Me van a hacer daño, sí, eso ya lo tengo claro. El amor es un veneno disfrazado de buen vino, de esos que todos queremos probar, y al final siempre terminamos embriagados. Y no por ello dejaré de vivir al máximo. Pero yo prefiero ser el alcohólico anónimo de la felicidad, que otra alma vacía vagando sin rumbo.