Puedo ser luz aunque me sienta sombra, la estrella titilante que guía tu camino a casa, tu faro eterno, tu protector inquebrantable, tu cálido abrigo cuando el frío al cuerpo abrace.
Puedo ser hoy quien pinte de alegría tus mañanas, el susurro seductor de finos poemas en tu oído, el roce pícaro de unas manos descaradas, latir convulso en noches ardientes, entre húmedas pugnas y combates salvajes.
Puedo descender al infierno para calentar tu cama, afanarme al filo de tu mirada fija, a tus labios sonrientes. Puedo conducir mi vida rústica en tu inevitable dirección, puedo de repente, rendirme sin remedio, ante tus agitadoras curvas.