos ojos que vierten
Las llamas del mismo infierno.

-Con razón con sus hechizos
Vuelve locos a los viejos.
-El Virrey no es un anciano.
-Ni tampoco un arrapiezo.

-Pero escuchad lo que dicen
Cantando esos bullangueros.
-Es el descaro más grande
Tal cosa decir en verso.

Y al compás de la guitarra
Vibraba claro el acento
De un doncel que así decía
En obscura capa envuelto:

-«¡Sal a tu balcón, señora,
Que por mirarte me muero,
Piensa en que por ver tus gracias
El trono y la corte dejo».

-Más claro no canta un gallo.
-Y todos lo estáis oyendo.
El Virrey deja su trono
Por buscar a la... ¡Silencio!

-¡Cómo está la Nueva España!
-¡Pobre colonia! -Me atrevo
A decir que no se ha visto
Cosa igual en todo el reino.

Y los del corro cantaban,
Y al fin todos aplaudieron
Al mirar que la de Castro
A su balcón salió luego.

-«¡Vivan la luz y la gracia,
La sandunga y el salero!»
-«Ya asomó el sol en oriente».
-«¡Ya el alba tiñó los cielos!»

Y doña Ana agradecida
Buscando a todos un premio,
Llevó la mano a los labios
Y al grupo le arrojó un beso.

Creció el escándalo entonces
Rayó en locura el contento
Y volaron por los aires
Las capas y los sombreros,

Cerró su balcón la dama,
Apagáronse los ecos,
Dispersáronse las gentes
Y todo quedó en silencio
Con grande asombro se supo,
Trascurridas dos semanas
Desde aquella escandalosa
Aunque alegre serenata,

Que las glorias de la escena,
Los laureles de la fama,
El brillo y los oropeles
De la carrera dramática,

Por inexplicable cambio,
Por repentina mudanza,
Sin reserva y sin esfuerzo
Todo dejaba doña Ana.

Y alguno de los que saben
Cuanto en los hogares pasa
Y que exploran con cautela
Los secretos de las almas,

Dijo a todos los amigos
De artista tan celebrada
Que un sermón del Viernes Santo
Era de todo la causa.

El padre Matías Conchoso,
Cuya elocuente palabra
Los más duros corazones
Convirtiera en cera blanda,

Al ver entre su auditorio
A tan arrogante dama
Atrayéndose en el templo
De los hombres las miradas,

Habló de lo falso y breves
Que son las glorias mundanas;
De los mortales pecados
De los que viven en farsas;

De los escándalos graves
Que a la sociedad alarma
Cuando una actriz sin recato
Incautos pechos inflama;

Y con tan vivos colores
Pintó la muerte y sus ansias
Y al infierno perdurable
Que al pecador se prepara;

Que la de Castro, temblando,
Cayó al punto desmayada
Con el hechicero rostro
Bañado en ardientes lágrimas.

Sacáronla de aquel templo,
Condujéronla a su casa,
Y temiendo que muriera
Fueron a sacramentarla.

Cuando cesaron sus males,
Y estuvo en su juicio y sana,
En señal de penitencia
Resolvió dejar las tablas;

Y vendió trajes y joyas;
Y las sumas que dejaran
Se las entregó a la Iglesia
De su nuevo voto en aras.

Entró después de novicia
Y su conducta sin mancha
Y su piedad y su empeño
Por vivir estando en gracia,

Abreviaron sus afanes,
La dieron consuelo y calma
Y tomó el hábito y nunca
El mundo volvió a mirarla.

Fueron tales sus virtudes
Y sus hechos de enclaustrada,
Que cuentan los que lo saben
Que murió en olor de santa.

Por muchos años miróse
La celda pequeña y blanca
Que ocupó en Regina Coeli
La memorable doña Ana.

Y aun se conservan los muros
De la antigua estrecha casa
En que vivió aquella artista
En la «Calle de las Damas».

Pasó, dejando animosa
Riqueza, aplausos y fama,
Del escenario a la celda
¡Por la salvación del alma!
El agua la manda el cielo,
la tierra la puso dios.
Viene el amo y me la quita,
¡la p...ita que se partió!
A ver, respóndame, hermano:
si esta fue tierra ´e los incas
¿de donde hay dueños de fincas
con títulos en la mano?
Pa mí que al pobre serrano
le vienen tomando el pelo.
Acequia, puquio, riachuelo
todo en títulos se fragua.
¿De ´onde tiene dueño l´agua?
¡el agua la manda el cielo!
Y por último, los incas
no han sido los más primeros;
antes los huancas ´stuvieron
y antes que ellos los mochicas.
Ora hay haciendas tan ricas
pa sólo un dueño o pa dos
y gritan a toda voz
que heredaron de su padre...
¡Que no me vengan, compadre,
la tierra la puso Dios!
Donde no hay minas de gringos
hay tierras de gamonales,
pagan míseros jornales
y te andan a los respingos.
Se trabaja los domingos
Más pior que en tiempo ´e la mita.
Y hasta si tengo cholita
para mi pobre querer,
por el gusto de ...poder
viene el amo y me la quita.
Creo que, ultimadamente,
debiera ser propietario
quien fecunda el suelo agrario
con el sudor de su frente.
Así espera nuestra gente
y así mesmo espero yo.
Y así ha de ser, pues si no
a gringos y gamonales
vamo a recontrasacarle
¡la p... ita que se partió!
Hay dulzura infantil
En la mañana quieta.
Los árboles extienden
Sus brazos a la tierra.
Un vaho tembloroso
Cubre las sementeras,
Y las arañas tienden
Sus caminos de seda
-Rayas al cristal limpio
Del aire-.
                    En la alameda
Un manantial recita
Su canto entre las hierbas
Y el caracol, pacífico
Burgués de la vereda,
Ignorado y humilde,
El paisaje contempla.
La divina quietud
De la naturaleza
Le dio valor y fe,
Y olvidando las penas
De su hogar, deseó
Ver el fin de [la] senda.
Echó andar e internóse
En un bosque de yedras
Y de ortigas. En medio
Había dos ranas viejas
Que tomaban el sol,
Aburridas y enfermas.
Esos cantos modernos,
Murmuraba una de ellas,
Son inútiles. Todos,
Amiga, le contesta
La otra rana, que estaba
Herida y casi ciega:
Cuando joven creía
Que si al fin Dios oyera
Nuestro canto, tendría
Compasión. Y mi ciencia,
Pues ya he vivido mucho,
Hace que no la crea.
Yo ya no canto más...
Las dos ranas se quejan
Pidiendo una limosna
A una ranita nueva
Que pasa presumida
Apartando las hierbas.
Ante el bosque sombrío
El caracol, se aterra.
Quiere gritar. No puede,
Las ranas se le acercan.
¿Es una mariposa?,
Dice la casi ciega.
Tiene dos cuernecitos,
La otra rana contesta.
Es el caracol. ¿Vienes,
Caracol, de otras tierras?
Vengo de mi casa y quiero
Volverme muy pronto a ella.
Es un bicho muy cobarde,
Exclama la rana ciega.
¿No cantas nunca? No canto,
Dice el caracol. ¿Ni rezas?
Tampoco: nunca aprendí.
¿Ni crees en la vida eterna?
¿Qué es eso?
                            Pues vivir siempre
En el agua más serena,
Junto a una tierra florida
Que a un rico manjar sustenta.
Cuando niño a mí me dijo
Un día mi pobre abuela
Que al morirme yo me iría
Sobre las hojas más tiernas
De los árboles más altos.
Una hereje era tu abuela.
La verdad te la decimos
Nosotras. Creerás en ella,
Dicen las ranas furiosas.
¿Por qué quise ver la senda?
Gime el caracol. Sí, creo
Por siempre en la vida eterna
Que predicáis...
                                Las ranas,
Muy pensativas, se alejan,
Y el caracol, asustado,
Se va perdiendo en la selva.
Las dos ranas mendigas
Como esfinges se quedan.
Una de ellas pregunta:
¿Crees tú en la vida eterna?
Yo no, dice muy triste
La rana herida y ciega.
¿Por qué hemos dicho entonces
Al caracol que crea?
¿Por qué?... No sé por qué,
Dice la rana ciega.
Me lleno de emoción
Al sentir la firmeza
Con que llaman mis hijos
A Dios desde la acequia...
El pobre caracol
Vuelve atrás. Ya en la senda
Un silencio ondulado
Mana de la alameda.
Con un grupo de hormigas
Encarnadas se encuentra.
Van muy alborotadas,
Arrastrando tras ellas
A otra hormiga que tiene
Tronchadas las antenas.
El caracol exclama:
Hormiguitas, paciencia.
¿Por qué así maltratáis
A vuestra compañera?
Contadme lo que ha hecho.
Yo juzgaré en conciencia.
Cuéntalo tú, hormiguita.
La hormiga medio muerta
Dice muy tristemente:
Yo he visto las estrellas.
¿Qué son estrellas? -dicen
Las hormigas inquietas.
Y el caracol pregunta
Pensativo: ¿estrellas?
Sí, repite la hormiga,
He visto las estrellas.
Subí al árbol más alto
Que tiene la alameda
Y vi miles de ojos
Dentro de mis tinieblas.
El caracol pregunta:
¿Pero qué son estrellas?
Son luces que llevamos
Sobre nuestra cabeza.
Nosotras no las vemos,
Las hormigas comentan.
Y el caracol, mi vista
Sólo alcanza a las hierbas.
  Las hormigas exclaman
Moviendo sus antenas:
Te mataremos, eres
Perezosa y perversa,
El trabajo es tu ley.
Yo he visto a las estrellas,
Dice la hormiga herida.
Y el caracol sentencia:
Dejadla que se vaya,
Seguid vuestras faenas.
Es fácil que muy pronto
Ya rendida se muera.
Por el aire dulzón
Ha cruzado una abeja.
La hormiga agonizando
Huele la tarde inmensa
Y dice, es la que viene
A llevarme a una estrella.
Las demás hormiguitas
Huyen al verla muerta.
El caracol suspira
Y aturdido se aleja
Lleno de confusión
Por lo eterno. La senda
No tiene fin, exclama.
Acaso a las estrellas
Se llegue por aquí.
Pero mi gran torpeza
Me impedirá llegar.
No hay que pensar en ellas.
Todo estaba brumoso
De sol débil y niebla.
Campanarios lejanos
Llaman gente a la iglesia.
Y el caracol, pacífico
Burgués de la vereda,
Aturdido e inquieto
El paisaje contempla.
No quiero verte madre,
dulce morena.
Muy cerca de tu casa
tienes acequia,
y es bien sabido
que no nadan los hombres
recién nacidos.
Julian 4d
A Discourse on Aerophane Eunomia  9/24/2024

The preterition of bionomically viable mackintoshes perdurable by vivat credenda whorling around catacoustic furor that attempts to array the constellation of all grievances deciphered by compassionate governance is dependent upon the following stipulations and statutes. Primarily, a catadioptric houndstooth complex bionomic superorganism demands a gradgrind dompteuse of psephology (as a stark underestimate of nasute observers primarily overlooked by swingometers) trying to zizel lurdans by vaccimulgent fracedos and forfex haecceity contingencies of nimiety with pushful forcipation at the behest of quokkas affright at amphiscian afterclaps amberjacking dontolesque heydays imperiously governed by interlucation using interfluvian omphalism unreeving humanistic altruism (a tentative renegadism) in spinescent palzogony roiling in salebrosity with bastardized semelparous progeny gorgonizing the polydipsia of pickthank tantony to nebulist algedonic overdrive backfired in mackintosh vulcanization implodent upon portfire calculated to appease a fetishized odontalgia inculcated into modish broadcloth visiogenic maquettes of cultural deformation suddenly vogue with macroscian specters the subsultus of internecine nidifugous loimic periblebsis hobbling the weighage of kerygma better suited to cloistered gnotobiology rather than noisome cultural pettifoggery spooling in chorizont celsitude.

Wedelning qwersy sell-outs corralled by websters and coquelicot contecking compital moral clochards zealous for chryselephantine clavis disproportionate on shibboleths of jarabing jalousies adscripted by jarking foothot jellygraphs jerquing caballine jiggermasts by nasute opportunism attrite on incidental crepitated gerdoying stampedes culvertaging cynomorphic mavericks too nacreous to sustain nebelwerfer mechanomorphic negentropy more predictable as bezique betising for briquets of Sarvodaya finicky to proficuous nektons secondary to lagniappes of nembutsu the catalyst behind synclastic tympanies nettlesome because of elflock forestalled by ipesand nidamental to powellisation for pyretology forever percurrent as a heterodyne trigonometric variance of bounded vacillated voltinism of opaque sastruga henpecking somniation sparvering interpunction to specular umbrage sphacelated sussultatory suretyships for jansky and pulicide in ignivomous deputization of blunt obtuse iopterous conflagration fumigating ipecac into streamlined mechanization of ironmaster wallfish irriguous because of lucrative downtrodden evanescent brehon yet catalyzed by springboking resourcefulness joggling the jamdani into jockeyed cladogenesis intransigently isallobar (resolute in protection of ****** octodonts constituting the bellwethers of aleatory oryzivorous osmol insulating preterition) by chirking global solidarity even in subboreal disagreement with other countries

An oscitation of orrery often siamang in rumchunder rhotacism in celation contingent on shenango tatamae of shagreen nimbose compurgation of dashpot shibboleths of rheotaxis redemptive in the pleoinosis juddering the volplane porbeagle with tangible costive coy popocracy at the detriment of deplorable springhare rasters of tragelaph pseudo-paragons supernal in importunate thremmatology culled from goniometers of elective grillage for tachytelic gonfaloniers to punctuate the valedictory ****** of equity in equipoise suspended as a tantieme of conserved tectospheric terrella (harvested potential energy even when embezzled by chlamydate henchmen) manufactured by testudo uncial migraineurs toiling restlessly even in macroscian umbrage for gradate suffrage a piebald moonraker sphacelation of spurriers above murengers always cognizant of indignant plight but frowning on outright cultural temulentia of ultrageous cacodoxy becoming kuru. Paroxytone recadency of bosky boschveldt pantagruelian scabilonian whangams of pilloried pigeonholes slimmerbacking complex sociodynamic catastrophes abetted by worricrow paradigms obtenebrating cryptotype exists suboptimal because it is coauthored by nyejays gribbean against swoopstake individualism emergent into syndicalized mutualism (a talisman of tegular latticework moonshot telenergy capable of subverting core machinations by singular tentation of togated terpsichorean modifications to camaraderie in a woke-spun world’s sorority—responsible for torpefying virility—troating with lucriferous might yields compromise and efficacy when wed to chilgoza rather than epicene debasements while vouchsafing ambitious masculinity) such that the turncock on insight once clogged by mute ridottos now inundates trouvailles of subtle vastations gradately hedged from interramification to slowly disperse or become vecordy for huckabuck graft guilloched in defiance by skalded vorticism tediferous in contrarian polities orchestrated by chatelaine pedigree to sustain subsidiary alms for witwanton libertines despite such ergotall kilmarge of rancid flagstench purified by secular litotes

Simultaneously, wobbly but resolute mahouts--the mainpernors of scofflaw matachins trying to catamount caudle against elitism--try to obviate cecutiency to immiserate chelonian banderols cadging chevrotain empaths to nebulize matriotism in aimless vitiation of attempted negentropy by nivial centrism only to marvel at summative nolitions all wagered in bailivated wrox galvanized by baized serpentry seahogging zarzuela gamidolatry and out of the greatest cognitive dissonance hoggasters for killcow antithesis of hopsack pragmatica walloped by hotchpot howdah foumarts’ exhortations while flysch decimates their ranks as fitchew murage defaults such that political derricks are delegated to defeat quotidian dentagra even when prominent politician degage aunceled acclaim of asterism militant in pettifoggery despite jurymasted victory over the peccadillos undermining ashplant stulms (arrect in their own malversation) mainsail of rabid contumacy rather than valorous travail resurgent in chrestomathy.  

Tirociniums for timocracy aristarching arguted aretaics against Hakenkreuz and naïve espaliers bolted to boltrope epizoic determinism for witless alamort epilation of oreillet nidifugous inculcation of physiognomancy with improper brassage deskandent in perfunctory interpunction of punitive oneirocritism of radical jolkering innitency by backstay imbrication of aloof ivory-tower nihilism among perverse academic ranks illecebrous because of ichnited analysis of stemson immunifacience of scud by scrimure abandon drooling over picamar cirriped goblin treasures. The scrobiculous backlash of scumble shiding around in cat-lady garish gaudy falsettos betrothed to the superlunary concourse cooperative with silverskin sorbefacient psaphonic acceleration centrifugal from izzat operative in cultural umlaut because of unguicule embracery abroach of illicit pipelines of tubifacient graft sustained by the bonhomie of second-take absconce actinism enveloping the virgations of woke allegiance to afterclaps of alcahest  which underscores the forefront posture intermediary to alexia is a resurgent aphthong of thoughtless consumerist ploys of plashy diatribes against apologetic kerygma swaddling apotropaic aggiornamento above fraying braying jackals of religious aporia preferring the exhilarated wharfinger hobohemia to the muntjac sublimation of all entelechy synclastic towards plurennial pleimorphy for societal phoniatrics to great fanfare and amelioration of the dirigisme by guarded abraxas pergolas so decisive they collectively are both the antecedent catalyst and consequential afterbirth to high-ticket onerous pandation.

The vulpecular zayat zoppa of downtrodden crestfallen haustellum of substandard binary hawseholes become dogcarts to sophomoric banderols specious to tanquams of tantony gaslighted by dupion to either be dipnoous in endeavor (self-consciously dishonest about oppositive support for detraque) or emphatic about declasse enfranchisement darkled by the devastating prospect that authenticity invites anathema from every cordwainer obliged to sustain humane compassion deadeyed by radioactive daws of misguided quasi-astragal autecology . Taradiddles of cruelty wagered in provocative acropathy deserve alpenstocker magnanimity because of invaluable munificence in forever keystoned enhancement of allemande noospheres revalorized into burgeoned tympany and vivid nembutsu earned on the suffrage of the aloof frogmarch hobbled by martingale aegis livid by the contumacy of pretext debaucheries invented by vulpecular Idiocracy to engender the source of the vehement neurergic aspersions ultimately the ultimatum of circular sockdolagers of laborious acequia accolent only to abscissas few others could interdigitate for eventual appeasement of cordial exoteric aspiration of demassified eunomia heartfelt to attune the escaliers of recourse to invest in prosodemic eclaircise that oystercatchers overlocked against the isovol by defeating the froward isorithms of egestuous bannock will enhance nisus and oikonisus simultaneously in a world already famished of fertility in farsighted alacrity committed to the nuclear family. Thus, we need a polyphiloprogenitive growth engine to camber and calver rejuvenated moralism and redoubled enlightenment to jurymast integral noetic virtues establishing paragons of jannock wroth in success woonerfing rectitude in meliorism that refrains from anti-Americanism rather than stultifying the whole system for the mazut of killcow wragapole samara squintifegos spuddling on antebellum travesty and premodern areneidan illiteracy the sastruga of typhonic pessimism better obrogated by reform than reiterated in vandalized scaffmasters so prepossessed by scarfskin acciptrine atrocities it forgets to marvel at our stepwise progression of wondrous cosmic dilatometry piggybacking sidereal lugsails propinquities prize in ephemeral mensuration of holobenthic time at loss with the joss of kismet zazzy in foudroyant entelechy as the clepsydra bleeds festination because of polyacoustic gezellig quesited as the ultimate wonderwork forever perplexed of and tantalized by the selfsame fate of pansophy.

With peaceful intent I extend the broadest bonhomie to repudiate miscegenated compaginations that seem surly, burlesque or menacing when in reality my words have variegated connotations that sprawl elaborate metaphors with maximum creativity sometimes overlooking subtle innuendos too brash to be authentically my asseverated intent

— The End —