Calla, euskolega
que el viento que te queda
de cuando te comiste esas judías
muertas
hace setecientos trece días,
ha llegado hoy al puerto.
Y se han muerto quince bueyes
que viajaban en velero
y se han muerto el carnicero
y sus cuarenta mujeres
del olor, a treinta y siete millas del mar
al oir la noticia por teléfono.
El alcalde de un pueblo
costero en la otra orilla
del estrecho
ha decretado cuarentena
y están enterrando el pueblo en la arena
y estrangulando a sus ancianos
y todo porque en la verbena
hace uno coma nueve años
hipotecaste con tu ano los daños
y todo el tiempo que nos queda.