Me he desgastado los labios besando otras muchas bocas, insípidas y frías como la sombra de la noche.
He gastado mis ojos cansados, desiertos de ternura, persiguiendo miradas vacías.
He gastado mi tiempo y mi vida, perdido en abismos profundos y medrosos, buscando el eco de nuestro amor.
Fueron suspiros aquello que encontré, crujiendo como otoño por mis propios pasos erráticos en aquellos caminos heridos, marcados siempre por la soledad.