Yo no tengo voz de hombre ni cara de hombre, ni pensamientos de uno. Mi voz es mía, mis pensamientos míos. Lejos de perfecto, amo mi cuerpo, que ni carece ni le sobra algo. Me presento al mundo auténtico.
Tú no me ves como un hombre. Me dices que no es un rol ni expectativa al que me tenga que ajustar. Yo no soy un hombre. No quiero serlo. Me presiono para cumplir con lo que creo crees debo y así no darte razón a no quererme.
Tu voz hace que levite. Se me da bien escucharte a ti sola o a mí solo al menos hasta que les escucho el gargajazo. Obligado a escanear mis alrededores para ver de donde salió el hijueputa sin educación.
Estaba sobre el mar, nuestras voces, las olas. Ahora estoy descalzo en la ciudad pisando gargajazos.
Quizá moriré y nunca acaben. Y mis pies nunca sequen.