Tengo tu nombre tatuado en mis ojeras y 23 razones para despedirte.
Los años me enseñaron a desatarme y soltar todo aquello que me falla.
Adiós y hasta nunca, amor trivial. Mi felicidad ya no depende de la lucha antagónica entre un corazón de cristal y una mente ilusa que confiaba en lo inverosímil que podía ser el amor.
Ahora soy libre de todas las ataduras banales que profanaban mi paz. Mi cuerpo me pide la felicidad de todo placer sin ataduras mezquinas.
Me desarraigo de toda idea de amor eterno y promesas superficiales.