El amor aparece donde menos lo esperas. Viene solo a tí, como conducido por hilos invisibles, que por mucho que se estiren, terminan en el lugar correcto, en el momento propicio.
Cupido y yo ya no somos amigos. Así que nada tiene que ver él. Quizás fue tu sonrisa, y la mirada que me dedicas. O los besos que nos dimos después.
Pero cuando el amor es el que late en mi pecho, el mundo cabe en mis manos.